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25 de mayo de 2016
Israel se dispone a atacar Irán
Por si el mundo no tenía problemas: Israel se dispone a atacar Irán
25/05/2016 por David
EE.UU. e Israel intentan fingir sus desacuerdos en relación con la cuestión iraní para “justificar el ataque unilateral israelí” contra la República Islámica de Irán, opinan algunos expertos.El analista independiente Tony Cartalucci afirmó en un artículo, publicado en el portal ‘Activist Post’, que un documento de la Institución Brookings (Brookings Institution), importante centro de investigación estadounidense, ya en 2009 describió todos los aspectos de la estrategia de Washington para “inducir a Irán a un conflicto” y de esta manera cumplir con “los intereses occidentales” en la región.
El documento, denominado ‘Which Path to Persia? Options for a New American Strategy Toward Iran’ (‘¿Cuál camino a Persia? Las opciones para una nueva estrategia estadounidense sobre Irán’), deja claro que las negociaciones con Irán sobre su programa nuclear “no es más que teatro, y que serán utilizadas para dar al mundo la impresión de que EE.UU. estudia todas las opciones ‘pacíficas’ posibles antes de recurrir a un cambio de régimen violento”.
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Según el analista, el actual “conflicto diplomático” que parece ser cada vez mayor entre los viejos aliados EE.UU. e Israel, también puede ser nada más que parte de ese “teatro”. En particular, un capítulo titulado ‘Allowing or Encouraging an Israeli Military Strike’ (‘Permitir o incitar a un ataque militar israelí’) trata de “los planes de EE.UU. de negar cualquier responsabilidad por un ataque que usaría su representante regional, Israel” contra la república islámica.
Es decir, se crea la impresión de que mientras que EE.UU. “desesperadamente” recurre a esfuerzos diplomáticos, “el perro loco Israel busca atacar unilateralmente a Irán”, algo que ayuda a lograr la aprobación de la política estadounidense en relación con el país.
Netanyahu: “Un acuerdo nuclear con Irán amenazaría la existencia de Israel”
El presidente de EE.UU., Barack Obama, afirmó que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, no ofreció ninguna alternativa viable a las conversaciones nucleares con Irán durante su discurso ante el Congreso del país. Por su parte, la vicepresidenta de Irán, Masoumeh Ebtekar, afirmó que la visita del primer ministro israelí a EE.UU. y su discurso ante el Congreso no afectará a las conversaciones entre Teherán y los seis mediadores internacionales sobre el programa nuclear iraní.
El 65% de la deuda pública española es ilegítima, contra el interés general
Begoña P. Ramírez
InfoLibre
El politólogo y activista belga Defiende el abandono del euro: “La experiencia griega demostró que no es posible la reforma de la Unión Europea”
Los españoles se despertaron el pasado martes con otro récord histórico: los 1,095 billones de euros que deben las administraciones equivalen a la mayor deuda pública del último siglo. Por primera vez supera el 100% del PIB; es decir, el Estado debe más de lo que el país produce. Así que no puede ser más oportuna la visita de Éric Toussaint, portavoz de la red internacional del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM), que este sábado viaja a Santiago de Compostela, invitado por Alternativa Galega de Esquerda, los grupos políticos que integran la coalición gallega En Marea.
Nacido en 1954 en Namur (Bélgica), Toussaint se crió en un pueblo minero y pronto empezó su activismo sindical mientras ejercía de profesor en centros públicos de Lieja. Es doctor en Ciencias Políticas y uno de los fundadores del CADTM y de ATTAC (Asociación por la Tasación de las Transacciones financieras y por la Acción Ciudadana). Su último libro, Bancocracia (Icaria Editorial), describe cómo la desregulación financiera condujo a la burbuja y cómo el dinero público ha salvado a los bancos privados con la complicidad de los bancos centrales y los gobiernos. En la capital gallega, el politólogo y activista explicará por qué no es lo mismo deuda pública legal y deuda pública legítima.
PREGUNTA. En 2007 España no tenía un problema de deuda pública –sólo equivalía al 35,5% del PIB–, pero desde entonces ésta no ha dejado de crecer y ya ha superado el 100% del PIB, el nivel más alto desde 1909. ¿Qué ha ocurrido para alcanzar ese registro histórico y qué consecuencias tiene un nivel tan elevado de endeudamiento para la economía de los ciudadanos?
RESPUESTA. La explosión de la deuda es el resultado de la crisis hipotecaria y de la manera que se ha escogido para salir de la crisis, socializando las pérdidas del sector privado. Las decisiones del Gobierno de [José Luis Rodríguez] Zapatero y después la política del PP hicieron explotar la deuda pública y las políticas de austeridad tanto de Zapatero en 2010 como de Rajoy después han provocado un crecimiento económico muy bajo y reducido los ingresos fiscales, por lo que, para equilibrar el presupuesto, se ha hecho necesario aumentar la financiación vía más deuda. En fin, es la resultante de las políticas neoliberales llevadas a cabo tanto por el PSOE como por el PP.
Y tiene consecuencias muy perjudiciales para la población española, aunque la ciudadanía no se dé cuenta necesariamente de que la degradación de sus condiciones de vida tiene que ver con el tipo de manejo de la deuda pública. Pero la relación es clara. La necesidad de limitar el déficit fiscal por imposición de Bruselas y de tener superávit primario hace que los gobiernos fomenten la austeridad, lo que a su vez se traduce en menos inversiones públicas en infraestructuras, en salud pública, y en educación, también en un aumento de los impuestos…
Se trata de una política, además, que tiene aspectos contradictorios. Los gobiernos aumentan la deuda pública y, a continuación, dicen a los ciudadanos que es tan elevada que necesitan implementar políticas de austeridad, como si ellos no fueran los responsables. Intentan aplicar una narración totalmente mentirosa: culpan al gasto público del aumento de la deuda. Pero no es el gasto social el problema, sino el gasto para pagar la deuda.
P. ¿Y que debería hacerse ahora para evitar que siga desbocándose la deuda pública?
R. Una propuesta integral y coherente que incluya cuatro puntos. Primero, hacer una auditoría de la deuda para determinar la parte que es ilegítima. Y, a partir de sus resultados, tomar fuertes medidas para hacer pagar a quienes se beneficiaron de la socialización de las pérdidas bancarias. Me refiero a los bancos españoles y extranjeros, que son los mayores acreedores de la deuda pública y, al mismo tiempo, los responsables de su aumento. Ellos tienen que pagar la factura.
Segundo, hay que reorganizar el sector bancario. Hace unos días firmé con políticos, economistas e intelectuales un documento a favor de la socialización del sector financiero [¿Qué podemos hacer con los bancos? Medidas inmediatas para ir hacia la socialización de la banca, junto con Marina Albiol (IU), Miguel Urbán, (Podemos), el economista francés Michel Husson, entre otros]. Preferimos hablar de “socializar” y no de “nacionalizar”: al servicio de la sociedad y bajo el control organizado de la ciudadanía, no del Estado, a través de mecanismos locales de transparencia obligatoria de las entidades bancarias.
Tercero, otra política de impuestos que haga pagar a quienes se beneficiaron de los regalos fiscales de los últimos 15 años y que se beneficiaron de la crisis. Ellos tienen que pagar más impuestos, mientras se reducen los impuestos al consumo y la actividad de la mayoría de la población, que tiene ingresos bajos o moderados.
Y el cuarto punto debe ser una política de creación masiva de empleos, que incluya una reducción de tiempo de trabajo.
P. ¿Cómo se hace una auditoría de deuda? ¿Qué porcentaje de la deuda pública española podría ser ilegítima?
R. La deuda del Estado español antes de 2006 era muy baja y ahora alcanza niveles históricos. Para mí, la diferencia entre la deuda de 2006 y la actual es deuda ilegítima, porque fue contratada para favorecer el interés particular de una minoría privilegiada de banqueros, extranjeros y españoles. Una deuda ilegítima es la contratada contra el interés general.
La auditoría tiene que analizar por qué aumentó la deuda, quién se benefició de ese crecimiento y después sacar conclusiones. La hipótesis que acabao de hacer sobre la deuda española debe ser comprobada después a través de un proceso de auditoría organizado por la ciudadanía. Y, si llega un Gobierno que quiera realmente romper con las políticas neoliberales, tendrá que lanzar una comisión de auditoría, también con participación ciudadana, como se hizo en Ecuador a partir de 2007. Por eso, en la campaña del 26-J sería importante que los candidatos explicaran a la gente qué es una auditoría y por qué es un asunto fundamental.
