https://www.misteri1963.blogspot.com/robots.txt google.com, pub-5827770858464401, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Misteri1963 : ARCÁNGEL METATRÓN: NO SIGAS ESE CAMINO, TE ESTÁS EQUIVOCANDO

Translate

viernes, 18 de julio de 2025

ARCÁNGEL METATRÓN: NO SIGAS ESE CAMINO, TE ESTÁS EQUIVOCANDO

 

 ARCÁNGEL METATRÓN: NO SIGAS ESE CAMINO, TE ESTÁS EQUIVOCANDO.

Amado mío… Hoy vengo con firmeza, con la espada en alto, para decirte lo que necesitas oír: te estás equivocando. Y es momento de volver a ti antes de que sigas perdiéndote.

Has tomado decisiones desde el miedo. Lo sé. Las has justificado con razones lógicas, con excusas bien armadas, con silencios prolongados. Pero muy dentro de ti sabes que no estás siendo fiel a tu verdad. Has elegido caminos que no honran tu alma. Te estás forzando a permanecer donde ya no vibras, a actuar como si no sintieras, a seguir adelante como si no doliera. Pero duele. Y lo sabes. Has aprendido a disfrazar esa herida con rutinas, con distracciones, incluso con aparente fortaleza. Pero yo veo más allá. Yo veo que algo dentro de ti se está apagando, lentamente.

El motivo por el que estoy aquí es porque has llegado a un punto en el que necesitas detenerte. Tu alma está enviando señales. Tus emociones están hablando más fuerte. Tu cuerpo incluso está reaccionando con síntomas, con cansancio, con un vacío que no se llena. Y tú sigues adelante, como si nada. Pero no puedes engañarte por mucho más tiempo. La vida está gritando y tú solo estás bajando el volumen. Hoy vengo a decirte con claridad: no sigas ese camino. Porque si lo haces, no solo te alejas de tu propósito, sino que te alejas de ti.

Te has acostumbrado a sobrevivir en lugar de vivir. A conformarte en lugar de soñar. A tolerar en lugar de amar de verdad. Y eso no es lo que el Cielo desea para ti. Has nacido para más. Tienes una luz poderosa dentro de ti, pero estás caminando en dirección opuesta a ella. Has entregado tu poder, quizás a una relación que te desgasta, a un trabajo que te vacía, o incluso a una versión de ti que ya no existe. Y yo no puedo quedarme en silencio mientras te sigues alejando de tu esencia.

No vengo a juzgarte. No vengo a señalar tus errores. Vengo a despertarte. A tocar esa parte dormida de tu espíritu que ya no quiere seguir en piloto automático. Vengo a recordarte que no estás solo, que nunca lo has estado, y que el cielo no te ha abandonado. Pero no podemos intervenir si tú no eliges primero tu verdad. El libre albedrío es sagrado, y tú lo has usado para alejarte. Hoy quiero invitarte a usarlo para regresar. A elegir de nuevo. A parar. A mirar con honestidad lo que estás haciendo contigo y con tu camino.

Mucho de lo que hoy estás viviendo no es castigo. Es consecuencia. Y eso no es malo, porque las consecuencias nos enseñan. Pero si ignoras las señales, las consecuencias se vuelven más duras. Más fuertes. Y eso es lo que quiero evitar. Porque si sigues así, perderás cosas que todavía puedes salvar. Tu energía, tu paz, tu alegría. Tu fe. Estoy aquí para sostenerte, para guiarte, para cortar con mi espada aquello que te ata. Pero necesito que me mires, que me escuches, que dejes de correr. Porque cuanto más corres, más te alejas de ti mismo.

Tú, que alguna vez soñaste con un amor auténtico. Tú, que deseabas una vida sencilla pero plena. Tú, que querías paz y conexión con lo divino… ¿Dónde has quedado? ¿Cuándo te convenciste de que no merecías eso? Hoy quiero recordarte quién eres. No un cuerpo con miedo. No un nombre con pasado. Eres alma. Eres luz. Eres parte del plan divino. Pero no puedes brillar mientras sigas caminando hacia donde tu alma grita que no. Detente. Respira. Este es tu llamado. Esta es tu advertencia amorosa. Y sí, también es tu oportunidad de comenzar de nuevo.

