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17 de enero de 2017

Revolución de la Comunicación


No hay tiempo que perder. 
Los imperios mediáticos se re-acomodan diariamente, se alían, se compran entre sí, se expanden… y no pocos operan como armas de guerra ideológica mercantilista e inhumana. 
La Revolución de la Comunicación que Maduro convoca tiene el desafío de profundizar la crítica del modelo mediático dominante y tiene la tarea de impulsar el nacimiento del “Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación” del siglo XXI.
Rebelión/Centro Universitario Sean MacBride

“Vamos a la Revolución Comunicacional en Medios, Redes, Calles y Paredes” N.M. Edición 68 de “Contacto con Maduro” 20 de noviembre del año 2016.

Por fin un estadista pone a la “Comunicación” en su agenda de prioridades con clave revolucionaria, es decir, con la premisa de que urgen cambios profundos e inmediatos con extensión planetaria y respuesta histórica contundente. Acaso como lo soñó el Movimiento de los no Alineados en 1973 o como lo veía el “Informe MacBride” en 1980. “Un solo mundo voces múltiples”.

Tomar los muros, las redes, las calles y los medios. 
En las comunas, en las escuelas, en las fábricas… 
hacer visible el sentimiento y el pensamiento de los pueblos. Ponerse a la vanguardia de la semántica, de la sintaxis 
y de la “Batalla de las Ideas” revolucionarias. 

Renovar las técnicas, renovar la imaginación, 
renovar la poesía de la lucha pero unidos, 
convertidos en fuerza global, 
convertidos en factor decisivo y organizador 
para que nunca más nos quedemos silenciados ante las acometidas (impúdicas e impunes) del avasallamiento monopólico mundial. 

¿Cómo no sumarse?

No se trata de una ocurrencia de coyuntura. 

Hemos padecido episodios sistemáticos de abuso delincuencial contra la voluntad democrática del pueblo venezolano, por ejemplo, desde que su revolución inició transformaciones decisivas y ejemplares. 

Se han cometido atropellos y agresiones escandalosas que no han merecido denuncia ni castigo de las organizaciones internacionales que se auto-proclaman defensoras de la “libertad de expresión” o de la “independencia de los medios”. 

Silencio absoluto de la UNESCO, del la SIP, de la OEA… silencio de la FELAFACS, de la INVECOM… en suma silencio de los organismos y asociaciones de profesionales que debieran tener respuesta rápida contra toda forma de golpismo mediático. 

Y sin embargo, ni una palabra frente al grotesco periódico español “El País” que, por ejemplo, publicó la fotografía de una persona en un quirófano y la promovió (a sabiendas de su falsedad) como la imagen de Hugo Chávez. Hay ejemplos terribles de esta envergadura. Y pasa nada.

Maduro ha extendido la convocatoria revolucionaria al mundo entero. Sabe bien que los abusos mediáticos no se reducen a un sólo país y que mientras se fortalece la alianza mediático-militar (la OTAN mediática) los pueblos se ven silenciados y las democracias se ponen en peligro. 

Hay que ver cómo, por la decisión inconsulta de un presidente, se borra de un plumazo una “Ley de Medios”, como en Argentina. 

Hay que ver cómo avanza el poderío tecnológico basado en una asimetría grotesca en las condiciones y oportunidades para que los pueblos accedan a una tecnología sustentable sin la extorsión de la caducidad programada por el mercado.

Maduro ha entendido la necesidad de una Revolución de la Comunicación que abarque la enseñanza, que haga visibles -y aprenda- las luchas históricas de los pueblos y su herencia simbólica poderosa y vivificante. 

Ha entendido la urgencia de renovar las agendas y potenciarlas a partir de lo que piensan y sienten los pueblos y no de los intereses de los publicistas, de los comerciantes o de los gobernantes serviles al modelo de mercantilización desaforada. 

Maduro ha puesto el dedo en una llaga, dolorosa y profunda, que expresa un error y una de las debilidades más sufridas por nuestros pueblos. Ha indicado un rumbo y una modalidad de trabajo que, en su carácter contemporáneo, recoge las herencias de generaciones y las pone a retoñar cuando muchos creían que el silencio y la resignación nos derrotarían para siempre.

