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4 de marzo de 2017

La transición florece, aunque no la veamos


04-03-2017



Estamos transitando hacia un mundo nuevo, poscapitalista. En la medida que es un proceso que estamos viviendo, no tenemos la suficiente distancia para saber en qué periodo estamos, pero todo indica que atravesamos las fases iniciales de dicha transición. Aunque tiene hondas similitudes con las anteriores (transiciones de la antigüedad al feudalismo y de éste al capitalismo), un hecho notable es la incapacidad para comprender lo que sucede ante nuestros ojos: un verdadero proceso de construcción colectiva de mundos nuevos.

En el pensamiento emancipatorio y en particular en el marxismo, se ha convertido en sentido común la idea de que toda transición comienza con la toma del poder a escala del Estado-nación. Este aserto debería haber sido repensado luego de los fracasos soviético y chino, pero sobre todo desde la demolición de los estados por el neoliberalismo, o sea el capital financiero y la cuarta guerra mundial en curso. Es cierto, empero, que para transitar hacia un mundo no capitalista debe tomarse el poder, pero ¿por qué a escala estatal? ¿Por qué a nivel institucional?

Este es uno de los meollos de la problemática y una enorme dificultad conceptual para poder visualizar las transiciones realmente existentes. La segunda dificultad, atada a la anterior, es que las transiciones no son homogéneas, no involucran a todo el cuerpo social de manera pareja. La historia nos enseña que suelen comenzar en las periferias del sistema-mundo y de cada nación, en remotas áreas rurales y en pequeños pueblos, en los eslabones débiles del sistema, donde cobran fuerza y se expanden luego hacia los centros del poder.

Por otro lado, las transiciones no sólo no son uniformes desde el punto de vista geográfico, sino también social, ya que son procesos guiados por la necesidad humana y no por ideologías. Suelen ser los pueblos que habitan el sótano, indios, negros y mestizos, los que primero construyen mundos otros; los sectores populares, las mujeres y los jóvenes suelen ser los protagonistas principales.

Quiero poner un ejemplo de algo que está sucediendo ahora mismo, que ya tiene un grado de desarrollo importante y que difícilmente puede ser revertido, salvo genocidio. Me refiero a la experiencia de la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) en General Mosconi, norte de Argentina. La ciudad tiene 22 mil habitantes que trabajaron en la petrolera estatal YPF hasta su privatización en la década de 1990, que dejó un tendal de desocupados. En esos años despegó un fuerte movimiento de desocupados, conocidos como piqueteros, que arrancó planes sociales a los sucesivos gobiernos.

Taller metalúrgico de la UTD (Unión de Trabajadores Desocupados).
Durante el ciclo de luchas piquetero, la UTD fue uno de los principales referentes en el conjunto del país y sus memorables cortes de ruta eran seguidos con entusiasmo por los demás movimientos. La UTD gozaba de fuerte prestigio y sus dirigentes, que sobrellevan cientos de causas ante la justicia por cortes de rutas y otros delitos, eran de los más populares en la Argentina.

Las cosas cambiaron muy pronto. La llegada al gobierno de Néstor Kirchner en 2003, y la retracción de los movimientos, sacaron a la UTD del escenario mediático y de la atención de los militantes sociales. Las noticias sobre lo que sucede en el lejano norte argentino son tan escasas como nebulosas.

Sin embargo, la UTD aprovechó los planes sociales (cortados por Macri) para construir un mundo nuevo. En estos momentos funcionan 110 huertas agroecológicas de dos hectáreas cada una, donde trabajan unas 30 personas en promedio, que producen gran variedad de vegetales, además de un gallinero y cerdos en cada huerta. Cuentan con un taller de carpintería que se nutre de la abundante madera de la zona, talleres de soldadura, de clasificación de semillas y de reciclado de plásticos, en los cinco galpones con que cuenta el movimiento, como se puede leer en el reportaje de Claudia Acuña en la revista MU (julio de 2016).

