EL IMPERIO DEL FENTANILO SE DESMORONA
La cadena de suministro de fentanyl no se desaceleró, terminó. Silenciosa, decisivamente y con un nivel de fuerza que solo una administración Trump de regreso estaba dispuesta a usar.
El 12 de noviembre de 2025, el director del FBI, Kash Patel, anunció lo que los conocedores habían estado susurrando durante semanas: toda la cadena global de producción, desde las fábricas precursoras chinas hasta los centros de distribución de los cárteles, ha sido clausurada.
Esto no fue diplomacia. Fue presión aplicada con absoluta precisión hasta que la maquinaria de la guerra química se rompió. China designó los trece compuestos precursores, siete subsidiarias principales fueron cerradas, y la cortina de humo que protegía el flujo finalmente se disolvió.
Esta operación va mucho más allá de los narcóticos. Durante años, el comercio de fentanyl sirvió como ruta de cobertura para envíos de armas con presupuesto negro, experimentos biométricos, tráfico de órganos y redes transfronterizas protegidas por agencias de inteligencia que dependían del caos.
Los corredores de los cárteles se convirtieron en arterias para un sistema global diseñado para debilitar a Estados Unidos desde dentro mientras protegía los intereses de las élites que se beneficiaban del declive. Eliminar los químicos precursores es privar de alimento a toda la máquina.
El lavado de dinero se seca, los canales encubiertos colapsan y las redes en la sombra que dependían de estas rutas pierden su terreno operativo de la noche a la mañana. La acción fue quirúrgica porque tenía que serlo, y el silencio de los medios tradicionales es el indicador más claro de la profundidad de las implicaciones.
Este cierre marca un cambio en la guerra más amplia. La reunión de Patel en Pekín no fue simbólica. Fue la primera vez en una década que un director del FBI confrontó al liderazgo chino sobre este tema respaldado por inteligencia militar, autoridad ejecutiva y la influencia que solo Trump podía aplicar.
El momento no es accidental. Un clip de audio filtrado de siete segundos había expuesto recientemente conexiones entre agencias clandestinas de EE.UU. y operaciones de drogas sintéticas en Guangdong. En pocos días Trump aseguró una sesión directa con Xi, se establecieron los términos y Patel llegó a Pekín con el peso de pruebas clasificadas que forzaron el cumplimiento inmediato. Esto no fue cooperación sino capitulación bajo presión estratégica.
Lo que sigue ahora es el reinicio global de infraestructuras criminales y encubiertas construidas sobre la destrucción química.
Las mismas redes que diseñaron pandemias, desestabilizaron fronteras, manipularon sistemas alimentarios y expandieron programas de control digital han perdido una de sus herramientas más efectivas.
Con el sistema de fentanyl desmantelado, la estructura más amplia comienza a desmoronarse. Por eso los medios están en silencio. Por eso los operadores políticos están en pánico. Porque la verdad es simple: la crisis era solucionable, y las élites que permitieron que floreciera nunca tuvieron la intención de resolverla. Trump la resolvió de todos modos.
Noviembre de 2025 marca el momento en que la operación pasó de defensa a ofensiva, cuando Estados Unidos recuperó el control sobre su propio torrente sanguíneo y cuando los arquitectos globales del colapso a cámara lenta sufrieron su derrota más inesperada.
Ezra A Cohen.
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