Es verdad que no alcanza con una convocatoria por más sentida que sea. Se requiere ahora de un programa con principios humanistas revolucionarios capaces de modelar acciones y metas para el corto, el mediano y el largo plazo. 

Se requiere coordinación y unidad inmediata. Se requiere un Frente Único Internacional capaz de superar sectarismo y pesimismo. 

Se requiere trabajo político imaginativo y confiable, recorriendo puertas y oídos para articular y salvaguardar las más diversas identidades en un esfuerzo de unidad de lo diverso que nos permita trabajar juntos en las coincidencias, sin que las divergencias nos frenen. Una revolución dentro de la revolución.

No hay tiempo que perder. 

Los imperios mediáticos se re-acomodan diariamente, se alían, se compran entre sí, se expanden… y no pocos operan como armas de guerra ideológica mercantilista e inhumana. 

La Revolución de la Comunicación que Maduro convoca tiene el desafío de profundizar la crítica del modelo mediático dominante y tiene la tarea de impulsar el nacimiento del “Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación” del siglo XXI. 

Eso requiere de pueblos en lucha con semiología, epistemología y tecnología emancipadoras. 

Eso requiere “moral y luces” revolucionarias donde no se admitan reconciliaciones ni reformismo. 

Donde no se admitan burocracias ni demoras. 

Una etapa nueva de la Patria Digital Emancipada, de la Revolución del Espíritu y la Revolución Semiótica que aguardan su oportunidad para concatenarse en una sola Revolución mundial y desde abajo.

Desde luego, la única manera de evitar que semejante convocatoria no quede en eso y se haga realidad concreta, es actuar de inmediato y masivamente. No hay lugar a los regateos ni a las especulaciones.

Jugar al coqueteo o hacerse desear implica irresponsabilidad suprema hija de una egolatría perversa que ya nos hizo padecer derrotas y humillaciones feroces. 

Estamos hartos de esas manías de izquierdismo infantil. 

Esa convocatoria de Maduro debe madurar, a su vez, no como una prédica mesiánica con el “culto a la personalidad” que ha sido vicio de mediocres. 

Ha de madurar en la refriega de la lucha de clases, en la construcción social que, desde las bases, le den sustento y coherencia revolucionaria a todos los episodios y las tareas que urgen en lo inmediato y en lo mediato. 

No hay que esperar ni un minuto.

Demos la bienvenida activa a tal llamado, a su jerarquía y a su valor político sin retroceder un solo paso en las conquistas ganadas, hasta el momento, por todos los que luchan honradamente y minuto a minuto, por poner las herramientas y los conocimientos en materia de Información y Comunicación al servicio de las tareas supremas de la hora: frenar las guerras, salvar al planeta y salvar a la humanidad en un mundo sin amos, sin esclavos, sin clases sociales y con voces múltiples dignas hablando de futuro y felicidad para todos. Nada menos. Aprobado.

