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18 de junio de 2016

FÁBRICAS RECUPERADAS por y para los TRABAJADORES


NO TODO está perdido cuando una empresa quiebra - FÁBRICAS RECUPERADAS por y para los TRABAJADORES





Vio Me, Salónica, un ejemplo de economía solidaria y cooperativa


por NOTICIASDEABAJO • 18 JUNIO, 2016
Video traducido y subtitulado al castellano por compañeros de CAS, sobre la experiencia de la fábrica recuperada de Vio Me en Salónica.

Dicha fabrica no solo supone un ejemplo para la recuperación y autogestión de otras fábricas en quiebra u ocupadas, sino que se ha convertido en un espacio de solidaridad en el que se ha creado un consultorio autogestionado de salud y sirve también de almacén para centralizar las ayudas a los refugiados.


——————— por NOTICIASDEABAJO ————————


CUATRO EXPERIENCIAS EUROPEAS DE AUTOGESTIÓN


Trabajo sin patrón en Europa
Repasamos las experiencias europeas más avanzadas en la recuperación de fábricas por parte de los trabajadores.
Alioscia Castronovo, Elisa Gigliarelli
, Integrantes del grupo de investigación sobre empresas recuperadas de Officine Zero (Roma)



La plantilla de Fralib se concentra frente a unos juzgados de Marsella. / HELENE LE CACHEUX
inforelacionada


Fábricas recuperadas en España, ¿por qué no?
La tercera edad de oro de la autogestión
Trabajadores y trabajadoras de fábricas autogestionadas se reúnen en Marsella
De Francia a Grecia, cuatro experiencias de recuperación de fábricas en Europa muestran que se puede trabajar sin patrones.
Marsella
Fralib: el elefante victorioso
Hay un elefante en Francia que se ha transformado recientemente en un símbolo de lucha.
Es el elefante que aparece en el logo de un té muy conocido en la región, producido desde hace 120 años en una fábrica, de nombre Fralib, situada en el área metropolitana de Marsella, a 20 kilómetros de la ciudad. La multinacional Unilever, dueña de la marca Thé Éléphant y también del té Lipton, decidió en septiembre de 2010 cerrar la fábrica y trasladar la producción a Polonia, en busca de mano de obra más barata.

182 trabajadores se quedaron en la calle. Pero reaccionaron rápidamente y ocuparon la fábrica. Desde allí empezaron a reivindicar, apoyados por los sindicatos, no sólo los salarios que les debían, sino también el derecho a mantener sus puestos y a autogestionar la producción. Unas medidas acompañadas de una campaña de boicot a la transnacional.

El 26 de mayo de 2014, tras más de 1.336 días de protestas y de ocupación de la fábrica, los trabajadores de Fralib obtuvieron una victoria histórica en la batalla legal contra Unilever, la cuarta empresa alimentaria más grande del mundo.
Aunque Fralib no pudo conservar la marca Éléphant, en el mes de julio los trabajadores lograron por fin retomar la producción del té y de las infusiones de hierbas. Además, consiguieron que Unilever los indemnice con 20 millones de euros por los daños causados por el cierre de la fábrica.

Con este impulso, los 60 integrantes actuales de Fralib volvieron a sus puestos de trabajo en la fábrica, esta vez bajo control obrero. Ahora no sólo trabajan sin patrón, sino que han reem­plazado los aromas químicos por productos naturales y orgánicos provenientes de cooperativas de productores locales, en el ámbito de la economía solidaria y alternativa.

“Éste es un proceso que no tiene vuelta atrás”, dice Rima, obrera de Fralib desde hace varios años. Empezó a trabajar con contratos precarios. Ahora es integrante de pleno derecho en la cooperativa. “Desde que empezamos esta lucha, nos hemos dado cuenta de que estamos en una etapa muy importante con respecto a nuestra libertad como trabajadores y ciudadanos; hemos necesitado mucha fuerza, mucha energía, pero ahora tenemos que seguir adelante, sin detenernos ni tener miedo”, concluye Rima.
Estambul
Kasova: “No es sueño, es necesidad”
La ciudad de Estambul ha vivido un año de movilizaciones multitudinarias a partir de las resistencias del movimiento en defensa del parque Gezi, de los sindicatos combativos y de muchas otras experiencias de lucha en contra del autoritarismo del Gobierno, la explotación laboral, la especulación inmobiliaria o la expropiación de los bienes comunes.
La historia de los obreros de la fábrica Kasova se ha desarrollado en este contexto, convirtiéndose en la primera fábrica recuperada en Estambul desde los años 70.
Esta experiencia ha evolucionado en profunda relación con otras experiencias, entre ellas la de la fábrica ocupada Greif, desalojada por la policía el pasado mayo, o el periódico Karsi, ocupado y autogestionado por sus trabajadores.
La Diren Kasova (Kasova Resiste) se encuentra en Osmanbey, un barrio textil con una fuerte tradición de lucha obrera, cerca de la plaza Taksim y del parque Gezi.
En los últimos seis meses de vida de esta fábrica textil, el antiguo dueño empezó a bajar los salarios, a despedir trabajadores y a reducir el volumen de producción.

Cuando en 2013 la plantilla descubrió los planes del patrón, decidió tomar la fábrica y defender las máquinas, enfrentándose y resistiendo a la presión policial, a un intento de desalojo y a varias amenazas durante las noches de toma.


Los obreros han suplido la falta de experiencia sindical con la solidaridad de los vecinos y de varios grupos políticos. “En los meses de lucha se han construido conexiones con los vecinos, que se dieron cuenta de las amenazas de desalojo y empezaron a visitar la fábrica durante la toma. Al mismo tiempo, la relación con el forum [asamblea] barrial ha ido creciendo en intensidad. Todo esto ha sido clave, desde el principio, para el éxito de la lucha”, nos cuenta Bulent, uno de los integrantes de Kasova.
“Sin salarios y sin ningún tipo de indemnización, fueron momentos muy difíciles”, dice.

La solidaridad y el apoyo popular, en particular de los forums, asambleas barriales surgidas desde el movimiento de Gezi, junto a la determinación de la plantilla de Kasova, fueron determinantes.
Actualmente, los obreros de Kasova luchan para que les devuelvan las máquinas que consiguieron llevarse antes de la quiebra definitiva de la fábrica.
La necesidad de empezar a producir para garantizar ingresos para los integrantes de la cooperativa es un tema vital, una urgencia económica, pero también política: demostrar que es ­realmente posible producir sin patrones, en el marco de la autogestión.
“Queremos empezar una campaña política para que nos reconozcan el derecho a producir sin patrón –dice Bulent–. Queremos reducir el horario de trabajo, mejorar nuestras condiciones de vida, trabajar de manera autogestionada: sabemos que no es fácil, pero queremos intentarlo. No es un sueño, es la necesidad de mantener un puesto de trabajo para sobrevivir de manera digna”.
Foto: Dominga Colonna, Cowoz, Officine Zero
Salónica


Trabajo sin patrón en Vio.Me
En Salónica, ciudad industrial del norte de Grecia, hace casi dos años que se de­sarrolla una historia que se ha convertido en referencia obligada en toda Europa.
Es la historia de una fábrica abandonada por sus dueños, enseguida olvidada por el Estado y el Gobierno, ignorada por el sindicalismo burocrático.
En esta fábrica, como en muchas otras de Grecia y el sur de Europa, los trabajadores fueron despedidos cuando la empresa entró en quiebra. En 2011, los trabajadores de Vio.Me, reunidos en asamblea general, decidieron tomar la fábrica y gestionarla ellos mismos. La fuente de inspiración fueron, una vez más, las empresas recuperadas argentinas.
“Gracias a la solidaridad pudimos recuperar lo nuestro, la dignidad de nuestras familias, y seguir con pasión y fuerza en nuestra lucha”, dice Makis, uno de los trabajadores de Vio.Me.

Al igual que en el caso de Argentina, la recuperación de esta fábrica de materiales de construcción hubiera sido imposible sin las redes de apoyo y solidaridad de ciudadanos y movimientos sociales.
Los trabajadores de esta fábrica afirman que es necesario pensar la producción en relación a las necesidades sociales. En primer lugar, en relación a las necesidades de la plantilla, no sólo las económicas, sino también pensando en la sostenibilidad del ritmo de trabajo, la seguridad, las relaciones sociales entre ellos.
La producción también debe estar pensada en relación a las necesidades de la comunidad, de los grupos de apoyo de la fábrica, de los vecinos. Y también del medio ambiente: hace más de un año, Vio.Me inició la producción de detergentes ecológicos.
La fábrica recuperada, afirman los trabajadores, es un patrimonio común, no pertenece ni a un patrón ni a los obreros, sino que es “parte de una lucha mas grande”.

El proceso de autogestión se concreta a través de prácticas cotidianas de democracia directa, basadas en la participación del conjunto de los integrantes de la cooperativa en la toma de decisiones.
“Cada día nos encontramos en la fábrica y decidimos en asamblea durante la primera hora de trabajo las actividades del día”, nos cuenta Dimitris, otro trabajador de Vio.Me, “y una vez al mes tenemos la asamblea general de todos los integrantes de la cooperativa, en la que tratamos todos los temas de gestión, producción y las cuestiones políticas en conjunto”.
Entran a trabajar a las 7h y salen a las 15h. “Estábamos acostumbrados a trabajar para otros. Ahora lo hacemos para nosotros”, dice Alexandros, otro trabajador de Vio.Me.
Dominga Colonna, Cowoz, Officine Zero
Roma y Milán


Recuperando Officine Zero y Ri-Maflow
En Italia existen muchas experiencias que consiguieron gestionar de forma diferente la producción, reinvertir las ganancias y transformarse en cooperativa.
Pero destacan dos experiencias innovadoras surgidas de las resistencias contra las políticas neoliberales: Officine Zero, en Roma, y Ri-Maflow, en Milán.
El proyecto de reconversión de Officine Zero surgió de la lucha llevada a cabo en la fábrica RSI, un taller de reparación de ferrocarriles situado en el barrio de Casalbertone, a un kilómetro de Tiburtina, la nueva estación de los trenes de alta velocidad de la capital.
La fábrica quebró en 2011 por la crisis del sector ferroviario público y por la deficiente gestión de los propietarios, que paulatinamente habían bajado la producción y despedido a buena parte de la plantilla.

El 20 de febrero de 2012, los últimos 33 obreros despedidos decidieron tomar la fábrica exigiendo el pago de sus salarios.
Durante esta lucha consiguieron un fuerte apoyo de las redes barriales, de los centros sociales ocupados y del movimiento estudiantil. La fábrica se abrió a la sociedad y empezó un proceso político asambleario llamado la “idea loca”, un proyecto de lucha y trabajo en común entre diferentes sectores laborales, a partir del apoyo a la lucha obrera contra la patronal y con el objetivo de crear un proceso de recuperación del espacio de forma colectiva y cooperativa.
El resultado de estas asambleas es el proyecto Officine Zero –“cero explotación, cero patrones y cero contaminación”–, basado en la recuperación de la fábrica y su reconversión productiva en base a diferentes proyectos laborales cooperativos.
Lo que une estas experiencias diferentes es la búsqueda de otro modelo de relaciones sociales y laborales, basados en la autogestión y la cooperación.
La construcción de una alternativa concreta se articula entre varios proyectos de la fábrica: talleres artesanales, un proyecto de reutilización y reciclaje de las máquinas que han sido recuperadas y reactivadas por los antiguos obreros de la fábrica y nuevos integrantes del proyecto y un espacio de common working.

