Translate

10 de diciembre de 2016

la cara oculta de la relación México-Alemania:Biodiversidad y armas

armas-600

Biodiversidad y armas, la cara oculta de la relación México-Alemania


Armas y biodiversidad marcan la nueva era de la relación México-Alemania. Subrogados los principales núcleos de biodiversidad, con Montes Azules a la cabeza, y los servicios de sus ecosistemas en los corredores industriales del Golfo de México

Theresa Richter y Juan Ignacio Domínguez
En medio de la Decimoprimera Conferencia de las Partes (COP13) del Convenio sobre la Diversidad Biológica –inaugurada en Cancún, Quintana Roo, el pasado 28 de noviembre y que concluirá el próximo 17 de diciembre–, México confirma su realineamiento hacia un nuevo polo hegemónico emergente: Alemania.
La cumbre mundial sobre biodiversidad que actualmente se lleva a cabo en el suroeste de México reúne a más de 10 mil participantes, entre representantes de los países parte, países observadores, organizaciones internacionales y otros interesados. 
Se negocian acuerdos y compromisos para impulsar, por un lado, la conservación de la biodiversidad, y, por el otro, su llamado “uso sustentable”, es decir, su comercialización bajo las reglas del libre mercado y de la propiedad intelectual.
Es también una pasarela para presentar a la “gendarmería ambiental”, como un instrumento del gobierno de Enrique Peña Nieto para preservar las áreas naturales de valor internacional y su ampliación, ahí donde mutuamente se pacte con los alemanes.
Lo que no se cuestionará, sin embargo, son las implicaciones de este nuevo cuerpo armado en territorios indígenas y zapatistas y la presencia de representantes del gobierno alemán en las comunidades recogiendo, con la asistencia de funcionarios mexicanos y redes de investigación, la sabiduría de los pueblos acerca de las propiedades de miles de especies de uso industrial para la nueva economía verde.
Todo ha sido posible gracias a los acuerdos firmados entre, primero, el gobierno de Felipe Calderón y, luego, el de Enrique Peña Nieto, con el conservador de Angela Merkel y su aliado de coalición, el partido socialdemócrata. 
Las instituciones encargadas de desarrollar estos “programas” son, por parte de México, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) y, por parte de Alemania, la Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ, Agencia para la Cooperación Internacional).
La historia inicia con el cambio de gobierno en Alemania (noviembre 2005) y su apoyo a la continuidad de su aliado neoliberal en México por entonces en riesgo. Este apoyo se expresa en el descongelamiento de las restricciones de venta de armas a México. 
Lo sorprendente es que una de las entidades federativas que más armas ligeras alemanas recibe en el primer trienio de Calderón es Chiapas, más de 500, sólo después de Chihuahua y Guerrero, y donde formalmente el narcotráfico no representa un problema serio. En contraste, a Sinaloa, la base del narcotraficante más buscado en el mundo, se entregan sólo 10.
info-01