P. Hace sólo unos días estuvo en España un economista australiano, Bill Mitchell, para presentar su último libro, La distopía del euro, donde defiende que los países del sur de Europa vuelvan a sus antiguas monedas. Yanis Varufakis también acaba de presentar un libro, Y los débiles sufren lo que deben, donde sostiene la opinión contraria: Grecia, también Reino Unido, deben permanecer en la zona euro. ¿Cuál es su opinión: dentro o fuera?
R. Creo que países como Portugal, España o Grecia tendrían que salir de la eurozona. Lo que debería ser el resultado de una decisión consensuada por la mayoría de la población. A diferencia de Francia, Alemania y los países del Benelux, los de la periferia padecen por su presencia en la zona euro. Al principio, a españoles, portugueses y griegos les pareció muy bien la integración pero, en realidad, los que se benefician del euro son Francia, Alemania, el Benelux... Tienen ventajas para competir en los mercados de la periferia, mientras que portugueses, españoles y griegos no están en condiciones de competir en los mercados alemán, francés o del Benelux. Y, como siendo miembro de la zona euro no es posible ganar competitividad más que bajando salarios, la lógica para los países de la periferia se reduce al recorte de salarios, lo que genera precariedad laboral.
En cualquier caso, salir del euro no es la solución, es necesario el programa integral del que hablaba antes. Porque abandonar la zona euro no es una solución milagrosa, no es una solución per se si al mismo tiempo no hay una solución sobre la deuda, los bancos y la inversión para crear empleo.
P. ¿Y el Brexit?
R. Bueno, no creo que del referéndum salga una mayoría a favor de la salida de Gran Bretaña del euro.
P. Usted hizo la auditoría de la deuda griega y asesoró a Syriza. ¿Qué opina del viraje que ha dado Alexis Tsipras a su política económica?
R. Pues es muy claro que el Gobierno de Tsipras capituló frente a la Unión Europea. La estrategia del primer gobierno de Tsipras con Yanis Varufakis de ministro de Finanzas llevó a la capitulación. Hicieron demasiadas concesiones a la Comisión Europea y siguieron pagando la deuda: 7.000 millones de euros entre febrero y julio de 2015, sin recibir ninguna compensación financiera. Así vaciaron el tesoro público para pagar la deuda, cuando lo que deberían haber hecho es suspender el pago y obligar entonces a los acreedores a entrar en una verdadera negociación.
Para mí, en todo caso, la diferencia entre Varufakis y Tsipras es que, en un momento dado, el primero se negó a la capitulación, y eso es importante. Dimitió como ministro el 6 de julio frente a la decisión de Tsipras de llegar a un acuerdo con la UE, a pesar del 63% de rechazo a las propuestas de los acreedores europeos en el referéndum del 5 de julio. Cierto que hay una diferencia, porque Varufakis tiene la virtud de, al menos, haber roto con una lógica desastrosa, pero eso no le absuelve de responsabilidad por lo que hizo en los primeros seis meses de gobierno.
Personalmente, no apoyo el manifiesto DiEM 25. Hablé con él pero decidí no firmar porque el documento mantiene de manera deliberada la ilusión de que es posible la reforma de la Unión Europea. Para mí, en cambio, la experiencia griega demostró que no hay posibilidad de reformar la UE. Decir que la hay es crear falsas expectativas. Estoy totalmente a favor de una integración europea, pero debe ser entre pueblos, y eso pasa por un verdadero proceso constituyente en cada país para llegar a una refundación de la UE con nuevos tratados.
P. La deuda griega alcanza ya nada menos que el 180% del PIB. El FMI lleva tiempo diciendo que es “insostenible” y que los objetivos fiscales que se le exigen a Atenas son irrealizables. Sin embargo, la UE, y Alemania, parecen decididas a no perdonarles un euro. ¿Adónde conduce esa política? ¿Qué futuro es el que espera a Grecia los próximos años?
R. Estoy convencido de que va a seguir casi como un protectorado, una semicolonia de las grandes potencias europeas. Ya no tiene soberanía para elaborar su política fiscal, continúa pagando la deuda y cada nuevo desembolso a los acreedores está condicionado a nuevas medidas de austeridad. Por ejemplo, la última reforma de la jubilación deja la pensión mínima en 384 euros al mes, un ingreso por debajo la línea de pobreza absoluta.
P. Usted también asesoró al Gobierno venelozano cuando aún estaba Hugo Chávez en el poder. Las carencias de la población en el país son muy alarmantes. ¿Qué le parecen las últimas medidas adoptadas por Nicolás Maduro?
R. Estoy muy preocupado por Venezuela, que también se enfrenta a una crisis de deuda, aunque se trata primero de una crisis política. Por supuesto, la narrativa de periódicos como El País o El Mundo en España trastorna totalmente la realidad. Presentan a Leopoldo López como un caballo blanco de la defensa de las libertades democráticas, cuando es un personaje siniestro que apoyó provocaciones e incluso medidas contra el movimiento popular. Yo lo sitúo en el sector golpista duro de Venezuela.
Al mismo tiempo, soy muy crítico respecto a la política económica del chavismo, después de la muerte de Hugo Chávez hubo una deriva funesta. Pero sin equivocarse: creo que es una ilusión pensar que la oposición mayoritaria en la Asamblea Nacional representa una alternativa democrática y favorable al pueblo. Para nada lo es.
P. Explíqueme esa “deriva funesta” que critica en el Gobierno de Maduro.
R. En Venezuela hay una fuga de capitales inmensa. La sociedad venezolana sigue siendo capitalista, no es un país donde el sector público sea hegemónico. Grandes empresas capitalistas, tanto en el sector agroalimentario como en el industrial y financiero, organizan una fuga masiva de capitales que deja sin divisas al Estado y genera ahora grandes dificultades de financiación con el barril de petróleo a 50 dólares, también problemas de abastecimiento en los supermercados y las farmacias que afectan al nivel de vida de la población. Creo que el Gobierno debería haber tomado medidas contundentes para combatir la fuga de capitales y para que se invierta la riqueza producida en Venezuela en favor de los venezolanos. También debería haber diversificado la economía para reducir su dependencia del petróleo. Además, es necesario transparentar las cuentas de la nación. Lo que significaría auditar la deuda pública de Venezuela en relación con este escándalo de la fuga de capitales.
Fuente: http://www.infolibre.es/noticias/economia/2016/05/21/eric_toussaint_deuda_publica_espanola_ilegitima_fue_contratada_contra_interes_general_50045_1011.html
Bilderberg: España hacia un estado federal
Análisis: Bilderberg usará el "polvorín" catalán para imponer una España federal
La periodista Cristina Martín Jiménez analizó lo que le espera a Cataluña si la región avanza con su proceso de independencia y los planes del poderoso Club Bilderberg para crear una España federal en la que "el poder privado reemplace a los gobiernos".
Bilderberg independencia de Cataluña
"La Unión Europea no tolerará una Cataluña independizada.
Las palabras del exsecretario general de la OTAN y miembro de Bilderberg, Javier Solana, fueron reveladas por la periodista experta en el manejo del elitista club. Según detalló en un artículo publicado por 'The Objective', los miembros de la organización están "en contra de la secesión" y esa postura la manifestaron a través del tiempo.
Ya en 1991, el entonces presidente de la Generalitat de Catalunya, Jordi Pujol, los exaltó con su discurso nacionalista, visión política "maldita" para Bilderberg. "Es difícil reeducar a la gente que ha sido educada en el nacionalismo. Es muy difícil convencerlos para ceder su soberanía a favor de una institución supranacional", reiteró, una y otra vez, el relaciones públicas de la entidad, el príncipe Bernardo de Holanda.
Bilderberg considera, afirmó Martín, que "los nacionalismos son peligrosos". ¿Peligrosos para qué? Para la propuesta de Solana: "Europa puede y debe ser una especie de laboratorio de lo que pudiera ser una especie de gobierno mundial".
