EF.- Desde círculos financieros internacionales se observa con preocupación la deriva de la economía española. El cocktail parece explosivo: una deuda gigantesca, un inasumible gasto público y una tasa de paro estructural. Algunos expertos alertan acerca de un escenario de deflación en el horizonte del 2022. Por deflación se entiende la caída mantenida y generalizada de los precios de bienes y servicios durante un mínimo de dos semestres, según el FMI y conjugada con una tasa de desempleo tan grande como la española, podría dar lugar a la aparición de un cóctel explosivo en la economía nacional.
Preocupa sobre todo el peso de la deuda española, que supera ya el 125% del PIB. Hay que remontarse al siglo XIX para encontrar un endeudamiento sobre PIB tan elevado, según la base de datos histórica del Fondo Monetario Internacional.
Desde marzo de 2020, la deuda pública se ha disparado en casi 170.000 millones de euros, un salto sin precedentes en las últimas décadas. El desplome de los ingresos por impuestos junto a unas políticas fiscales expansivas para intentar contrarrestar el golpe de la pandemia están generando este fuerte desequilibrio en las cuentas públicas.
En términos de PIB, la deuda pública se ha incrementado en 25 puntos desde el mes de marzo, pasando del 100% del PIB hasta el 125,3% actual.
Como única salida, instancias internacionales como el FMI contemplarían para España la opción de compartir con Marruecos la soberanía de Ceuta y Melilla. Se trataría de la única forma de cancelar la deuda; de lo contrario, alertan muchos expertos, el endeudamiento llevará a España a la suspensión de pagos antes de 2024, lo que obligaría a intervenir al FMI y el Banco Mundial.
Con la aceptación de la soberanía compartida en Ceuta y Melilla, España vería liquidada su deuda pública y podría seguir incrementando el gasto. Como compensación, Marruecos concedería al FMI y el Banco Mundial el control de la extracción de fosfatos.
Tres países, China, Estados Unidos y Marruecos controlan el 67% del total mundial, correspondiendo a Marruecos el 15%. En alguno de ellos la producción ha ido aumentando por una política nacional de inversiones, caso de China que se calcula llegó en 2011 a los 75 millones de toneladas, pero en otros, como los EE UU, las reservas se están agotando y de los 47 millones de toneladas de 1992 se ha pasado a producir actualmente 27 millones de toneladas, lo que ha hecho que este país, cuya agricultura es una gran consumidora de abonos minerales, igual que está haciendo con su petróleo, guarde estratégicamente el fosfato que le queda, procediendo a importaciones masivas sobre todo de Marruecos.
Entran también en juego otros factores, como el mercado de deuda de alta rentabilidad, en un momento en el que se percibe un claro interés en el ámbito europeo por el desarrollo de los mercados de deuda corporativa como una fuente de financiación adicional para las empresas que reduzca su dependencia de la financiación bancaria.
La cuenta atrás para nuestras ciudades de soberanía española en África ha comenzado.
Marruecos, el país que controla las mayores reservas de fosfato
Si hay algún mineral con propiedades clave para la vida y con un importante papel en la alimentar a la creciente población mundial, ese es el fosfato.
De él se extrae el fósforo que está presente en cada una de las células del ser humano porque es vital en los procesos bioquímicos básicos del cuerpo.
Podemos encontrarlo en la estructura del ADN, la membrana celular así como huesos y dientes y lo obtenemos a través de los alimentos que comemos.
Si nos centramos en la industria de la alimentación, los fosfatos son esenciales para producir los fertilizantes de los cultivos.
Y en un momento en que se prevé que las necesidades de víveres de la población mundial aumenten un 70% en los próximos años se entiende su relevancia de cara al futuro de la humanidad.
Sin embargo, el fosfato es un mineral escaso que además no se puede sintetizar en el laboratorio, es decir, no se puede producir de manera artificial. Hay que extraerlo de las rocas fosfóricas mediante procesos mineros
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