"Lo que decía el cielo"
Y miré la desesperación del mar en todas direcciones como queriendo huir del mundo y del sabor de las muertes en sus profundidades.
Mis manos sangrando letras hasta que una balsa sirvió para detener un poco la intensidad del mensaje y logré salvar lo que decía el cielo.
Siempre es un aroma en el viento, un despeinar mi cabello libre, el líquido de voces indisolubles junto a mi aura en la química de la noche.
Brotaban piedras con nombres y estacas de madera astilladas, la marea subía y el torbellino del lenguaje se expandía, nadie entendía.
De pronto se rompieron mis manos y la sangre teñía la balsa, mis piernas; y se mezclaba con el mar y el vaivén, sentí el cielo dentro.
Escuché una voz en esa ráfaga de instantes, una voz como trueno, una voz delicada y poderosa, una voz que cubrió mis manos para vendarlas.
Entré a esa voz sin la menor duda, era lugar, una especie de iceberg en medio del tiempo y enmudecí sin comprender; solo silencio escuché.
De repente un reflejo entró iluminando el espacio y recibí el cielo en una caja de metal con la única llave que no existe y el sol se abrió.
Había escritos en hojas de un papel transparente y las letras se movían al leerlas, tenían vida, parecían seres diminutos, un sueño vivo.
Traté de leer al principio pero el vaivén y el movimiento de esas letras me aturdían un poco, así que decidí acostarme y ponerlas sobre mí.
Entonces se me dio un momento de atención y dejé mi ser expresarse por lo que iba sintiendo, no era cuestión de leer, era sentir, sentir.
Y al sentir se escribió lo siguiente: morirá la voz de un gobernante, los blasfemos se quedarán en cuevas de lodo y cenizas.
Las calles serán de humo, de sangre, se quedarán los escombros en las charlas clandestinas, huirán los que son inocentes.
Se perderán las palabras, el mar se llevará los ciclos, las generaciones, se hundirán los días de gloria y mentiras, se ataran los árboles.
Las mujeres tendrán suficientes lágrimas para dar de beber a sus hijos; porque la sed, porque la misma desesperación será despertar.
Un tremendo ruido, y la guerra, y el sismo que aniquila, y el mar que arrastra, y el silencio que perfora en injusticia.
Vibrarán naciones y el poder de algunos será la pausa, y el hambre, y la incertidumbre, y los niños seguirán jugando con las armas de sus hermanos, de sus padres, y se obligará a tomar por fuerza el mismo témpano humano para derretirlo con la marcha y el éxodo de todos.
Serán tierras lejanas entre las ruinas del destino, pero aquí también se morirán los que sin poder y con fecha el pantano absorberá.
Los días serán reservados pero en fila, las paredes serán escritas de llanto y los hombres se irán sin despedirse a tiempo.
No todo se perderá, las montañas serán espera para los que necesitemos orar, volver a ser perdón y libertad, ahí despertaremos.
De pronto mis manos florecen y las aves curan mis heridas, de pronto estoy en la nada abrazada al silencio.
Cerré la caja y volví sin darme cuenta a tierra firme, solo es poesía dijeron las estrellas y me fui a dejar mi cielo en otra puerta.
Despierto y las palabras son insuficientes para abrazar la vida en los instantes, pero bendigo todo.
Visionaria.
Tisha.
13 Octubre 2016
21:25 hrs.
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