Además, hay una ‘casa’ estudiantil autogestionada y un comedor popular. Otro proyecto surgido en la fábrica es la Camera del Lavoro Autonomo e Precario, con asistencia legal gratuita como forma de experimentación del sindicalismo metropolitano, organizado desde abajo y basado en la solidaridad, la lucha común y la conexión entre trabajadores precarios.
El mismo tema de la reutilización y el reciclaje es fundamental también en el proyecto de otra fábrica recuperada en Italia, la Ri-Maflow, de Trezzano sul Naviglio, cerca de Milán.
Esta fábrica fue tomada por los obreros para evitar el vaciado de las instalaciones y que se llevaran las máquinas.
La mayoría de los obreros despedidos participan en la cooperativa y han abierto la fábrica a la comunidad a través de la feria de segunda mano, que se ha transformado en un espacio fundamental de la economía solidaria a nivel territorial.

Nexos entre las fábricas recuperadas
En el último año, se han producido dos momentos de encuentro para construir un espacio político de conexión, debate y solidaridad entre las fábricas recuperadas europeas.
El primero se produjo en noviembre de 2013, en Roma, en el encuentro Agora99.
El segundo, en la fábrica recuperada Fralib, en enero de 2014, donde obreros de empresas recuperadas, activistas, militantes e investigadores de Europa y América Latina se reunieron para conectar experiencias y analizar los límites y los desafíos de nuevas experiencias de sindicalismo de base, imaginando la construcción concreta de redes de solidaridad para fortalecer la autogestión.
Con el nombre de Encuentro regional euro-mediterraneo de Economía de los trabajadores, se generó un espacio de debate, investigación e intercambio impulsado por el programa Facultad Abierta de la Universidad de Buenos Aires y su director Andrés Ruggeri, en donde participaron obreros, activistas, investigadores desde Europa y América Latina.
En estos días fue presentada por Darío Azzellini la página web sobre control obrero workerscontrol.net.
El próximo, encuentro internacional será en Venezuela en julio 2015.
https://www.diagonalperiodico.net/panorama/23621-trabajo-sin-patron-europa.html



¡Si, podemos! Empresas recuperadas por sus trabajadores en el hemisferio norte durante la crisis actual
Posted ondiciembre 12, 2014AuthorDario Azzellini

Desde que empezó la crisis financiera y económica en 2008 varias empresas cerradas en EEUU, Italia, Francia, Grecia, Turquía y Egipto han sido ocupadas por sus trabajadores y trabajadoras. Comunes en America Latina, las recuperaciones de empresas constituyen una novedad en los países del hemisferio norte, donde no habían ocurrido durante los últimos 40 años – más allá de casos excepcionales y aislados.
En el siguiente artículo primero se establecen unos criterios para diferenciar entre empresas recuperadas por sus trabajadores y trabajadoras por un lado y por el otro cooperativas tradicionales y/o llamados workers’ buy-outs, empresas adquiridas por sus trabajadores en el curso de la crisis. Luego se describen y analizan varias recuperaciones en los países mencionados y se establecen características comunes y diferencias entre ellas.