El arribo de los alemanes

El súbito ascenso global, en casi todos los sectores de “competencia” de la marca Made in Germany no tardó en llegar a México. Luego de la contracción económica de las potencias neoliberales, se abrió un enorme hueco de oportunidad, comercial y hegemónico “emergente”, que aprovechó la única potencia sobreviviente, la única no desregulada: Alemania. 
De nada importó que no estuviera preparada. Instintiva, se abalanzó sobre la presa como sólo ella sabe hacerlo: en una acción relámpago. Una decisión de gran temeridad, sin duda, pero inexorable para un tenaz aspirante a Júpiter Capitolino.
El boom exportador de la industria alemana, produciendo al ciento por ciento a partir de 2010, nutrió de manera creciente los fondos fiscales de su agenda de cooperación (es decir, de su política expansionista), desembarazada ya del paraguas de su socio comunitario: la Unión Europea.
Así fue como México se convirtió, de la noche a la mañana, en su plaza predilecta: ser el puente top del libre comercio hacia el mercado número 1 del mundo y, segundo, plataforma territorial depósito de la cuarta biodiversidad global.
La crisis en el precio de los commodities (iniciada en 2014) causada, en parte, por los planes desestabilizadores de la administración de Obama contra Moscú y sus aliados (que relegaban los intereses de su vecino a un plano secundario) y el pánico provocado por el ascenso de Trump, llevarían al régimen político mexicano a declarar su vasallaje a Berlín a inicios de la primavera de ese año.
Las noticias de la nueva relación México-Alemania aparecen desde 2008, pero tal relación inicia un poco antes y bajo otros auspicios: los de las armas. Pocos momentos marcarán el derrotero de esta relación como el viraje alemán ocurrido en diciembre del 2005 con la llegada de un nuevo gobierno (ver infografías 1 y 2).
Es importante señalar que, tras alzarse con la victoria en las elecciones generales de 2008, la conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU, por su sigla en alemán) da un giro a la política restrictiva en la exportación de armas mantenida por la coalición anterior (socialdemócrata-Alianza 90/Los Verdes). 
El 15 de diciembre de ese año, el nuevo titular del Ministerio de Exteriores revierte la decisión de su antecesor de no autorizar la venta de fusiles G36 al gobierno de México. Se trata de Frank-Walter Steinmeier, próximo presidente de Alemania (asumirá en marzo 2017) y no es un conservador. Es miembro del partido minoritario en la nueva coalición: el socialdemócrata, mayoritario en la anterior que gobernó de 1998 a 2005.
info-02
El giro inaugurado con el caso México se convertirá en el mayor escándalo de venta de armas en la historia de Alemania. JürgenGrässlin, demandante legal de Heckler& Koch (también conocida por su sigla HK y proveedora de los rifles G36 a entidades prohibidas en México), lo sintetizó así: 
“México era un experimento del gobierno alemán para la exportación de armas en todo el mundo; porque durante todas las décadas anteriores la venta no se permitió (…). México fue una nueva forma de exportar armas” (Sputnik, 16 de mayo de 2015).
Un componente clave en esta aventura lo constituyó la contraparte política predilecta del nuevo gobierno alemán, su par demócrata cristiano en México: el Partido Acción Nacional (PAN). 
La extinta República Democrática Alemana y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) eran parte de un pasado que no debería resurgir, mucho menos su versión de izquierda popular y antisistémica, representada en 2005, por la candidatura a la Presidencia de un desafiante Andrés Manuel López Obrador.
Las palabras expresadas por la empresa HK al Ministerio de Economía alemán el 22 de octubre de 2005 confirman esta línea contrainsurgente: 
“Quisiéramos también informarle, que a la Dirección General de Industria Militar le urge este pedido [el mexicano] porque la fecha de entrega planeada fue el 15 de septiembre”. 
Es decir, el gobierno demócrata cristiano-panista había pensado utilizar los rifles en la parada militar del día siguiente para intimidar a la población local, que ya sumaba contingentes a la insurrección cívica convocada por el candidato de la izquierda para enfrentar los intentos de fraude electoral, finalmente consumados. Simultáneo, la fundación Konrad Adenauer (brazo de la CDU), iniciará la desestabilización del gobierno socialista de Venezuela.
En los años siguientes (2006-2007), en el marco de esa insurgencia en la capital del país y de otras ciudades más, el gobierno demócrata cristiano-socialdemócrata de Alemania autorizará a HK la venta de más de 10 mil rifles G36 al gobierno panista, en una facturación que multiplicará por 20 en tan sólo 2 años (ver gráfica 3). Chiapas primero (diciembre de 2005) y Guerrero después (agosto de 2007), serán entidades incluidas en la lista de destinos prohibidos. 
Ninguno se respetará. Según un informe de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) obtenido mediante un requerimiento ciudadano, durante el periodo 2006-2009 (trienio en el cual el PAN se convirtió en la primera fuerza política en el Congreso con más del 40 por ciento de los escaños), Guerrero se convirtió en el segundo estado con más fusiles G36 entregados y Chiapas en el tercero, sumando sólo ambos el 25 por ciento del total de armas repartidas entre 28 entidades de la República.
info-03
El caso Chiapas es el más elocuente pues el gobierno nunca alegó problemas de narcotráfico. 
En contraste, esta entidad contaba con dos características que obsesionaban al cuestionado presidente Calderón: la gran biodiversidad de su Reserva Montes Azules, en cuyas márgenes cebaría su primer decreto expropiatorio (8 de mayo 2007), y que las tierras de su poligonal fueran la base histórica de la guerrilla zapatista. 
Un movimiento social organizado rápidamente en la zona impedió, finalmente, su ejecución. En la cumbre climática de 2010 –también celebrada en Cancún–, Calderón centra su discurso “Arboles y estrellas” en describir las maravillas de esa reserva, y durante toda su administración viaja frecuentemente a su porción sureste (la estación Chajul, administrada por Natura Mexicana, de Julia Carabias) para mostrar su belleza a otros jefes de Estados afines.
En julio de 2011, Guido Westerwelle, el ministro de Exteriores alemán y confidente de la canciller alemana, Angela Merkel, viaja a esa reserva. 
El 30 de agosto la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) anuncia la firma de un proyecto alemán de aprovechamiento de la biodiversidad mexicana y de sus recursos genéticos; y de manera simultánea, en Oaxaca, el secretario de Marina bota el buque de guerra más grande, el “Montes Azules”.
Pare el 23 de noviembre de ese año, se firma en Bonn, Alemania, el acuerdo marco de ese proyecto y Calderón abandera al “Montes Azules”. El tiempo abonará a una solución represiva. 
El pasado 15 de abril, a menos de 48 horas de haber pactado Enrique Peña Nieto en Berlín la entrega del patrimonio biocultural del país, la Semarnat y la Comisión Nacional de Seguridad anuncian la creación de la Gendarmería Ambiental y su ingreso a Montes Azules en diciembre, en el marco, aclaran, de la cumbre mundial de biodiversidad que se celebra Cancún en estos momentos.
El 23 de junio la Semarnat anuncia que el gobierno de México “compartirá en la COP 13 los resultados de la cooperación con Alemania”.
info-04
Pero hay algo más. El 1 de agosto de este 2006, la empresa alemana armamentista HK solicita autorización de exportación de partes de rifles G36 para el gobierno de Chiapas (1 mil 500 asas y 4 mil 300 cargadores para rifles G36, entre otras). 
La empresa comunicaría semanas después que se trató de un error de su cliente haber incluido a Chiapas (vetada como destino), aunque años más tarde su “cliente” confirmará el envío de los rifles. 
Más allá de que ambos mintieron, son confusos los reportes de la Sedena porque un asa corresponde a un rifle, ¿fueron 561 o 1 mil 500? ¿Preparaba acaso Calderón, a través de la policía de Chiapas, una acción de guerra contra las comunidades de la selva en posesión de la biodiversidad que él más estimaba y a partir del 2008 comprometió formalmente con el gobierno alemán? No lo sabemos, salvo que el narcotráfico nunca fue la excusa.
En ese contexto de mentiras pero intereses “compartidos”, no sorprende, tampoco que el incumplimiento de la exportadora de los rifles G36 y de su cliente (la Sedena) de no destinarlos al estado de Chiapas, no le preocupe al gobierno de Alemania. 
Es cierto que viola una prohibición expresa dictada por él, pero también lo es que esa violación sirve a sus intereses estratégicos sobre este territorio, sobre su “gran biodiversidad”.
La torva excepción que confirma esta ruta de uso político como uno de los motivos (¿de complicidad bilateral?) detrás de la compra de rifles G36 a Alemania, emerge por un flanco insospechado: el propio narcotráfico. 
La pista, el dato para el estado de Sinaloa en el informe citado de la Sedena: 10 rifles (sólo Tlaxcala recibiría menos); y para un destino prohibido, como Chiapas, declarado además libre de narcotráfico ¡561!
Diez rifles a la policía local en la entidad base del cártel de drogas mejor armado del país y sin desplegar al Ejército sólo podría atribuirse a un error contable, a menos que ese número hubiera constituido un “mensaje”. 
Nada raro para un presidente fetichista que nombra a un buque de guerra con el nombre de su reserva favorita y lo abandera el día en que se firma en Bonn, Alemania, la entrega del patrimonio biocultural del país a su socio político.
En 2010 se desatapa parte del mugrero. Un empleado de Heckler& Koch revela el envío de fusiles G36 a entidades federales en México prohibidas y el entrenamiento en su uso (llevado a cabo por él en Jalisco y en Guerrero). 
Ante la presión de los medios y la radicación de la causa en un tribunal de Stuttgart, el gobierno de Alemania se ve obligado a negar nuevas autorizaciones al gobierno de México para el envío de más armas portátiles. 
El impacto internacional de los sucesos en Iguala, Guerrero, en septiembre de 2014, consolidará esta restricción. 
Pero ambos gobiernos sólo aguardan a que el temporal amaine para dar vuelta a la página. 
En el marco de un enfriamiento en la prensa internacional del caso México y la creciente importancia para Alemania de esta plaza, las restricciones para el suministro de armas convencionales son hechas a un lado. 
El pasado 5 de julio el diario Der Spiegel informa sobre la autorización dada por el Consejo Federal de Seguridad de Alemania para la exportación de armas a ocho países, entre ellos México. Se trata de 1 mil 467 armas antitanque. 
La empresa alemana Dynamit Nobel Defence será la proveedora, informa semanas después el portal alemán augengeradeaus.net.
info-05
La compra de estos artefactos se da en el marco de fundadas proyecciones adversas para las finanzas públicas y la economía en general pero también de preparativos a las presidenciales. 
El monto de esta operación implica un desembolso histórico tratándose de armas provenientes de Alemania, sólo superado por el del arsenal adquirido en 2007 (infografía 3). 
¿Un costoso equipo de fuego concentrado de última generación a las puertas de una crisis de proporciones en un año preelectoral?, ¿o tal vez por eso mismo? El uso represivo de las armas alemanas en movimientos sociales es una circunstancia demostrada en la que se mal disimula la mano del proveedor y hasta la de su gobierno.
Este aprovisionamiento de armas alemanas por motivos políticos no es coyuntural sino consistente con momentos de inflexión en la estabilidad y permanencia del grupo político en turno. 
Las crestas y valles observados en las sumas consignadas en los informes de exportación del Ministerio de Economía (infografía 6) coinciden, puntualmente, con esas coyunturas y también, por cierto, con la disposición o resistencia del gobierno alemán a autorizar esos envíos (el parteaguas de 2005).
Tres ejemplos para las últimas cuatro administraciones resultan inequívocos. El año de la caída del PRI (2000, Zedillo), el gobierno de Alemania (coalición socialdemócrata-Alianza 90/Los Verdes) rechazó un pedido de armas por un monto de 415 mil 182 euros, lo que hizo caer la facturación de armas provenientes de ese país a menos de 60 mil euros ese año y, en alguna manera, contribuyó a una transición pacífica en el cambio de gobierno. 
Para 2006 y 2007, en medio de fuertes protestas sociales que pusieron en riesgo la continuidad del PAN en el poder, incluso la permanencia del modelo económico neoliberal, el gobierno afín de Alemania despacha como colación navideña más de 10 mil rifles y otro tanto de pistolas a su socio demócrata cristiano en apuros, que destina más del 50 por ciento de las piezas, con tolerante conocimiento de su contraparte, a entidades federales prohibidas. 
Subrogado en las complicidades de la administración anterior y de su tobogán armamentista, el “nuevo” gobierno priísta marca su impronta con una facturación anual creciente y un nuevo perfil armado.
info-06

