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14 de febrero de 2018

SIRIO "C" LAS ENVIADAS MUJERES

LOS ENVIADOS DE SIRIO: 13.
 SIRIO "C"
 LAS ENVIADAS MUJERES.(Emme ya).13.

Ellos fueron los «hijos de Dios», de «Enoch», los oannes anfibios que civilizaron Súmer, los que erigieron el imperio egipcio sobre dos de sus enviados: Isis y Osiris; ellos, quienes aleccionaron a toltecas y mayas…
Simplemente una tribu primitiva: los dogon, ahora radicada (o mejor erradicada) en la más pobre de las zonas de Mali, en Africa.
Y lo vienen diciendo desde hace milenios. Y también desde hace milenios hablan de esa «hermana negra» (por ser invisible) de Sirio, dando toda clase de detalles en torno a esa estrella que no se ve. Porque los dogon sabían hace ni se sabe cuántos años lo que ahora empieza a conocer nuestra super-tecnificada ciencia.
Sirio, de una estrella 26 veces más brillante que el Sol y que se encuentra a sólo 8,5 años luz, una muy corta distancia cuando se trata de mediciones estelares.
 Desde el observatorio de Monte Wilson, comprendió que Sirio B era lo que llamaron una «enana blanca».
Y todo eso lo sabían los dogon hace ya 5.000 años. Lo sabían, simplemente, porque, al igual que los egipcios, con quienes convivieron, conocieron a los Instructores, a esos seres, considerados hasta ahora como legendarios y que, procedentes del sistema de Sirio, convivieron con los hombres, dándonos no sólo el conocimiento, sino también el primero de los Cristos.
Para ellos, Sirio A, a pesar de su luminosidad, no es importante pues, como hemos escrito anteriormente, su interés se centra en Sirio B, a la que llaman «potolo»: «tolo» significa estrella y «po» es el nombre dogon del cereal oficialmente conocido como digitaria exilis, un cereal de grano minúsculo; de aquí que denominen «po» a la diminuta Sirio B.
Los dogon conocían las leyes de Kepler y algunas más, al igual que la órbita exacta de Sirio B, que dura 50 años. Asimismo sabían también que Sirio B gira sobre su eje. La astronomía científica no ha podido calcular todavía el tiempo que tarda Sirio B en dar una vuelta sobre sí misma, pero se admite que muy posiblemente sea un año terrestre como afirman los dogon y algunos astrónomos, sorprendidos por los exactos conocimientos de esta etnia africana.
Pero la sorpresa es que los dogon hablan de una tercera estrella en el sistema de Sirio, a la que llaman estrella «Emme ya». Al comparar esta otra Sirio (que sería Sirio C) con Sirio B, dicen que es cuatro veces más ligera y que describe una trayectoria más larga en la misma dirección y en el mismo tiempo; y que los radios de Sirio B y Sirio C se encuentran en ángulo recto. Asimismo aseguran que Sirio C tiene un satélite, que representa el sol de las mujeres, al que se denomina «estrella de las mujeres» o Cabrero, como guía de «Emme ya».
Dejando a un lado que cuando nuestra civilización creía que el Sol daba vueltas en torno a la Tierra, los dogon sabían ya que el giro de la Tierra sobre su eje es la causa de que el cielo parezca dar vueltas, y dejando a un lado también otros muchos conocimientos astronómicos que sorprenden, pero que, por ser tantos, resulta imposible reseñarlos en su totalidad, hago hincapié en el concepto «placenta», nombre con que los dogon simbolizan todo un sistema de estrellas o planetas. Y destaco esto porque a nuestro sistema solar lo denominan la placenta Ogo (el Zorro), algo así como una placenta enferma, que hay que redimir, en tanto que el sistema de la estrella Sirio es, a entender de ellos, la «placenta de Nommo», nombre con el que se designa al hijo de Amma, gran héroe cultural y fundador de la civilización que llego de las estrellas de Sirio. Los nommos, por extensión, serían esos seres anfibios, simbolizados por el pez, que nos vinieron a redimir. Ante todo, ellos definen a esas criaturas, procedentes del sistema de Sirio, como seres anfibios; poseen incluso dibujos que de ellos hicieron sus antepasados.
Los dogon creen que Nommo bajó primero a la Tierra porque nuestro planeta es, precisamente, «el lugar donde el cordón umbilical de Ogo, el Zorro, estaba unido a la placenta de nuestro sistema Solar». O sea que Ogo, el Zorro, utilizó nuestro planeta para unirse a la placenta solar. Y todo parece evidenciar que por Ogo, los dogon entienden el propio hombre, una especie enferma, de inteligencia imperfecta, que dudan si «descendió» o surgió en la propia Tierra. Pero lo que sí está claro, y así lo afirman los dogon, es que Ogo se reveló contra su creación quedando de este modo, inacabado. Sería algo así como nuestro concepto de Lucifer. Y los dogon dicen que una y otra vez, con el fin de expiar nuestra impureza, el Nommo muere y resucita, sacrificándose por nosotros, para purificar y depurar la Tierra. Los paralelismos con Cristo son extraordinarios, hasta el punto de que Nommo es crucificado en un árbol, forma un ágape eucarístico para la humanidad y luego resucita. Y se nos dice que Nommo vendrá otra vez. En el cielo volverá a aparecer cierta «estrella» que será el testimonio de la resurrección de Nommo. Tal vez fueron aquellos visitantes a los que los dogon denominaron nommos quienes verdaderamente «aplastaron al Zorro» que hay en nosotros, quienes prácticamente destruyeron a Ogo y nos han dado la totalidad de los mejores elementos de civilización que poseemos.
Si tenemos en cuenta que la raíz de la palabra «nommo» es nomo, que significa «hacer que uno beba», se nos hace más claro el sentido del texto dogon: «El Nommo dividió su cuerpo entre los hombres para alimentarlos, por eso se dice también que como el Universo había bebido de su cuerpo, el Nommo también hizo que los hombres bebieran. Asimismo, dio todos sus principios vitales a los seres humanos». Recordemos que, según los dogon, fue crucificado en un árbol de Kilena, donde murió, pero resucitó… 13.
Saludos a todos los hermanos y hermanas de Sirio. Akatriel Ratzón Elyon

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