Te estás alejando de ti mismo

Yo te he visto alejarte, poco a poco, casi sin darte cuenta. No fue de golpe. Fue sutil, fue lento, pero constante. Y ahora estás tan lejos de ti mismo que a veces ya no reconoces quién eres cuando estás en silencio. Tu voz interior te ha hablado tantas veces… en sueños, en presentimientos, en ese malestar que no sabes explicar. Pero tú la has ignorado. Has aprendido a acallarla con excusas, con razones que suenan bien, con responsabilidades que no te pertenecen. Pero la verdad es que, al hacerlo, te has traicionado a ti mismo. Y eso, aunque no lo digas, te duele.

Has estado caminando por un sendero que no honra tu alma. Lo sé porque te lo he visto en los ojos. Porque he sentido tu energía cansada, como quien lleva una carga que no es suya. Te has convencido de que esto es lo que “te tocó”, de que no puedes cambiar nada, de que es tarde o que ya has invertido demasiado tiempo en esta dirección. Pero esa no es la verdad. Esa es la voz del miedo, y tú no fuiste creado para vivir desde el miedo. Tú viniste con un propósito, con una luz única. Y al alejarte de ti mismo, también te estás alejando de ese propósito sagrado.

Sé que una parte de ti recuerda lo que te hacía vibrar, lo que te emocionaba, lo que te daba paz sin esfuerzo. Pero lo has ido enterrando bajo las expectativas ajenas, bajo las heridas que no has querido mirar, bajo la presión de ser lo que otros necesitan. Has dejado de preguntarte qué necesitas tú. Has dejado de escucharte. Y eso es como vivir con el alma en pausa. Puedes respirar, moverte, trabajar, sonreír… pero por dentro, todo está quieto. Y no es una quietud de paz. Es una quietud de abandono. Es como si hubieras cerrado la puerta a tu propio espíritu.

Te estás olvidando de ti. Estás dejando de ser tú para encajar en moldes que nunca fueron tuyos. Te esfuerzas tanto por sostenerlo todo, por cumplir con todos, que te estás desmoronando en silencio. Y yo no puedo quedarme al margen mientras eso sucede. No fuiste creado para complacer, sino para expresar. No viniste al mundo para ser perfecto, sino para ser auténtico. Pero lo has olvidado, y al olvidarlo, estás pagando un precio muy alto: te estás quedando vacío por dentro. Estás perdiendo conexión contigo, y sin eso, todo lo demás pierde sentido.

No quiero que sigas así. No quiero que despiertes dentro de unos años con la sensación de haber vivido una vida que no era la tuya. Porque eso, créeme, duele más que cualquier cambio, más que cualquier ruptura, más que cualquier renuncia. Duele más vivir desconectado que atreverse a cambiar. Duele más sostener lo que te mata que soltar lo que no te sirve. Yo he venido a decirte que aún estás a tiempo. Que tu alma sigue ahí, esperándote. Que tu esencia no se ha perdido. Solo está dormida, herida, callada. Pero no desaparece. Y tú puedes volver a ella.

Cuando eras niño, soñabas con ser feliz, con hacer cosas grandes, con amar sin miedo. Esa energía sigue viva en lo profundo de ti. Pero necesitas volver a ti para encontrarla. Necesitas escucharte, respetarte, darte permiso. Nadie lo hará por ti. El mundo no va a detenerse para preguntarte si estás bien. Pero yo sí. Yo vengo desde el cielo para mirarte a los ojos del alma y preguntarte: ¿Cuándo vas a regresar a ti? ¿Cuándo vas a dejar de vivir para los demás y vas a empezar a vivir para ti, para tu verdad, para tu paz?

Hoy quiero tenderte mi mano. No para hacer el trabajo por ti, sino para recordarte que puedes. Que no estás solo. Que tienes una fuerza interna que ha sido olvidada, pero no perdida. Que puedes volver a escucharte. Que puedes reconectar con lo que eres, con lo que amas, con lo que sueñas. No importa cuánto tiempo hayas estado fuera de ti. Hoy puedes regresar. Y cuando lo hagas, cuando decidas volver a ti, yo estaré ahí, a tu lado, para protegerte, para ayudarte a cortar con todo lo que te alejó. Porque nada es más sagrado que volver a casa… y tu hogar, siempre ha sido tu alma.

