Observando la Conciencia ~ El Poder Oculto de las Palabras
Hablemos de algo que todos hacemos todos los días, pero rara vez pensamos en las palabras que hablamos. Son solo palabras, ¿verdad? Incorrecto. Cada palabra que decimos, cada pensamiento que pensamos, tiene mucho más poder del que nos damos cuenta. Las palabras son energía. Llevan frecuencia, y esas frecuencias influyen no solo en nuestras emociones sino también en cómo experimentamos la vida. Controla cómo nos sentimos, cómo actuamos e incluso lo que atraemos a nuestro mundo.
Esto no es solo un concepto para sentirse bien. Walter Russell, David Hawkins y muchos neurocientíficos modernos han estudiado esto profundamente. Walter Russell dijo: “Creas tu propio universo a medida que avanzas.” Piensa en eso por un momento. Tu universo – tu experiencia de vida – está construido palabra por palabra, pensamiento por pensamiento. Cada palabra que usas, ya sea en voz alta o en tu mente, se convierte en una onda en el campo energético que te rodea, dando forma a cómo ves el mundo y cómo el mundo responde a ti.
Las palabras vibran. Las palabras de alta frecuencia como “amor,” “paz,” y “gratitud” son como combustible energético. Elevan tu estado de ánimo, abren tu mente y te ayudan a sentirte más en sintonía con la vida. Palabras de baja frecuencia como “odio,” “miedo,” y “I canadt,” por otro lado, te pesan. Drenan tu energía, nublan tu perspectiva y refuerzan los sentimientos de limitación.
David Hawkins mapeó este concepto maravillosamente en su escala de frecuencia Power vs. Force. Las emociones como la vergüenza y la culpa vibran en la parte inferior de la escala, mientras que las emociones como el amor y la alegría vibran en la parte superior. Las palabras, que son expresiones de estas emociones, pueden llevarte hacia el extremo superior de la escala o mantenerte atrapado en las frecuencias más bajas.
El cerebro juega un papel masivo en cómo funciona esto. El Sistema de Activación Reticular (RAS), que actúa como su filtro de cerebro, determina en qué se nota y se enfoca. Cuando te dices repetidamente a ti mismo, “Ii no es lo suficientemente bueno,” tu RAS se bloquea en esa creencia y comienza a filtrar tus experiencias para reforzarla.
Literalmente buscará evidencia para demostrar que tiene razón. Por el contrario, cuando dices, “soy capaz,” tu cerebro comienza a buscar pruebas de tus capacidades, abriéndote a posibilidades que de otro modo habrías ignorado. Así es como las palabras crean profecías autocumplidas, no a través de la magia, sino a través de cómo dan forma a la percepción de la realidad de tu cerebro.
Además de esto, existe el concepto de neuroplasticidad, lo que significa que su cerebro se está reconectando constantemente. Las palabras positivas y de alta frecuencia como “soy love” o “soy abundante” estimulan nuevas vías neuronales asociadas con el optimismo y la resiliencia. Con el tiempo, a medida que repite estas palabras, esas vías se fortalecen y la positividad se convierte en su estado predeterminado. Por otro lado, el lenguaje de baja frecuencia refuerza las vías negativas, lo que dificulta la ruptura de los ciclos de duda y miedo.
Las ideas de Walter Russell sobre la naturaleza de la energía agregan otra capa de comprensión. Él creía que todo en el universo, incluyendo nuestros pensamientos y palabras, funciona como ondas de energía.
Cuando hablas o piensas, envías ondas que interactúan con el mundo y eventualmente regresan a ti. Palabras de alta frecuencia, como “creo” o “estoy agradecido,” envían ondas que atraen experiencias alineadas con el crecimiento, la conexión y la abundancia. Las palabras de baja frecuencia, sin embargo, hacen lo contrario, reforzando los ciclos de lucha y limitación.