Construyeron viveros que reproducen la flora nativa con la que abastecen desde las plazas hasta los montes, amenazados por la expansión vertiginosa de la soya transgénica y los talamontes. Parte de su trabajo la dedican a sostener los espacios públicos de la ciudad y los bosques de los alrededores, una región donde crece el narcotráfico amparado en la complicidad estatal-policial.

Miembros de la UTD trabajan en los montes alrededor de la sede.

Un cálculo sencillo permite constatar que de 4 a 5 mil personas hacen sus vidas en relación con el trabajo colectivo que organiza la UTD, lo que equivale a 40 por ciento de la población activa de Mosconi. Esas familias forjaron autonomía alimenticia, ya no dependen de los planes sociales, están encarando desde la producción de alimentos hasta la construcción de viviendas, o sea están reproduciendo la vida por fuera de los marcos del sistema, sin relacionarse con el capital ni depender del Estado. En suma, trabajan con dignidad.

Construcción de viviendas por y para los integrantes de UTD.

Se dirá que es una experiencia apenas local. Pero las huertas y los modos de hacer de la UTD ya se expanden a la vecina Tartagal, con el triple de población. Muchos miles de emprendimientos de este tipo existen en América Latina, porque los sectores populares comprendieron que el sistema no los necesita ni los ampara, como sucedió durante los breves años de los estados del bienestar. Hay una estrategia implícita en este conjunto de mundos nuevos que no pasa por los estados-nación, sino por fortalecer y expandir cada iniciativa, en afilar los rasgos antisistémicos y antipatriarcales, y en fortalecer las resistencias.

Un rasgo de madurez de buena parte de estos mundos nuevos consiste en mantener distancias de las instituciones partidarias y estatales, aunque siempre que pueden les exigen apoyo y arrebañan recursos con un ojo puesto en garantizar la sobrevivencia y el otro en mantener la independencia.

En la larga transición en curso, imposible saber si serán décadas o siglos, los mundos nuevos están enfrentando una de las más potentes ofensivas del sistema. Lo que han conseguido hasta ahora nos permite alentar un sereno optimismo.

Nota de Rebelión: Las fotos provienen del sitio web de la Unión de Trabajadores Desocupados; Galería de fotos: http://www.utdmosconi.org/fotos.htm

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/03/03/opinion/020a1pol#texto

"Éticamente imposible": Así infectó EE.UU. a miles de guatemaltecos con sífilis hace 70 años

Entre 1.300 y 2000 personas fueron víctimas a mediados del siglo pasado de un experimento inhumano de EE.UU. realizado en Guatemala. A día de hoy, las familias de los afectados siguen pidiendo justicia.
"Éticamente imposible": Así infectó EE.UU. a miles de guatemaltecos con sífilis hace 70 años
  • archives.gov
El 1 de octubre del año 2010, la ex secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, tuvo que pedir disculpas oficialmente por unos delitos perpretados por sus predecesores en el Gobierno.
Entre los años 1946 y 1948, EE.UU. llevó a cabo un experimento en el que miles de personas de Guatemala fueron infectadas intencionadamente con sífilis y gonorrea sin su conocimiento. En su comunicado, Clinton tildó de "antiéticos" los estudios, y prometió a realizar una investigación detallada.
Los experimentos de EE.UU. se llevaron con la aprobación del Gobierno guatemalteco y no fueron conocidos públicamente hasta el año 2003. De su existencia se supo por casualidad, cuando la catedrática de la Universidad de Wellesley, Susan Reverby, se topó con ellos mientras examinaba los archivos del polémico estudio Tuskegee sobre la sífilis, quizás el ejemplo más escandaloso de violación de la ética médica en la historia de los Estados Unidos, según el portal 'Slate'. 
El descubrimiento de Susan Reverby reveló que los principales investigadores que participaron en el experimento Tuskegee habían realizado con anterioridad un estudio de enfermedades de transmisión sexual en Guatemala.
El experimento en el país centroamericano tenía el mismo objetivo que el de Tuskegee -observar los efectos de la sífilis y de otras enfermedades de transmisión sexual en el cuerpo humano y probar si los tratamientos existentes eran eficaces- pero los métodos utilizados fueron aún más atroces de lo sucedido en Tuskegee, una localidad rural de Alabama. 