Durante la crisis económica y financiera que empezó en 2008 hubo tomas de fábricas en varios países del hemisferio norte, especialmente en Francia, Italia, Turquia y España, aunque también en Suiza, Alemania, EEUU y Canadá.
En la mayoría de los casos la toma por parte de los trabajadores fue una estrategia de lucha y no un paso hacia el control obrero.
En los casos con mejor organización obrera los trabajadores lograron el cumplimiento de sus demandas en otros casos las ocupaciones, que habían surgido espontáneamente como consecuencia de la indignación de los trabajadores frente al cierre de su empresa o frente a despidos masivos, las luchas se desmoronaron sin resultado concreto.
Por primera vez en décadas, sin embargo, varias luchas fueron llevadas a cabo con la perspectiva de producir bajo control obrero, algo que no estaba ni en el imaginario de trabajadores ni de investigadores del hemisferio norte.
Desde 2008 trabajadores han recuperado empresas en los EEUU, Francia, Italia, Grecia, Turquía, Túnez y Egipto.
En este artículo se describirán y analizarán algunas fábricas recuperadas en EEUU, Italia, Francia, Grecia, Turquía y Egipto enfocando en características comunes y diferencias.
En América Latina las tomas de empresas por sus trabajadores y trabajadoras han acompañado las crisis económicas desde los 1990s, recibiendo un fuerte impulso con las tomas en Argentina en consecuencia a la crisis 1999-2002.
A principios de 2014 había 311 empresas recuperadas por sus trabajadores y trabajadoras (ERT) en Argentina, docenas de ERT existen en Brasil, Uruguay y Venezuela, y en menor medida se encuentran ERT también en casi todo el resto del continente (Ness/Azzellini, 2011; Rebón, 2004; 2006; Ruggeri, 2010; Sitrin, 2006; 2013). La crisis desde el 2008 ha llevado a que las tomas de empresas vayan aumentando otra vez. En Argentina surgieron 63 recuperaciones nuevas desde marzo 2010, de las cuales 41 corresponden a 2012 y 2013.[1]
En Europa o EEUU, sin embargo, tomas de empresas para ponerlas a producir otra vez es algo que más allá de casos aislados no había ocurrido por lo menos desde los años 1970s.
Algunas de estas luchas han recibido alguna atención internacional, como es el caso de Vio.Me en Salónica, Grecia, que empezó con una nueva producción bajo control obrero en Febrero de 2013, o Republic Windows and Doors de Chicago, EEUU, que reanudó su producción en abril de 2013.
Otras como la empacadora de té Fralib en Gémenos, Francia, recibió por lo menos algo de interés nacional. La mayoría de los casos, sin embargo, son muy poco conocidos, como lo son la fábrica de helados y yogurt ex-Pilpa en Francia, Officine Zero en Roma y Ri-Maflow en Milán (Italia), Kazova Tekstil en Estambul (Turquía) o en Egipto, la planta de acero Kouta, y Cleopatra Ceramics con una planta en la misma ciudad y otra planta en Ain Sukhna.
Es probable que haya aún más luchas por el control obrero y recuperaciones de fábricas las cuales no llegan a ser conocidas de manera más amplia.
Para todos los trabajadores y las trabajadoras de estas empresas recuperadas las experiencias latinoamericanas, y especialmente la experiencia Argentina, son muy inspiradoras.[2] Ri-Maflow en Milán adoptó la consigna “ocupar-resistir-producir” (Malabarba 2013, 146). Republic Windows and Doors en Chicago y Vio.Me en Salónica han tenido visitas de trabajadores de empresas recuperadas Argentina antes de que re empezaran a producir o incluso antes que se decidieran a poner la impresa bajo control obrero. Y hasta el encuentro europeo de “La economía de los trabajadores”, que se dio en la empresa recuperada Fralib, cerca de Marsella, a principios de 2014, es debido en gran parte a “ayuda al desarrollo” desde Argentina.[3]
Todas las tomas y recuperaciones de empresas surgen de situaciones defensivas y no, como en otros momentos históricos y contextos a partir de una posición de fuerza.
Sin embargo, esto ha sido el caso de todas las recuperaciones desde el ataque neoliberal a los trabajadores a principios de los 1980’s, con muy pocas excepciones, como las recientes luchas por el control obrero en Venezuela.
Como consecuencia de la crisis, las ocupaciones y recuperaciones son llevadas a cabo por trabajadores y trabajadoras como reacción al cierre de su planta o empresa, o el traslado de la producción a otro país. Los trabajadores defienden sus puestos de trabajo debido a que las perspectivas de encontrar otro trabajo son malas o nulas.
En esta situación defensiva, los trabajadores no resigna y no se limitan a protestar: toman la iniciativa y se convierten en protagonistas. En su lucha y en el lugar de trabajo construyen relaciones sociales horizontales, adoptan mecanismos de democracia directa y toma de decisiones colectivas. Muchas veces las empresas recuperadas tienen que reinventarse a sí mismas. También construyen vínculos con comunidades cercanas y con otros movimientos.
Es importante reconocer la diversidad de situaciones, contextos y modalidades de recuperaciones de empresas por sus trabajadores. Sin embargo, es necesario establecer algunos criterios básicos en respecto a las empresas recuperadas.
Las características descritas hasta ahora de hecho no son necesariamente válidas para todas las recuperaciones de empresas. No todas las empresas deben cumplir con todos los criterios para ser subsumidas a las ERT en cuestión.
Aunque es fundamental entender las recuperaciones no como un acto meramente económico-productivo si no como una operación socio-política, de otra manera perdemos el nexo con la capacidad generadora de alternativas a la miseria capitalista de las empresas recuperadas.
Algunos autores, seguramente llenos de buenas intenciones, calculan que hay unas 150 ERT en Europa (Troisi 2013).
Una mirada más detallada nos muestra que muy pocas de esas 150 empresas pueden ser realmente consideradas empresas “recuperadas” y bajo control obrero.
El conteo incluye las empresas que han sido adquiridas por sus trabajadores y empleados.
La mayoría de estas, en el mejor caso, ha adoptado la estructura de cooperativas tradicionales. Muchas, si no es la mayoría, tienen jerarquías internas y cuotas de propiedad individual. En peor de los casos podemos hasta encontrar distribución desigual correspondiente a la jerarquía social en la empresa (y con eso al poder económico, con empleados de oficina y dirigentes teniendo cuotas mayores de propiedad) o hasta socios e inversionistas externos[4] (a título individual y otras empresas).
Calificar estas empresas como empresas recuperadas reduce el concepto de recuperación a la continuidad de existencia de una compañía originalmente destinada a ser cerrada, cambiando sólo el número de propietarios (de uno a muchos), de los cuales algunos o muchos trabajan en la empresa. Aunque esas empresas hayan logrado mantener puestos de trabajo, sin embargo no parece apropiado el término “recuperada” ya que no avanzan una perspectiva diferente de cómo organizar la producción y la sociedad.
Hay cooperativas y cooperativas
Las empresas recuperadas por sus trabajadores en el mundo suelen tener la forma legal de cooperativas. Eso es debido a que la forma legal de cooperativa es la única forma legal para registrar oficialmente a una empresa de propiedad colectiva y con administración colectiva.
Sin embargo, hay que diferenciar claramente entre cooperativismo común y las empresas recuperadas. Aunque en la mayoría de los casos es sin duda más agradable trabajar en una cooperativa (sin jefe, sin jerarquías rígidas y con mayor autodeterminación) que en una empresa común, eso no debe hacernos omitir las contradicciones y problemáticas del cooperativismo.
El cooperativismo raras veces cuestiona la propiedad privada de los medios de producción.
Más bien es la propiedad que suele ser el origen del derecho a participar en la toma de decisiones y en la repartición de beneficios. Esa noción y su lógica forman también parte del fundamento del capitalismo.
Así que se puede afirmar que las cooperativas pueden significar un avance en la democratización de la propiedad de los medios de producción en el marco de la economía capitalista, sin embargo, no representan automáticamente una alternativa al capitalismo.
Operar en una economía capitalista sin seguir sus reglas es extremamente difícil.
El capitalismo es una vorágine. Si todas las cooperativas fundadas en el curso de los últimos 100 años siguieran siendo cooperativas, solidarias y controladas por los trabajadores y las trabajadoras, ya formarían una parte importante de la economía. Sin embargo, no lo hacen.
La mayoría de las cooperativas ven sus ideales desvaneciendo con la edad de sus miembros que va avanzando. La mayoría de las cooperativas que empezaron con buenas intenciones y grandes ideales – si han logrado sobrevivir en un ambiente hostil – han hecho más y más concesiones ideológicas y materiales. En muchos casos cuando llegan a cierto tamaño muchas cooperativas son adquiridas por inversionistas o corporaciones, o adaptan ellas mismas esas lógicas. Como ya Rosa Luxemburgo afirmó:
“Las cooperativas, sobre todo las de producción, constituyen una forma híbrida en el seno del capitalismo. Se las puede describir como pequeñas unidades de producción socializada dentro del intercambio capitalista.
Pero en la economía capitalista el intercambio domina la producción (es decir, la producción depende, en gran medida, de las posibilidades del mercado). Como fruto de la competencia, la dominación total del proceso de producción por los intereses del capitalismo –es decir, la explotación inmisericorde– se convierte en factor de supervivencia para cada empresa. La dominación por el capital del proceso de producción se expresa de varias maneras.
El trabajo se intensifica. La jornada laboral se acorta o alarga según la situación del mercado. Y, según los requerimientos del mercado, la mano de obra es empleada o arrojada de nuevo a la calle. Dicho de otra manera, se utilizan todos los métodos que le permiten a la empresa hacer frente a sus competidoras en el mercado.
Los obreros que forman una cooperativa de producción se ven así en la necesidad de gobernarse con el máximo absolutismo. Se ven obligados a asumir ellos mismos el rol del empresario capitalista, contradicción responsable del fracaso de las cooperativas de producción que se convierten en empresas puramente capitalistas, siguen predominando los intereses obreros, terminan por disolverse.” (Luxemburgo 1900)
El hecho que la mayoría de las cooperativas operen en el marco de la economía capitalista y compitan en el Mercado capitalista siguiendo la lógica de aumentar la plusvalía tiene repercusiones profundas para las empresas y los modelos de gestión y producción que estas adopten. Muchas cooperativas tienen empleados que no son integrantes de las mismas.
Además se encuentran diferencias en los sueldos, las cuales, aunque no sean tan grandes como en empresas privadas comunes, llegan a que el salario de un alto cargo administrativo sea varias veces el sueldo de un trabajador común. Además, aunque muchas cooperativas sean propiedad de sus trabajadores, gran parte de ellas no es administrada por sus trabajadores. Eso es especialmente el caso de cooperativas mayores.
Debido que en la mayoría de las áreas económicas es imposible competir con las empresas capitalistas y producir y vender más que ellas a menor costo. Es sector económico, cooperativista y solidario crecerá siempre más lento que el sector privado, que sigue estrictamente las reglas del capitalismo.
Eso sucede hasta bajo condiciones favorables como en Venezuela durante los últimos 15 años. Sin una noción de propiedad común o “propiedad social” la solidaridad entre cooperativas se hace más difícil.
Cada cooperativa tiende a verse a sí misma como empresa compitiendo con las demás empresas, desconectada de las otras cooperativas, sin ni apoyarlas, ni ser apoyada por ellas.
Lo que ha sido denominado “espíritu empresarial” (en fin conciencia empresarial) desplazará el compromiso de construir una economía controlada por trabajadores y comunidades.
El famoso ejemplo de la red cooperativa de Mondragón (Mondragón Corporación Cooperativa, MCC) en el País Vasco, a menudo elogiado como cooperativismo más avanzado, evidencia las tendencias descritas consecuencia de la presión capitalista. MCC es propiedad de los trabajadores, pero no es administrada por sus trabajadores.
Para sobrevivir en mercados altamente competitivos MCC ha externalizado parte de su producción a otros países de Europa, África, Asia y América Latina. En 2014 tenía 105 plantas de producción en diferentes países, entre ellos Brasil, Chile, Colombia, México, Marruecos, Turquía, Tailandia, Taiwán, India, Rumania, Eslovaquia, Polonia, República Checa, China (¡15!), Vietnam, varios países de Europa occidental, Australia y los EE.UU., ninguna de las cuales es propiedad de los trabajadores y mucho menos administrada por ellos.
El segmento industrial de MCC’s reportó ventas récord para el 2012, superando hasta los niveles de venta anteriores a la crisis, y abrió once nuevos establecimientos productivos internacionales.[5] No obstante esos logros una de las empresas mayores de MCC, Fagor Electrodomésticos, declare bancarrota en Octubre de 2013, después de que el Consejo General del Grupo Mondragón decidió no salvar la empresa altamente endeudada debido a las pérdidas durante la crisis y mala administración financiera.
En la planta en el País Vasco 5.600 trabajadores y trabajadoras pierden su trabajo. Más puestos de trabajo están a riesgo en las más de 50 empresas vascas proveedoras de Fagor Electrodomésticos. En Noviembre de 2013 algunos centenares de trabajadores y trabajadoras ocuparon la planta central. Una de sus demandas que el cierre no penalice a inversionistas individuales, que son en gran parte trabajadores que invirtieron sus ahorros. MCC ha sido fuertemente criticada por su decisión, que no parece muy diferente de lo que cualquier compañía privada común y corriente hubiera hecho.[6]
El hecho que empresas recuperadas contemporáneas controladas por sus trabajadores y trabajadoras tengan casi siempre la forma legal de cooperativa es debido a que la cooperativa es la única forma legal existente que permite la propiedad y administración colectiva de empresas. Por lo común, sin embargo, las ERT son de propiedad colectiva sin ninguna opción de propiedad individual; todos los trabajadores tienen la igual propiedad y voz.