Esta idea se relaciona estrechamente con la escala de frecuencia de David Hawkins’. Las palabras asociadas con la vergüenza, el miedo o la ira vibran en los niveles más bajos y crean estrés en el cuerpo. Cuando dices algo como, “odio esto,” tu cuerpo reacciona liberando hormonas del estrés como el cortisol, que no solo afecta tu estado de ánimo sino que también suprime tu sistema inmunológico y nubla tu pensamiento.
En contraste, palabras como “Puedo hacer esto” resuenan a frecuencias mucho más altas, desencadenando la liberación de dopamina y serotonina, sustancias químicas que mejoran tu estado de ánimo, aumentan tu enfoque y te ayudan a sentirte más motivado. Las palabras de alta frecuencia no solo te hacen sentir bien, sino que literalmente cambian la forma en que funcionan tu cuerpo y tu mente.
Imagínese enfrentar una situación difícil en el trabajo. Si su diálogo interno es, “Esto es imposible,” su cerebro probablemente se apagará, abrumado por la negatividad. Pero si cambias tu mentalidad a, “Este es un desafío que estoy listo para enfrentar,” abres la puerta a la creatividad y la resolución de problemas. Su cerebro responde a este cambio activando áreas que apoyan el enfoque y la resiliencia.
No se trata solo de ser positivo por el bien de él, se trata de elegir palabras que alineen su energía con soluciones en lugar de obstáculos.
La filosofía de Walter Russell, combinada con las ideas de la neurociencia moderna, deja en claro que nuestras palabras no son solo herramientas para la comunicación, sino también herramientas para la creación. Russell creía que entender la mecánica de las ondas de energía era la clave para entender la vida misma. Las palabras, como ondas de energía, dan forma a nuestro estado interno y nuestra realidad externa.
Cuando dices, “estoy prosperando,” no solo estás diciendo un hecho, sino que estás enviando una señal de alta frecuencia que se alinea con la prosperidad, atrayendo más de ella a tu vida.
Esta conexión entre palabras, energía y conciencia también es apoyada por investigadores como el Dr. Joe Dispenza y el Dr. Bruce Lipton. Dispenza explica que los pensamientos y las palabras emiten señales electromagnéticas en el campo cuántico, atrayendo experiencias que coinciden con su frecuencia.
El trabajo de Liptonat en epigenética muestra cómo las creencias, a menudo moldeadas por las palabras que usamos, pueden literalmente activar o desactivar los genes. El lenguaje positivo de alta frecuencia envía señales a su cuerpo para expresar salud y vitalidad, mientras que el lenguaje negativo de baja frecuencia puede desencadenar respuestas de estrés que debilitan el cuerpo con el tiempo.
Para integrar esto en la vida diaria, el primer paso es la conciencia. Comience a prestar atención a las palabras que usa, tanto en voz alta como en su mente. Cuando te atrapas usando frases de baja frecuencia como, “Iicill nunca lo descubres,” hace una pausa y lo replantea en algo empoderador, como, “Iicim capaz de resolver esto.” Comience su día con afirmaciones que marcan la pauta para el éxito, como, “soy fuerte” o “estoy agradecido.” Hablar estas palabras en voz alta amplifica su frecuencia y refuerza su impacto en su cerebro.
La gratitud, en particular, es una de las prácticas de alta frecuencia más poderosas que puede adoptar. Terminando cada día diciendo, “estoy agradecido por...” y enumerando incluso las bendiciones más pequeñas puede cambiar su energía y elevar su conciencia con el tiempo. Recuerda, no se trata de fingir que todo es perfecto. Se trata de elegir palabras que guíen su energía hacia el crecimiento, la curación y la posibilidad.
Tus palabras son más que solo sonidos, son los componentes básicos de tu realidad. Walter Russell lo dijo mejor: “El amor es la única cosa en la vida que no se puede resistir.” Al elegir palabras arraigadas en el amor, el coraje y la creencia, no solo estás cambiando tus pensamientos, sino que estás cambiando tu vida. Cada palabra que hablas es una ola de energía. Haz que esas olas cuenten.
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