objetivo: imponer el consenso de Washington

El rol de los medios para imponer el consenso de Washington


"Cada día que pasa sin democratizar los medios es un día que el poder corporativo y financiero global usa para manipular a la ciudadanía. 
Está probado que se puede hacer cualquier tropelía criminal si antes se consiguió el suficiente nivel de convencimiento o de aceptación de la opinión pública internacional."
Por Telma Luzzani. El objetivo de los medios es imponer el Consenso de Washington. (*) 
Cuatro notables especialistas analizaron, paso a paso, cómo los medios de comunicación hegemónicos, asociados a los bancos, fabricantes de armas y corporaciones buscan destruir la pluralidad de voces e instalar el discurso único del neoliberalismo. 
Estas son las reflexiones de Fernando Buen Abad, Pascual Serrano, Ramón Reig y Fernando Casado.
Para el filósofo mexicano Buen Abad, Occidente ha creado una red de medios poderosos para imponer su narrativa. 
En América Latina la configuración de ese sistema de alianzas está liderado por CNN y lo componen el grupo Prisa de España, O Globo en Brasil, Clarín en Argentina yTelevisa en México. ¿Cómo operan? “La gran virtud de esta red de medios es su ubicuidad y velocidad de ataques. 
En poco tiempo siembran calumnias, sospechas y acusaciones sin pruebas. Se llega al linchamiento mediático a través de afirmaciones sin juicios ni debido proceso. 
El caso de Brasil es claro“, aseguró Buen Abad, quien acuñó el concepto de “Plan Cóndor mediático”, en alusión a aquel que ejecutaron las dictaduras militares del Cono Sur, en los años 70, bajo las órdenes de EEUU.
También Ramón Reig detallócómo opera la “cultura de la descalificación” paradesestabilizar Gobiernos o demonizar a líderes opositores. 
Reig se refirió al caso de los ataques recibidos en Europa porSputnik y RT. 
“Creo que en Europa hay una corriente ideológica muy relacionada con el mercado salvaje que no sólo quiere acabar con la libertad de las personas de expresarse y su derecho a informarse sino que además quieren acabar con el conocimiento que da la pluralidad de voces”, afirmó. 
“El acoso al presidente Putin y a Rusia es parte de un contexto geopolítico que no es nuevo”, agregó Ramón Reig
Lo grave es que no hay castigo para los calumniadores, ni reparación para los afectadosporque de tanta repetición se instala la calumnia como una verdad y cuenta con la complicidad de una parte de las capas medias de la sociedad.
Fernando Casado por su parte, explicó cómo, a través del bombardeo mediático se crean estereotipos (por ejemplo en América Latinachavismo=totalitarismo) y luego ese término se transforma en arma de descalificación. 
Su tesis doctoral volcada en un libro “Antiperiodistas. Confesiones de las agresiones mediáticas contra Venezuela” es un texto de referencia por la rigurosidad del estudio de campo y profundidad del análisis.
Finalmente, Pascual Serrano, creador del sitio Rebelión.com subrayó la necesidad urgente de democratizar los medios. 
“Cada día que pasa sin democratizar los medios es un día que el poder corporativo y financiero global usa para manipular a la ciudadanía. 
Está probado que se puede hacer cualquier tropelía criminal si antes se consiguió el suficiente nivel de convencimiento o de aceptación de la opinión pública internacional. 
Se puede invadir Irak, asesinar a Gadafi o derrocar al Gobierno de Nicolás Maduro
Lo único que se necesita es controlar y dominar a la opinión pública”. 
Serrano analizó además la utilidad pero también la frivolidad de los nuevos formatos.
 Anexo Contrainfo.com:

(*) Consenso de Washington:

Por Marco Antonio Moreno
La hemorragia financiera que está secando a las bolsas mundiales pese a las contundentes inyecciones de liquidez tiene ya una víctima crucial: el “Consenso de Washington”. 
Las disputas de los últimos días entre Dani Rodrik y John Williamson (recopilador del sistema y a quien llama su “hijo ilegítimo”) dan cuenta del resquebrajamiento de este decálogo que si bien comenzó como un “adoctrinamiento” para las políticas latinoamericanas, terminó invadiendo ideológicamente a todo el planeta.
Creado inicialmente como un documento de trabajo en noviembre de 1989 por Williamson y titulado What Washington Means by Policy Reform (Lo que Washington quiere decir por una política de reformas), consistía en una lista de diez medidas de política económica que, según su autor,erán “más o menos aceptadas por todo el mundo en Washington” desde 1980, de ahí su título de Consenso de Washington.
Para comprender brevemente la esencia de este recetario que terminó siendo el eje de los alineamientos económicos de los años 80 y 90 potenciando el laissez-faire del libre mercado y las desregulaciones, hay que reseñar algunos de sus puntos centrales. 
En primer lugar la disciplina fiscal: 
no más déficit fiscales, en un llamado a los países a tener presupuestos balanceados dado que los trastornos macroeconómicos son la consecuencia de los procesos inflacionarios.
La segunda medida de alerta era el control de la inflación como un parámetro central de la economía. 
De aquí viene el manejo de la política monetaria via tasa de interés encareciendo y limitando la oferta monetaria en los momentos de auge para evitar el “sobrecalentamiento” de la economía.
Un tercer punto fue el tipo de cambio. Los países tenían que tener un tipo de cambio competitivo para promover el crecimiento de las exportaciones (en dólares, por cierto). 
Esta promoción al comercio internacional debía eliminar las protecciones arancelarias de tal forma de no hallar trabas al libre acceso a los productos. Esta misma libertad de entrada y salida era preciso aplicar también a los flujos financieros.
El modelo de John Williamson insiste en dos puntos más: 
las privatizaciones y la desregulación. 
La lógica de las privatizacionesobedece a la creencia de que la empresa privada es más eficiente que la estatal, junto a permitir una fuente de ingresos de corto plazo a los Estados. 
La lógica de la desregulación, es la fe en que laissez-faire es el mejor regulador.
Dada la magnitud de la crisis que estamos viviendo en todo el mundo y que según datos de la FAO significa un retroceso de 15 años en la lucha contra el hambre, podemos ver las consecuencias del llamado“Consenso de Washington” y no es por nada que Williamson se retracte y lo llame un “hijo ilegítimo”.
El “consenso de Washington”halló su tierra fértil tras la caída del bloque soviético que dejó al mundo a merced del “pensamiento único” dominado por la hegemonía del imperio estadounidense. 
Curiosamente, el primer mandamiento de este “consenso” (los déficit fiscales)jamás fue cumplido por los gobiernos republicanos de EEUU(desde Nixon a Bush) y hoy el déficit fiscal está descontrolado y la deuda pública llega al 80% del PIB (de ahí la profundidad de la crisis), 
es decir, predicaron, 
pero no practicaron sus propios dichos. 
Gran parte del colapso mundialque estamos viviendo deviene deesa práctica maquiavélica en la cual la palabra y la acción van por caminos que nunca se encuentran. 
Fuente: Blog Salmóno