Subrogación de Montes Azules

En los “Informes del gobierno federal de su política de exportación para bienes armados convencionales”, publicados en el portal del Ministerio de Economía de Alemania, correspondientes a las solicitudes, rechazos y autorizaciones otorgadas en los últimos 9 años y medio (de 2007 al primer semestre de 2016), para México se lee algo nuevo. Se trata de material y equipo autorizado, entre el 2012 y el 2015, para diversas categorías relacionadas ya no con armas convencionales sino con sustancias, partículas, rayos y ondas de alta energía y en montos con tendencia creciente. 
La marca del general colombiano Oscar Naranjo Trujillo, experto en contrainsurgencia y guerra electrónica, es patente en este nuevo perfil. Pero estas autorizaciones también coinciden con el periodo en el que el gobierno alemán restringió las autorizaciones para el suministro de las convencionales.
El gobierno actual tenía ya planes para diversificar tecnológicamente el arsenal represivo del Estado, actualizando el perfil operativo y opciones tácticas de su estrategia de seguridad nacional (léase, estabilidad y permanencia de su grupo político).
Pero las armas no llegan por nada. Es decir, no son ajenas a los intereses de quienes autorizan su envío. 
En el marco de la reunión con la cúpula empresarial alemana el pasado 12 de abril en Hamburgo, las palabras dispensadas al presidente Enrique Peña por el ministro de Economía y vicecanciller de Alemania, el socialdemócrata Sigmar Gabriel (el mismo que 3 meses después presidirá el Consejo de Seguridad que despachará la venta de 1 mil 467 armas antitanque a México), honran ese principio derealpolitk
“Para Alemania, México es el socio económico más importante y un emplazamiento muy significativo (…). 
México es un eslabón entre Latinoamérica y Norteamérica, entre los países del Atlántico y del Pacífico”.
Y es que, durante su estancia de 4 días en ese país (del 10 al 13 de abril), Enrique Peña pone a los pies del gobierno y corporaciones alemanas el patrimonio biocultural de los mexicanos y compromete, en el altar de soluciones verdes Made in Germany, la política nacional de desarrollo. 
Lo significativo de esta mutua aproximación política es la conexión simbiótica, para ambos gobiernos, entre sus intereses estratégicos y el uso ilegítimo de la fuerza. 
Dos días después de esos acuerdos, y sin que le precediera un estudio previo, en aplicación del diktat alemán, la Semarnat y la Comisión Nacional de Seguridad anuncian la creación de la Gendarmería Ambiental. 
Su misión: imponer el orden en las áreas naturales de importancia internacional (sic) y apoyar en la ampliación de su superficie. 
El principio de consentimiento previo informado (CPI) previsto por la legislación ambiental para la creación de un Área Natural Protegida, se hace a un lado para no molestar los intereses de nuestro nuevo polo hegemónico: la derecha alemana (CDU-CSU/SPD) y sus corporaciones; sin conocimiento ni consentimiento del pueblo alemán.
info-07
La Reserva de la Biósfera Montes Azules es uno de los tres lugares anunciados para el despliegue de la Gendarmería Ambiental que se concretará, se dijo, en el marco de los trabajos de la Cumbre Mundial de biodiversidad (la COP 13). 
No se trata de cualquier sitio. Montes Azules, la joya biogenética de la mayor apuesta extractiva de biodiversidad global llevada adelante por Alemania, es un ecosistema incluido en el programa trinacional Selva Maya financiado, dirigido y operado por ese país. 
Pero dado que, hasta la fecha, sus personeros –la mancuerna Conabio-GIZ– no han podido ingresar a él porque, para decirlo claro, la historia ha echado raíces, y lo ha hecho ya en cada confín de su territorio. 
El pronunciamiento dado el pasado 25 de octubre por los comuneros Lacandones en contra de la Gendarmería Ambiental y de los intereses de privatización de la riqueza biológica de la selva que se hallan detrás, es una muestra de ello, dentro de varias más en curso de definición y amalgama regionales.
Pero, ¿cómo fue que se llegó a este nivel de subrogación trasnacional de los territorios que reúnen la biodiversidad más importante del país? 
¿Cómo consiguió el gobierno de Alemania obtener, ¡en menos de 10 años!, lo que los estadunidenses, en brega de 50, apenas soñaron? 
Dos procesos, venidos por distinta ruta, alimentan y explican este “logro”.
El primero lo abonan quienes, expertos en el tema, escurrieron el bulto y optaron por guardar silencio.
El segundo viene marcado por dos sucesos parteaguas en la agenda ambiental global acuñados a finales del emblemático 2008: 
1. la cumbre mundial de biodiversidad en Bonn (la COP 9, organizada por el Ministerio de Medio Ambiente alemán, entonces a cargo del socialdemócrata Sigmar Gabriel) 
y, 2. el lanzamiento por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), a cargo entonces del alemán Achim Steiner, del llamado modelo de economía verde, presentado como la gran oportunidad de hacer negocios “sustentables” en medio de un mar de crisis.
Con la COP9, inicia la fiesta; los arreglos prenupciales entre México y Alemania hacia una economía verde sustentada, inicialmente, en el aprovechamiento trasnacional de la biodiversidad del sureste mexicano y la protección de sus fuentes (las áreas protegidas). 
Una mutua conspiración (mexicano-alemana) para conseguir ambos objetivos al amparo de las siglas de Naciones Unidas es una expresión afortunada para sintetizar el propósito y resultado de esa cumbre. Las huellas son de ambos. 
La propuesta presentada por México en la Cumbre de la Tierra (Johannesburgo 2002) urgiendo a transformar las Directrices de Bonn sobre acceso a los recursos biogenéticos en un instrumento vinculante, en Bonn se convierte en el tema central, junto al otro indisoluble: la protección y ampliación de las áreas naturales protegidas. 
En la siguiente cumbre, en Nagoya, Japón (COP 10, 2010), las delegaciones llegarán sólo a firmar ese instrumento, aunque la mayoría, sabedora de su propósito y trampas, no lo firma (hasta la fecha).
info-08
Meses después, la Semarnat anuncia la generosa inversión de la “cooperación” alemana –6 millones de euros– para desarrollar en México las bases del primer proyecto piloto del Protocolo de Nagoya. Sus avances (engaños en comunidades) se presentarán en la COP 13 como la llave maestra que consigue abrir al capital biotecnológico la puerta de acceso al patrimonio biocultural de cualquier pueblo en cualquier parte del mundo.