Te estás forzando a seguir donde ya no encajas

Yo te veo. Te observo desde el plano donde todo se ve con claridad, donde no hay máscaras ni apariencias, solo verdad. Y lo que veo es un alma cansada, agotada de fingir que puede con todo. Estás empujando una puerta que ya se cerró. Estás intentando mantener en pie algo que hace tiempo dejó de sostenerte. Sé que crees que rendirte es fracasar, que soltar es perder, que cambiar de dirección es un signo de debilidad. Pero déjame decirte algo: a veces, lo verdaderamente valiente es soltar. Lo verdaderamente fuerte es reconocer que ya no encajas ahí donde tanto insistes en quedarte.

Estás forzando situaciones, relaciones, caminos… creyendo que es lo que “toca”, lo que debes hacer para ser correcto, aceptado, amado. Pero el amor nunca exige sacrificio de tu alma. El amor verdadero no duele así. Y tú lo sabes. En el fondo de ti hay una voz que susurra que este no es el lugar, que este no es el trato, que esta no es la forma. Pero prefieres callarla, porque crees que escucharla sería fallarles a los demás. No te das cuenta de que el único a quien estás fallando es a ti. Porque no viniste a esta vida a encajar en lugares rotos, viniste a brillar con autenticidad.

Has confundido la resistencia con fuerza. Pero resistir lo que te rompe no es fortaleza, es abandono de uno mismo. Has vestido el dolor con la ropa del “yo puedo”, del “esto pasará”, del “es lo correcto”. Pero yo vengo a decirte que lo que nace desde el miedo no puede dar fruto en la luz. Lo que haces desde el deber, pero en contra de tu alma, se volverá una jaula. Y tú no fuiste creado para vivir en jaulas. Fuiste creado para volar. Y si tienes que recortarte las alas para permanecer en ese sitio, entonces ese sitio no es para ti.

Sé que te has esforzado. No estoy aquí para juzgarte, sino para despertarte. No quiero que sigas pensando que aguantar lo insostenible es nobleza. Que permanecer en lo que te duele es fidelidad. Que callar tu verdad es madurez. Eso son distorsiones. Eso son heridas antiguas disfrazadas de virtudes. Lo que es real, lo que es del cielo, fluye. Tiene paz, incluso en los desafíos. Pero tú llevas tiempo sintiendo un peso que no cesa, una incomodidad que no desaparece. Y eso es una señal. Es tu alma gritando que ya es hora de tomar otra dirección.

Hay cosas que se rompen no porque fallaste, sino porque cumpliste tu parte. Y quedarse más tiempo solo trae desgaste. Pero tú te empeñas en seguir, en demostrar que puedes, en esperar que algo cambie cuando tú ya sabes que no lo hará. Estás intentando convencerte de que si aguantas un poco más, todo tendrá sentido. Pero no. Lo que no tiene sentido ahora, tampoco lo tendrá después. No te estás fallando si sueltas. No eres cobarde si te apartas. Eres sabio si reconoces que lo que no encaja, no te pertenece.

He venido a cortar con toda esa presión que te impide elegirte. A liberar tus hombros de la carga que no es tuya. A decirte que no tienes que demostrar nada. Que no necesitas seguir ahí para ser digno de amor, de respeto, de luz. Yo, como ángel guerrero, he aprendido que no todas las batallas se ganan luchando. Algunas solo se ganan al dejar de pelear contra uno mismo. Y tú llevas demasiado tiempo peleando contigo. Forzándote a seguir donde ya no hay vida. Hoy quiero que pares. Que mires dentro. Y que digas con honestidad: ¿esto es amor o es miedo?

Tú sabes la respuesta. Y yo estoy aquí para protegerte cuando decidas actuar desde esa verdad. Porque cuando sueltes, cuando digas “basta”, cuando dejes de fingir que estás bien… no te vas a romper. Te vas a encontrar. Vas a descubrir que no era debilidad lo que sentías, era tu alma pidiéndote un nuevo comienzo. Y ese comienzo empieza hoy, cuando dejas de forzarte y decides, por fin, escucharte.

