Por qué hay gente sacando lingotes de oro de Londres para llevarlos en avión a Nueva York

Estado deEEl oeste de Manhattan, en 2019. (Getty/Drew Angerer)

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Si has volado desde Europa al JFK hace poco, puede que hayas sido partícipe sin saberlo en una operación de alto riesgo y gran altitud llevada a cabo por los comerciantes de oro de JPMorgan Chase. La amenaza del presidente Trump de imponer aranceles a Europa ha desestabilizado los mercados de metales preciosos. Los precios del oro han alcanzado máximos históricos y se ha abierto una enorme brecha en el valor del metal amarillo en sus dos centros de negociación, Nueva York y Londres.

Por el momento, el oro vale mucho más en Manhattan que en la capital británica, lo que ha provocado el mayor movimiento transatlántico de lingotes en años. Los operadores de los principales bancos se están apresurando a sacar el oro de las cámaras acorazadas situadas en las profundidades de las calles medievales de Londres y de las refinerías de oro suizas para transportarlo al otro lado del océano. La forma más barata de transportar con seguridad una mercancía tan valiosa ha resultado ser la bodega de carga de los aviones comerciales.

Los futuros del oro en Nueva York han subido un 11% este año, cerrando el miércoles a 2.909 dólares la onza troy, y algunos analistas prevén que pronto podría alcanzar los 3.000 dólares por primera vez. Muchos inversores ven en el oro un refugio en momentos de mayor riesgo. En Londres, sin embargo, los precios por onza troy han bajado unos 20 dólares desde principios de diciembre, un descuento inusualmente grande que, según los operadores, refleja los posibles aranceles impuestos en la frontera con Estados Unidos.

Un puñado de bancos con acceso a enormes reservas de oro —incluidos JPMorgan y HSBC Holdings— están a la cabeza de las posibilidades de aprovechar la situación, según los participantes en el mercado y los analistas. Hay otros que también quieren entrar en el negocio. Citigroup, que ya es un importante participante en el mercado del oro, pretende unirse a JPMorgan y HSBC en el reducido club de bancos autorizados a depositar los lingotes de sus clientes en las cámaras acorazadas de Londres, según personas familiarizadas con las deliberaciones. Sin embargo, algunos bancos y fondos de cobertura podrían verse perjudicados si no pueden hacerse rápidamente con oro con el que salir de operaciones deficitarias en Nueva York. Como muestra de la presión a la que están sometidos algunos agentes del mercado, el tipo de interés de los préstamos de oro se ha disparado. Una de las principales razones es que la carrera para enviar oro a Nueva York ha provocado una cola de varias semanas para retirar lingotes de las reservas subterráneas del Banco de Inglaterra. Funcionarios encargados de supervisar el mercado de lingotes de Londres han recibido llamadas angustiosas de banqueros que pedían simplificar el sistema. El Banco de Inglaterra ha respondido que cada uno deberá esperar su turno.

Un puñado de bancos con acceso a enormes reservas de oro están a la cabeza para aprovechar la situación

La fiebre del oro es una muestra de cómo las medidas de Trump para remodelar el comercio mundial están repercutiendo en los mercados internacionales. Recientemente ha declarado que la postura comercial de Europa frente a EEUU es una atrocidad y ha prometido imponer aranceles severos a la región. Aunque no está claro si los aranceles afectarían directamente al oro, el diferencial de precios se amplió después de que Trump desvelara esta semana aranceles generalizados sobre el aluminio y el acero. Como resultado, las empresas industriales que utilizan oro están perdiendo dinero y sufriendo para fijar el precio de sus productos, afirma Wade Brennan, director ejecutivo de Kilo Capital, una firma de crédito a empresas de materias primas. "La situación es muy rentable a corto plazo para algunos implicados, en particular para los bancos de compensación y las refinerías", asegura Brennan.

La avalancha de oro hacia Nueva York comenzó poco después de la victoria electoral de Trump. En condiciones normales, la mayoría de los operadores salen de los derivados que fijan el precio futuro del oro antes de que los lingotes físicos cambien de manos. Inversores, bancos, mineros y joyeros negocian los contratos en la bolsa Comex de Nueva York, uno de los ejes centrales del mundo del oro. El Reino Unido, por su parte, lleva siglos siendo el lugar de referencia para comprar lingotes físicos. Los dos mercados se mueven casi siempre al unísono. Cuando no es así, los operadores saben que pueden llevar el oro allí donde los precios sean más altos.

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