La protección de los yacimientos

A partir de la COP 9, Alemania destina recursos crecientes para la protección de ecosistemas, es decir, para proteger la biodiversidad mexicana que más tarde aprovecharán sus empresas. A la fecha, la superficie “protegida” por la “cooperación” alemana, medida en hectáreas, alcanza holgadamente los siete dígitos.
El segundo suceso. Achim Steiner, director ejecutivo del PNUMA (abril 2006 a junio 2016), exdirector dela top conservacionista Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), presenta a finales de 2008 el concepto de “economía verde” como la fórmula para recuperar el crecimiento mundial. ¿Cómo? Colocando al comercio de recursos genéticos, a la valoración económica de los servicios ecosistémicos y a las tecnologías de recambio energético, como puntales de este modelo, los llamados negocios verdes. Años más tarde, los tres constituirán la base delos inconstitucionales acuerdos de vasallaje firmados el 12 de abril en Berlín por Enrique Peña Nieto.
info-09

El mundo giró

De la apabullante presencia estadunidense en los principales núcleos de biodiversidad y provisión de servicios ecosistémicos del país, apenas queda el recuerdo, y ni qué hablar ya de la Unión Europea o de la cooperación francesa, de la inglesa o de la española. 
Es cierto que la crisis desatada en 2008 las llevó a todas a su repliegue; sin embargo, eso no explica por qué el gobierno alemán se precipitó hacia esos lugares y a otros más, con tal euforia y apremio. Por qué es tan importante para Alemania la biodiversidad y, en algunas regiones, la provisión ambiental de sus ecosistemas.
En términos de mercado (y cultura), la biodiversidad es, para los alemanes, lo que el automóvil para los estadunidenses. 
Algunos ejemplos. Alemania es el primer importador de plantas de uso farmacéutico en occidente. 
En Alemania, las Apotheken (farmacias) expenden una gran variedad de fitofármacos, la mayoría producidos por decenas de empresas medianas y pequeñas. 
Por mandato legal, toda Apothekedebe contar con un laboratorio para surtir recetas que prescriben fitofármacos (que para menores de 12 años cubre el seguro público). 
Pero no sólo es fito. 
Siendo Alemania la segunda potencia biotecnológica global(o la primera ya en productos si se contabiliza el valor de mercado de los activos de Monsanto recién adquiridos por Bayer), consolidar posiciones en los territorios biodiversos más relevantes en el mundo resulta crucial a la provisión. 
Además, a diferencia de los yacimientos hidrocarburíferos, en este sector la alicaída competencia (Estados Unidos, Francia o Japón) no ha conseguido afianzar el espacio.
info-10

Los servicios ambientales

Algunos de los ecosistemas que albergan esa codiciada diversidad genética también proveen con sus servicios a regiones industriales, urbes y mercados vecinos. 
Como ocurre en el eje de conectividad terrestre en ruta hacia el este de Estados Unidos que irriga y “climatiza” la Sierra Madre Oriental. 
Este corredor industrial ha adquirido en el último lustro un valor estratégico para las crecientes inversiones alemanas en manufacturas for export
No es casual, por ello, que los sitios con mayor valor ambiental (y no sólo biogenético) en la Sierra Madre Oriental se hayan incluido, ¡desde 2008! en el paquete territorial solicitado y concedido al gobierno alemán, y otros más al sur en los años siguientes, bajo denominaciones convenientes (para eludir la verdad, los gobernantes mexicanos se pintan solos).
Por qué México. Hablando de biodiversidad y grandes ecosistemas, porque de los países que le preceden en el ranking (que son tres o cuatro) ninguno de sus gobiernos ha renunciado a su potestad soberana ni mucho menos concedido la ocupación “subrogada” de sus territorios como, al igual que en muchos otros temas de interés público, lo ha hecho el nuestro y, ciego, insiste en hacerlo, a pesar del sostenido proceso de desglobalización neoliberal en curso protagonizado, quién lo iba a decir, por sus Estados precursores.
En adición a esta cualidad entreguista del gobierno mexicano, el territorio-México posee, para el gobierno alemán y sus capitales, un valor estratégico dual insustituible que, tras la crisis de 2008, convertirá a México no sólo en su plaza de manufactura for export predilecta en Latinoamérica sino también, y con valor estratégico equivalente, en su enclave para operar su agenda ambiental. 
En un principio para la conservación y extracción de biodiversidad, más adelante también para la subrogación de los territorios de alto valor ecosistémico y, a partir de abril (tras la paranoia desatada en el primer círculo gobernante por el ascenso de Trump que se salda con el histórico viaje a Berlín), como destino local y plataforma hemisfodo el paquete para apuntalar el modelo de economía verde Made in Germany. 
El “privilegiado” ascenso en la inversión y cooperación alemanas en México se dará así en cinco etapas, determinadas por un creciente alud de factores internacionales que abonarán este matrimonio de conveniencia.
info-11
El ascenso de Donald Trump precipitó todo. midiendo como un animal acorralado la amenaza, en el invierno se toma la decisión: implorar al único sobreviviente: el gobierno alemán. 
Papeles a punto, el 10 de abril aviones caza de la fuerza aérea alemana escoltan al José María Morelos hasta Berlín, donde 48 horas después la canciller Merkel y el presidente Peña suscribirán dos declaraciones conjuntas: “Acción Climática y la Transición Energética y Biodiversidad” y “Alianza Energética”. 
Ambas confluyen hacia un mismo propósito: impulsar, a partir de nuestro país, el modelo de economía verde Made in Germany, en torno a dos de sus grandes ejes de plusvalía (y hegemonía): biodiversidad y ecoterritorios (México, como el espacio piloto y gestor de convencimiento para la integración de los países del sur), y eficacia y transición energéticas, a desarrollar en México, pero igualmente con deberes de radialidad hemisférica.
Su texto no se dará a conocer en México pero sí en los portales de los dos ministerios alemanes implicados: el de Medio Ambiente y el de Economía y Energía. 
Una frase del botánico alemán Alexander von Humboldt citada por Peña Nieto durante esa visita sintetiza y ratifica el tema sobre el cual recaerá el peso mayor de la cuota del avasallamiento: 
“Si sólo pudieras llamar paraíso a un lugar del mundo, ese tendría que ser México”.
La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) declaró el pasado 23 de junio que el gobierno de México “presentará en la COP 13 los resultados de la cooperación con Alemania”. 
Una descortesía tratándose del anfitrión de una cumbre multilateral.
Qué se busca. Siendo el foco los negocios de la biodiversidad, presentar las trapacerías urdidas por la dupla Conabio-GIZ en comunidades piloto como la llave maestra que abre al libre comercio esos bienes hasta hoy comunes. 
A 2 meses del centenario de la primera Constitución en el mundo que puso freno a la desregulación liberal, el régimen “heredero de esa revolución” (el PRI) anunciará, urbi et orbi, y sin restricción de especies ni ejemplares, la apertura de la temporada de caza capitalista sobre un patrimonio global pendiente de desamortizar: el biocultural de pueblos y naciones. 
Se trata de la desamortización más profunda y amplia en la historia de un bien común, el que fundó a la humanidad.
Ante la exhibición del último bien común que la Conabio alzará y entregará como trofeo neoliberal a las corporaciones en nombre de los pueblos de México, o el ingreso en paralelo de una fuerza armada a los bastiones de resistencia indígena, o la complicidad flagrante del gobierno alemán en el envío de armas al gobierno de México en periodos políticos sensibles para su continuidad, ¿es ético callarse?