Por eso, cuando el actual presidente de la Generalitat catalana, Artur Mas, recibió en julio pasado a una importante comitiva de Bilderberg, marcó, para la periodista, su futuro. "El Club Bilderberg y la Comisión Trilateral han derrumbado a presidentes mucho más convincentes a golpe de sonrisas maquiavélicas", expresó y, más contundente, agregó: "Ha conseguido enfadar a los demonios". Después, Solana fue el primero en disparar. Martín aseguró que recibió "el encargo de decirle que la Unión Europea no tolerará entre sus filas la insurgencia de una Cataluña independizada" y "le ha advertido que será expulsada de la OTAN ipso facto".
Sin embargo, Bilderberg -que agrupa a los magnates más importantes del mundo- es especialista en la manipulación. Y, según el artículo, eso es lo que "está haciendo en secreto", mientras avanza hacia su objetivo final: "Construir una España a la medida de la elite global y no de los españoles, ya sean catalanes, leoneses o vascos". Esa intención recuerda el planteamiento de David Rockefeller (fundador de Bilderberg y de la Comisión Trilateral), quien, a mediados de la década de 1990, aseguró: "Algo debe reemplazar a los gobiernos y el poder privado me parece la entidad más adecuada para hacerlo". Según este análisis, "la estrategia de Bilderberg es utilizar el polvorín catalán para forzar la creación de una España federal", a lo que sigue una "actualización de la Constitución" que "se pacta y negocia debajo de las alfombras" y es definida por "los dueños del dinero, de las industrias, de las leyes, de los parlamentos".
Cuales son las artimañas del Club Bilderberg entre la élite española?
¿Cuáles son las artimañas de los miembros del polémico club Bilderberg entre la élite española?
El periodista, presentador de radio y televisión y escritor Gabriel Sánchez Ogáyar ha declarado a RT que el polémico club Bilderberg se posiciona y actúa enormemente en la política española y ha revelado las artimañas de las que se sirve este grupo envuelto en secretismo para perpetuarse en el poder.
Flic Tuncay Para ejemplificar cómo influye el grupo Bilderberg en la política española, el periodista Gabriel Sánchez Ogáyar utiliza el símil de un tablero de ajedrez donde todas las fichas tienen el mismo color. "Supongamos que son las blancas. ¿Quién gana la partida? Lógicamente las blancas. Ganen unas u otras todas son de un mismo color, pertenecen al mismo bando, tienen idénticos intereses y un mismo objetivo: imponer y perpetuar el capitalismo", aseguró a RT.
Además, el experto señala que entre estas piezas hay algunas con "más valor", por lo que gozan de un mayor movimiento (poder), mientras que los peones solamente pueden dar un paso.
Estos últimos protegen a los anteriores, "abren camino y se arriesgan por las piezas más valiosas a las que sirven. Pongamos que es la prensa". "Esas piezas de más valor son el 30% aproximadamente de las personas que van a las reuniones anuales de Bildelberg (miembros permanentes) y hay políticos, nobles, banqueros, financieros y empresarios", sostiene.
Sánchez Ogáyar apunta que uno de los miembros permanentes españoles, además de la reina Sofía, es el periodista Juan Luis Cebrián, máximo dirigente del Grupo Prisa, quien es a su vez es el delegado de Bildelberg en España y la persona encargada de invitar a los españoles que cada año acuden al encuentro.
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"Esta gente está metida en la política española creando opinión a través de los medios que la élite bancaria, como el Banco Santander o el BBVA, financia", sostiene el escritor, quien pone como ejemplo al consejo de administración del Grupo Prisa, el cual está compuesto por varios bancos y una petrolera, entre otros.
Tal y como cuenta el periodista, a su vez, estas grandes empresas "fichan como consejeros a expresidentes y exministros", movimiento llamado 'puerta giratoria'.
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"Estos políticos, mientras están activos, benefician a las empresas en las que, una vez fuera de la política, son fichados como consejeros sin importar el partido. En él no verás a ningún representante contrario al capitalismo. A partir de aquí podemos decir que son los bancos y los grandes empresarios los que manejan a los políticos con el respaldo de la prensa en pro de sus intereses", concluye.
Multinacionales occidentales y multinacionales emergentes
Multinacionales occidentales y multinacionales emergentes
Los países desarrollados controlan el 81% de las empresas y el 83% de las ventas de las 500 multinacionales más grandes del mundo. Aun así, el crecimiento de los grandes países emergentes y la crisis estructural de los países desarrollados están provocando un nuevo orden económico mundial, notablemente más multipolar. En este “nuevo orden” están apareciendo grandes empresas que podemos denominar “multinacionales emergentes”, como los países de los que proceden.
Laurent Carroué, geógrafo y director de investigación del Instituto Francés de Geopolítica de París-VIII, recuerda que:
“Entre 2006 y 2010, el número de empresas de los países del Sur pasó de 61 a 94 (+54%), en particular a causa de la escalada de China, cuyas multinacionales aumentaron de 20 a 46. En cambio, el capitalismo anglosajón sufrió de lleno la crisis: Estados Unidos ha retrocedido de 170 a 139 unidades, y el Reino Unido de 38 a 29. La brasileña Vale, la india Tata, la rusa Gazprom, las chinas CNPC, Sinochem y CNOO en el sector energético, Lenovo en el informático o China Minmetals, aceleran sus inversiones en Rusia y en Asia Central, en África o en Latinoamérica.” (fuente: LeMonde Diplomatique)
Se están multiplicando los flujos y los acuerdos políticos y económicos Sur-Sur, aumentando así el comercio y la actividad económica entre países que hace un par de décadas estaban al margen de la economía mundial. Los números y el volumen de estos movimientos está llegando a superar al de los flujos económicos que se dan en Occidente, con grandes potencias como Brasil, China o India encabezando el crecimiento del Sur.
La sintonía política de este nuevo ‘bloque’ de países hace que las grandes empresas de dichos países encuentren grandes oportunidades de negocio y beneficios mucho mayores que en socios tradicionales de Europa, Norteamérica o Japón. La crisis económica y financiera de Occidente y el auge de los países emergentes fomenta que sean empresas multinacionales de países en desarrollo las que amenazan con arrebatar el poder a las grandes empresas occidentales.
Pero estas buenas noticias para las naciones emergentes traen consigo una serie de inconvenientes para las poblaciones de estos países en desarrollo: explotación laboral, daños al medio ambiente, más poder que los débiles gobiernos nacionales… Además, “la creciente movilidad mundial de las grandes empresas hace difícil que los países en desarrollo, carentes de mecanismos de supervisión, puedan responsabilizar a esas compañías por violaciones a los derechos humanos y ambientales” recuerda Daniel Mittler, de Amigos de la Tierra.
INTERESANTE: Ránking 100 principales multinacionales 2003 (pdf)
INTERESANTE: Ránking 100 principales multinacionales 2013 (pdf
Multinacionales con demasiado poder
Ya lo adelantó J.K Galbraith en El nuevo estado industrial (1967), cuando dijo que las grandes corporaciones se convertirían en la unidad económica estratégica de mayor significado y entidad en el mundo. Se ha cumplido. Hemos llegado a un punto en la historia en el que encontramos empresas cuyo tamaño las hace más fuertes económicamente que incluso países enteros. Por ejemplo ExxonMobil tiene más dinero que Malasia, Perú o Ucrania.
Este poder económico conlleva a un aumento del poder de decisión, mediante la presión a la política. Aunque no sea de forma directa, muchas veces las multinacionales de sectores estratégicos controlan la política en todos los niveles geográficos: local, nacional, regional y mundial. Los casos más conocidos son los de las multinacionales petroleras, del gas, financieras, informáticas… etc. Grandes empresas que controlan sectores muy importantes para el desarrollo de la vida de las personas y de los países.
INTERESANTE: Análisis sobre Gazprom, la multinacional rusa líder del sector del gas a nivel mundial. Una empresa muy criticada por su excesiva influencia en la política de Rusia y de varios estados del Este de Europa, a los que ha llegado a doblegar cortándoles el suministro de gas.
En el siguiente ranking se combinan países y empresas, de forma que, comparando producto interior bruto (PIB) e ingresos (revenues). La propia Gazprom, por ejemplo, tiene más dinero que Bangladesh o Irak. Esta lista está elaborada con datos de 2011, y no deja de ser sorprendente que entonces, de las 100 mayores economías del mundo, 60 fueran países y 40 empresas.