El cuestionamiento implícito de la propiedad privada d los medios de producción es una característica importante y distintiva de las ERT. Proponen una alternativa al capitalismo basada esencialmente en la idea de formas de propiedad colectiva o propiedad social.
Los medios de producción no son considerados de propiedad privada (perteneciendo a individuos o grupos de accionistas), sino propiedad social o “propiedad común”, administrada directamente y democráticamente por los más afectados por ellos.
Bajo diferentes circunstancias eso – además de los trabajadores – puede incluir una participación de comunidades, otros centros de trabajo, o hasta algunas instancias del estado (por ejemplo en países como Venezuela o Cuba).
Que trabajadores controlen el proceso de producción y sean centrales en la toma de decisiones suele transformarlos en agentes políticos y sociales, más allá del proceso de producción y de la empresa (Malabarba 2013, 147).
Gigi Malabarba afirma correctamente que:
“Es esencial que las formas de autogestión cooperativa sean colocadas estrictamente en un marco de una dinámica de conflicto, en sintonía con el conjunto de las luchas sociales, a partir de las luchas del trabajo junto a los militantes sindicales combativos: No se puede aislar esta lucha, no podemos dejar de pensar de ser parte de un frente de clase más complejo.
¿Cómo podríamos arrancar solos una ley que permita seriamente expropiar las áreas ocupadas para su uso social? Resumiendo, ¿cómo podemos construir relaciones sociales y políticas de fuerza para contrastar la dictadura del capital y arrancar algún resultado?
Sólo de esta manera las cooperativas auto-gestionadas y las esferas económicas fondadas en la solidaridad pueden tener un efecto de cohesión para los trabajadores y jugar el papel de prefigurar el fin de la explotación del trabajo por el capital, evidenciando las contradicciones del sistema, sobretodo en un período de profunda crisis estructural como actualmente.” (Malabarba 2013, 148)
Todos los ejemplos que siguen de empresas recuperadas durante la crisis desde el 2008 corresponden a esas modalidades.
Los trabajadores y las trabajadoras de estas empresas recuperadas se reconocen también uno en el otro y se ven como parte de un movimiento más amplio. Makis Anagnostou, vocero del sindicato de los trabajadores de Vio.Me (Salónica, Grecia) ratifica:
“Hemos tenido muchos contactos con movimientos internacionales. Activistas de todo el mundo han venido a la fábrica a ver como trabajamos. Trabajadores de empresas recuperadas en Argentina y de otros países han venido a compartir su experiencia.
Nosotros tomamos esas experiencias y las adaptamos a nuestro propio contexto. Hemos participado en encuentros internacionales de empresas y sentimos que somos parte de un movimiento internacional. Desde el comienzo quisimos que fuese una lucha internacional ya que no creemos que una fábrica o un país pueda hacer la gran diferencia.”
Los trabajadores de la planta de acero Kouta en Egipto enviaron un comunicado de solidaridad a los trabajadores de Vio.Me cuando escucharon de la toma de la fábrica (Kouta Steel Factory Workers 2013).
En abril y mayo de 2014 los trabajadores de Vio.Me, Officine Zero y Ri-Maflow participaron en la campaña internacional de solidaridad con el Hotel Bauen en Argentina, empresa recuperada por sus trabajadores y trabajadores desde hace más de 10 años.
Empresas recuperadas en Francia
En el trascurso de la crisis actual hay dos casos de ERT en Francia, conocidos por sus arduas luchas. Una es la Fábrica de Helados Pilpa y la otra la productora de té e infusiones en bolsas Fralib. Las dos han sido cerradas por grandes multinacionales propietarias para reubicar la producción en otros países.
Pilpa – La Fabrique du Sud
Pilpa es una compañía productora de helados con 40 años de historia situada en Carcasona, cerca de Narbona, en el sur de Francia.
Pilpa solía pertenecer a la gran cooperativa agrícola 3A, que colocaba sus helados de diferentes marcas famosas en Francia en la cadena de supermercados Carrefour.
Debido a dificultades financieras 3A vendió Pilpa en septiembre de 2011 a la empresa de helados y productos de leche R&R (número dos en venta de helados en Europa, en ese momento pertenecía al fondo de inversiones Oaktree Capital Management de EE.UU.).
En julio de 2012 R&R anunció que Pilpa cerraría y la producción sería trasladada, dejando 113 trabajadores y trabajadoras sin trabajo. R&R sólo adquirió Pilpa para poseer sus marcas establecidas en Francia y las redes de distribución a través de Carrefour para agregarle valor a R&R (que de hecho es vendida en abril de 2013).
Los trabajadores resistieron, ocuparon la fábrica y comenzaron a organizar un movimiento de solidaridad. Su objetivo era salvar el lugar de producción (Borrits 2014).
Los trabajadores montaron guardias las 24 horas para impedir que los propietarios desmantelen la empresa y se lleven las maquinarias. En diciembre de 2012 los trabajadores consiguieron una decisión judicial que declaró el plan social de R&R para los trabajadores y las indemnizaciones propuestas “no adecuados”. Mientras R&R elaboró una nueva propuesta, 27 trabajadores trabajaron en un plan para transformar la ex-Pilpa en una cooperativa de propiedad de los trabajadores y bajo control obrero con el nombre “Fabrique du Sud”.
En mayo de 2013 el nuevo dueño de R & R aceptó pagar a todos los trabajadores entre 14 y 37 mensualidades y € 6.000 para capacitación laboral.
Además se comprometió pagar a la cooperativa más de € 1 millón en asistencia financiera y técnica para capacitación laboral y análisis del mercado, entregando también la maquinaria para una línea de producción. En cambió la Fabrique du Sud aceptó no operar en el mismo mercado. La municipalidad de Carcassone decidió comprar el terreno en el cual se encuentra la fábrica (Borrits 2014). Rachid Ait Ouaki, ex trabajador de Pilpa y hoy parte de la Fabrique du Sud, aclara que para ellos no fue un problema aceptar de no operar en el mismo mercado:
“Nosotros vamos a producir helados y yogur, eco-sustentable y de mejor calidad.
Utilizaremos sólo ingredientes regionales – a partir de leche hasta la fruta – y también distribuiremos nuestra producción a nivel local.
Al mismo tiempo, vamos a mantener los precios bajos para los consumidores. No vamos a estar produciendo 23 millones de litros al año como lo hizo Pilpa. La Fabrique du Sud producirá unos 2-3 millones de litros que podemos distribuir a nivel local.
También contamos con sólo 21 de los trabajadores originales que se unieron a la cooperativa, ya que tenemos que poner más dinero en ella, incluyendo que pedimos nuestros beneficios de desempleo a través de un programa para la creación de empresas, y no todo el mundo quería correr ese riesgo”.
Como en otros casos la cooperativa es la forma legal que la empresa bajo control obrero ha tenido que asumir. Las decisiones, sin embargo, son tomadas entre todos los trabajadores y trabajadoras y las ganancias de la producción que empezó en abril 2014 serán repartidas en partes iguales.
Fralib – la marca con el elefante
Fralib es una fábrica que frutas y hierbas para la producción de té en bolsas en Gémenos, cerca de Marsella. La planta producía el té que se vende bajo la famosa marca Thé Eléphant creada hace 120 años y té Lipton.
En septiembre de 2010 la transnacional de alimentos Unilever, propietaria de Lipton, decidió cerrar la planta en Francia y trasladar la producción a Polonia. Los trabajadores respondieron ocupando la fábrica y lanzando una campaña de boicot contra Unilever.
El sindicato Confederación General del Trabajo (CGT), anteriormente cercano al Partido Comunista, apoyó a los trabajadores de Fralib. “La lucha en la Fralib empezó el 28 de Septiembre de 2010. En 2010 había 182 trabajadores. Hoy en la lucha somos 76,” comenta Gérard Cazorla[7], mecánico y secretario de la CGT en Fralib.
Los trabajadores quieren reiniciar la producción en la fábrica bajo control obrero y quedarse con la marca del elefante, alegando que es patrimonio cultural regional.
Los trabajadores quieren producir tés orgánicos de hierbas, principalmente tila, basándose en producción regional. Al igual que en la mayoría de los otros casos de ERT la lucha auto-organizada de los trabajadores y trabajadoras de Fralib tiene tres pilares: el proyecto productivo, la protesta pública y la construcción de una campaña de solidaridad, y la lucha legal en contra de Unilever.
“Hacemos una producción militante para hacer conocer nuestra lucha y poder tener dinero para la campaña de solidaridad. Hemos pasado mucho tiempo sin sueldo y tenemos que vivir.
Ha sido la solidaridad que nos ha permitido vivir todo este tiempo.
Me parece que es importante hacer conocer nuestra lucha en Francia, en Europa y en el mundo, y nuestra producción nos ayuda en eso. Nuestra producción antes era de té – decimos – industrial, ahora producimos tila orgánica. Con eso mostramos también que las maquinas funcionan y que nosotros somos capaces de hacer funcionar la empresa. Eso es importante para que la población vea que la Fralib puede funcionar sin patrón y sin Unilever.”[8]
El 31 de enero y 01 de febrero 2014 Fralib albergó el primer encuentro europeo de “La Economía de los Trabajadores”. Más de 200 trabajadores de cinco fábricas europeas bajo control obrero, investigadores y solidarios participaron en el encuentro inspirado por y directamente vinculado a la conferencia mundial “La Economía de los Trabajadores”, que es organizada cada dos años y tuvo su tercera edición en Brasil en el año 2013. Investigadores de Argentina, México y Brasil también participaron Marsella, al igual que a un trabajador de la fábrica textil argentina Pigüé. Para celebrar el encuentro y con un guiño al movimiento argentino de ERT, Fralib sacó una producción de yerba mate.
Los trabajadores y trabajadoras de Fralib lograron órdenes judiciales revocando los procedimientos de cierre y los planes sociales propuestos por Unilever varias veces.
Fralib no fue cerrada oficialmente hasta septiembre de 2012.
En marzo de 2013, Unilever dejó de pagar los salarios de los trabajadores a pesar de un fallo judicial que obliga Unilever a seguir pagándolos.
En septiembre de 2013, la Municipalidad Urbana de Marsella Provence Métropole compró el terreno en el cual se encuentra la fábrica pagando € 5.3 millones y pagó un euro simbólico para las máquinas con el fin de apoyar los esfuerzos de los trabajadores.
Los trabajadores saben que esto no es suficiente para reanudar la producción y siguen con su lucha, como explica Cazorla:
“En enero 2014 el plan social de Unilever fue revocado por tercera vez por un tribunal. Ahora estamos discutiendo con los directivos de Unilever, mientras construimos nuestro proyecto.
Necesitamos los derechos de la marca, capital para comprar la materia prima y la capacidad de vender nuestros productos o no vamos a ser capaces de producir y pagar 76 trabajadores.
Queremos que el dinero lo pague Unilever como compensación por habernos despedidos.”[9]
Italia: Officine Zero y Ri-Maflow
En Italia durante los últimos años unas 30-40 pequeñas y medianas empresas en quiebra han sido adquiridas por sus trabajadores y se han convertido en cooperativas.
Aunque han sido comparadas en los medios con los casos en Argentina (Blicero 2013; Occorsio 2013), muchas no están bajo control obrero pleno y colectivo y tampoco apuntan a una alternativa al sistema capitalista.
Las cooperativas trabajan con una estructura interna jerárquica y el cambio del número de propietarios no cambia la forma de funcionamiento.
Algunas incluso tienen sólo una minoría de las acciones en manos de los trabajadores, mientras que la mayoría está controlada por inversionistas externos y el personal directivo.
Dos casos recientes, Officine Zero en Roma y Ri-Maflow en Milán, son diferentes y totalmente comparables a muchos casos latinoamericanos de ERT.
Officine Zero
Officine Zero, ex RSI (Rail Service Italia) y anteriormente Wagons-Lits (de Francia), se dedicaba al mantenimiento y reparación de coches-cama.
Cuando en diciembre de 2011 los servicios de trenes italianos decidieron parar el servicio de tren nocturno e invertir en los trenes de vía rápida, RSI fue cerrada.
La fuerza de trabajo en ese momento estaba formada por 33 trabajadores metalúrgicos y 26 trabajadores de las áreas de transporte y administración. Todos empezaron a recibir un subsidio especial de desempleo por el cierre abrupto de su empresa. Pero no todos aceptaron el cierre. 20 trabajadores asumieron la lucha. Emiliano Angèle, que había trabajado desde 2001 como mecánico de trenes para la empresa y fue el líder del sindicato, explica:
“En febrero de 2012 nos dimos cuenta que ya no había nada que hacer, no teníamos trenes en producción o para reparar, y entonces nos encerramos en la empresa como primer protesta.
Eso en fin no sirvió para nada ya que no teníamos trabajo que hacer. Intentamos otras respuestas… las manifestaciones tradicionales, contactos con la política, con el sindicato… todo eso no nos llevó de regreso a trabajar.
Al lado de nuestros talleres hay un centro social ocupado. Ellos nos vieron protestar y nos ofrecieron su apoyo para nuestra lucha. Al principio nos apoyaron en nuestra lucha para trabajar otra vez con coches-cama.
Después d un tiempo nos preguntaron si los talleres no se podrían usar para hacer otra cosa.
Nosotros no teníamos idea como, sin embargo, ellos nos presentaron una idea alternativa basada en las experiencias argentinas, donde las maquinas o estructuras han sido usadas para producir o trabajar algo diferente que antes.
Entonces en Septiembre del 2012 empezamos a trabajar otra vez. Tenemos maquinaria de carpintería, tapizado, soldadura y más.
Con una soldadora no tienes que saldar necesariamente un tren, puedes saldar cualquier cosa… por ejemplo, el tapizador que antes trabajaba el interior de trenes, ahora está tapizando el interior de un barco. Así es que nos pusimos otra vez a trabajar.”[10]
Junto a los activistas del centro social “Strike”, los trabajadores y trabajadoras formaron un “laboratorio en reconversión” y organizaron asambleas públicas atendidas por cientos de personas. Allí nace la “idea loca” de Officine Zero.
Trabajadores precarios e independientes, artesanos, profesionales y estudiantes se unieron a la ocupación. El 2 de junio de 2013, Officine Zero fue constituida oficialmente como fábrica “eco-social” y se presentó al público con una conferencia y una manifestación.
