¿Puede el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura competir con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional?
El Banco Asiático de Inversión e Infraestructura, que se fundó el 24 de Octubre de 2014, tiene su sede en Pekín (China)
La irrupción de Asia Pacífico como nuevo centro operativo de la economía mundial en los próximos años ha pasado de ser un proyecto a una realidad manifiesta. Esta región,
no sólo cuenta con la mayor concentración de población mundial, con más del 50% que habita en una sola franja del territorio, sino también con algunas de las economías que experimentan el mayor crecimiento, además de una mano de obra altamente cualificada y, lo más relevante, una seguridad jurídica que atrae inversiones extranjeras de todo el mundo. Para articular ese flujo de capital es necesario crear un sistema financiero sólido, con ese objetivo los países occidentales ya movieron ficha mediante la firma del Tratado Trans-Pacífico (TTP), que abre las puertas a la estrecha cooperación entre los Estados Unidos y sus socios del Pacífico. En contraposición,
la constitución del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII), patrocinado por el gobierno chino e inaugurado a comienzos de este año 2016, supone un importante contrapeso otorgando un poder financiero, nunca antes visto, a las potencias de Asia Pacífico.
Por tanto, el eje vertebral presente desde el final de la 2ª guerra Mundial a raíz de los acuerdos de Breton Woods empieza a resquebrajarse con la entrada de nuevos actores que irrumpen en búsqueda de un mayor protagonismo. Consciente de ello,
las organizaciones internacionales han ido cediendo poco a poco una mayor cuota de poder a estas “potencias secundarias”, aunque nunca en la medida en que les corresponde si se atiende al crecimiento experimentado por estos países en los últimos decenios.
El Banco Mundial y el FMI: Los herederos de Bretton Woods
Fiel reflejo de la hegemonía tradicional, e
l Banco Mundial (BM) junto al Fondo Monetario Internacional, han ostentado la supremacía incuestionable de la economía internacional durante más de medio siglo. Aunque la entrada en escena de este nuevo actor ha sembrado ciertas suspicacias, el Banco Mundial se ha prestado a una actitud colaborativa desde un primer momento.
¿Cuál ha sido el papel de estas dos instituciones hasta ahora y en qué medida será diezmado por el nuevo BAII?
Como punto de partida, habría que mencionar
el papel que los Estados Unidos desempeñan en ambas instituciones. Tanto el Banco Mundial como el Fondo Monetaria Internacional tienen su sede en el gigante norteamericano, en ambos casos en su capital, Washington DC. El Grupo Banco Mundial compuesto por 188 miembros, nació con el objetivo claro de combatir la pobreza y fomentar el desarrollo de países con rentas medias y bajas. El actual organismo se divide en 5 unidades ejecutivas, siendo las principales el Banco internacional de la Reconstrucción y el Fomento (BIRF), centrado en la realización de proyectos en economías en desarrollo y la Corporación Financiera Internacional (IFC), cuya función se limita al sector privado de los países en desarrollo.
Su órgano directivo se divide en 24 unidades ejecutivas, 5 de las cuales están ocupadas por sus principales accionistas (Alemania, los Estados Unidos, Francia, Japón y el Reino Unido) y los restantes 19 representan a los demás miembros.
Por su parte, el FMI, cuya función ya fue desarrollada por United Explanations en otra ocasión, es el órgano garante de la supervisión y estabilidad del sistema monetario internacional, desempeñando una labor complementaria a la del BM.
El BAII: un nuevo altavoz para las economías emergentes
Frente a ellos, la creación del nuevo banco constituido el 29 de junio de 2015 con sede en Beijing, obedece al lema: One Belt-One Road, cuyo objetivo es favorecer el desarrollo de los países e interconexiones entre Asia y Europa recreando la antigua ruta de la seda.
La necesidad de una mayor canalización de flujos de inversión para el desarrollo de infraestructura en Asia pacifico no cubierta por el Banco Asiático de Inversión (BAI) junto con la excesiva rigidez del BM a la hora de adaptarse a los nuevos tiempos ha precipitado la creación de este organismo.
En cuanto a su forma de gobernanza vendrá determinada por dos estructuras:
1.Nueve directores serán elegidos por los gobernadores que representen a los miembros regionales de Asia y Oceanía.
2.Tres directores por los gobernadores que representen a los miembros no regionales.