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Los procesos de fusión y las alianzas entre grandes empresas les permiten alcanzar un enorme tamaño, a la vez que crecen su poder e influencia en la economía mundial. Mediante estas prácticas han conseguido formarse grandes corporaciones que superan el volumen económico de muchos países y, por lo tanto, tienen más poder de decisión a nivel internacional.
En su libro El mercado y la globalización (2002), José Luis Sampedro habla así de las empresas multinacionales: “La técnica moderna, con actividades que exigen instalaciones industriales muy costosas y complicadas, junto con las ventajas económicas de la producción en gran escala, entre otras, fomentan y a veces imponen la creación de grandes empresas, con las cuales es muy difícil lanzarse a competir. Con frecuencia las encontramos dominando los mercados dentro y fuera del país (empresas multinacionales o transnacionales) y aliándose con otras afines o complementarias o absorbiendo empresas rivales. Gracias a sus excepcionales medios técnicos y financieros dominantes consiguen créditos y concesiones públicas privilegiadas, influyendo en países cuyos gobiernos tienen menos poder que ellas mismas y presionando incluso a las autoridades de las naciones más fuertes.”
Además de ser más poderosas e influyentes que naciones enteras, el poder de las grandes empresas mundiales está concentrado en manos de unas pocas. Un interesante estudio sobre la red global que forman las empresas multinacionales realizado en 2011 ponía de manifiesto que apenas 140 empresas controlan el 40% del valor de todas las multinacionales del mundo. La mayor parte de estas multinacionales poderosas son entidades financieras y bancarias.
INTERESANTE: The Network of Global Corporate Control (Vitali S, Glattfelder JB, Battiston S, 2011)
Arrojando más datos sobre la mesa, puede no sorprendernos que actualmente las empresas multinacionales controlen dos terceras partes del comercio mundial de bienes y servicios. Es decir, que el comercio exterior lo realizan mayoritariamente empresas, no países. De este comercio que realizan las multinacionales, alrededor de un tercio se realiza entre establecimientos de una misma multinacional, es un comercio intraempresa, pero que atraviesa fronteras.
Este exceso de poder por parte de entidades de carácter privado, no sujetas a regulación por parte de organismos públicos, pone de manifiesto que las multinacionales se mueven por el mundo controlando la economía (y en ocasiones la política) sin ser realmente entidades democráticas ni con objetivos sociales. ¿Es oportuno que estos gigantes económicos que se alimentan de dinero decidan el destino de un mundo formado por personas físicas y humanas?
Porque el poder de las multinacionales traspasa la dimensión económica y abarca también la política, el medio ambiente, los ámbitos sociales y militares… etc. El hecho de tener objetivos puramente económicos no implica estar al margen de todo lo demás. Muchas veces se han de manejar bien la política y la sociedad para conseguir esos ansiados números positivos con muchos ceros en las cuentas de la empresa.
Por eso mismo, para asegurar sus ganancias y aprovechando su posición de fuerza, las grandes empresas multinacionales ejercen una enorme presión sobre la política mundial. Como dice Laurent Carroué para LeMonde Diplomatique: “Desde hace décadas y en un marco cada vez más liberal, las multinacionales occidentales han presionado ampliamente, en su propio beneficio, sobre las reglas organizativas de la gobernanza económica mundial a escala a la vez nacionales, continentales y mundiales por medio de un incesante lobbying, en particular en el FMI, la OMC, el Banco Mundial o la OCDE.”
MÁS INFORMACIÓN: El poder de las multinacionales (Arturo Van den Eynde)
Globalización: La dictadura de las multinacionales
Arturo Van den Eynde
IAR Noticias
Las 200 empresas multinacionales mas poderosas dictan la política mundial y el comportamiento de gobiernos y ejércitos. El comercio mundial (en más de un 50%) y la inversión de capital en el extranjero (en más de un 75%) se concentran en tres únicos polos: EEUU, Japón y la UE. Y excluye áreas enormes del planeta, en África por ejemplo, marginándolas de los flujos de mercancías y de capitales. Las cadenas del viejo colonialismo militar reaparecen en la etapa de la globalización como cadenas financieras y económicas.
D espués de algunos titubeos, la palabra globalización se ha impuesto, diríase que definitivamente, para designar los cambios económicos producidos en las dos últimas décadas del siglo XX, y los cambios políticos, sociales y culturales relacionados.
Puede que la impresionante manifestación de Seattle contra la reunión de la Organización Mundial del Comercio haya sido el momento simbólico de una toma de conciencia colectiva e internacional. Antes de la que ha dado en llamarse "primera movilización del siglo XXI", hubo otras acciones que se describieron como protestas o revueltas contra la globalización, pero lo eran en un sentido objetivo, por así decir, independiente de la intención explícita de los protagonistas.
En cambio, en Seattle había ya conciencia de resistir y protestar contra la globalización capitalista, y conciencia del ámbito realmente global de la protesta.
Polémicas
Podemos considerar casi zanjada la polémica que se venía desarrollando en los medios de izquierda acerca de la realidad o no de un globalización entendida como una etapa especial, como un salto, en la evolución económica del sistema dominante, que se habría producido más o menos en el último cuarto del siglo que acaba y vendría a definir los datos de partida del nuevo siglo, del que comienza.
En la polémica de los años noventa, algunos autores vinculaban las posiciones de izquierda a la negación de la globalización: "un mito" según algunos, "nada más que imperialismo" según otros. El último libro de Marta Harnecker todavía rinde cuentas de esta polémica, y cita a Hirst y Thompson como los más voluntariosos defensores de esta negación, y muy merecidamente a François Chesnais como el especialista que más ha hecho para que la realidad de la globalización fuese aceptada y considerada desde una óptica marxista.(2)
La verdad de esa larga polémica es que quienes, desde la izquierda, se obstinaban en negar la realidad de un salto en la interpenetración mundial del capitalismo, en el proceso histórico de formación de un mercado mundial o en la división internacional del trabajo, lo que realmente lograban demostrar eran las limitaciones y las contradicciones del salto dado.
Ciertamente, la globalización del sistema capitalista no es la creación de un ámbito económico mundial barrido por corrientes niveladoras, integradoras y enriquecedoras, como pretenden los entusiastas del mercado.
De un lado tiene limitaciones insalvables, por ejemplo, el porcentaje de la producción mundial destinado a la exportación, aún hoy, ronda tan sólo el 15%(3).
De otro lado, presenta desigualdades crecientes, pues el comercio mundial (en más de un 50%) y la inversión de capital en el extranjero (en más de un 75%) se concentran en tres únicos polos: EEUU, Japón y la UE. Y excluye áreas enormes del planeta, en África por ejemplo, marginándolas de los flujos de mercancías y de capitales.
Negando los mitos de la globalización, este sector de la izquierda cayó en pensar que la propia globalización era un mito. Queriendo destacar las limitaciones y contradicciones del hecho, vino a decir que el hecho no existía.
Hoy las cosas están más en su punto: la globalización es una realidad económica, un verdadero salto en la concentración mundial del capital, pero un hecho contradictorio, atravesado por fuertes corrientes desniveladoras, desintegradoras y excluyentes de países y de seres humanos.
Hasta hace poco la izquierda mantenía viva otra polémica. La globalización económica, para algunos, vendría a ser un resultado perverso de las políticas neoliberales de ciertos gobiernos de la derecha. Y apenas nada más. Quizá James Petras fuese el más conocido defensor de este punto de vista.
La conexión compleja entre los hechos económicos, sociales y políticos, los cambios tecnológicos, los efectos de la concurrencia capitalista sobre la concentración de los capitales, el agotamiento de otras vías de desarrollo del capitalismo, etc., se dejaba entonces en la sombra.
Pero ahora asistimos a una conciencia mayor en los movimientos sociales y partidos de la izquierda, del carácter "global" de la propia globalización, en el sentido de que se trata de un proceso con dimensiones políticas, pero también técnicas, económicas, sociales y culturales; en definitiva, de un giro histórico notable del capitalismo.
Si admitimos que la cumbre internacional convocada desde Chiapas fue, antes de Seattle, la convocatoria más significativa de los tiempos que corren, cabe recordar su lema: Por la humanidad contra el neoliberalismo. Poner la atención en las políticas neoliberales, con preferencia a la globalización, era característico de toda la izquierda de los años noventa.