Officine Cero significa Talleres Cero: “cero jefes, cero explotación, cero contaminación”, como dice la nueva consigna de la empresa.
El nombre también señala que tenían que encontrar un nuevo punto de partida. Los ex trabajadores de RSI se dedican principalmente al reciclaje de electrodomésticos, computadoras y muebles. La mezcla entre formas de trabajo nuevas y viejas, juntando diferentes situaciones de trabajo precario, tratando de superar el aislamiento y la individualización es una idea central del proyecto, como Emiliano Angèle explica:
“Hemos transformado las oficinas administrativas de la empresa en una área de trabajo compartida, donde hay arquitectos, trabajadores de la comunicación, video-productores etc. Entonces hay todas esas realidades diferentes que colaboran entre ellas.
Yo, por ejemplo, antes era mecánico, ahora tal vez ayudo a mi colega a tapizar el barco, y puedo acceder también a esas nuevas formas de trabajo y así lo hacen los demás en la empresa. En el comedor de la empresa hemos abierto un puesto de comida para nosotros en la empresa y para externos.
Este es el nuevo proyecto que nosotros llamamos Officine Zero. Así que es un proyecto que no sólo mira a recuperar los puestos de trabajo para los internos, también abre el espacio a otros trabajadores y otras formas de trabajo.”[11]
En la ex casa del director de empresa, que se encuentra en el mismo terreno, hay trabajos en curso para remodelarla y transformarla en una casa de estudiantes (Mastrandrea 2013).
Los trabajadores también se están preparando para dar talleres de reciclaje de equipos electrónicos y energías renovables (Blicero 2013).
De Maflow a Ri-Maflow
La planta Maflow en Trezzano sul Naviglio, periferia industrial de Milán, fue parte de la transnacional italiana productora de partes de automóviles Maflow, que en la década de 1990 avanzó a ser una de los fabricantes más importantes de tubos de aire acondicionado en todo el mundo con 23 centros de producción en diferentes países.
Lejos de sufrir las consecuencias de la crisis y con suficientes clientes para mantener todas las plantas en producción, Maflow en 2009 fue puesta por los tribunales bajo administración forzada por manipulación fraudulenta de las finanzas y quiebra fraudulenta.
Los 330 trabajadores de la planta de Milán, principal centro de producción de Maflow, comenzaron una lucha para reabrir la planta y mantener sus puestos de trabajo. En el curso de la lucha ocuparon la planta y realizaron espectaculares protestas en sus techos.
Debido a su lucha consiguieron que la Maflow se vendiera sólo como empresa completa incluyendo la planta principal en Milán. En octubre de 2010 el grupo Maflow fue vendido al grupo inversionista polaco Boryszew. El nuevo propietario redujo la nómina a 80 trabajadores. 250 trabajadores pasaron a un fondo de desempleo especial.[12]
Pero aun así, el nuevo propietario nunca reanudó la producción y después de los dos años durante los cuales la ley prohíbe el cierre de una empresa adquirida en estas circunstancias, en diciembre de 2012 el grupo Boryszew cerró la planta Maflow en Milán.
Antes de cerrar los nuevos propietarios sacaron gran parte de la maquinaria (Blicero 2013, Occorso 2013 y Massimo Lettiere).[13]
Un grupo de trabajadores desempleados había seguido en contacto y no estaba dispuesto a darse por vencido. Massimo Lettiere, ex trabajador y delegado sindical Maflow del sindicato de base de izquierdista y radical Confederazione Unitaria di Base (CUB) explica:
“Habíamos ido organizando asambleas desde que el grupo Boryszew compró todo.
En algunas de las asambleas hablamos de la posibilidad de tomar la panta y desarrollar algún trabajo en ella. No sabíamos exactamente que trabajo podríamos hacer, pero entendimos que después de tanto tiempo en el fondo especial el próximo paso sería el desempleo.
Así que no tuvimos opción y había que intentarlo. En 2012 hicimos algunos estudios de mercado y decidimos de montar una cooperativa para reciclar computadoras, maquinas industriales y electro-domésticos.”[14]
Cuando la planta fue cerrada en diciembre de 2012, los trabajadores ocuparon la plaza frente a su antigua fábrica y en febrero de 2013 entraron y ocuparon la planta, junto a trabajadores precarios y algunos ex trabajadores de una fábrica cercana cerrada por quiebra fraudulenta:
“Estar quietos y esperar que alguien te de una mano no tiene sentido. Tenemos que apropiarnos de los bienes que otros han abandonado. Yo soy desempleado. No puedo invertir dinero para empezar una actividad.
Pero puedo tomar un galpón (son 30.000 m² en total) que ha sido abandonado y montar una actividad. Así que nuestra primera inversión real para el proyecto es la actividad y la acción política. Hemos tomado una decisión política. Y de allí empezamos a trabajar.”[15]
La cooperativa Ri-Maflow fue constituida oficialmente en marzo de 2013. Mientras tanto, el edificio de la fábrica pasó al banco UniCredito. Después de la ocupación UniCredito acordó no solicitar el desalojo. Los 20 trabajadores y trabajadoras que trabajan en Ri-Maflow han tenido que reinventarse completamente a sí mismos y a la fábrica, tal como describe Lettiere:
“Construimos una red más extendida. La cooperativa Ri-Maflow tiene el objetivo de desarrollar el reciclaje de aparatos electrónicos como actividad económica. Para juntar fondos hemos construido la asociación “Occupy Ri-Maflow”, la cual organiza los espacios en la fábrica y las actividades. En uno de los cuatro galpones tenemos un mercado de cosas usadas.
Hemos abierto un bar, organizamos conciertos y teatro… tenemos un área de oficinas donde hemos arrendado algunas oficinas. Con todas estas actividades hemos empezado a tener algo de salario y hemos podido comprar un camión y un montacargas. Hemos rehecho todo el sistema eléctrico, y nos pagamos €300-€400 al mes. No es mucho, sin embargo junto a los €800[16] de pago d desempleo de €800 llegas a €1100, casi un salario normal…
En 2014 queremos trabajar más con la cooperativa. Tenemos dos proyectos que ya encaminamos y los dos están conectados con cuestiones de ecología y sustentabilidad.
Hemos construido alianzas con productores agrícolas orgánicos locales, formado un grupo de compra solidaria, hemos contactados las cooperativas de Rosarno, Calabria, Sur e Italia. Son cooperativas que pagan sueldos justo.
Hace tres o cuatro años los trabajadores migrantes que recogen la fruta se rebelaron en contra de la esclavitud, la explotación por los patrones.
Nosotros compramos naranjas de esas cooperativas y las vendemos, y también hacemos licor de limón y de naranja que vendemos.
También estamos conectados con “ingenieros sin fronteras”, que trabajan en el Politécnico para desarrollar un gran proyecto de reciclaje. Hasta conseguir todos los permisos necesarios para hacer eso pueden pasar años. Hemos escogido esas actividades por motivos ecológicos, reducción de desechos, y más, y ya hemos empezado a reciclar computadoras, que es fácil, pero queremos hacerlo a gran escala.”[17]
Las computadoras y los electrodomésticos reciclados son vendidos por los trabajadores en el mercado. El bar-cafetería abre todos los días en horas de trabajo y es visitado por otros trabajadores de la zona. El interior del bar-cafetería viene de un hospital en la ciudad de Monza, a unos 30km. El hospital quería privatizar su cafetería, las trabajadoras lucharon en contra de la privatización y ganaron. La cafetería fue renovada y la cafetería vieja ha sido reciclada por Ri-Maflow, que había apoyado a las trabajadoras de Monza en su lucha.
Lo que para un economista tradicional puede parecer un mosaico de actividades es en realidad una transformación socialmente y ecológicamente útil de la fábrica, con un enfoque complejo basado principalmente en tres pilares:
“a) solidaridad, igualdad y auto-organización entre todos y todas los asociados; b) relación de conflictualidad con las contrapartes públicas y privadas; c) participación y promoción de luchas generales por el trabajo, el sueldo y los derechos” (Malabarba 2013, 143).
Grecia: Vio.Me de productos químicos para la construcción a jabones orgánicos
Vio.Me en Salónica solía producir pegamento industrial, aislante y otros materiales químicos de construcción. Desde el 2010 los trabajadores accedieron a dejar de trabajar cada cuatro a seis semanas por un tiempo sin cobrar.
A continuación, los propietarios redujeron los salarios de los trabajadores, asegurando que eso iba a ser sólo una medida temporal y que pronto pagarían los salarios caídos.
El principal argumento de los propietarios era que las ganancias habían caído un 15 a 20 por ciento. Cuando los propietarios no mantuvieron su promesa de pagar los salarios atrasados, los trabajadores se declararon en huelga exigiendo el pago.
Como respuesta a su lucha los propietarios en mayo de 2011 simplemente abandonaron la fábrica, dejando atrás 70 trabajadores no remunerados. Más tarde, los trabajadores se enteraron de que la empresa seguía obteniendo beneficios y las “perdidas” se debían a un préstamo que Vio.Me concedió a la empresa matriz Philkeram Johnson.
En julio de 2011 los trabajadores decidieron ocupar la planta y tomar su futuro en sus propias manos. Como Makis Anagnostou, trabajador de Vio.Me, explica:
“Cuando la fábrica fue abandonada por los propietarios primero intentamos negociar con los políticos y la burocracia sindical. Pero comprendimos rápidamente que lo único que estábamos haciendo era perder nuestro tiempo y frenar la lucha.
Fue un momento difícil; la crisis estaba mostrando efectos repentinos e intensos.
La tasa de suicidios entre los trabajadores en Grecia aumentó mucho y estábamos preocupados de que algunos de nuestros compañeros de trabajo podría suicidarse.
Por lo tanto decidimos abrir nuestro conflicto laboral a la sociedad en su conjunto y el pueblo se convirtió en nuestro aliado. ¡Hemos descubierto que gente que pensamos no podría hacer nada en realidad puede hacerlo todo!
Muchos trabajadores no estaban de acuerdo con nosotros o no continuaron la lucha por otras razones. Entre aquellos de nosotros que escogimos el camino de la lucha, la base común de nuestro trabajo es la igualdad, la participación y la confianza.”[18]
Vio.Me llegó a ser conocida a nivel nacional e internacional.
En Grecia ha inspirado otras tomas de empresas, aunque ninguna tuvo éxito en mantener el lugar de trabajo y/o la producción. El caso más conocido internacionalmente fue la toma de la empresa pública de radio y televisión, ERT (Elliniiki Radiofonia Tileorasi).
Después de que el gobierno anunció el 11 de junio 2013, que todas las estaciones de radio y televisión pública serían cerradas (para ser reestructuradas y volver a abrir con menos trabajadores, menos derechos y salarios más bajos) trabajadores y empleados ocuparon la radio y produjeron sus propios programas hasta que fueron brutalmente desalojados el 5 de septiembre.
Los trabajadores de Vio.Me reiniciaron la producción en febrero de 2013.
“Ahora producimos limpiador y jabones orgánicos no el pegamento industrial que produjimos antes. La distribución es informal. Nosotros mismos vendemos nuestros productos en mercados, ferias y festivales, y buena parte de nuestros productos se distribuye a través de los movimientos, los centros sociales y las tiendas que forman parte de los movimientos.
Lo que hicimos el año pasado es, básicamente, mantener la fábrica activa.
Todavía no podemos decir que hemos tenido un resultado muy positivo en cuanto a la producción, distribución y ventas. Las ganancias son muy bajas y no alcanzan a mantener todos los trabajadores.
Por lo tanto, algunos trabajadores han perdido la fe, o se cansaron, y dejaron Vio.Me. Recientemente nuestra asamblea decidió por unanimidad de legalizar nuestra situación mediante la constitución de una cooperativa.
Esa decisión nos dio un nuevo impulso para continuar. Somos 20 trabajadores que firmamos el acta fundacional de la cooperativa, pero hay más que están esperando de ver cómo van las cosas. En la estructura de la cooperativa también hemos creado la figura del “solidario”, que no es miembro de la cooperativa como tal, sino que presta apoyo financiero a la cooperativa y a cambio recibe nuestros productos.
El solidario puede participar en la asamblea de trabajadores y tiene un voto consultivo en la toma de decisiones.
Los solidarios pagan un mínimo de €3 al mes y con eso pagamos los gastos básicos de la fábrica, como la electricidad y el agua. Tener la sociedad a nuestro lado mediante este modelo nos hace sentir más fuertes.”[19]
Turquía: Kazova Tekstil – suéteres de alta calidad para el pueblo
Kazova Tekstil es una fábrica textil en Estambul, Turquía, en el distrito de Şişli cerca de la famosa plaza Taksim. A finales de 2012 los propietarios anunciaron a los 94 trabajadores que la empresa tenía problemas financieros momentáneos y les pidieron seguir trabajando aunque no les podrían pagar sus salarios a tiempo; más tarde, una vez que se hayan superado las dificultades económicas, todos los sueldos caídos les serían pagados (Soylemez 2014).
Los trabajadores siguieron trabajando otros cuatro meses hasta el 31 de enero 2013, cuando los propietarios ordenaron a todos los trabajadores y trabajadoras unas vacaciones sin sueldo de una semana. A su regreso los trabajadores encontraron la fábrica casi vacía.
Los propietarios, la familia Sumunçu, habían sacado las máquinas, 100.000 suéteres y 40 toneladas de materia prima, y dejaron a los trabajadores no sólo sin trabajo, sino también con cuatro meses de salarios no pagados (Umul 2013). Once de los 94 trabajadores no se resignaron y decidieron resistir. Ellos comenzaron a marchar todos los sábados en el centro de la ciudad de Estambul con otros trabajadores exigiendo salarios no pagados y el respeto de los derechos de los trabajadores (Erbey/Eipeldauer 2013, Soylemez 2014).
En abril 2013 los trabajadores decidieron establecer un campamento de protesta con tiendas de campaña frente a la fábrica para evitar que los propietarios saquen también las maquinarias restantes.
En mayo su manifestación fue atacada por la policía con cañones de agua y gases lacrimógenos.
Sin embargo, a finales de mayo empezó el movimiento de resistencia alrededor del parque Gezi y les dio fuerza y ánimo a los trabajadores y trabajadoras de Kazova.