Alemania llegó para quedarse

El arribo de la democracia cristiana al gobierno de Alemania (noviembre 2005) y la llegada 1 año después en México de un gobierno ideológicamente equivalente y militarista, sentaron las bases del trepidante ascenso en la inversión y la cooperación alemanas en este país: en manufacturas, venta de armas y la cardial en biodiversidad. 
La crisis global desatada 2 años después avivó su presencia. Su permanencia, enmarcada en una Alemania con exportaciones crecientes y el resto de países del G7 en crisis, consolidarán esta presencia bajo un nuevo gobierno (PRI). 
Un impacto aún mayor en el precio de las materias primas, el revire proteccionista de las economías punteras y el afianzamiento económico de Asia, completarán el cuadro.
El ascenso no sólo de Trump sino del republicanismo de base forzaron al régimen político mexicano a un furtivo pacto de salvataje con la única potencia occidental sobreviviente (¿sustentable?) del cataclismo neoliberal: Alemania.
info-12
Los alemanes no se irán. Aun cuando el comercio de manufacturas sufriera una contracción global a causa del proteccionismo estadunidense en puerta y la revitalizada matriz petrolera confrontara activamente a los productos de la incipiente economía verde Made in Germany, los acervos biogenéticos de México no verán disminuida su importancia estratégica; ni para la provisión doméstica alemana ni como valor futuro pletórico de aplicaciones industriales. 
Aplicaciones cuya creatividad innovativa mana, a velocidades hipersónicas, de catálogos etnográficos que allegan, hay que decirlo, investigadores alcahuetes alimentados por la mano de la agencia alemana de cooperación, la GIZ.
Y hablando de armas. Con Trump amagando con una incursión punitiva 100 años después de la emprendida por John Pershing, ¿a quién más acudir sino a Alemania?
Aun cumplidas las amenazas proteccionistas y contraídas por efecto las inversiones en manufacturas, las armas Made in Germany y la gestión de la agenda bio por la “cooperación” alemana, no sólo se mantendrán sino se afianzarán, como el enclave germánico más desafiante y formidable que haya tenido jamás ese país, sin que su pueblo ni su academia comprometida sospechen, siquiera, el abc de esta funesta aventura bilateral dual, que por acá no pocos callan.
La caracterización de México por quien en Alemania se ha ocupado históricamente de estos intersticios, el Ministerio de Guerra, enlista el 25 de agosto del 2005, al emitir su voto a favor del envío de fusiles G36 a México, las cualidades del interés de ese país hacia el latinoamericano. 
Ninguna, por cierto, relacionada con las festivas y pacifistas expuestas en el Año Dual México-Alemania por el embajador ViktorElbling, o las que el gobierno mexicano, en boca de la Conabio, intentará presentar en la COP 13.
Theresa Richter y Juan Ignacio Domínguez
[BLOQUE: ANÁLISIS][SECCIÓN: AMBIENTAL]
Contralínea 517 / del 05 al 11 de Diciembre 2016
contralinea-517-m
CONTRALINEA.COM.MX |

quien domina la información?


4 agencias de noticias controlan la información que se genera en todo el mundo


Salvo para los profesionales, raramente las agencias de noticias están en el punto de mira, pero en todo el mundo ellas son las primeras y más importantes fuentes de noticias.

Hay que entender que ambas cosas son importantes.

No solamente la posibilidad de llegar hasta los medios de comunicación más recónditos (prensa, radio, televisión, internet) que beben de estas fuentes, sino también ser los primeros en saber para ser los primeros en “informar”.

Es una redundancia poner de manifiesto que bajo el capital monopolista, las agencias de noticias son otra cosa que empresas monopolistas y, por lo tanto, que cuatro de ellas acaparan la mayor parte de la comunicación que se genera en el mercado de las noticias.

Se trata de las siguientes:

1. La Associated Press de Estados Unidos, que cuenta con 4.000 periodistas repartidos por todo el orbe, aunque todo se dirige desde Nueva York.

Sus noticias llegan a 12.000 medios, lo que supone la mitad de la población mundial

2. La agencia France Press, que es casi pública, tiene su sede en París y emplea un número parecido de periodistas.

Cada día esta agencia envía 3.000 noticias y 2.500 fotos a medios de todo el mundo.

3. La agencia Reuters es británca y de capital privado, empleando a más de 3.000 trabajadores.

En 2008 fue adquirida por el canadiense Thompson, una de las 25 personas más ricas del mundo, que ha trasladado la agencia de Londres a Nueva York.

4. La agencia de prensa alemana DPA emplea a unas mil personas en unos 100 países distintos. Es una agencia que posee editoriales en la prensa alemana y cadenas de radio.

Desde 2010 su redacción es la de Axel Springer en Berlín y colabora estrechamente con la Associated Press americana.

Como es obvio, además de formar una red monopolista, estas empresas forman parte del sistema de dominación imperialista, es decir, que no se informa desde el Tercer Mundo sino desde Nueva York, Londres, París y Berlín. Desde allí deciden lo que es noticia y lo que no lo es.

En el primer caso deciden también cómo se presenta la noticia, en qué términos.

Por ejemplo, califican de “rebeldes” a los que tienen ocupada una parte de Alepo y de “régimen” al gobierno de Cuba.

No es ninguna casualidad que ese tipo de tratamiento sea uniforme, es decir, que a pesar de que hay cuatro grandes monopolios informativos, todos ellos utilicen las mismas expresiones, que no tienen nada ni de neutral ni de casual, ya que son decisiones muy meditadas que se corrigen a los periodistas que redactan las primeras versiones de las noticias.

En la comunicación el tamaño sí es importante.

Si una noticia aparece en primera plana es porque el acontecimiento es de relieve.

Si un telediario dedica varios minutos a una noticia, amplifica su dimensión.