En Seattle, en cambio, la protesta contra las nuevas propuestas "liberalizadoras" de la Organización Mundial del Comercio ya se llamó protesta contra la globalización.
Es un progreso. A través de las polémicas, la izquierda está admitiendo que la globalización designa un giro económico notable en el desarrollo del sistema capitalista y está ya investigando sus características, sus efectos de todo orden y buscando las mejores estrategias a seguir.
Empresas mayores que Estados
Además, las primeras definiciones de la globalización eran todavía muy abstractas. Manejaban conceptos demasiado amplios de manera muy poco precisa: "subordinación de la política a la economía", "funcionamiento del capital como unidad mundial en tiempo real", "capitalismo especulativo", o la que hizo mayor fortuna: "dictadura de los mercados"(4). En los últimos tiempos se suele identificar con otra idea: "la economía Internet" o "nueva economía".
Cada una de estas definiciones pone el acento en una particularidad real de la globalización, y ofrece un punto de partida para su investigación en profundidad.
Pero poco a poco, todas estas líneas de investigación han ido confluyendo en torno a un hecho primordial, el más fundamental de esta etapa económica: el dominio abrumador de un reducido número de empresas transnacionales de dimensiones gigantescas, mayores que Estados, sobre la producción, el comercio y las finanzas mundiales.
La concentración del capital mundial en estos grupos o Compañías, en una proporción aplastante, que implica modificaciones de todo tipo, en la economía, en la sociedad, en la vida política, en la cultura, etc., es seguramente el aspecto más definitorio de la globalización.
Se trata de algo muy concreto. Aproximadamente un tercio de todo el comercio mundial se realiza dentro de las 37.000 "multinacionales" censadas en 1994(5), entre sus casas matrices y sus filiales, y otro tercio entre unas y otras, en definitiva dentro del sector multinacional.
Pero incluso estas cifras son pobres para retratar la realidad de la globalización. Hay que quedarse con las 200 mayores empresas, por ejemplo, para lograr una imagen realista del sistema económico que gobierna la vida material de los seis mil millones de seres humanos que habitamos este planeta. Clairmont y Cavanagh(6) tienen el mérito de haber señalado a los verdaderos amos del mundo, al revelar el poder real, concreto, físico, de los 200 mayores grupos transnacionales.
La cifra de negocio anual de estos gigantes es nada menos que la cuarta parte (26,3%) de la producción mundial, crece a un ritmo doble de lo que crece el Producto Interior Bruto de los 29 países industrializados que integran la OCDE, y supera ya a la producción total sumada de los otros 182 países que no forman parte de la OCDE, pero donde vive la inmensa mayoría de la humanidad.
Aquí no estamos ya en el terreno de los conceptos, sino en el de las fuerzas físicas, con sus nombres y apellidos y sus modos de actuar, confrontados a la realidad de un poder que se eleva sobre todos los demás poderes humanos de una manera muy clara y agresiva.
Por eso no es un slogan izquierdista ni una frase de efecto decir que la globalización es la dictadura económica mundial de 200 multinacionales, más o menos. Y poco a poco, entre las fuerzas sociales y políticas que resisten a los efectos de la globalización y se preguntan sobre las alternativas, se está llegando precisamente a esta conclusión. Nombres y apellidos
La lista de estos 200 gigantes está en perpetuo movimiento, precisamente porque las fusiones y absorciones entre ellas, y entre las mayores de ellas, constituyen uno de los medios principales de mantenerse en la cumbre de esta pirámide del poder económico. Pero, para dar nombres, enumeremos, por ejemplo, a algunas de las mayores empresas transnacionales de carácter no financiero: Shell, General Motors, Ford, Exxon, IBM, Exxon, AT&T, Mitsubishi, Mitsui, Merck, Toyota, Philip Morris, General Electric, Unilever, Fiat, British Petroleum, Mobil, Nestlé, Philips, Intel, DuPont, Standard, Bayer, Alcatel Alston, Volkswagen, Matsushita, Basf, Siemens, Sony, Brown Bovery, Bat, Elf, Coca-Cola... entre las clásicas; Microsoft, Cisco, Oracle, entre las nuevas. Entre los bancos: IBJ/DKB/Fuji, el Deutsche, BNP/Paribas, UBS, Citigroup, Bank of America, Tokio/Mitsubishi...
¿Dimensiones de estos gigantes? Si nos atenemos a sus ventas, las de General Motors han superado la producción nacional de Dinamarca y de cerca de otros doscientos países. Si nos fijamos en su valor bursátil, sólo había en marzo de este año, en todo el mundo, diez Estados cuya producción nacional superase en valor al de las acciones de la empresa de sistemas de Internet Cisco Systems.
Si hablamos de beneficios, los que repartió entre sus accionistas la General Electric en 1997 superaban la producción anual compartida por los 40 millones de habitantes del Congo-Zaire. Si hablamos de empleados, los de la General Motors superan a las fuerzas armadas de muchos Estados del mundo.
Pero detrás de los nombres de las empresas que dominan el mundo están los nombres y apellidos de sus propietarios. Y llegados a este punto, la globalización nos enfrenta con una oligarquía mundial de una riqueza y de un poder tan concentrados como no se vieron en ninguna otra etapa histórica de la humanidad.
Casi nada queda de la vieja aristocracia de siglos atrás, si no tuvo la precaución de participar de las grandes empresas capitalistas, cosa que sí han hecho las familias reales de Gran Bretaña y Holanda, o algunas dinastías árabes.
Estas dinastías supieron transformar sus viejos privilegios de sangre en acciones contantes y sonantes. Pero ahora el sistema capitalista creó a lo largo del siglo XX nuevas dinastías, mucho más poderosas que las de siglos atrás.
Sus apellidos ya no nos remiten a unas tierras, sino a un automóvil, un chocolate, una nevera o una cerveza. Entre los más ricos de los ricos, muchos nombres de familia están en los escaparates del capitalismo: Guinness, Ford, Philip, Merck, Ferrero, Henkel, Peugeot, Bosch, Dassault, Michelin, Heineken o Barilla...
Son sus mayores accionistas. Y hay otros apellidos no menos, sino más conocidos que los nombres de sus empresas, como el del ser humano supuestamente más rico del mundo, al menos hasta este mes de abril: Billy Gates (Microsoft), o el famosísimo especulador Georges Soros, o Larry Ellison, de Oracle, que según dicen ha destronado a Gates. En fin, junto a estos novísimos ricos hay familias industriales y financieras muy antiguas, casi con solera: las de los Agnelli, amos de la Fiat, los Quandt (40% de BMW), los Rothschild, los Rockefeller de la Stardard Oil, en España los Botín del BSCH.
Cuando se cita ese dato espeluznante de que 225 de entre estos multimillonarios poseen fortunas personales superiores a los ingresos anuales de 2.500 millones de personas, las más pobres del planeta, hablamos de su injusta e insultante riqueza.
Pero cuando los relacionamos con la propiedad de esas 200 empresas que concentran una desproporcionada parte del capital mundial, entonces hablamos ya de su poder, no sólo de su riqueza.
Más escandalosa que su riqueza es el hecho de que, para mantenerla y acrecentarla, dirigen en provecho privado una parte tan notable de la fuerza productiva de la humanidad, que convierte al resto de las personas en súbditos suyos, y como tales, explotados, expoliados o empobrecidos. Mercado y monopolios
Explicar la globalización como un triunfo del mercado no deja de ser una ironía. Estamos hablando de empresas cuyo dominio sobre el mercado presenta muy pocas fisuras. A través de una escalada de macrofusiones, va quedando en cada sector económico un número tan reducido de empresas que, por acuerdo mutuo, están en condiciones de determinar para bastante tiempo, no sólo los precios de venta, sino incluso los precios de compra.
Imponen a las empresas menores que les suministran materias primas y auxiliares, componentes y productos semiacabados, precios de compra imposibles.
Se habla de "triunfo del mercado" en un sentido propagandístico, cuando los gobiernos desmantelan los viejos monopolios nacionales y liberalizan el sector. Pero la consecuencia es la ocupación del sector, a una escala continental o mundial, por media docena de compañías multinacionales que dejan muy poca libertad al mercado.
Con ocasión de la reciente fusión entre Volvo y Renault, se hizo patente que entre sólo tres grupos transnacionales copaban el 65% de todo el mercado mundial de camiones. Y entre cinco cubren casi el 60% del de automóviles. Las 10 primeras empresas de comunicaciones controlan el 86% del mercado...
