Gane quien gane....EEUU será cada vez más ingobernable
Gane quien gane, ¿Estados Unidos va a ser cada vez más ingobernable?
La intervención directa de la principal agencia de inteligencia (FBI) a unos días de las presidenciales, es la expresión de una profunda crisis y tensión en la clase dominante. Gane quien gane, Estados Unidos va a ser cada vez más ingobernable.
La intervención directa del FBI a unos días de las presidenciales, es la expresión de una profunda crisis y tensión en la clase dominante.
La elección desde el inicio estuvo dominada por una fuerte polarización social y sentimiento antiestablishment, y termina en una serie de peleas, ataques venenosos, reprimendas, acusaciones (Trump dijo que no reconocería el resultado si pierde, e incluso que pondría a Hillary en prisión si gana) no visto desde hace tiempo.
Ambos candidatos de derecha son rechazados por una parte importante del electorado. Esta crisis de representación del sistema político se expresa del lado de Trump en una política chauvinista que busca desviar el descontento hacia una política racista frente a los musulmanes y el conjunto de los inmigrantes en especial latinos y de fuerte carácter proteccionista en relación a China; mientras Hillary acusa a Trump de ser un agente de Putin y de Rusia para ocultar la brutal corrupción de la Fundación de su esposo y los intereses de su política neoconservadora agresiva hacia Rusia.
La confianza en el sistema político imperial está fuertemente golpeada, en condiciones de profundización de la crisis económica, aumento de las tensiones internacionales y el empeoramiento de las crisis de hegemonía del imperialismo norteamericano en todo el mundo.
Esto último quiere decir la debacle en curso de la guerra de Washington para el cambio de régimen en Siria, los signos de desorden de su política de “pívot” hacia China, cuya última demostración son las idas y vueltas del presidente filipino y sus coquetos con China (a la vez que mantiene buenas relaciones con Japón) y la emergencia de conflictos abiertos con imperialistas “aliados “en Europa, sobre todo con Alemania.
La convergencia de estas crisis está generando conflictos graves dentro de la clase gobernante de Estados Unidos sobre las políticas a seguir, aumentados por los temores de una creciente ola de contestación social en el país, cuya expresión más fuerte es el hecho que durante la presidencia Obama y la violenta represión e impunidad policial a la minoría negra se ha reactivado un espíritu de resistencia en esta comunidad que no se veía desde la época del Black Power.
El trumpismo de alguna manera es expresión del crecimiento de una reacción racial a este avance, un “nativismo” blanco feroz que se identifica en el actual candidato republicano.
Si ya era claro el carácter excepcional de la elección, la bomba política del viernes lanzada por el director del FBI ha liquidado toda duda. Si su intención era causar un daño fatal a la candidatura de Clinton, apuntalar las mayorías republicanas en peligro de extinción en el Senado y la Cámara, o disparar un tiro de advertencia en contra de un gobierno de Clinton entrante, queda claro que la próxima administración estará sumida en una crisis de legitimidad desde el día en que asuma.
Trump ha explotado la nueva situación que le favorece, alabando ahora a las instituciones de Washington que resultan no ser tan corruptas como pensaba inicialmente, pero enfatizando que se trata de un escándalo mucho peor que el de Watergate, que le valió al presidente Nixon su defenestación.
Cinco días antes de los últimos hechos , en una entrevista con Chris Wallace el célebre periodista Bob Woodward, quien exhumó con garganta profunda el escándalo Watergate, había arremetido contra la Fundación Clinton como escandalosamente corrupta, obteniendo miles de millones de dólares en promesas de los gobiernos, empresas e individuos ricos, muchos de dudosa reputación.
La misma está salpicada de “affaires” como es el caso que gobiernos como el de Qatar o Marruecos canalizan el dinero a través de Bill Clinton. Tanto él como Hillary ganan cuantiosas sumas de dinero en charlas de ésta entidad.
Pero frente a estas acusaciones Hillary ha permanecido impávida: todavía no se ha comprometido a cortar los lazos familiares a la Fundación en caso de ser elegida.
Por el momento el plan es que Chelsea Clinton pase a hacerse cargo de su gestión cotidiana.
Las tensiones de los últimos días, muestran hasta qué punto se ha enrarecido el clima político en Washington. Pero esto no cae del cielo.
Es la expresión de la aceleración de una tendencia que ya se había expresado en la década de 1990 con el sexgate y las acusaciones parlamentarias de los republicanos contra Bill Clinton que llevaron al impeachment de éste en 1998; en el 2000 la Corte Suprema dirimió la elección parando el recuento de los votos del estado de Florida lo que le dio la presidencia a George W. Bush, quien había perdido en el voto popular.
La actual presidencia saliente, ha debido gobernar con una Congreso “insurreccionado” dominado por los republicanos que llevó al cierre del gobierno estadounidense por la crisis presupuestaria federal y la oposición republicana a la reforma sanitaria de Barack Obama (“Obamacare”).
Un escenario que alienta a que gane quien gane la próxima elección, la primera potencia mundial estará afectada por una crisis de gobernabilidad significativa.
Una situación de extrema gravedad para Estados Unidos y el mundo, en un momento en que el orden internacional de los últimos 70 años se está deshilachando, tal vez incluso desintegrándose.
Tiempos turbulentos económicos, políticos y geopolíticos que auguran saltos de la lucha de clases así como respuestas de más en más bonapartistas como muestra el avance de líderes fuertes como Putin en Rusia, Xi JinPing en China, Erdogan en Turquía, Orban en Hungría por nombrar los casos más notorios de una tendencia profunda de la que Trump es su variante norteamericana.
Bienvenidos a la inestabilidad internacional que afectara de más en más al mundo de los negocios y la economía, una situación totalmente distinta de cuando se afirmó la ofensiva neoliberal de las últimas décadas y que entró en crisis en 2007/8.
El capitalismo de forma caótica está comenzando a tantear nuevas soluciones de fuerza a su crisis histórica; es clave que los trabajadores y oprimidos del mundo preparemos la nuestra.
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