Si repite la noticia durante varios días, atrae la atención de mucha gente y de otros otros medios.

Si luego, además, organiza una tertulia o un debate sobre ello, magnifica el asunto.

Por el contrario, lo que no se divulga no existe y lo que se divulga poco es poco importante.

En España los medios (y especialmente La Sexta) lograron que durante meses todo el mundo hablara de Podemos antes incluso de presentarse a las elecciones.

El “tamaño” de Podemos no procedía de una votación previa; la votación procedió del tamaño que la prensa le dio a Podemos.

Hay manifestaciones que los medios han decidido que no existen con la excusa de que la participación es ínfima.

Sin embargo, hay minutos se silencio a la puerta de los ayuntamientos que están en la portada de los telediarios con apenas una docena de políticos y funcionarios.

Veamos un acontecimiento que el lector ignora casi con toda seguridad: en julio de este año la Iglesia ortodoxa rusa convocó una marcha a Kiev para pedir al gobierno ucraniano la paz en el Donbás.

En ella participaron 100.000 personas como mínimo, según los pesimistas, y un millón de personas como máximo, según los optimistas.

La marcha tuvo escalas en Berlín y en Moscú, agrupando a gente de muchos rincones de Europa central que se concentraron en un campamento nocturno en el centro de Kiev, absolutamente abarrotado.

En un magnífico reportaje de varios días, la cadena de televisión alternativa alemana Klagemauer TV retransmitió en directo la marcha, mientras que aquí no hemos tenido niguna noticia sobre ello.

Cuando a alguien se le ocurrió pedir explicaciones a una cadena de televisión suiza sobre los motivos por los cuales no había prestado la más mínima atención a dicha marcha, la respuesta fue que ninguna agencia de prensa había informado tampoco de ello.

Nadie les envió imágenes y, según su corresponsal en Kiev, el asunto no tuvo tanta importancia.

¿Para quién no tuvo importancia?

Publicado por Resistencia Popular

se rendirá EE.UU.

Resultado de imagen para noticias alternativas

"Lo único que le queda a EEUU en Siria es negociar los términos de rendición"


La única posibilidad para EEUU de salir de la guerra en Siria sin perderlo todo es negociar los términos de rendición con el Gobierno de Asad y Rusia, indicó el exembajador de EEUU en Croacia, Peter Galbraith, en entrevista para CNN.
Según apuntó el diplomático, las autoridades sirias, respaldadas por las fuerzas iraníes, la Fuerza Aérea de Rusia y los chiítas iraquíes, tienen la ventaja en el conflicto, por lo que "no tiene sentido seguir apoyando a la oposición siria que ya ha perdido la guerra".

"Esta es la hora de negociar una rendición en la que el perdedor no lo perderá todo. Además, hay cosas que todavía podemos conseguir. Por ejemplo, la amnistía, la oportunidad para las personas de regresar a casa e incluso la exclusión del poder de algunas figuras políticas responsables por los crímenes de guerra, pero sin contar al presidente Asad", comentó Galbraith.

Además, sería posible crear un sistema de monitoreo internacional, afirmó el experto. "A pesar de que no es mucho, estas medidas son una mejor solución que continuar una guerra perdida", aseguró.

A juicio de Galbraith, Rusia, que tiene mucha influencia en Siria, "comparte algunos de los objetivos de EEUU, incluidos aquellos que no comparten Irán y el Gobierno de Asad".

"Creo que existe la posibilidad —sin garantía de éxito— de negociar una rendición que le permitiría al lado perdedor seguir en Siria", concluyó.

Más:

Estados Unidos, el país más peligroso de la Tierra

Estados Unidos, el país más peligroso de la Tierra

Las elecciones que cambiaron todo y podrían ser el factor decisivo de la Historia

Durante décadas, Washington tuvo la costumbre de utilizar la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) para sabotear a gobiernos del pueblo, ejercidos por el pueblo y para el pueblo que no eran de su gusto y reemplazarlos con gobiernos sumisos [elija el tipo de su preferencia: junta militar, shah, autócrata, dictador...] en todo el planeta.

Hubo el tristemente célebre golpe de Estado organizado por la CIA y los ingleses que en 1953 derribó al gobierno democrático iraní de Mohammad Mosadegh y en su lugar colocó en el poder al Shah (y a su policía secreta, la SAVAK).

En 1954, hubo el golpe de Estado de la CIA contra el gobierno de Jacobo Arbenz que instaló a la dictadura militar de Carlos Castillo Armas; también en 1954, hubo la acción de la CIA para hacer que Ngo Dinh Diem se hiciera con el mando en Vietnam del Sur; en 1961, hubo la conspiración –CIA-belgas– para asesinar al primer ministro Patrice Lumumba –el primero de ese país–, que se concretó finalmente en la dictadura militar de Mobutu Sese Seko; en 1964, hubo el golpe de Estado realizado por los militares y respaldado por la CIA que derribó al presidente –elegido democráticamente– João Goulart y entregó el poder a una junta militar; y, por supuesto, en septiembre de 1973 (el primer 11-S), hubo el golpe de Estado militar, respaldado por Estados Unidos, que derrocó y asesinó al presidente de Chile, Salvador Allende. Bueno, el lector ya está haciéndose una idea...

De este modo, en su calidad de guía de lo que entonces se llamaba “el Mundo Libre”, Washington ha trabajado sin cesar y a su antojo.

A pesar de que esas operaciones eran llevadas a cabo en forma encubierta, cuando llegaban a conocerse, los estadounidenses, orgullosos de sus tradiciones democráticas, generalmente han permanecido imperturbables en relación con lo que en su nombre la CIA había hecho a las democracias (y a otros tipos de gobierno) más allá de sus fronteras.

Si Washington otorgaba repetidamente el poder a regímenes de un tipo que los estadounidenses hubiéramos considerado inaceptables para nosotros mismos, en el contexto de la Guerra Fría, no se trataba de algo que nos quitara el sueño.

Esas acciones han permanecido como mínimo encubiertas; esto sin duda muestra que no se trataba de algo que pueda pregonarse con orgullo a la luz del día.

Sin embargo, en los primeros años de este siglo surgió otro modo de pensar.

En la estela de los ataques del 11-S, la expresión “cambio de régimen” adquirió categoría de normalidad. Como un curso de acción posible, ya no había nada que debiera ocultarse.

En lugar de ello, la cuestión fue discutida abiertamente y llevada adelante a la luz plena de la atención mediática.

Washington ya no recurriría a una CIA que conspiraba en la oscuridad para deshacerse de algún gobierno aborrecido y poner en su lugar a otro más manejable.

En lugar de eso, en se calidad de “única superpotencia” del planeta Tierra, con unas fuerzas armadas presumiblemente más allá de toda comparación o desafío, la administración Bush reclamaría el derecho de desplazar sin rodeos, expeditiva y descaradamente a los gobiernos que ella despreciaba mediante el sencillo empleo de la fuerza militar.

Después, la administración Obama tomaría el mismo camino recurriendo a los lemas “intervención humanitaria” o “responsabilidad de proteger” (R2P, por sus “siglas” en inglés).