Pero la conciencia de que la globalización no es tanto libertad de mercado como concentración monopolista de alcance mundial está sobre todo vinculada al proceso que las autoridades norteamericanas de vigilancia de la competencia emprendieron contra Billy Gates y su empresa Microsoft.
La política de Billy Gates, que encarna como nadie al capitalismo actual, es un ejemplo de utilización de una elevadísima cuota de mercado (en este caso en Software) para imponer otro producto suyo (Explorer) contra los de la competencia. Este poder puede servir para innovar (en teoría), lo mismo que para controlar y suprimir, si cabe, la investigación.
Precisamente la creciente importancia de la conexión informática entre empresas y particulares se ha convertido en un terreno especialmente propicio para prácticas monopolistas. La red que, en principio parecía un nuevo espacio de libertad, es objeto hoy de la especulación de las mayores empresas del mundo, en casi todos los sectores. Aspiran a convertirla en una red cautiva desde la cual imponer la circulación de sus productos y excluir los de la competencia.(7)
Especulación y producción
Los primeros análisis de la globalización comenzaban por destacar, sobre todo, la amplitud y la violencia de los movimientos especulativos del capital, a lo ancho del mundo, y las dimensiones del capital de especulación, que apenas entraba en la inversión productiva.
La importancia del fenómeno era tal que algunos vieron la globalización como un capitalismo donde el beneficio especulativo dirigiría la producción. Se ponía tanto énfasis en este aspecto parcial de la realidad, que a veces se ocultaba la otra cara de la moneda: que este parásito insaciable que es el capital especulativo, no puede alimentarse de meros títulos (acciones, bonos, etc.) sino que devora materia viva.
Por grande que sea la especulación, no vive del aire, sino que consume la parte de la producción que queda como beneficio de las empresas. El capital ocioso sólo puede reventar como un globo vacío o vivir alimentándose de las ganancias del capital productivo (del que es un parásito).
Poco a poco ha ido quedando también más claro que los agentes principales de la especulación son las mismas empresas multinacionales, financieras o no. La inversión meramente especulativa es una parte complementaria de la actividad económica principal de casi todas estas 200 empresas, financieras, industriales, o comerciales, hacia la que canalizan su capital "sobrante" (que no pueden invertir con los mismos márgenes de ganancia en su actividad principal) o inmovilizado, como ocurre con los fondos de pensiones.
Como la mayor parte de los movimientos especulativos son anticipaciones de decisiones de política industrial o comercial, los grupos transnacionales se parecen a aquellos que en las apuestas sobre carreras y combates son a la vez apostadores y competidores, por lo que ganan casi siempre.
Las compras o ventas de títulos, divisas, bonos, etc., por parte de los especuladores ligados a las grandes transnacionales anticipan las fusiones, ampliaciones o crisis de sus propias empresas, sea para ampliar las ganancias, sea para compensar las pérdidas.
En los últimos años se ha hablado sobre todo de estos fondos privados de pensiones. Los fondos de pensiones están formados por una parte del salario aplazado del trabajador, que la empresa negocia en la esfera financiera, antes de retornarlo a sus asalariados (si no hay quiebra) como pensión de jubilación. Parece que las dimensiones de estos fondos superan ya las de los bancos. Los de las tres grandes del automóvil norteamericano (Ford, General Motors y Chrysler) en 1995 doblaban de sobra "las reservas del Estado japonés, que es el Estado que tiene más reservas en el mundo".(8)
Más recientemente destacan los intentos de las grandes empresas de pagar a sus empleados en acciones a largo plazo (Telefónica), convirtiendo así una parte del salario en capital de especulación, animando la tendencia observable en Estados Unidos a convertir el ahorro popular en capital de especulación, incluso de especulación de alto riesgo.
Colonización y destrucción de recursos
Las multinacionales tienen patria: la de sus propietarios mayoritarios. De eso no debe caber la menor duda. Las 200 mayores tienen sus sedes bien establecidas en tan sólo 17 países de los 211 Estados independientes que cuenta la tierra. Pero 176 de ellas, según Clairmont, están radicadas en sólo 6 potencias financieras. Bastante más de una tercera parte (74) son norteamericanas.
Para que no quede duda de que se trata de lo más parecido a un club de 200 bandidos, la única multinacional española contada entre ellas es Telefónica, es decir una empresa cuyos beneficios están asociados, según los sindicatos, a la sobreexplotación del trabajo precario; según los consumidores, al monopolismo y al fraude; según los países latinoamericanos donde se ha instalado, al colonialismo; una empresa en cuya dirección reina, según los partidos de izquierda, el nepotismo político y la corrupción.
Después de Estados Unidos, el Estado donde están radicadas más multinacionales es Japón, con 152 de las 500 mayores no estadounidenses; hay 75 inglesas, 47 francesas, 42 alemanas, 22 canadienses, y 15 italianas, por lo que el Grupo de los Siete (el G-7) viene a representar al 80% de las multinacionales. Fuera de este grupo, apenas Suiza, Corea, Suecia, Australia, y Holanda pasan de la docena.(9)
El caso es que la nacionalidad de las 200 multinacionales traza un mapa del reparto del poder en el mundo entre los Estados, con más precisión que cualquier otra circunstancia económica (demografía, crecimiento de la producción, recursos naturales, nivel cultural...).
Todos sabemos el peso de la tecnología en la eficiencia productiva. Imaginemos que un Estado quiere competir en este terreno, dedicando medios humanos y financieros a la investigación. ¿Pero acaso un Estado, como fuerza económica, puede medir sus recursos con los de uno de estos gigantes del capital privado, capaz de monopolizar la investigación científica en varios países? Hoy los países industrializados acaparan el 97% de las patentes, monopolizando el progreso.
Como consecuencia, la desigualdad entre países ricos y pobres no puede verse como un punto de partida. Debe considerarse como un efecto constante y creciente del sistema económico mundial. Si en 1960, el 20% más rico de la humanidad disponía de una riqueza 30 veces mayor que el 20% más pobre, hoy la proporción es de 74 veces.(10)
El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, teóricamente creados para facilitar el crédito a los países necesitados para su desarrollo o en crisis y emergencias, se convierten en instituciones que indirectamente potencian el dominio de las grandes multinacionales.
Naciones que son por recursos naturales y humanos verdaderas potencias, como Brasil, México o Pakistán, permanecen sometidas a través del crédito (la Deuda externa). El crédito se renueva sobre la base de condiciones cada vez más duras y precisas, pero siempre favorables a la implantación de las multinacionales de los países acreedores en los países deudores. Y la ayuda al desarrollo, nada generosa, se utiliza con los mismos fines.
De este modo, las líneas aéreas, telefónicas, eléctricas, férreas, y hasta la tierra, los bosques y los ríos de los países más poblados del mundo van pasando a manos de las compañías transnacionales, acentuando su dependencia económica y sus dificultades para abordar un desarrollo autónomo y sostenido.
Las movilizaciones del pueblo mapuche contra la presa de Biobío, de los bolivianos de Cochabamba contra las tarifas del agua, han sacado a la luz el poder que las multinacionales (en estos casos españolas: la FECSA-Enher en Chile, y la Abengoa en Bolivia) han llegado a adquirir en estos países y en muchos otros, y de la manera destructiva en que lo utilizan.
En los gravísimos conflictos por la tierra que vive Latinoamérica desde México hasta el sur de Chile, en la resistencia a la deforestación de sus selvas, en las luchas en torno a los precios del café o de otros productos agrícolas, lo que subyace es la penetración de capital transnacional interesado en el control de las materias primas del planeta. Como poderes extranjeros arrasan la cultura y la naturaleza que encuentran a su paso, con más violencia que los conquistadores de hace cinco siglos.
El peso adquirido por las multinacionales bien podría llamarse recolonización. Las cadenas del viejo colonialismo militar, tras un paréntesis de independencia, reaparecen en la etapa de la globalización como cadenas financieras y económicas, pero no por ello menos pesadas. Deslocalización, paro y precariedad
El efecto social que nos es más próximo es el crecimiento del paro y la precariedad, cuyo salto en las últimas décadas debe considerarse el reverso de la concentración del capital internacional que llamamos globalización.