16 de enero de 2017

Un extinent de l’exèrcit alerta de les ganes de “la majoria d’oficials” d’intervenir a Catalunya

Un extinent de l’exèrcit alerta de les ganes de “la majoria d’oficials” d’intervenir a Catalunya

Luis Gonzalo Segura denuncia que les forces armades espanyoles són "ultrafranquistes"


L’ombra de la intervenció militar a Catalunya en cas d’independència s’ha tornat a passejar aquest diumenge durant una entrevista al programa ‘El Suplement’ de Catalunya Ràdio a un extinent espanyol. En concret, l’exmembre de les forces armades Luis Gonzalo Segura ha afirmat que “controlar sis milions de persones en un territori, prendre'l i controlar-lo, és molt complex, amb els militars que hi ha no n'hi ha prou”. Així, ell ho descarta, però ha dit que això “no vol dir que la majoria dels oficials, i això és molt important, estiguin desitjant participar a Catalunya”. Unes declaracions que expliquen la carta de l’Asociación de Militares Españoles l’any passat
"Tenim submarins que no floten i carros de combat que no disparen"
Un altre dels motius pels quals Segura no creu possible una intervenció al Principat és l’estat dels recursos de l’exèrcit: “Tenim submarins que no floten i carros de combat que no disparen, no tenim capacitat operativa suficient”. L’extinent ho ha desenvolupat posant de manifest que “120.700 i escaig” militars no són suficients perquè “Catalunya és un territori geogràficament complex” i “controlar 6 milions de persones en un territori” és molt difícil.
Segura no cessa la seva denúncia
Luis Gonzalo Segura va ser expulsat de l’exèrcit espanyol el juny de 2015 per destapar diversos escàndols de corrupció i condicions precàries al cos i el Tribunal Suprem va ratificar la decisió de Defensa el mes passat. L’extinent, però, no cessa en la campanya de difusió de les mancances de les forces armades espanyoles i a l’entrevista de Catalunya Ràdio ha descrit la institució com a “ultraconservadora i ultrafranquista, no es fia de les seves pròpies tropes, i això és heredat del passat”. Segura no és, però, l’únic que ha denunciat les condicions a l’exèrcit espanyol en els últims temps
Font: directe.cat

La tan defendida GLOBALIZACIÓN por algunos... ha precarizado las CONDICIONES LABORALES de los TRABAJADORES del MUNDO