En este sentido, el cambio de regímenes y la R2P se convertirían en una abreviatura del derecho –de la derecha de Washington– de derrocar gobiernos a plena luz del día mediante misiles de crucero, drones y helicópteros Apache, por no hablar de las tropas, si eran necesarias (por supuesto, el Irak de Saddam Hussein sería el primer objeto de exposición; le seguiría en importancia la Libia de Muhammar Gaddafi).

Con esta historia y los resultados de las últimas elecciones en la mente, hace poco tiempo empecé a preguntarme si acaso, en 2016, el pueblo estadounidense había dejado a un lado a la CIA y empezado –como posibilidad– a hacer él mismo lo que la Agencia (y más recientemente las fuerzas armadas de Estados Unidos) había hecho a los demás?

En otras palabras, en la más extraña de las elecciones de nuestra vida, ¿puede ser que solo hayamos visto algo parecido a un golpe de Estado democrático en cámara lenta o alguna forma de cambio de régimen en el ámbito nacional?

Solo el tiempo lo dirá, pero he aquí un indicio de esa posibilidad: por primera vez, una parte de la seguridad nacional intervino directamente en las elecciones de Estados Unidos.

En este caso, no fue la CIA sino nuestro principal organismo de investigación en el entorno nacional: el FBI.

En su interior, como hoy lo sabemos, se ha despotricado y conspirado contra uno de los dos candidatos a la presidencia antes de que su director, James Comey, con franqueza –incluso, con descaro– entró en la disputa cuando faltaban 11 días para el desenlace.

Y lo hizo con un asunto que, aun en su momento, parecía al menos flojo –si no sencillamente falso– y se llevó por delante firmes tradiciones del FBI respecto de los periodos electorales.

Al hacerlo, es por cierto muy probable que esa intervención haya cambiado el curso del proceso eleccionario, un tópico en el resto del mundo pero un momento único en este país.

La administración de Donald Trump, que en estos momentos se está llenando de racistas, islamófobos, iranófobos y un surtido de colegas multimillonarios, ya tiene el aire de un gobierno en formación crecientemente militarizado y autocrático, que favorece a militaristas blancos y poco dados al humor, que no se toman las críticas a la ligera y reaccionan rápidamente ante un golpe.

Además, el 20 de enero, este equipo verá que tendrá en sus manos unas enormes potestades represivas de todo tipo, unas potestades que van desde la tortura hasta la vigilancia generalizada, unas potestades que han sido extraordinariamente institucionalizadas a partir de los años posteriores al 11-S en coincidencia con el surgimiento del estado de la seguridad nacional como el cuarto poder de gobierno, unas potestades que algunos de ellos están claramente impacientes por probar.

Retroceso e impulso hacia adelante: la historia de nuestro tiempo

Después de que Washington decidiera en 1979 encargar a la CIA el pertrechamiento, la financiación y el adiestramiento de los más extremistas y fundamentalistas musulmanes afganos (y otros) para que la Unión Soviética se enfrentara con una situación parecida a la sufrida por Estados Unidos en Vietnam, hicieron falta 22 años para que la inversión estadounidense en los radicales islámicos se hiciera notar en casa con toda su fuerza.

En la cuenta de las reacciones habría una instalación militar estadounidense en Arabia Saudí hecha saltar por los aires, dos embajadas de Estados Unidos atacadas con bomba y un destructor estadounidense gravemente averiado en el puerto de Aden.

Pero fueron las atentados del 11-S los que de verdad pusieron la reacción enemiga en el mapa de este país (y, muy apropiadamente, convirtió el libro de Chalmers Johnson* con ese título en un éxito editorial).

Esos ataques de al-Qaeda, cuyo costo estimado no pasó de los 400.000 dólares apuntaron a tres edificios paradigmáticos: el World Trade Center (la representación del poder económico de Estados Unidos), en Manhattan; el Pentágono (el poder militar), en Washington; y, presumiblemente, la Casa Blanca o el Capitolio (el poder político), hacia donde sin duda se dirigía el avión del vuelo 93 de United Airlines cuando se estrelló en un campo de Pennsylvania.

La intención de estos ataques, realizados por 19 secuestradores aéreos –saudíes en su mayor parte–, era asestar un golpe devastador a la autoestima estadounidense, y lo consiguieron.

En respuesta, la administración Bush lanzó la guerra global contra el terror (GWOT –por sus siglas en inglés–, uno de los peores acrónimos de la historia), conocida también por sus furibundos promotores como “la Guerra Prolongada” o la “Cuarta Guerra Mundial”. 

Considere el lector esta “guerra”, que incluyó en ella la invasión y ocupación de dos países –Afganistán e Irak– como una especie de “impulso hacia adelante”, o una segunda inversión –enorme y de largo plazo– de tiempo, dinero y vidas de extremistas islámicos, que no hizo otra cosa que consolidar más aún el fenómeno en nuestro mundo, ayudar a reclutar más militantes y a propagarlo en todo el planeta.

Para decirlo con otras palabras, la relativamente modesta inversión de 400.000 dólares de Osama bin Laden llevaría a que Washington literalmente se lanzara a derrochar billones de dólares en unas guerras e insurrecciones que no han hecho más que extenderse y a poner en su mira a organizaciones terroristas –cada vez más cambiantes– del Oriente Medio y África.

El resultado de años de acciones bélicas que han escapado a todo control y llevado al desastre a una vasta región ha acabado en lo que yo he llamado el “imperio del caos” y propiciado un tipo de reacciones enemigas en el ámbito nacional, reacciones que cambiarían y distorsionarían la naturaleza del gobierno y la sociedad de Estados Unidos.

Hoy en día, después de 37 años de la primera intervención en Afganistan y 15 años después de la segunda, en la estela de unas elecciones en este país, la reacción contraria respecto de la guerra contra el terror –sus mandos, su mentalidad, sus obsesiones, su ansiedad por militarizarlo todo– ha llegado a casa con mucha fuerza.

De hecho, acabamos de tener lo que algún día quizá sea visto como las primeras elecciones al estilo 11-S. Y, con ellas, vistas las enloquecidas propuestas de expulsar o registrar a los musulmanes, o a quienes se les parezcan.

La guerra literal contra el terror está amenazando con aposentarse también en casa con toda intensidad. Sabiendo lo que sabemos sobre los “resultados” en tierras distantes en los últimos 15 años, esto de ninguna manera puede ser una buena noticia (por ejemplo, según un informe muy reciente [de The Daily Beast] el temor a ser perseguidos está creciendo entre los musulmanes que trabajan en el Pentágono, la CIA, y el departamento de Seguridad Interior; con los sentimientos islamofóbicos que ya se hacen notar en la administración Trump que se esta formando, es posible concluir que esto no acabará bien).

¿El factor decisivo de la Historia?

El 12 de septiembre de 2001 era muy difícil tratar de adivinar qué consecuencias tendría en Estados Unidos y el mundo el impacto producido por los ataques del día anterior, por eso no tiene sentido perder el tiempo en especular adónde nos conducirán en los años venideros los acontecimientos del 8 de noviembre de 2016.

