El sistema solía burlarse de los “conspiranoicos”.
Los ridiculizaban, los llamaban locos, paranoicos, fantasiosos.
Los usaban como chistes en los medios, los desacreditaban con expertos a sueldo.
Pero ahora… ya no se ríen.
Ahora los censuran, los persiguen y los demonizan con más fuerza que nunca.
Cierran canales, eliminan cuentas, crean leyes para castigar la “desinformación”.
¿Por qué tanto esfuerzo en silenciar a quienes supuestamente solo dicen tonterías?
Porque la verdad está saliendo a la luz.
Antes, el conspiranoico era el raro del grupo.
Hoy, es el que más acierta.
La teoría de la conspiración de ayer…
Es la noticia confirmada de hoy.
El problema no es que la gente crea en conspiraciones.
El problema es que cada vez más personas están cuestionando el sistema.
Y cuando eso pasa, la ilusión se derrumba.
Por eso el miedo. Por eso la censura.
Porque una vez que despiertas, ya no hay vuelta atrás.
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