La globalización no extiende la producción, la concentra. Incluso los momentos de auge económico de las últimas tres décadas presentan índices de crecimiento de la producción inferiores a los de las dos décadas anteriores.
Al concentrarse la producción, aumenta la productividad del trabajo, pero al precio de expulsar mano de obra en proporciones siempre mayores hacia empleos menos cualificados y peor pagados, precarios o sencillamente al paro. Las reformas laborales que han ido recortando los derechos adquiridos de los trabajadores a fuerza de luchas sindicales y políticas, han sido hechas para adaptar la legislación a las condiciones que querían imponer las mayores empresas.
Desde los primeros años ochenta, todavía antes de que se produjesen los cambios de legislación laboral más importantes en Europa, se hizo notar una característica del capital transnacional: su deslocalización, su facilidad, no absoluta por supuesto, pero sí real, de desplazar sus inversiones productivas de un país a otro, de una ciudad a otra, a la busca de las llamadas "ventajas comparativas".
Y entre ellas, una legislación laboral ventajosa para la empresa era y es una de las más importantes. Así, desde la década de los ochenta comenzó una sorda pugna entre los Estados y las ciudades para atraer la inversión de las mayores de estas empresas, lo que contribuyó no poco a recortar los derechos obreros.
En los EEUU, donde llegó más lejos esta tendencia, los sindicatos practicaron una política suicida llamada de "concesiones", por la que competían entre ellos, los de una ciudad contra los de otra, ofreciendo a las empresas acuerdos ventajosos para retenerlas o para conseguir sus inversiones, con un coste elevado para los asalariados.
Y si esto hacían algunos sindicatos, no puede chocarnos que los parlamentos, unos tras otros, fuesen adaptando el mercado laboral a las pautas que reclamaban las empresas multinacionales con tal de mover fácilmente sus inversiones: del coste humano ya se ocuparían los subsidios de desempleo...
Hoy, por desgracia, nuestros sindicalistas están acostumbrados a oír las amenazas fundadas, o incluso los faroles de su empresa transnacional: "si no os parece bien, llevaremos la producción a tal o cual país". Política y economía La idea de que la globalización sustituye la economía por la política podría muy bien ceder su sitio a otra idea más precisa: el poder político de la inmensa mayoría de los Estados hoy existentes nada o casi nada puede frente a empresas de dimensiones superiores a los Estados. Al menos, mientras esos gobiernos y esas empresas se muevan en un mismo terreno, el de la economía capitalista mundial. ¿Y qué gobiernos se sienten en condiciones de moverse fuera de la esfera del mercado mundial capitalista? En todo caso, no los que hoy conocemos.
Todos los gobiernos que hoy existen tratan de establecer convenios con las empresas multinacionales, en una relación de fuerzas muy desequilibrada a favor de las últimas. La política fiscal, el precio de los terrenos, la calidad y la programación de las infraestructuras, la legislación laboral, la docilidad de los sindicatos, la venalidad de los políticos y de la justicia, y otros muchos factores entran en juego cuando la Volkswagen, por ejemplo, trata con el gobierno de Madrid y el de Praga para decidir sus inversiones.
Antes se decía: "lo que es bueno para la General Motors es bueno para los Estados Unidos". Pero esta asociación entre el interés de las grandes empresas y el interés nacional sólo tiene sentido en seis o siete países en todo el mundo. En los demás, el interés de la multinacional extranjera pesa más en la balanza que el llamado interés nacional.
En estos momentos, Gran Bretaña vive una crisis laboral por la decisión de la BMW de abandonar la Rover, que cuenta con 18.000 obreros y de la que dependen hasta 50.000 empleados en la industria auxiliar. La empresa alemana había exigido al gobierno de Tony Blair que entrase en el euro, y al no conseguirlo, optó por vender su filial inglesa a una compañía gestora.
La operación implica despidos por encima de los 5.000. Pero uno de los posibles compradores finales, Ford, también planea cerrar una factoría inglesa (y más de 3.000 despidos). Para colmo, Honda anunció por las mismas fechas recortes de su producción en Inglaterra de hasta el 50%.
En una de las grandes potencias industriales, decisiones de política económica nacional al más alto nivel, como lo es la adhesión o no a la unidad monetaria europea, se discuten entre un gobierno a la defensiva y unas pocas empresas multinacionales extranjeras prepotentes. El empleo y el salario para decenas de miles de hogares ingleses están en juego. Casos como éste, se dan todos los días, y no sólo en los países pobres ni medianos.
Las decisiones políticas de Estados más débiles son todavía más manejables. En 1989 la Siemens AG destinó una pequeña partida de sus superbeneficios (una propina de 369 millones de pesetas) a uno de los patrones de Filesa para que el gobierno de Felipe González adaptase los planes del tren de alta velocidad español (AVE) a los intereses de la empresa alemana.
Esta práctica es de lo más corriente. Lo raro es que un tribunal llegue a sacarla a la luz. Lo imposible es que ninguna justicia basada en el derecho de propiedad privada llegue a impedir que la voluntad de los gobiernos, partidos y parlamentos se acabe rindiendo ante propinas tan generosas.
Ni siquiera el poder político del más fuerte de los Estados hace temblar a quienes se saben verdaderos amos del mundo, en cuanto a poder económico. De cara a la galería, la condena de Microsoft por monopolismo puede pasar por ejemplo de supremacía del poder político sobre el económico.
Pero resortes muy poderosos actúan detrás del escenario judicial. La empresa de Billy Gates recientemente formó un lobby en Washington con la misión de comprar la voluntad de políticos influyentes de los dos partidos.
Una empresa cuyo valor en bolsa ha perdido sumas comparables al valor de la producción nacional anual española, ¿acaso no puede destinar fondos capaces de garantizar que la administración presidencial norteamericana que surja de las próximas elecciones sea más propicia a los intereses de Microsoft? Por supuesto que puede hacerlo, y que así se financian las campañas.
Mientras la política se mueva dentro de las reglas de juego del sistema capitalista (propiedad privada, beneficio, mercado), la supeditación creciente de la política de los Estados al interés económico de las empresas es una consecuencia de la concentración del capital mundial en 200 o poco más de ellas. Guerras
Como algunas de las mayores compañías de prensa, radio y televisión pertenecen a este selecto club de las multinacionales, y como los restantes medios de difusión dependen de las otras grandes empresas, no podemos esperar que nos informen de los intereses más sórdidos que están en juego en las guerras.
Una parte de los aspectos políticos e incluso ideológicos implicados en las guerras de nuestros días aparecen en los medios de comunicación, aunque evidentemente deformados, cuando no falsificados. Pero la censura es mayor, sin ningún género de dudas, en lo que toca a los móviles económicos de las guerras y la implicación de las empresas.
Y sin embargo, la guerra, que la humanidad padece como una explosión de irracional barbarie, no deja de figurar como un mercado importantísimo en las previsiones de algunas de las instituciones más influyentes de nuestra época, concretamente de las multinacionales.
Y no sólo de las empresas de armamentos. Los propios móviles de la guerra son valorados, aprobados o descartados, por las mayores empresas mundiales.
La guerra del Golfo en 1991 es el ejemplo más claro, pero no el único caso. Se luchó por el control de las fuentes y de los precios del petróleo. Y la participación de los Estados fue "estimulada" con las generosas donaciones que el grupo kuwaití KIO distribuyó a los políticos, y también con ofertas variadas de participación en los previsibles negocios de la reconstrucción.
También la guerra de Chechenia es una guerra petrolera por la ruta del crudo del Mar Caspio. La implicación personal de lo que los rusos llaman "la familia" del Kremlin en las empresas rusas del sector (Lukoil, Gazprom) explica su obstinación en exterminar a este pueblo que se interpone entre Moscú y los oleoductos.
Pero la escandalosa complicidad occidental tampoco puede separarse de la asociación de las principales petroleras angloamericanas en el consorcio internacional que explota el petróleo transportado por Rusia a través de Chechenia.
Basta considerar el elevado número de petroleras que hay entre las mayores transnacionales para comprender también la importancia de esta materia prima en todos los escenarios de guerra, en las maniobras estratégicas de las grandes potencias y alianzas (la OTAN en el Este de Europa), y en otros dramáticos acontecimientos recientes como el genocidio de Timor Oriental.
