La fundación impulsora de la certificación, que es gratuita, reclama a los partidos que incorporen en sus programas medidas contra esa estrategia comercial de reducir deliberadamente la vida de un producto para incrementar las ventas
El espíritu de resistencia de los consumidores hacia la obsolescencia programada, la estrategia comercial de reducir deliberadamente la vida de un producto para incrementar su consumo, está creciendo. Y a esa tendencia opositora se suman ahora las propias empresas. Frente a los muchos fabricantes que diseñan productos o servicios de tal modo que, tras un periodo de tiempo calculado de antemano, se vuelven obsoletos o inservibles consiguiendo el incremento de las ventas y la aceleración del consumo, hay otros tantos dispuestos a abandonar esas prácticas. Un ejemplo muy conocido en Euskadi es el de Koopera, un proyecto dedicado a la reutilización de aparatos eléctricos y electrodomésticos.
Esta organización y el resto de las que rechazan la elaboración de productos diseñados para morir rápidamente, podrán ser distinguidas con un sello que certifique ese buen hacer. Se trata del sello ISOPP, innovación Sostenible sin obsolescencia programada, al que puede aspirar cualquier organización que cumpla un decálogo de buenas prácticas. Entre ellas destacan que los productos sean reparables por un coste menor al de comprar uno nuevo o que la garantía del producto sea superior a los dos años obligatorios por ley. Lo novedoso de este sello es que se otorga además de manera gratuita.
La iniciativa se ha puesto en marcha por Fundación Feniss, que nace con el objetivo difundir qué es la obsolescencia programada y cómo afecta al conjunto de la sociedad en su día a día y en el entorno. El impulsor de esta corporación es Benito Muros, un ingeniero conocido por su bombilla diseñada para durar 90 años. Salió malparado con su invento porque la industria se rebeló contra él pero lejos de rendirse Muros emprendió su particular batalla contra la llamada obsolescencia programada que ha cristalizado en la Fundación Feniss. Desde ella, además del incentivo del sello certificador, darán apoyo a emprendedores y empresarios fabricantes de productos de larga duración, sin fecha de caducidad programada. "Ya tenemos más de 100 proyectos que aspiran a recibir nuestras ayudas. Son de diversa naturaleza, desde aquellos enfocados al ahorro energético como máquinas de uso sanitario destinadas a reducir la psoriasis". Las elegidas mediante concurso recibirán una aportación económica a determinar por los patrocinadores de la fundación Feniss, y que servirá para contribuir al desarrollo y lanzamiento del proyecto galardonado.
De forma paralela la fundación tiene contacto con los partidos políticos con el propósito de que incluyan medidas contra la obsolescencia programada en sus programas electorales. Hace un año, países como Francia aprobaron, dentro de la llamada Ley de Transición Energética, multas de hasta 300.000 euros y penas de cárcel de hasta dos años para los fabricantes que programen el fin de la vida útil de sus productos. La norma está pendiente de ser ratificada. En Alemania, el partido de Los Verdes presentó un estudio y propuso algunas soluciones, mientras en Bélgica se adoptaba una resolución al respecto en el Senado.
Muros quiere que se implanten en España medidas similares. "No me declaro anticapitalista pero debemos crecer de forma sostenible y no con el descontrol que se está haciendo, e incluso transitar hacia un modelo económico no basado en el crecimiento como el implantado actualmente. Pero para ello es necesario un proceso de transición mínimo de 20 años. Mientras tanto podemos ir reduciendo estas prácticas de usar y tirar", explica Muros.
Una aplicación para el móvil y centros de reparaciones
La obsolescencia programada afecta al planeta debido al agotamiento de las materias primas, al fabricar con una corta fecha de caducidad. Esto contribuye a aumentar las emisiones de CO2 que se emiten a la atmósfera. Y, por otro lado, afecta al modelo económico del crecimiento permanente y sin control, endeudando y arruinando a familias, empresas y hasta países por completo.
La idea de la fundación es crear en conjunto con los ciudadanos un nuevo modelo industrial, económico y social basado en la sostenibilidad, en el respeto por el medio ambiente y por las personas, basado en la economía de bien común.
Otra de las acciones será la creación y extensión por todo el territorio nacional de centros de reparaciones de productos. Serán los denominados “Espacio sostenible, no tires, aprende y repara”. Ya se ha creado el primero, situado en el céntrico barrio del Raval de Barcelona, donde está ubicada también la sede la fundación. Quieren desarrollar también una aplicación móvil mediante la cual el consumidor podrá escanear el código de barras de los productos y conocer la huella de carbono completa, lugar de fabricación, vida útil, coste de reparación aproximado en caso de avería, etc.
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