Ese vínculo que te está envenenando el alma

Hay alguien —y no necesito decírtelo, porque tu alma ya lo sabe— que está oscureciendo tu luz. Un vínculo que comenzó quizás con amor, con ilusión, con promesas… pero que hoy te pesa como una cadena. No te permite crecer, ni volar, ni ser. Te has convertido en la sombra de ti mismo solo por no incomodar, por no molestar, por no perder a esa persona. Pero yo vengo a decirte con claridad: si tienes que apagar tu esencia para mantener un lazo, ese lazo no viene de la luz. Y es mi deber, como guardián celestial, mostrarte esa verdad aunque duela. Porque tú mereces más. Mucho más.

Has estado justificando lo injustificable. Te repites que no es para tanto, que quizás exageras, que tal vez eres tú el problema. Pero no lo eres. No es tu responsabilidad cargar con las heridas de otro, con sus cambios de humor, con su necesidad constante de control. No estás aquí para ser el lugar donde otro desahoga su oscuridad. Has sido paciente, has dado oportunidades, has callado tu incomodidad para no generar conflictos. Pero cada vez que lo haces, mueres un poco por dentro. Y yo no puedo permitir que sigas sacrificando tu alma por miedo a quedarte solo.

Porque la verdad, amado mío, es que ya te sientes solo. Estás acompañado, sí, pero emocionalmente aislado. Y eso es mucho más doloroso que cualquier soledad física. Estás rodeado, pero no visto. Acompañado, pero no amado de verdad. Manipulado con culpa, con silencios, con gestos que te hieren pero que aprendes a ignorar para no perder “eso” que aún llamas relación. Pero una relación donde uno domina y el otro se anula no es amor. Es dependencia. Y tú fuiste creado para amar con libertad, no para sobrevivir entre cadenas invisibles.

Yo estoy aquí para cortar con esa energía que te está drenando. Para enfrentarte a la verdad que has evitado ver. Porque el amor no duele así. No controla, no castiga, no te hace dudar de tu valor. Y tú lo sabes. Lo sabes porque lo has sentido, aunque sea en pequeños momentos de lucidez, cuando el alma te grita que esto no está bien. Pero vuelves a cerrarte los ojos, a engañarte con excusas, a recordar los buenos momentos para justificar los malos. Yo te digo: los recuerdos bonitos no justifican una realidad que te está destruyendo.

Sé que tienes miedo. Miedo a quedarte sin esa persona, miedo a empezar de nuevo, miedo a no encontrar algo mejor. Pero el miedo no es motivo suficiente para quedarte donde estás siendo herido. ¿Qué mensaje le das al universo cuando aceptas migajas? ¿Qué le dices a tu alma cuando permites que alguien apague tu fuego? Hoy vengo a decirte que no estás solo. Que cuando sueltes ese vínculo tóxico, lo que perderás será el veneno, no el amor. Porque el amor de verdad no hiere, no encadena, no apaga.

Te pido que mires con valentía. Que observes con los ojos del alma. ¿Quién serías sin esa persona? ¿Cómo te sentirías si no tuvieras que justificar ni una vez más su trato hacia ti? ¿Qué espacio se abriría en tu vida si liberaras ese lugar que hoy ocupa el dolor? Yo no te estoy pidiendo que odies ni que enfrentes con rabia. Te estoy pidiendo que te elijas. Que te cuides. Que recuerdes que estás aquí para vivir con dignidad y amor verdadero. Y a veces, eso significa cerrar una puerta aunque aún duela, aunque aún ames, aunque aún esperes un cambio que nunca llega.

Si estás leyendo esto, no es casualidad. Porque estás siendo llamado a despertar. No para destruir nada, sino para liberarte. Porque tu alma tiene una misión, una luz, un propósito… y esa relación que mantienes te está alejando de todo eso. No se trata de castigar a nadie. Se trata de dejar de castigarte tú. Ha llegado el momento de cortar ese lazo con amor, con compasión, pero también con firmeza. Yo estaré contigo cuando decidas dar ese paso. Porque no naciste para mendigar amor. Naciste para ser libre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

No se admiten comentarios con datos personales como teléfonos, direcciones o publicidad encubierta

Entrada destacada

PROYECTO EVACUACIÓN MUNDIAL POR EL COMANDO ASHTAR

SOY IBA OLODUMARE, CONOCIDO POR VOSOTROS COMO VUESTRO DIOS  Os digo hijos míos que el final de estos tiempos se aproximan.  Ningú...