Todos estos hechos, más que otros, han potenciado la conciencia de que la globalización, como proceso económico, se confunde con la concentración del capital en un número tan reducido de empresas que, por su talla y su poder, se elevan sobre muchos de los actuales Estados, y de esta manera modifican también las condiciones políticas y culturales de nuestra vida.
Esta conciencia no aporta todavía soluciones, sino incógnitas. Muchos de los recursos empleados por los pueblos, sus ciudadanos, sus trabajadores, los sindicatos y partidos, en las condiciones históricas anteriores, se revelan ahora poco eficaces y requieren una reconsideración y una renovación.
Pasando del terreno económico al político, parece que la resistencia y la protesta contra la globalización se encuentra en fase de tanteos y de reflexión, o quizá de respuestas parciales, lejos todavía de una alternativa global.
Pero es legítimo pensar que a una alternativa global sólo llegaremos después de muchos tanteos y a base de combinar muchas alternativas parciales. Y quizá desarrollando en la propia sociedad civil un poder de otra naturaleza que el de los actuales Estados, no sólo capaz de cambiarlos sino de sustituirles por un poder de mayor envergadura social.
Quizá sea este poder de una sociedad civil alternativa el que, desarrollándose, llegue un día a estar en condiciones de medirse con el poder, hoy por hoy incontenible, de la oligarquía financiera mundial que a través de unas pocas centenas de compañías capitalistas tiene a la humanidad en un puño.
* Arturo Van den Eynde (1945-2003) Ver biografía
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1. Autor del libro Globalización. La dictadura mundial de 200 empresas, Barcelona 1999.
2. Marta Harnecker, La izquierda en el umbral del siglo XXI, Madrid 1999. Sin embargo, a François Chesnais no le gustaba el término de "globalización" y propuso sin éxito el de mundialización en su principal trabajo: François Chesnais, La Mondialisation du capital, París 1994.
3. Richard Du Boff & Edward Herman.
4. Ignace Ramonet.
5. UNCTNC, 1994.
6. F.F. Clairmont y J. Cavanagh, Sous les ailes du capitalisme planetaire, 1994, y F.F. Clairmont, Ces firmes géants qui se jouent des Etats, 1999.
7. Van den Eynde, Mitos de la Nueva Economía, en La Aurora, mayo de 2000
8. Harnecker, citando al US News and World Report.
9. Forbes abril de 1999.
10. PNUD, 1999.
clases de globalización
Así pues, dentro del proceso de globalización, podemos distinguir varios tipos:
-Globalización económica. La globalización se caracteriza en la economía por la integración de las economías locales en una economía de mercado mundial, donde los modos de producción y los movimientos de capital se configuran a escala planetaria, cobrando mayor importancia el papel de las empresas multinacionales y la libre circulación de capitales, junto con la implantación definitiva de la sociedad de consumo.
-Globalización política. Este tipo de globalización consiste en la creciente integración de las distintas políticas nacionales en una única política mundial. A través de organismos internacionales, y bajo la constante presión de las empresas multinacionales, las decisiones políticas de importancia mundial están siendo fomentadas y extendidas por todo el planeta para que afecten a todos los países del mundo. Aunque no sólo son políticas económicas, también se han ‘globalizado’ políticas medioambientales (ONGs) , políticas de defensa (OTAN), políticas de cultura (UNESCO), políticas sociales (ONU)…
-Globalización cultural. En la que las prendas, música, modas, formas de actuar, pensamiento, etc. adquieren dimensiones y presencia globales. Las tendencias occidentales se difunden por todo el mundo, y se adoptan en países como Brasil, Egipto, Malasia, Bolivia o la India. Hoy en día se pueden ver camisetas de fútbol de equipos europeos en cualquier país del mundo, así como zapatillas de Nike o películas de Hollywood.
En estos tres tipos de globalización están muy presentes las empresas multinacionales. De hecho, son ellas quienes ayudan a que cualquier aspecto de la vida cotidiana (política, cultura, economía…) adquiera dimensiones globales. Las multinacionales están siendo el principal conducto por el cual la globalización se está desarrollando y, a su vez, ésta está promoviendo el rápido desarrollo de las empresas multinacionales (es decir, que las empresas se transnacionalicen o que las que ya han acometido ese proceso crezcan aun más, fusionándose con otras o ampliando sus mercados). Así pues, globalización y multinacionales van de la mano y se autoalimentan, reforzándose mutuamente.
INTERESANTE: Globalización: la dictadura de las multinacionales (rebelion.org)
Pero, si la globalización fomenta el crecimiento de las multinacionales, cabe preguntarse hasta dónde puede llegar el tamaño de estas empresas. Adam Smith decía que el tamaño de las empresas estaba relacionado con el tamaño del mercado. Siguiendo esta hipótesis se puede decir que la globalización, ampliando los mercados para las empresas, por un lado, y aumentando la competencia, por otro, crea unas enormes oportunidades para el desarrollo de las empresas y de los países donde están ubicadas.
José Luis Sampedro decía que la tan celebrada globalización no era mas que un proceso en el que se transfería el poder de los Estados a las multinacionales. Efectivamente, con el proceso de globalización son las empresas y no los gobiernos y los Estados los que toman la iniciativa y el protagonismo en la economía mundial, si bien es cierto que estos últimos tienen todavía en sus manos los instrumentos de regulación para asegurar un mundo más competitivo y más justo (económica y socialmente). En el fondo, la globalización consiste en que el poder pase desde la política a la economía.
Cabreo de Bilderberg
El multimillonario reiteró en varias ocasiones que respalda las acciones de Rusia en Siria y señaló que la oposición armada siria, apoyada por Washington, puede ser peor para el país y el mundo. Además, en una rueda de prensa que tuvo lugar el 17 de diciembre, el presidente ruso Vladímir Putin afirmó que Trump es "un hombre talentoso y brillante", que además es "el líder absoluto de la carrera presidencial en EE.UU", a lo que Donald Trump, ha contestado calificándolo como un "gran honor”.
Estafar tiene premio en España
El máximo responsable de Marca España recibe en la sede de Exteriores al promotor inmobiliario Juan Tirado y le felicita por su labor al frente de la Asociación Nacional de Criadores de Caballos de Pura Raza Española Dos de las empresas del promotor extremeño, propietario de las Bodegas Habla, deben a Hacienda 5.238.541 euros, según el listado de morosos de la Agencia Tributaria
La primera, que acaba de entrar en liquidación, entró en concurso de acreedores en 2009 y ha tenido a Tirado como administrador único hasta este mismo año.
Hasta que la burbuja estalló.
Otras dos empresas que han estado vinculadas a él también están en la lista de morosos de Hacienda, con deudas de casi cinco millones: Grupo Tasa de Inversiones (de la que fue administrador único hasta enero de 2013), que debe 2.380.507 euros, y la constructora Conait (2.582.213 euros de deuda con el Fisco), que en sus mejores años llegó a facturar más de 25 millones de euros anuales y con la que Tirado participó en los años 90 en proyectos tan emblemáticos como la construcción de las Torres Kio o el Auditorio Nacional de música, en Madrid. Tirado, que en julio de 2007, cuando la burbuja del ladrillo empezaba a flojear, decía que “a partir de ahora, sólo quedarán los profesionales” (“No somos especuladores; hacemos toda la línea del producto, desde la urbanización hasta la promoción y la postventa de las viviendas”, aseguraba), niega relación alguna con esas dos empresas, que actualmente tienen el mismo administrador, Alejandro Malo Arrazola. Malo, con el que no ha sido posible contactar, actualmente sólo gestiona empresas que han estado vinculadas a Tirado y fue entre agosto de 2010 y julio de 2012 el administrador único de Habla de Vinos SL, la empresa que explota Bodegas Habla. Entonces, esta firma tenía su sede en las oficinas del despacho de Cristina Tirado, una de las abogadas de Juan Tirado y especialista en Derecho Concursal y reestructuraciones empresariales, según la web de su bufete. Su socio y representante de Juan Tirado, Raúl Jiménez, declina confirmar si existe vínculo familiar entre Cristina Tirado y su representado porque “no es de interés informativo”. Albañiles en la ruina
El juez encargado del concurso es un gran aficionado a los caballos y la gastronomía, Andrés Sánchez Magro (el magistrado que ilegalizó Uber en España).
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PROYECTO EVACUACIÓN MUNDIAL POR EL COMANDO ASHTAR
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