En verdad no es un editorial. Es una ametralladora giratoria.
Peor que nada, según el director de El Español, es que a pesar del poder omnímodo de que disponía la vicepresidenta, las elecciones del 21-D en Cataluña no acabarán con una "mayoría constitucional".
Conclusión: Soraya dimisión. Por dos cargos. Uno, la carpeta catalana, en la que "todas y cada una de las fases de su actuación se han saldado con fracasos tan estrepitosos como para que alguien con más sentido del pudor hubiera dado un paso al lado". Dos, la retirada de la euroorden ( "una catástrofe tanto para el prestigio de España como para la autoestima de los españoles"), "que [debería ir] acompañada de destitución del general Sanz Roldán como director del CNI y / o por la dimisión de Sáenz de Santamaría como vicepresidenta del gobierno español ".
'Papaíto Piernas Largas'
De la furia de Pedro J. tampoco se salvan Mariano Rajoy ni la prensa madrileña. El primero ( "Papaíto Piernas Largas de las tiras cómicas del siglo pasado") para "promocionar su Annie la huerfanito", de las "derrapes de conductora ebria" de la que es "responsable final". Si no se produce en Cataluña "el milagro de una mayoría constitucional que, de momento, ningún sondeo ni remotamente no huele, será a Rajoy al que esperaremos después de Navidad, con el 'segundo sobre' en la mano".
La prensa de la capital le acusa de pasar de puntillas por la gestión de la vicepresidenta por "la rendición de los principales medios (...) el pesebre monclovita que gestionan [los] comisarios políticos [de Sáenz de Santamaría]". Más adelante habla de "periodistas serviles y (...) editores traidores que conspiraban por apuñalar quienes no eran ni lo uno ni lo otro, (i) se arrastraban como alfombras a sus pies [de Soraya, claro]" .
Soraya, Soraya, Soraya. El foco de su catilinaria no sale bien de cabeza. No previó ni alertó de los planes de exilio de Puigdemont ( "No lo hizo porque era a la luna de Valencia o porque Catalá y Zoido no son suficientemente sorayos como para compartir sus dossiers y tráficos?"); envió "Rajoy y el rey Felipe a la insultòdromo de la manifestación posterior a la matanza islamista de la Rambla"; "La calamitosa gestión de la jornada del 1-O, con sus palos de ciego en todas partes", y "la más inapropiada, inconveniente y disparatada convocatoria electoral que se pueda imaginar, fruto de la precipitación y el miedo".
No faltan anécdotas jugosas. Después del 1-O, "una de las grandes agencias de calificación de riesgos llegó a preguntar formalmente a un [ministro] si España se precipitaba hacia una nueva guerra civil".
El 155 duro
La yema del huevo de la que es Cataluña. Los planes del 155 debían ser otros. "Como acaba de declarar en El Español, casi a punto de llorar, un compungido García Albiol, su era un 155 de un año o año y medio ', no sólo para' corregir las desviaciones 'calcificadas en competencias clave de la Generalitat, sino para dar tiempo a que la justicia persigue, juzgara y condenara los golpistas del 1-O y la DUI, trazando la línea infranqueable de las penas de inhabilitación que les hubiera impedido ser candidatos ".
Contribuirían a estos deseos de Albiol dos factores poderosos, según Pedro J. Primero, la decisión "del presidente de la Sala Segunda [del Supremo, Pablo Llarena] (...) que (...) estaba en condiciones de culminar su trabajo en la mitad de ese plazo máximo ". Segundo, que "PSOE y Ciudadanos (...) habían dado ya por bueno el lapso de seis meses para la convocatoria y por tanto de ocho para poner las urnas". Conclusión: "Habríamos tenido elecciones el próximo curso y con los deberes políticos y penales hechos", es decir, con el independentismo político en prisión (por "delitos gravísimos"), el independentismo civil amedrentado ante la represión, y el campo electoral libre para los partidos unionistas.
Si Pedro J. representa algunas sensibilidades del Madrid del poder y los negocios, el proyecto de este mundo no era (no es) muy halagüeño para la Cataluña del 155 ni seguramente para la de después del 21-D.
Lamentablemente para el periodista de La Rioja, la versión dura del 155 no pudo ser porque "a la hora de la verdad, resultó que la Soraya no tenía ningún plan ni para impedir el choque de trenes ni para afrontarlo, tampoco tenía ningún plan para aclarar la vía después del aplastamiento. (...) No tenía un diseño burocrático, ni una hoja de ruta política, ni una estrategia de comunicación. nada de nada ".
El cierre dramático y tremendista: "La Soraya o la borrachera del poder sin consistencia. El suyo es el último ejemplo de cómo se construyen grandes andamios sin nada sólido detrás".