Ellos participaron también en las diferentes asambleas y grupos de discusión de Gezi y encontraron un gran apoyo de parte del movimiento.
Dado que aún no tenían respuesta de los propietarios o las autoridades, empezaron a preparar la ocupación de las instalaciones y el 28 de junio se declaró públicamente:
“Nosotros – los trabajadores de la fábrica textil Kazova – hemos ocupado la fábrica” (Söylemez 2014; Umul 2013). Los trabajadores repararon tres máquinas y prepararon la fábrica para empezar otra vez a producir.
El 14 de septiembre de 2013, los trabajadores de Kazova comenzaron a producir suéteres y jerséis con la materia prima que había todavía n la fábrica. Cada pieza tenía una pequeña etiqueta explicando “Este es un producto de la resistencia de Kazova!” (Söylemez 2013; Umul 2013). La capacidad de producción en ese momento fue de 200 piezas al día.
El costo de producción por pieza – sea suéter o jersey – está alrededor de 20 Liras turcas (unos $10). Con los antiguos propietarios los suéteres y jerséis se vendieron a precios entre 150 y 300 Liras ($ 68 a 135). Los trabajadores, sin embargo, decidieron vender sus productos de alta calidad a precios más accesibles y los comercializan a 30 Liras ($15).
Al principio los trabajadores de Kazova vendieron sus productos directamente afueras de la fábrica y en las diferentes asambleas temáticas y barriales establecidas después del desalojo violento del parque Gezi (Umul 2013). Sin embargo, todavía no pagaron salarios ya que el dinero ganado era necesitado para ser invertido (Erbey/Eipeldauer 2013).
El 28 de septiembre, Kazova organizó un desfile de moda, pero en lugar de modelos flacas a los invitados pudieron ver a los propios trabajadores y trabajadoras presentando su nueva colección en la pasarela. Después del desfile de moda hubo un concierto con la famosa banda musical comunista Grup Yorum.
Un periodista de izquierda presente en el desfile comentó que se trataba de un desfile de moda proletaria y que la moda del proletariado era “ocupar, resistir, producir” (Erbey/Eipeldauer 2013; Umul 2013). El mismo lema es utilizado por las fábricas recuperadas en América Latina y viene originalmente del Movimiento Sin Tierra de Brasil MST.
A finales de octubre de 2013, después de 10 meses de lucha, un tribunal dictaminó que los ex empleadores tenían que entregar las máquinas restantes a los trabajadores como compensación para los salarios caídos (Erbey/Eipeldauer 2013).
Los trabajadores y trabajadoras trasladaron las máquinas a las nuevas instalaciones que alquilaron en el barrio Kagithane de Estambul.
Eso permitió que los trabajadores comiencen a pagarse unos sueldos.
Los sueldos son bajos, sin embargo, son iguales para todos. Los trabajadores de Kazova se ven a sí mismos como parte de un movimiento popular de resistencia internacional.
Como muestra de solidaridad produjeron las camisetas de los equipos de fútbol del País Vasco y Cuba para un partido amistoso en La Habana (Söylemez 2014).
El 25 de enero 2014, los trabajadores Kazova abrieron su primera tienda al por menor: “Tienda de suéteres y cultura Resiste Kazova-DİH” en el distrito Şişli de Estambul, donde la fábrica solía ser.
La tienda es usada también como lugar de reunión. “Suéteres asequibles para el pueblo”, es el lema de Kazova lanzado durante la inauguración de la tienda. Según los trabajadores Kazova están planificando abrir más tiendas en Estambul y el resto del país (Söylemez 2014).
Egipto: Acero y cerámica
En Egipto hay por lo menos dos fábricas bajo control obrero: La fábrica de acero Kouta en la ciudad El Décimo de Ramadan, al norte de El Cairo, y Cerámicas Cleopatra, que tiene miles de trabajadores en dos plantas, una también en El Décimo de Ramadan y la otra Ain Sukhna.
Sin embargo, no es improbable que haya más fábricas que siguieron el ejemplo de Kouta durante los últimos años de agitación, del derrocamiento de Hosni Mubarak, la fase de transición hasta la elección de Mohamed Mursi y el corto período de Mursi en el poder antes de que fuese derrocado por los militares.
El derrocamiento de Mubarak el 25 de enero de 2011 fue precedido por un creciente movimiento independiente de trabajadores, el cual organizó más y más huelgas y conflictos laborales desde el 2003 (Ali 2012). Las luchas obreras sufrieron se vieron expuestas a una fuerte represión bajo Mursi y bajo el régimen militar.
La fábrica de acero Kouta en El Décimo de Ramadan fue abandonada por su dueño unos meses después de que dejó de pagar a los trabajadores en marzo 2012.
Anteriormente los trabajadores de la planta habían llevado a cabo varias luchas y huelgas a través de su sindicato independiente.
Cuando el dueño huyó, los trabajadores comenzaron una lucha que “incluía ocupaciones y batallas legales a través de la Fiscalía General y el Ministerio de Trabajo.
La lucha culminó con una decisión histórica del Fiscal General en agosto de 2012, el cual aprobó el derecho de los trabajadores de poner la fábrica bajo autogestión de los trabajadores y autorizó al ingeniero Mohsen Saleh de dirigir la fábrica” (Kouta Steel Factory Workers 2013). Los trabajadores construyeron instancias de toma de decisiones colectivas y eligieron a un comité técnico para la coordinación de la producción.
Para reanudar la producción los trabajadores tuvieron que negociar con los proveedores de gas y electricidad para reprogramar la deuda $3.5 millones que dejó el antiguo propietario.
Además los trabajadores, que no habían sido pagados durante meses, tuvieron que reducir sus salarios a la mitad para poder comprar materia prima para la producción.
En abril de 2013 la fábrica de acero Kouta inició su producción bajo la dirección de Comité Técnico de los trabajadores. Poco antes los trabajadores habían enviado una carta de solidaridad a los trabajadores de Vio.Me en Grecia (Kouta Steel Factory Workers 2013).
Cerámicas Cleopatra es una fábrica de tejas, anteriormente propiedad de Mohamed Abul-Enein, que pertenece a la élite egipcia cercana al ex presidente Mubarak. Abul-Enein fue incluso miembro del parlamento por el Partido Nacional Democrático de Mubarak. Abul-Enein, quien es ampliamente conocido como un empleador despiadado, cerró las dos plantas productoras de tejas de Cerámicas Cleopatra sin previo aviso en julio de 2012.
“Cuando no cumplió con los acuerdos negociados después de una ocupación de la fábrica, los trabajadores viajaron a El Cairo, marcharon hacia el Palacio Presidencial y obtuvieron un acuerdo negociado por Mursi. Cuando este acuerdo quedó también incumplido, asaltaron un edificio gubernamental en Suez, exigiendo castigo por Abul-Enein. Finalmente ocuparon la fábrica, reanudaron la producción en sus propios términos y empezaron a vender sus productos directamente a para asegurarse un ingreso” (Marfleet 2013).
Chicago: New Era Windows
El 9 de mayo 2013 la cooperativa New Era Windows en la Southwest Side de Chicago comenzó oficialmente con su producción bajo control obrero.
Empezó con 17 trabajadores produciendo “ventanas de eficiencia energética de alta calidad a precio revolucionario”, como dicen en su página de internet, “¡Usar ventanas de eficiencia energética es una forma asequible para combatir los costos energéticos altos y dar un paso hacia una sostenibilidad a largo plazo!”[20]Todas las decisiones en la fábrica se toman en la asamblea de trabajadores y trabajadoras, que se reúne al menos una vez a la semana.
Todos los trabajadores y trabajadoras participan con voz y voto y tienen el mismo peso en las decisiones. Armando Robles, trabajador de New Era Windows, presidente de la sección sindical local 1110 de United Electrical, y entre los principales impulsores detrás de la lucha durante los últimos 12 años, explica:
“En este momento las cosas son lentas, pero sabemos que en 2 o 3 semanas vamos a tener un montón de trabajo. Ahora estamos respondiendo a pequeños pedidos y preparando el equipo para una mayor producción que empezará en dos o tres semanas.”[21]
Para llegar a este punto, los trabajadores y trabajadoras tuvieron que ocupar dos veces a su antigua fábrica en la Isla de Ganso (Goose Island), la única isla en el medio del Río Chicago. La segunda ocupación en febrero de 2012 terminó con haber logrado un plazo de 90 días para encontrar un nuevo inversionista o comprar la empresa ellos mismos. Los trabajadores tomaron el segundo camino. Sin embargo, tuvieron todavía que superar muchos obstáculos.
“Desde 2012 los trabajadores han superado enormes desafíos.
En primer lugar, la lucha por el derecho a estar en la mesa para comprar la empresa, a continuación, el desmantelamiento de la fábrica y su traslado a través de la ciudad a un espacio accesible desde el punto de vista financiero y apropiado. Los trabajadores hicieron cada uno de estos pasos por cuenta propia, y en el proceso demostraron el potencial increíble que nunca se había aprovechado en sus trabajos anteriores” (The Working World 2013).
Con el fin de reducir los costos, los trabajadores hicieron casi todo por sí mismos, sacando las máquinas que compraron de la antigua fábrica e instalándolas en el nuevo lugar de producción.
Incluso montaron nuevas tuberías de agua en su futuro puesto de trabajo (Cancino 2013). La lucha anterior de los trabajadores de Republic Windows and Doors – en su mayoría latinos y afro-americanos – había sido muy larga.
En el año 2002 los 350 trabajadores de la empresa realizaron una huelga no autorizada porque el sindicato al cual fueron obligados adherir en la planta no estaba actuando en el interés de los trabajadores. La lucha obrera contra los bajos salarios, las horas extraordinarias y las malas condiciones de trabajo no fue exitosa.
Pero los trabajadores comenzaron a organizarse y en 2004 se afiliaron con el Local 1110, una rama del sindicato de base United Electrical, trabajadores de radio y de máquinas de América (UE) y lograron que la empresa firmara un contrato con UE (Lydersen 2009).
Durante 2007 y 2008 los trabajadores se dieron cuenta de que la producción estaba bajando y que algo estaba pasando.
“Llegando a julio de 2008, la compañía había perdido cerca de $ 3 millones en sólo seis meses […] Las máquinas estaban desapareciendo, y trabajadores que preguntaban sorprendidos recibían solamente respuestas evasivas. […]
Sólo más tarde descubrieron que el equipo estaba destinado a la pequeña ciudad de Red Oak, Iowa, donde la esposa de Richard Gillman había comprado una fábrica de ventanas y puertas” (Lydersen 2009).
El 2 de diciembre de 2008, los 250 trabajadores contratados en ese entonces supieron de parte del administrador de la planta que la misma cerraría tres días después, el 5 de diciembre. Los trabajadores se quedaron no sólo sin empleo e ingresos; su seguro de salud y de sus familias se acabaría dentro de dos semanas.
Los trabajadores y trabajadoras además no iban a recibir alguna indemnización por el despido, ni iban a ser compensados ​​por sus días de vacaciones y de enfermedad acumulados. Este anuncio a tan corto plazo fue completamente ilegal.
El sindicato presentó una queja contra la empresa por violación de la Ley de Adaptación y de Notificación de Reentrenamiento de los Trabajadores (Worker Adjustment and Retraining Notification Act, WARN), una ley federal que requiere que los empleadores con 100 o más trabajadores informen con mínimo 60 días de antelación con respecto a despidos masivos.
El sindicato reclamaba que la compañía debía a los trabajadores $1.5 millones en vacaciones e indemnización por despido y exigió una extensión del seguro médico de los trabajadores (Cancino 2013; Lydersen 2009).
Los trabajadores decidieron reforzar sus demandas con una huelga de brazos caídos y ocuparon la fábrica.
Exigieron que el Bank of America y JP Morgan/Chase, que en el pasado habían otorgado grandes préstamos a Republic Windows and Doors, pagaran a los trabajadores.
Después de seis días de ocupación y tres días de duras negociaciones con ambos bancos, estos acordaron pagar a los trabajadores, contribuyendo $ 1.350.000 y $ 400.000, respectivamente – aunque legalmente no eran responsables de los trabajadores.
El 15 de diciembre de 2008, la compañía se declaró en bancarrota.
En diciembre de 2013 el ex director general de Republic Windows and Doors Richard Gillman fue condenado a cuatro años de prisión por el robo de 500.000 dólares de la empresa.[22]
En febrero de 2009, Serious Energy con sede en California, especializada en ventanas de alta eficiencia energética y materiales de construcción con bajo impacto medioambiental, compró Republic Windows and Doors prometiendo de eventualmente recontratar a mediano plazo a todos los trabajadores y de respetar todos los acuerdos sindicales firmado previamente.
Pasaron varios meses hasta que Serious Energy contrató a sólo 15 trabajadores y más de dos años después la nómina máxima de la fábrica llegó a 75 trabajadores. A principios de 2012 el personal se redujo a 38 trabajadores (Slaughter 2012). Según los mismos trabajadores en el sitio web de la nueva cooperativa:
“Desafortunadamente, el plan comercial de Serious Energy, que sólo incluyó la fábrica de ventanas en un papel terciario, nunca funcionó, y la empresa tuvo que recortar severamente sus operaciones, incluyendo el cierre de la fábrica.
Una vez más, los trabajadores, a pesar de su trabajo rentable, se encontraron sacrificados en un juego financiero que no controlan”(New Era Windows Cooperative 2013).
La mañana del 23 de febrero de 2012 los 38 trabajadores restantes fueron informados de parte de un abogado de Serious Energy que la planta iba a parar operaciones y cerrar el mismo día, consolidando su producción en otro lugar. El dueño había hasta llamado la policía, la cual se encontraba en la planta instando a los trabajadores a abandonar el lugar.
En el lapso de pocos minutos los trabajadores decidieron de ocupar otra vez la planta, sin ninguna preparación y careciendo de todo, desde sacos para dormir a comida. Pero esta vez los trabajadores no estaban solos. Grupos comunitarios, organizaciones de trabajadores y Occupy Chicago movilizaron a la fábrica.
En la noche del mismo día ya había 65 personas dentro de la planta y otras 100 a fuera, pasándole a los trabajadores y trabajadoras sacos para dormir, pizzas, tacos y bebidas (Cancino 2013, Slaughter 2012).
