
[…] La manipulación mental de las ideologías y estructuras de poder buscan a toda costa administrar el pensamiento humano para adaptar el pensar, el sentir, el decir y el hacer del sujeto a un sistema des-humanizante. […]
PLANIFICACIÓN DEL DESAHOGO Y DEL DESCANSO
El esclavo es esclavo por experimentar la certidumbre paralizante de no poder romper ni liberarse del sistema que lo mantiene encerrado y limita sus movimientos. Esta limitación del movimiento presenta modalidades diferentes según las épocas y las tendencias por las cuales transitó la humanidad a lo largo de su devenir histórico.

Es así como, en este último caso, los barrotes de la cárcel mental forman parte de la vida cotidiana del esclavo moderno. Ello, según los matices y casos que se presentan bajo un estado alienante de presión compulsiva en el amplio espectro de la vida social. Tanto el agobio por la superación de las condiciones de indigencia y necesidad, como las condiciones estresantes para lograr una mejor posición profesional o comercial, como así también el exceso y el despilfarro de la opulencia y la frivolidad, constituyen las formas sutiles por las que el esclavo moderno se encuentra encadenado.

Es evidente que, a instancias de un consumo hiper-estimulado y alienante, la mayoría de los individuos se ven presionados para acatar sin autonomía alguna a los sistemas que los mantiene compulsivamente ocupados, entretenidos y obligados a seducir para poder vender y comprar. De esta manera, el determinismo que ello conlleva, clausura el margen de autonomía de la mente por vías aparentemente inofensivas y que buscan el sometimiento y la incondicionalidad a un sistema de producción y consumo.

La manipulación mental de las ideologías y estructuras de poder buscan a toda costa administrar el pensamiento humano para adaptar el pensar, el sentir, el decir y el hacer del sujeto a un sistema des-humanizante. De esta manera, el sujeto deja de ejercer su autonomía intelectual, al mismo tiempo que es despojado de su iniciativa y de su creatividad, en aras de una forma de vida basada en una cultura que, al cercenar el movimiento natural de la inteligencia, no puede menos que ser asimilada, metafóricamente hablando, a las formas sofisticadas de la moderna esclavitud.
A propósito de esto, y a semejanza de la planificación del desahogo y el descanso de los esclavos antiguos mediante la administración ocasional de recursos lúdicos o de placer, el esclavo moderno acepta los aparentes beneficios de un sistema que le ofrece incentivos para neutralizar su estrés, su insatisfacción y su abatimiento físico y moral. Ello, al punto de que aquél no alcanza a advertir que las herramientas del desahogo no constituyen un enaltecimiento de su dignidad, sino un recurso de adhesión incondicional al sistema que lo mantiene ocupado bajo las condiciones adictivas de un trabajo que le confiere una aparente seguridad y bienestar.

Lejos de tal dignificación, la omnipotencia del sistema instala en su lugar los recursos distractores de una planificación del desahogo y del descanso. Con ello, el individuo podrá sobrellevar y compensar las múltiples formas de un condicionamiento consentido y des-humanizante. Esto nos acerca a un interrogante acerca de cómo ayudar, lejos de toda promesa e ilusión manipuladoras, a preservar y a resguardar la autonomía intelectual frente al determinismo de los sistemas no centrados en los valores de la dignidad humana.
Augusto Barcaglioni
(Visto en http://buscandolaverdad.es/)
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