Santander es la punta del iceberg

¿Cuándo fue la última vez que pisó una oficina bancaria?

En mi caso, hace unas semanas me vi forzado a acudir a una para resolver una gestión en persona y no me hizo ninguna gracia. Acostumbrados a internet y a la inmediatez, desplazarnos físicamente en un mundo en el que no sobra el tiempo nos parece ya un atraso.
Los tablet, los teléfonos móviles e internet están detrás del cierre de más de 400 oficinas del banco Santander.

Concentrar al equipo humano en el asesoramiento y venta de productos y servicios de valor añadido tiene todo el sentido, comparado con ejercer funciones hoy ya totalmente automatizadas y que dejan escaso margen, cuando lo dejan. Pero Santander no es una rara avis en esta tendencia. Si en la última década ha sido la crisis la que ha producido las mayores reducciones de empleo, tendencia que sigue en la banca por el estrechamiento de márgenes con los bajos tipos de interés, ahora el empuje viene cada vez más de la transformación digital. La banca perderá dos millones de empleos por la revolución fintech en diez años, según un informe de Citi. Y no se trata solo del sector financiero. La tecnología está laminando la intermediación en un amplio número de sectores, que van desde la industria del ocio y la cultura (música, cine, información...) al transporte de viajeros. ¿La tecnología crea o destruye empleo?, según un informe del World Economic Forum presentado en Davos, la digitalización supondrá la creación de 2,1 millones de puestos de trabajo y la desaparición de 7,1 millones. Se podría decir así que, a diferencia de la energía, la tecnología sí crea empleo, pero lo destruye en mayor medida y, sobre todo, lo transforma. ¿Y cómo lo va a transformar? Como se explica en este artículo, habrá puestos bajo demanda, se trabajará sin ir al trabajo, crecerá la colaboración entre humanos e inteligencia artificial en una nueva relación laboral... En definitiva, "una flexibilidad nunca vista que implicará consecuencias profesionales y personales a las que tendremos que adaptarnos". Todo ello llevará aparejada la necesidad de nuevas fórmulas de relación laboral y una legislación que las respalde y dé seguridad a las partes. Aunque ya sabemos que, habitualmente, la legislación va varios pasos por detrás de la innovación y habrá que ir improvisando sobre la marcha. Otro cantar será que para seguir creciendo y manteniendo las economías necesitaremos consumidores con un poder adquisitivo suficiente. Algo habrá que hacer con los 5 millones de empleos salientes que arroja el saldo tecnológico.