Los trabajadores exigieron que Serious Energy mantenga la fábrica trabajando otros 90 días, mientras que su sindicato iba a buscar un nuevo inversionista o los mismos trabajadores comprarían la planta. Muy consciente del historial de activismo de los trabajadores Serious Energy aceptó el pedido de los trabajadores después de 11 horas (Slaughter 2012).
Los trabajadores y trabajadoras tenían como objetivo recaudar dinero y comprar la fábrica para formar una cooperativa controlada por los mismos trabajadores.
Pero Serious Energy quería vender la planta al mejor postor, imponiendo así niveles de precio impagables para los trabajadores. Así que los trabajadores tuvieron que luchar para el derecho de participar en la mesa de negociación para comprar su antigua empresa. T
uvieron éxito mediante el desarrollo de presión pública y política y formaron una cooperativa.
Cada trabajador contribuyó con $1.000 para la cooperativa y la organización sin fines de lucro The Working World de Nueva York, que apoya cooperativas controladas por sus trabajadores en Argentina y Nicaragua con créditos y asistencia técnica, les otorgó un crédito de $ 665,000. Con ese dinero los trabajadores compraron las máquinas de producción y las trasladaron a su nueva planta que habían alquilado en el barrio de Brighton Park, en el Suroeste de Chicago.
Los trabajadores tomaron clases de gestión cooperativa y se prepararon para administrar la empresa (The Working World 2013). Un año después, los ex trabajadores de Republic Windows and Doors estaban produciendo ventanas bajo control de los trabajadores.
Desafíos comunes para las empresas
recuperadas por sus trabajadores
Empresas ocupadas o recuperadas contemporáneas enfrentan a menudo retos similares.
Entre los retos está muchas veces la falta de apoyo de los partidos políticos y los sindicatos burocráticos o incluso su abierta hostilidad, el rechazo y el sabotaje de parte de los antiguos propietarios y la mayoría de los empresarios capitalistas y sus representaciones, la falta de formas jurídicas de empresa que coincidan con las aspiraciones de los trabajadores y un marco institucional inexistente o insuficiente, obstrucción de parte de las instituciones del estado y poco o ningún acceso a ayuda financiera y préstamos, menos aún de instituciones privadas.
El contexto general que enfrentan las empresas recuperadas contemporáneas no es favorable. Las ocupaciones tienen lugar durante una crisis económica mundial.
Empezar nuevas actividades productivas y conquistar cuotas de mercado en una economía recesiva no es una tarea fácil.
Además, el capital disponible como respaldo para las empresas controladas por los trabajadores es también menor que el de las empresas capitalistas.
Por lo general, una ocupación y la recuperación de una fábrica se lleva a cabo después de que el propietario haya abandonado la fábrica y los trabajadores, ya sea que desapareció literalmente o que abandone a los trabajadores echándolos de un día para el otro.
Los propietarios les deben a los trabajadores salarios caídos, días de vacaciones y compensaciones. Los propietarios a menudo comienzan antes del cierre de la planta a sacar maquinaria, vehículos y materias primas.
En tal situación, con la perspectiva de una lucha larga y sin o con poco apoyo financiero y un resultado incierto, los trabajadores más cualificados, y con frecuencia también los trabajadores más jóvenes, dejan la empresa con la esperanza de mejores opciones o para encontrar un nuevo trabajo.
Los trabajadores restantes tienen que adquirir conocimientos adicionales en varios campos para controlar no sólo el proceso de producción en un sentido estricto, sino también administrar la empresa completa con todo lo que implica.
Pero una vez que los trabajadores se hacen cargo de la fábrica y la ponen a funcionar, el antiguo propietario de repente reaparece y demanda que se les regrese “su” empresa.
Contrariamente a la creencia común de que los capitalistas sólo se preocupan por los negocios sin importar cómo se hacen y con quién, empresas controladas por sus trabajadores enfrentan no sólo a desventajas inherentes al capitalismo para aquellos que siguen una lógica diferente, además sufren también constantes ataques y hostilidades por parte de las empresas y las instituciones capitalistas como también de parte del estado burgués.
Empresas controladas por sus trabajadores que no se someten totalmente a las reglas del capitalismo son consideras una amenaza, ya que muestran que es posible trabajar de manera diferente. La fábrica venezolana de válvulas Inveval, controlada por sus trabajadores, por ejemplo, se vio confrontada al hecho que válvulas que hizo producir en fundidoras privadas fueron producidas intencionalmente con fallas (Azzellini 2011).
La industria farmacéutica Jugoremedija en Zrenjanin, Serbia, la única fábrica controlada por los trabajadores en la antigua Yugoslavia, se vio obligada a declararse en quiebra en abril de 2013 después de seis años bajo control obrero.
Ahora está bajo administración judicial y las posibilidades de que los trabajadores recuperen otra vez el control de su empresa son mínimas.
Los trabajadores empezaron a auto-administrar la empresa en marzo de 2007 después de una dura lucha contra la privatización.
Durante los años siguientes Jugoremedija estuvo produciendo y comercializando sus productos con éxito. En 2013 los bancos cortaron el crédito aunque Jugoremedija había estado pagando sus cuotas y la deuda fue originada en parte por un ex accionista criminal.
Por lo tanto, la empresa tuvo que declararse en quiebra.[23]
Características comunes de Empresas recuperadas
Los casos conocidos de recuperaciones de empresas por sus trabajadores descritos aquí tienen enormes diferencias entre sí. Algunas fábricas cuentan con una maquinaria moderna y son totalmente funcionales desde el punto de vista técnico.
Otras han sido literalmente saqueadas por sus antiguos propietarios y tienen que empezar de cero. Algunas fábricas han podido contar con el apoyo de autoridades locales, otros con el apoyo de sindicatos. Las características comunes no representan una lista de cumplimientos obligatorios para establecer la autenticidad de las fábricas recuperadas.
Las características comunes descritas son un repertorio de características que no necesariamente todas las fábricas recuperadas cumplen completamente.
Por el otro lado, cada característica fuera de contexto y separada de las demás tampoco sigue siendo portadora de una perspectiva de una sociedad diferente más allá del capitalismo. Es la combinación de varias características que hacen de las recuperaciones laboratorios y motores de un futuro diferente deseado.
Todos los procesos de recuperación y fábricas recuperadas son administradas democráticamente.
La toma de decisiones se basa siempre en formas de democracia directa con la igualdad de voto entre todos los participantes, ya sea a través de consejos o asambleas.
Estos mecanismos de democracia directa adoptados por las empresas bajo control obrero plantean importantes preguntas, no sólo sobre las empresas mismas, sino acerca de cómo se deben tomar decisiones en el conjunto de la sociedad.
Al hacer esto, cuestiona no sólo las empresas capitalistas, sino también la lógica de gobernabilidad liberal-democrática y representativa.
Otra característica común evidente es la ocupación.
Esto significa cometer un acto considerado ilegal y por lo tanto entrar en un conflicto con las autoridades. Se trata de una acción directa por parte de los propios trabajadores.
Ellos no son “representantes”, ni se quedan esperando una “representación” – sea un sindicato o partido – o hasta las instituciones del Estado para que solucionen su problema antes de entrar en acción.
Como Malabarba señala acertadamente: “La acción tiene que ser revertida: primero se construye la iniciativa, se ocupa, y luego se entra en relación con las instituciones que han fallido más o menos conscientemente” (Malabarba 2013, 149). Massimo Lettiere de Ri-Maflow explica:
“Ilegalidad es un concepto bastante elástico. Nosotros lo hemos pensado y llegado a una conclusión: Las leyes las hacen en el parlamento y la norma es que regulen algo que ya esté pasando. La única ley a favor de los trabajadores que han pasado fue la ley 300 de 1970: El estatuto de los trabajadores.
¿Por qué hicieron esta ley? Porqué había un movimiento y porqué su contenido ya estaba en el contrato de los trabajadores metalúrgicos, los trabajadores habían ya conquistado ese derecho. Al final la ley hasta empeoró lo que estaba escrito en el contrato colectivo de los metalúrgicos… Así que esa ley normó algo que de hecho ya existía.
Si queremos que algún día haya una ley de expropio que establezca que si una empresa quiere trasladar su producción o si quiebra, entonces tiene que pasar a manos de los trabajadores porqué ellos pueden llevarla para adelante, si nosotros queremos una ley de expropiación, primero tenemos que tomar la fábrica.
Debes empezar desde la ilegalidad. Cuando haya un movimiento de reapropiación de los medios de producción, habrá también una ley para nosotros. Y nosotros estamos empezando a construir este camino.”[24]
La experiencia latinoamericana ratifica esa afirmación. En Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela los trabajadores siempre han estado por delante de los partidos, los sindicatos y las instituciones con respecto a las respuestas prácticas. Expropiaciones, nacionalizaciones, leyes, apoyo financiero y técnico, etc. siempre llegaron después de la iniciativa de los trabajadores y han sido una reacción a la lucha y acción directa.[25]
Lo mismo es el caso respecto a la actividad productiva desarrollada por las empresas recuperadas: seguir estrictamente la ley, esperar todas las autorizaciones legales y pagar impuestos significaría simplemente que la actividad nunca iniciará.
La mayoría de las fábricas tienen que reinventarse a sí mismas, a menudo la actividad productiva previa no puede ser llevada a cabo de la misma manera (porque las máquinas han sido removidas por el propietario, porque era una actividad altamente especializada, con muy pocos clientes a los cuales los trabajadores no tienen acceso, o porque los trabajadores lo deciden así por otras razones).
En todos los casos mejor documentados encontramos que aspectos ecológicos y cuestiones de sostenibilidad asumieron un papel central, ya sea que eso resulte en una orientación hacia proyectos de reciclaje, como lo es el caso en las dos fábricas italianas; el cambio de producción en Vio.Me en Salónica de pegamento industrial y disolventes a productos orgánicos de limpieza; o las dos fábricas en Francia las cuales también cambiaron a productos orgánicos y el uso de materias primas locales y regionales, y hasta distribuyen sus productos a nivel local y regional. La problemática es concebida por los mismos trabajadores en un contexto más amplio:
El futuro del planeta por un lado, y por el otro lado las amenazas para la salud de los trabajadores y las comunidades circundantes.
La importancia de los aspectos ecológicos es parte de la nueva sociedad que los trabajadores y trabajadoras aspiran construir, así como lo son las prácticas democráticas.
La lucha de los trabajadores y el lugar de trabajo ocupado o recuperado se vuelve también un espacio en el cual se desarrollan y practican nuevas relaciones sociales: confianza basada en afectividad, ayuda mutua, solidaridad entre los participantes y solidaridad con otros, participación e igualdad son algunas de las características de las nuevas relaciones sociales que se construyen.
Nuevos valores surgen o por lo menos valores diferentes a los que caracterizan el proceso de producción capitalista. Por ejemplo, se puede notar que una vez que los trabajadores deciden, la seguridad en el trabajo se convierte en prioridad.
Las fábricas recuperadas generalmente desarrollan una fuerte conexión con el territorio.
Apoyan a la comunidad y tienen el apoyo de la comunidad, interactúan con diferentes subjetividades presentes en el territorio y desarrollan iniciativas conjuntas.
También construyen y fortalecen nexos con diferentes movimientos sociales y organizaciones políticas y sociales. Todas las fábricas mencionadas en este capítulo tienen una relación directa con los movimientos sociales, y especialmente con los nuevos movimientos que forman parte de la revuelta mundial desde el año 2011.
Estas modalidades corresponden a las experiencias en América Latina, donde las recuperaciones de fábricas exitosas se caracterizan por tener una fuerte implantación en el territorio y estrechas relaciones con otros movimientos.
El anclaje en el territorio contribuye también a hacer frente a otro desafío importante:
El cambio de las formas de trabajo y producción han reducido radicalmente el número total de trabajadores con contratos a tiempo completo, así como han reducido la cantidad de trabajadores de nómina en cada empresa.
Mientras que en el pasado trabajo y proceso de producción generaban automáticamente cohesión entre los trabajadores, en la actualidad el trabajo tiene un efecto dispersivo, ya que a menudo los trabajadores y trabajadoras en una empresa trabajan con diferentes contratos y con un estatus diferente.
Generalmente cada vez más trabajadores son empujados a condiciones precarias y al autoempleo (incluso si su actividad depende totalmente de un único “empleador”).
¿Cómo pueden organizarse estos trabajadores y trabajadoras y cuáles son sus medios de lucha? Esta es una pregunta importante que la izquierda debe enfrentar para lograr la victoria sobre el capital.
Ri-Maflow y Officine Zero en Italia han establecido fuertes lazos con la nueva composición del trabajo, compartiendo su espacio con trabajadores precarios e independientes. Officine Zero explica su enfoque: “Queremos empezar de nuevo desde los orígenes del movimiento obrero juntando conflicto, mutualismo y producción autónoma” (Blicero 2013).
Formas de organización territorial han sido discutidas e incluso practicadas con mayor frecuencia durante los últimos años.
En Italia, en 1997, Marco Revelli abogó en su libro “La Izquierda Social” (Revelli 1997) en favor de un modelo de organización territorial basado en “casas de trabajo”, tal como existían en el comienzo de la industrialización, juntando todos los trabajadores y trabajadoras en un distrito.
Referencias
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UMUL, F. 2013. Für ein Leben ohne Chefs! ak – analyse & kritik. Hamburgo, n. 587, 15 de octubre 2013.


