Estos días se están produciendo importantes protestas protagonizadas por los pensionistas. El detonante ha sido la notificación del vergonzante incremento anual del 0,25% en la pensión que reciben millones de ciudadanos, que ven un año más como pierden poder adquisitivo. Las pensiones vuelven a estar en el centro del debate político. Hasta ahora, los impulsores de estas protestas han sido entidades de carácter españolista, que lo han hecho con el objetivo de recuperar la aplicación del IPC a las pensiones.
Dejando de lado la oportunidad política de algunas de estas organizaciones, desde una visión de país entendemos que el grave problema de las pensiones sólo se puede solucionar de manera satisfactoria con el despliegue de la República catalana.
Lamentablemente, las protestas actuales están abocadas al fracaso, ya que no se ataca el origen del problema. El modelo productivo de la economía española, de decisiones centralizadas orientadas a una economía de servicios que fomenta el trabajo precario y los sueldos bajos, imposibilita encontrar salidas a las necesidades de los pensionistas. España tiene un modelo económico diseñado para dar servicio a unas élites extractivas al servicio del poder del Ibex, opuesto a los intereses de las clases medias y populares. Ninguna de las propuestas de los partidos españoles tiene la voluntad de cambiar el modelo, ni tal vez la posibilidad de hacerlo. En todo caso, cualquier mejora que se proponga ahora será para tapar las protestas y cortar un debate que debería ser de más envergadura.
Como ya se ha dicho, la mejora de las pensiones de todas las catalanas y los catalanes jubilados, así como el mantenimiento firme de su nivel adquisitivo, implica -en el presente y en el futuro- la creación de la República, ya que nos debe permitir crear un nuevo modelo económico, punto básico para una mayor generación de puestos de trabajo, de más calidad y con mejor nivel salarial.
Solo en una Catalunya republicana podremos desarrollar plenamente los retos de este siglo, como la creación de nuevos clusters y la sociedad 4.0. Tenemos en nuestro ADN la innovación y el emprendimiento, y disponemos del potencial humano y tecnológico para asegurar que será un éxito. Esto en España es y será imposible. Pero para los pensionistas no todo es la pensión. Hay otros temas, tales como la salud, la vivienda, la dependencia o la aportación social fruto de la experiencia de vida y trabajo, sobre los que las jubiladas y los jubilados pueden -y quieren- decir la suya. Todo un futuro armónico que hace falta desarrollar adecuadamente en una nueva sociedad republicana.
Dejando de lado la oportunidad política de algunas de estas organizaciones, desde una visión de país entendemos que el grave problema de las pensiones sólo se puede solucionar de manera satisfactoria con el despliegue de la República catalana.
Lamentablemente, las protestas actuales están abocadas al fracaso, ya que no se ataca el origen del problema. El modelo productivo de la economía española, de decisiones centralizadas orientadas a una economía de servicios que fomenta el trabajo precario y los sueldos bajos, imposibilita encontrar salidas a las necesidades de los pensionistas. España tiene un modelo económico diseñado para dar servicio a unas élites extractivas al servicio del poder del Ibex, opuesto a los intereses de las clases medias y populares. Ninguna de las propuestas de los partidos españoles tiene la voluntad de cambiar el modelo, ni tal vez la posibilidad de hacerlo. En todo caso, cualquier mejora que se proponga ahora será para tapar las protestas y cortar un debate que debería ser de más envergadura.
Como ya se ha dicho, la mejora de las pensiones de todas las catalanas y los catalanes jubilados, así como el mantenimiento firme de su nivel adquisitivo, implica -en el presente y en el futuro- la creación de la República, ya que nos debe permitir crear un nuevo modelo económico, punto básico para una mayor generación de puestos de trabajo, de más calidad y con mejor nivel salarial.
Solo en una Catalunya republicana podremos desarrollar plenamente los retos de este siglo, como la creación de nuevos clusters y la sociedad 4.0. Tenemos en nuestro ADN la innovación y el emprendimiento, y disponemos del potencial humano y tecnológico para asegurar que será un éxito. Esto en España es y será imposible. Pero para los pensionistas no todo es la pensión. Hay otros temas, tales como la salud, la vivienda, la dependencia o la aportación social fruto de la experiencia de vida y trabajo, sobre los que las jubiladas y los jubilados pueden -y quieren- decir la suya. Todo un futuro armónico que hace falta desarrollar adecuadamente en una nueva sociedad republicana.