El orden de voto en la nueva estructura lo determinará el PIB que aporte cada uno del Estados Miembros y con el objetivo de garantizar una mayor transparencia, China no dispondrá de derecho de veto en dicho organismo.
Se observa que frente a la estructura del Banco Mundial,
el nuevo BAII cede un protagonismo evidente a los países del Sur con una intención clara de fomentar la cooperación económica de los nuevos Estados emergentes. Destaca el alto peso de tres Estados: China, India y Rusia que ostentan prácticamente la mitad de las participaciones del nuevo ente financiero. En el caso de China pasa del 4 al 30% poniendo de manifiesto su hegemonía en este nuevo organismo. En un segundo plano, India, con un 8% y Rusia con el 7% desempeñarán también un papel clave.
No obstante, no se trata de una institución exclusiva de los países emergentes,
países miembros de la OCDE y de la Eurozona con un papel importante papel en el Banco Mundial también
han entrado a formar parte del nuevo organismo. El nuevo Banco cuenta con un total de 57 países de los cuales 20 actores son no regionales y 37 regionales.
El reparto del capital se realiza de la forma siguiente: de los 100.000 millones de dólares del capital autorizado se ha distribuido un 75% entre países regionales y un 25% entre países no regionales.
Japón y Estados Unidos: Las dos grandes ausencias
Hasta cierto punto resulta comprensible que estas dos grandes potencias no quieran quedarse con las migajas de un organismo al que no han sido invitados. En el caso de la potencia nipona, la historia tiene un peso considerable, y la enemistad histórica por el control del pacífico entre Japón y China pesa en demasía. A ello, hay añadirle que Japón ya tiene un papel protagonista en el Banco Asiático de Desarrollo (BAD) principal organismo multilateral hasta la fecha en la región de Asia Pacifico y cuyo futuro quedará condicionado por el nuevo papel del BAII. En el caso de
Estados Unidos, es el país que lidera tanto el BM como el FMI y al igual que Japón ha preferido mantenerse al margen antes que someterse a la autoridad china. Resulta llamativo no obstante, que aliados tradicionales de Estados Unidos como Israel o Reino Unido se hayan sumado desde un primer momento.
La ausencia de Taiwan y la consolidación de China como actor multilateral
Desde 1949, una vez finalizada la guerra civil en China y asumido el poder por Mao Zedong, Taiwán, nunca ha sido reconocido como Estado por la República Popular China. Como consecuencia de ello, Taiwan se ha visto excluido de la mayoría de organismos de los que China forma parte, con el importante coste económico que ello conlleva. En referencia a su pertenencia al BAII, Taiwan ha formalizado su candidatura en una histórica reunión entre ambos países, la primera en seis décadas, que podría desembocar en la admisión al país asiático bajo la denominación China-Taipei.
Hasta principios del siglo XXI,
el papel de China en la economía mundial destacaba por la competitividad de su mano de obra, lo que permitía la deslocalización de las unidades de producción de las grandes multinacionales, así como por su especialización en productos de bajo valor añadido, en su mayoría productos semi-terminados. Desde comienzos del siglo XXI ha cambiado estrategia convirtiéndose desde el año 2014 en la economía más potente del mundo en términos de PIB .
A partir de 1979, bajo el liderazgo de Deng Xiaoping, y su célebre exaltación de la riqueza, China cambió radicalmente su modelo, abriéndose al Mundo y abrazando un modelo único que consistían en la combinación del capitalismo el modelo de economía planificada. La paulatina gradación en la cadena de valor global ha permitido a China pasar de la fabricación de de productos textiles y manufacturados a eslabones superiores de la cadena de valor con un mayor peso de los servicios y el consumo. De favorecer las exportaciones mediante la devaluación monetaria y unos costes laborales irrisorios, se ha pasado a favorecer el consumo interno y promover un crecimiento más inclusivo en especial hacia las regiones más rurales del interior.
No obstante, el crecimiento acelerado ha pasado factura, y China se enfrenta hoy por hoy a las demandas crecientes de su clase media y a una notable crisis bursátil que ha sembrado el pánico en la economía internacional.
Pese a ello, China apuesta por una posición de liderazgo a largo plazo con y la creación del BAII supone la consolidación definitiva del poder chino, ya no sólo en el ámbito comercial sino también en la estructura de poder de las instituciones multilaterales internacionales.
Esta es una explicación sin ánimo de lucro