[1]Comunicación personal de Andrés Ruggeri del 4 de Mayo 2014 sobre los resultados inéditos del Informe del Cuarto Relevamiento de Empresas Recuperadas por sus trabajadores, llevado a cabo por el Programa Facultad Abierta de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Secretaría de Investigación / Secretaría de Extensión Universitaria.
[2] Con la excepción de Egipto donde no se pudo confirmar a causa de falta de información.
[3]Andrés Ruggeri, investigador militante y director del programa Facultad Abierta, de la cátedra de filosofía de la Universidad de Buenos Aires, viajó a varios países Europeos y puso en contacto diferentes actores del campo de las fábricas recuperadas.
[4] Los socios externos son los que tienen cuotas de la cooperativa sin trabajar en ella. Los inversionistas en cambio suelen ser dueños de una parte de la empresa mientras la organización cooperativista abarca la otra parte de la propiedad de empresa.
[5] Internationalisation consolidates MONDRAGON’s industrial business with sales abroad in excess of €4bn. TUlankide. MONDRAGON Corporation’s news. June 17, 2013. http://www.tulankide.com/en/internationalisation-consolidates-mondragon2019s-industrial-business-with-sales-abroad-in-excess-of-20ac4bn-3.
[6] Bibby, Andrew. Workers occupy plant as Spanish co-operative goes under. The Guardian. November 15, 2013. http://www.theguardian.com/social-enterprise-network/2013/nov/15/spanish-co-op-workers-occupy-plant.
[7] Entrevista del autor, 31 de enero 2014.
[8] Gérard Cazorla, entrevista del autor 31 de enero 2014.
[9]Entrevista del autor, 31 de enero 2014.
[10]Entrevista del autor, 31 de enero 2014.
[11]Entrevista del autor, 31 de enero 2014.
[12] La “Cassa integrazione guadagni straordinaria”, CIGS es una modalidad bajo la cual los trabajadores de empresas cerradas reciben el 80% de su salario durante un año, con la posibilidad de que el pago se extienda un año más.
[13]Entrevista del autor, 31 de enero 2014.
[14]Entrevista del autor, 31 de enero 2014.
[15] Massimo Lettiere, Ri-Maflow, Milán, entrevista del autor, 31 de enero 2014.
[16] Subsidio de desempleo especial después de CIGS, concedido con condiciones especiales. Los primeros meses amonta a 100% de CIGS, luego al 80% del CIGS.
[17]Entrevista del autor, 31 de enero 2014.
[18]Entrevista del autor, 31 de enero 2014.
[19]Entrevista del autor, 31 de enero 2014.
[20] New Era Windows Cooperative. http://www.newerawindows.com/
[21] Armando Robles, entrevista del autor, 2 de marzo 2014.
[22] “Republic Windows ex-CEO gets 4 years in prison”. Chicago Tribune. December 05, 2013.
[23]Milenko Sreckovic, entrevista del autor, 19 de febrero 2014.
[24]Massimo Lettiere, Ri-Maflow, Entrevista del autor, 31 de enero 2014.
[25] Con la exepción de Venezuela, donde algunas expropiaciones, nacionalizaciones e iniciativas políticas vinieron de instituciones gubernamentales. Aún así los trabajadores tienen que luchar para una verdadera participación en la administración de sus puestos de trabajo y para el control obrero (Azzellini 2011).


Publicado por WEB DE PROMOCIÓN ALTERNATIVA

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