Las empresas del Ibex-35 acumulan en sus balances cerca de 100.000 millones de euros en activos por impuestos diferidos, que en su mayoría son créditos fiscales que permiten a las compañías reducir el pago de impuestos en el futuro de forma completamente legal, perjudicando de forma flagrante la justa recaudación de impuestos.
Desde que comenzó, la crisis el Ministerio de Hacienda ha beneficiado a las empresas del Ibex-35 con unas «ayudas» por las pérdidas que han sufrido durante la crisis. Esas ayudas, que es dinero público que no se recauda en forma de créditos fiscales, se las seguimos entregando. Las empresas del Ibex-35 llevan acumulados alrededor de 100.0000 millones de euros en ayudas fiscales.
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Estos activos fiscales son anotaciones contables que permiten a las corporaciones reducir el pago del impuesto de sociedades en el futuro, la cantidad resultante de aplicar el tipo de gravamen efectivo del impuesto de sociedades. El tipo oficial está actualmente en el 25%. Por lo que, grosso modo, se ahorran unos 25 000 millones de euros.
Este hecho está logrando un crecimiento de las empresas del Ibex-35. Entre 2008, año en que estalló la crisis en nuestro país, y 2017 los beneficios de las empresas han crecido un 11,3% y el dividendo que han pagado a sus accionistas aumentó un 15,5%. De esta forma, el dinero que se ahorran en el impuesto de sociedades va al sueldo de los directivos: en 2017 las empresas pagaron dos veces y media más dividendos que en 2000.
Mientras que la recaudación del IRPF, del IVA y los impuestos especiales están en máximos históricos, los ingresos aportados por el impuesto de sociedades, poco más de 23.140 millones, son la mitad que antes de la crisis, cuando alcanzaron los 44.823 millones.
Estos créditos fiscales que se deducen las empresas son una de las razones por las que las empresas pagan al fisco solo el 7% de lo que ganan, según cálculos de Hacienda, por lo que la recaudación se queda sin un buen pellizco por esta legislación y el uso de la ingeniería fiscal por parte de las grandes corporaciones. La reforma del Impuesto de Sociedades que entró en vigor el 1 de enero de 2015 y que redujo el tipo nominal del Impuesto de Sociedades para los grupos empresariales del 30% que había hasta entonces, al 28% para el 2015 y hasta el 25% a partir del 2016, no ayudó a revertir esta tendencia.
Esa divergencia entre beneficios empresariales y recaudación del impuesto de sociedades se ve reflejada en la caída de los tipos efectivos, que es el porcentaje que realmente las empresas pagan de impuestos sobre sus resultados declarados. Si en el año 2000 las empresas pagaban el 22%, en 2016 pagan la mitad, un 10,2%.
Necesitamos sociedades justas y equitativas, donde nadie se quede atrás. Si las grandes empresas quieren atender a este reto, es necesario que abandonen las derivas cortoplacistas en las que muchas de ellas están embarcadas y entiendan que, no sólo son un actor primordial para que la prosperidad llegue a todos. Para esto se requiere la adopción de prácticas y medidas concretas que reduzcan su huella sobre la desigualdad y el abandono de prácticas como el uso de la ingeniería fiscal para pagar menos impuestos.
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