El 'entierro' del Tratado ya lo inició Trump. La estupidez de su proteccionismo se neutraliza sólo con la inteligencia de la apertura comercial. Peña Nieto tiene su última oportunidad en las manos.
El secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray Caso, en entrevista televisiva. (FOTO: Twitter) |
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA) ya está ‘sepultado’. Esa es la explícita intención de Donald Trump -no renegociarlo-. Ya deberíamos tener muy claro que lo que quiere es que el gobierno de México se siente a la mesa para acatar sus términos, y eso es inadmisible.
El propio secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, ha reconocido que no se aceptará cualquier condición, y que, dado el caso, sería mejor abandonar el TLCAN y regir los intercambios bilaterales a partir de las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC). No sería lo que tenemos, pero no estaría tan mal dado el bajo arancel que pagarían las mercancías hechas en el país.
Hasta ahí todo bien excepto por una cosa: se parte del error de suponer que Trump respetará los compromisos asumidos ante la OMC.
Si detenemos el análisis en ese punto, ignoraríamos las reiteradas señales que Trump sigue dando de que nada lo detendrá en su empeño por imponer barreras para reducir el déficit comercial estadounidense. Las esperanzas de que los ‘contrapesos políticos’ o económicos lo detendrán, no tienen fundamento. Nadie se atreverá a ponerle un alto, cuanto tiene tanto poder.
Por eso es que estoy convencido de que Trump a pesar de todo sí irá por su ‘impuesto fronterizo’ de 20 o 35% -o de lo que se le ocurra-. Su creencia de que el desbalance comercial que EU tiene con México es una especie de ‘saqueo’, es absurda, pero le tiene sin cuidado. No se va a detener.
Pregunté a tres amigos expertos su opinión sobre mi postura y esto es lo que me contestaron:
Juan Ramón Rallo, destacado economista español director del Instituto Juan de Mariana, advierte que es por completo realista prever que Trump imponga los aranceles prometidos. ‘No creo que (México) pueda hacer mucho con EU. Lo que evitaría a toda costa es tratar de encerrarse en sí mismo’, opinó.
Jim Rickards, autor de ‘best sellers’ como The Death Of Money y Currency Wars, profundizó más: ‘un impuesto fronterizo es una de muchas opciones que están bajo consideración, pero yo definitivamente no lo descartaría. Las reglas de la OMC no se autoimponen. La parte agraviada tiene que presentar una queja que es oída ante un tribunal. Las sanciones se pueden imponer después de una sentencia, pero el proceso puede tomar años. Dado el largo historial de litigios de Trump, no creo que en realidad le importe lo que diga la OMC. Puede actuar de forma unilateral, y si su socio comercial quiere litigar, bien. Mientras tanto, la acción inicial de Trump le da apalancamiento para negociaciones bilaterales. Si esas negociaciones tienen éxito, el socio comercial puede retirar la queja de la OMC. Si no, probablemente ibas a terminar en una guerra comercial y arancelaria de todos modos. En cualquier caso, la OMC no será un impedimento para que Trump haga lo que quiera hacer.’
Por último, Mike ‘Mish’ Shedlock, autor del influyente blog MishTalk.com, señaló: ‘Toma de 2 a 3 años como mínimo tener un caso en la OMC. Luego puede ser impugnado. Trump y los republicanos quizá sepan que los impuestos fronterizos violarán la OMC, pero simplemente no les importa debido a esos retrasos. Hace varios meses escribí que era probable que una guerra comercial se estuviera cocinando. Por desgracia, esa opinión ahora parece correcta’.
Así que el muro físico es lo de menos. La muralla económica que Trump está a punto de levantar dañará de modo muy severo a la economía mexicana -y tal vez a otras-, pero lo peor es que al final, la más perjudicada será la de EU.
Bien haría el presidente Peña Nieto en evidenciar su compromiso con el libre comercio, y en desmarcarse de Trump eliminando TODAS las barreras que aún quedan a la importación de mercancías en México. Para eso no hacen falta tratados ni años de negociación.
La violencia se neutraliza con paz, y la estupidez del proteccionismo con la inteligencia de la apertura comercial. Señor presidente, la última oportunidad la tiene en sus manos. Es hora de que vea más allá del TLCAN, que ya es historia.
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