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6 de mayo de 2018

El resultado del 21 de diciembre





¿No queríais la propuesta de Puigdemont? No haberlo vetado en un primer momento y no haber vetado a los dos substitutos que se ofrecieron en su día, Sánchez y Turull. Ahora ya solo queda una posibilidad: si no se quiere a Puigdemont habrá que sacar de la cárcel a Sánchez. Inter nos: no es de recibo que un juez decida quién puede y no puede ser presidente de la Generalitat por razones estrictamente políticas pues jurídicas, bien se ve, no tiene.


¿Que la propuesta de Puigdemont, en realidad, equivale a convocar elecciones? Tampoco es cosa tan grave pero, además, no tiene por qué. Bastaría con suspender toda la actividad represiva del Estado en Cataluña, la liberación de los presos (que ya molestan hasta a Zapatero), la vuelta de los exiliados, el cese de las confiscaciones y la formación de un govern presidido por Puigdemont para empezar a negociar.


Ese objetivo es el lógico, el que respeta el resultado de las elecciones del 21 de diciembre pasado (que va siendo hora) y el que apoyan las tres fuerzas independentistas, JxC, ERC y la CUP.


El B155 se niega en redondo a admitir esta única razonable posibilidad. Pretexta que no le corresponde a él, pues es cosa de los tribunales, la justicia, la ley. Lo cual es una falacia porque desde el principio quedó claro que la judicialización del procés fue una decisión política y política ha de ser la decisión que lo "desjudicialice". Y sigue siéndolo al día de hoy porque aceptar el resultado de unas elecciones legales es la única decisión racional posible. Cualquier otra cosa será, y es, romper las reglas del juego y dar paso a la tiranía. El problema es que esta no es una solución ya de raíz.


Así que es eso, Puigdemont o elecciones. La alternativa, que se ventila en los cenáculos indepes, es si aspirar a la claridad completa con una probabilidad alta de quedarnos en la penumbra o una certidumbre de quedarnos en la penumbra. En estas circunstancias se la juegan las gentes y se la juegan los pueblos. La cuestión en concreto es: tras el resultado de las elecciones del 21 de diciembre, ¿cuál sería el de otras próximas si, en lugar de ir con listas separadas, el independentismo presenta una lista de país?


Entre otras cosas, ese resultado permitiría calibrar claramente cuánto haya aumentado el independentismo su base; porque fiarlo a una bienintencionada ampliación como consecuencia de que el independentismo se presente como menos independentista implica retornar a la confusión ya superada.

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