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28 de marzo de 2018

Los tiempos cuentan






La detención de Puigdemont en Alemania y su prolongación preventiva es un golpe al independentismo. Tanto que llevaba a El Paísayer a titular en su muy combativo estilo: La caída de Puigdemont liquida la farsa del Gobierno en el exilio. "Caída", "farsa", vocabulario de guerra. Efectivamente, sobre Puigdemont sobrevolaba un halo gaullista de legitimidad republicana que ahora queda muy reducido en su radiación. Detención preventiva en Alemania e inhabilitación probable en España, no parece la posición más favorable para defender la República mundo adelante.


Ocurre lo mismo con los otros líderes independentistas encarcelados. Se quiera o no, están muy limitados en su capacidad de decisión por evidentes problemas de información y comunicación. Sin duda su importancia es inmensa por lo simbólico; pero la necesidad de la eficacia del gobierno se aplica a toda la acción política de la dirección. En otras palabras, el sector político del movimiento tiene que recomponer los órganos directivos. Sería un disparate paralizar la acción exterior independentista por la detención de Puigdemont. Igual que se pide eficacia en la acción de gobierno. Ni el exterior ni el interior pueden quedar desatendidos por problemas de funcionamiento interno de las organizaciones. Estas harán bien en seguir el ejemplo de las organizaciones sociales, de elegir nuevas direcciones y ponerse en estado operativo cuanto antes.


Últimamente se ha apuntado una posibilidad de ampliación de la base demográfica del independentismo sumando quizá a los Comunsy hasta se ha llegado a insinuar (tímidamente) que a lo mejor el PSC considerara la posibilidad de... Innecesario demostrar lo contrario. Los Comuns ya han anunciado que jamás de los jamases se aliarán con los señoritos del PDeCat porque todavía hay clases. Guerra social frente a guerra nacional. Lo del PSC ya ni se considera, igual que Iceta no cree necesario mirar a la cara a los familiares de los presos políticos catalanes.


Como la ampliación de la base demográfica es una ilusión y el horizonte de unas elecciones a dos meses vista no pinta nada mal a título de ruptura, ¿por qué no convertirla en el enésimo y, a ser posible, definitivo referéndum? Bastará con que todos los partidos independentistas vayan en una lista de país con lo que todos sus votos serán votos "sí". Todos los votos que no sean nulos o en blanco se computarán como votos "no"; los nulos, en blanco y abstenciones no se computarán. El resultado es dicotómico y por tanto de referéndum. Es una humilde opinión, sometida a mejor juicio.


Lista de país. En las elecciones de 21 de diciembre no la hubo. Hay quien considera que el resultado entonces fue bueno; otros, que malo. Pero aquí estamos ahora hablando de elecciones de nuevo. Porque, entiendo, cuando se propone a Carles Puigdemont president es porque no se da un ochavo por el marco estatutario y se funciona en un horizonte de elecciones convocadas en menos de dos meses. Siendo esto así, ¿por qué no dar una oportunidad a la lista de país? Podría ir encabezada por Puigdemont y resto de dirigentes privados de libertad y tendría una muy probable función superaditiva en relación con las listas por separado. Los resultados apuntarían a un mandato de Puigdemont y otros dirigentes. Que se pueda materializar, dependerá de circunstancias políticas y diplomáticas de muy diferente carácter. Pero el margen de actuación habrá mejorado notablemente.

Ramón Cotarelo

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