¿Por qué realizó EE.UU. este experimento? 

La razón para realizar ambos estudios fue la preocupación creciente de los médicos estadounidenses por la alta incidencia de sífilis y gonorrea en el Ejército del país. Según los informes de la época de la Segunda Guerra Mundial, el tratamiento de estas enfermedades entre los soldados costaba a EE.UU. unos 34 millones de dólares, aparte de quitar recursos humanos a las tropas.
Un cartel de los años cuarenta cuyo fin era concienciar a los soldados de EE.UU. sobre los riesgos de la sífilis.loc.gov
Ante la gravedad de la situación, los médicos decidieron que tenían que probar una medicación profiláctica, una medida para prevenir estas enfermedades en las personas que se podían exponer a ellas. Otro de sus objetivos fue identificar el rol que jugaba la penicilina en el tratamiento de estas enfermedades. El problema que se encontraron fue que para llevar a cabo estos experimentos era necesario encontrar personas sanas que estuvieran de acuerdo en ser infectadas y luego estudiar el desarrollo de la enfermedad, por lo que resultaban muy difícil realizar en EE.UU.

¿Por qué el experimento tuvo lugar precisamente en Guatemala?

Los médicos decidieron entonces llevar a cabo su plan en Guatemala por varios razones. La primera de ellas se debía a que el país centroamericano había celebrado recientemente sus primeras elecciones democráticas y el nuevo Gobierno trataba de establecer unas estrechas relaciones diplomáticas con EE.UU. Otro de los motivos fue que uno de los directores de la investigación, John Charles Cutler, doctor del Servicio de Salud Pública de EE.UU., conocía a un homólogo guatemalteco que podía prestarle ayuda. Además de eso, el país tenía en aquel entonces unas bajas tasas de incidencia de sífilis y gonorrea. 
Cutler llegó a Guatemala en el año 1946 y realizó sus primeros experimentos en una instalación penitenciaria del país. Luego, el científico empezó a tener acceso a otras instituciones en Guatemala - cuarteles militares, orfanatos, centros de salud mental, y por supuesto, más prisiones.
Uno de los sujetos del experimento, foto del archivo del doctor John Charles Cutler.archives.gov

¿Como infectaban a los guatemaltecos? 

Cutler empezó a infectar a los soldados y prisioneros por vía de la prostitución. El investigador ponía los patógenos de sífilis en los órganos reproductores de las prostitutas antes de que mantuvieran contacto físico con los hombres, pero esto no dio ningún resultado: todas las mujeres contrajeron la enfermedad, pero los hombres, no.
Luego recurrió a métodos aún más crueles: Cutler comenzó a introducir la infección en la uretra de sus sujetos, y ahí ya la cantidad de infectados creció con gran rapidez.  
Además de eso, Cutler infectaba también a los pacientes de la entonces única clínica psiquiátrica de Guatemala realizando rasguños en la piel y en los genitales de los sujetos, utilizando una solución de bacterias que forzaba a tragar a los pacientes, e incluso, por medio de inyecciones directamente en la médula espinal.
Una de las víctimas del experimento de Cutler.archives.gov

¿Qué pasó con los infectados? 

El Gobierno de Guatemala ha determinado que más de 2.000 personas fueron infectadas con sífilis, gonorrea o cancroide sin su conocimiento, mientras que EE.UU. sitúa la estimación en algo más de 1.300 personas.
Cuando la Comisión Presidencial para el Estudio de Asuntos de Bioética de EE.UU. completó un informe sobre el proyecto en septiembre de 2011, lo tituló "Éticamente imposible" y destacó las desmesuradas proporciones del experimento y su inhumanidad.
Según este órgano, de los 1.308 sujetos que habían sido expuestos a las enfermedades de transmisión sexual, solamente 678 recibieron tratamiento médico.
En el año 2011 las familias de los infectados presentaron una querella contra el Servicio de Salud Pública de EE.UU., aunque el caso fue rápidamente desestimado. Otra demanda judicial, abierta por los afectados en el año 2015 contra las organizaciones que participaron supuestamente en el crimen, está actualmente en curso. 

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