En el mejor de los tiempos, la predicción es un ejercicio arriesgado; generalmente, el futuro es un agujero negro.

Pero hay una cosa que parece ser probable en medio de las tinieblas: con los generales (y otros oficiales de alta graduación) que han conducido las fracasadas guerras de Estados Unidos estos últimos años dominando en la estructura de la seguridad nacional de una futura administración Trump, nuestro imperio del caos (incluyendo tal vez el cambio de régimen) ciertamente ha llegado a casa.

Es algo razonable ver el triunfo de Donald Trump y su fracción de derecha corporativista –o “populismo” multimillonario– y la marea de creciente racismo blanco que ha acompañado a este racismo como un impacto estilo 11-S en el mundo de la política, aunque acabe siendo una versión en cámara lenta del acontecimiento que propició su aparición.

Al igual que con el 11-S, una historia –larga y cargada de reacciones hostiles– precedió a la victoria de Donald Trump del 8 de noviembre.

Esa historia incluye la institucionalización de la guerra permanente como una forma de vida en Washington, el crecimiento de un poder autónomo y la preeminencia del estado de la seguridad nacional; todo esto acompañado del desarrollo y la legalización de los poderes más opresivos del Estado, entre ellos la invasiva vigilancia de todos los tipos imaginables, el regreso, desde los campos de batalla más remotos, de la tecnología y la mentalidad de la guerra permanente y la capacidad de asesinar a quienquiera que la Casa Blanca elija matar (incluso a ciudadanos estadounidenses).

Además, en relación con las reacciones contrarias, en el ámbito nacional sería necesario incluir el resultado del fallo de 2010 llamado “Citizens Unites” (Ciudadanos unidos) del Tribunal Supremo, que permitió liberar pasmosas sumas de dinero corporativo y del 1 por ciento que está en la cúspide de una sociedad cada vez más desigual para llenar las arcas de un sistema político (sin el cual habría sido impensable la existencia de una presidencia y un gabinete de multimillonarios).

Tal como escribí a principios de octubre, “...una parte significativa de la clase trabajadora blanca siente como si –sea económicamente, sea psicológicamente– tuviera la espalda contra el muro y ya no quedara un sitio adónde ir.

Es evidente que en estas circunstancias, muchos de esos votantes han decidido que están preparados para lanzarse literalmente contra la Casa Blanca; están dispuestos a aprovechar el derrumbe del tejado, incluso aunque éste les caiga encima.”.

Entonces, tomemos la elección de Donald Trump como el triunfo del terrorista suicida –en este caso, el trabajador blanco– enviado al Despacho Oval para que, como dicen todos ahora muy educadamente, “sacudir las cosas”.

En un momento que, en tantos sentidos, está lleno de extremismo y en el que los yihadistas del estado de seguridad nacional están claramente dispuestos a todo, es posible quizás que las elecciones de 2016 acaben siendo el equivalente en cámara lenta a un golpe de Estado en Estados Unidos.

Donald Trump, como otros populistas de derecha antes que él, tiene un temperamento con tendencia no solo a la demagogia (como lo demostró en la campaña presidencial), sino también al autoritarismo en su versión estadounidense, sobre todo desde que en los últimos años –en términos de pérdida de derechos y de reforzamiento de los poderes del Estado– este país ya se ha movido hacia la autocracia, aunque esta realidad sea poco percibida.

Fuera cual fuera la forma en que los acontecimientos del 8 de noviembre hayan sido presentados a los estadounidenses, hay una cosa que cada día es más cierta acerca del país que gobernará Donald Trump.

Olvidemos a Valdimir Putin y su destartalado petro-estado: en este momento, el país más peligroso del planeta es el nuestro.

Conducido por un hombre que –aparte de la forma de manipular a los medios (en lo que es un genio innato)– sabe bien poco y, al menos en parte, por los frustrados generales provenientes de la guerra estadounidense contra el terror, es probable que Estados Unidos sea un país más extremo, beligerante, irracional, obsesivo; un país que cuenta con unas fuerzas armadas poderosamente pertrechadas, financiadas en un nivel cada vez mayor –al que ningún otro país puede siquiera acercarse– y con pasmosos poderes para intervenir, interferir y reprimir.

No es un cuadro muy atractivo.

Aun así, es apenas una introducción a lo que indudablemente debería ser considerado lo más importante del Estados Unidos de Donald Trump: con todo lo que sabemos de la historia golpista de la CIA y la tradición de cambios de régimen por la fuerza de las armas, ¿podría también Estados Unidos hacer pedazos un planeta?

Si, en lo más alto de lo que ya es el segundo país emisor de gases de efecto invernadero del mundo, Trump lleva adelante las futuras políticas energéticas que prometió durante la campaña electoral –desfinanciar las ciencias relacionadas con el clima, denunciar o ignorar los acuerdos contra el cambio climático, quitarle importancia al desarrollo de energías alternativas, dar luz verde a los oleoductos y al fracking, alentar aún más otras formas de extracción de combustibles fósiles y repensar completamente a Estados Unidos para convertirlo en la Arabia Saudí de América del Norte–, estará efectivamente iniciando una acción de cambio de régimen contra el planeta Tierra.

Todo lo demás que pueda hacer la administración Trump, incluso introducirnos en un periodo de autocracia estadounidense, formaría parte inherente de la historia de la humanidad.

Los despotismos vienen y van.

Los déspotas surgen y mueren.

Las rebeliones estallan y fracasan. Las democracias un día funcionan y un día dejan de funcionar.

La vida continúa. Sin embargo, el cambio climático no tiene nada que ver con todo eso. Puede formar parte de la historia del universo, pero no de la historia humana.

En cambio, puede ser un factor decisivo en la Historia. Lo que nos haga la administración Trump en los venideros años puede dar lugar a un periodo muy negro pero será algo pasajero, al menos en comparación con la posible desestabilización total de la vida sobre la Tierra y de la historia tal como las hemos conocido en los últimos miles de años.

Esto, por supuesto, eclipsa al 11-S. En última instancia, el triunfo electoral del 8-N podría llegar a ser el impacto de una vida, de cualquier vida, durante muchísimos años.

Este es el peligro que está ante nosotros desde ese día; no nos equivoquemos, puede ser devastador.

* El título (en inglés) del libro de Ch. Johnson es Blowback: The Costs and Consequences of American Empire, que podría traducirse como “Retroceso: el costo y las consecuencias del Imperio estadounidense”. (N. del T.)

Tom Engelhardt es cofundador del American Empire Project, autor de The United States of Fear y de una historia de la Guerra Fría, The End of Victory Culture. 

Forma parte del cuerpo docente del Nation Institute y es administrador de TomDispatch.com.

Su libro más reciente es Shadow Government: Surveillance, Secret Wars, and a Global Security State in a Single-Superpower World.


Entrada destacada

PROYECTO EVACUACIÓN MUNDIAL POR EL COMANDO ASHTAR

SOY IBA OLODUMARE, CONOCIDO POR VOSOTROS COMO VUESTRO DIOS  Os digo hijos míos que el final de estos tiempos se aproximan.  Ningú...