La globalización y los trabajadores del mundo

La globalización fue anunciada como algo beneficioso para todos, como un vigoroso paso adelante hacia una mejora económica universal. Era claramente falso, y no fueron solo los economistas de izquierdas, sino también muchos economistas de la línea “dominante” como Paul Samuelson los que lo dijeron desde el primer momento.
El motivo que aducían era muy sencillo: si el régimen económico mundial permitía la libre importación en Estados Unidos de mercancías procedentes de China o de la India, ello afectaría negativamente a los salarios reales de los trabajadores norteamericanos, porque los trabajadores norteamericanos, con unos salarios mucho más altos, tendrían que competir, en detrimento suyo, con los salarios más bajos de los trabajadores chinos o indios. 
Por consiguiente, el hecho de que la globalización perjudicaría necesariamente a los trabajadores de Estados Unidos y de otros países avanzados, les parecía obvio a ellos, y de hecho a todos, de lo que se seguía que no era posible que beneficiase a todos los segmentos de la clase trabajadora mundial. 
Ahora bien, de acuerdo con esta argumentación, se consideraba que la globalización beneficiaría a los trabajadores de países como China o la India, es decir, de aquellos países del tercer mundo con los salarios bajos.
Formulando este argumento de otro modo, ya que la libre circulación de mercancías y de capitales por todo el mundo intensifica la competencia entre los trabajadores de los diferentes países, se produciría una tendencia hacia una disminución de las diferencias salariales entre estos países, y si bien esto representaría un cierto incremento en los salarios reales de los trabajadores del tercer mundo, también representaría una reducción en los salarios reales de los trabajadores metropolitanos.
Este mismo argumento puede formularse de un modo más preciso, de acuerdo con las categorías de la economía marxiana, del siguiente modo: la globalización, al transferir determinadas actividades económicas desde los países avanzados a los países del tercer mundo (debido a los salarios más bajos de estos últimos) agotaría las reservas de mano de obra en estos últimos al tiempo que produciría un aumento de las reservas de mano de obra en los primeros. 
Esto, si no cambian otras circunstancias, provocará una subida de los salarios en los últimos y un descenso de los mismos en los primeros. 
La globalización, por ejemplo, mientras que no beneficia a todos los trabajadores, reduce las diferencias relativas entre los trabajadores de los países avanzados y los trabajadores del mundo subdesarrollado. Pero, según este argumento, no es posible que empeoren las condiciones de los trabajadores en las dos partes del mundo.
EL EMPEORAMIENTO DE LAS CONDICIONES
Esto es, sin embargo, lo que ha sucedido. 
La globalización, por supuesto, ha empeorado las condiciones de los trabajadores en los países metropolitanos, un hecho recientemente puesto de relieve por el economista Joseph Stiglitz. 
Casi un 90 por ciento de norteamericanos, lo que significa la casi totalidad de la población trabajadora en aquel país, tiene actualmente unos ingresos reales apenas superiores a los que tenían hace treinta años. 
Actualmente, el salario mínimo de los trabajadores norteamericanos está en términos reales muy poco por encima de donde estaba hace 60 años. 
Dado que ha habido ciertas mejoras en estas magnitudes durante la primera parte de los años transcurridos, lo que esto significa es que se ha producido un deterioro en el período más reciente, que coincide con el apogeo de la globalización. 
Un dato estadístico aún más revelador es el relacionado con el fuerte descenso en la esperanza de vida entre los varones norteamericanos en los últimos tiempos, un descenso que recuerda la fuerte caída en la esperanza de vida que se produjo en Rusia después del colapso de la Unión Soviética. 
Un descenso en la esperanza de vida cuando no hay ninguna epidemia obvia a la vista es un asunto muy grave, y que este descenso se dé en el país capitalista más avanzado del mundo es una prueba fehaciente del ataque a los medios de vida de la clase trabajadora que ha traído consigo la globalización.
Una historia muy similar es la que puede contarse de otros países capitalistas avanzados. Estados Unidos es considerado normalmente como una de las economías más exitosas, el lugar donde se produjeron los booms de los años noventa del siglo XX y de la primera década del siglo actual, que originaron respectivamente las burbujas de las empresas punto.com y la del mercado inmobiliario, y también la economía que está experimentando aparentemente una recuperación después del colapso de la burbuja inmobiliaria. 
Dicho esto, el hecho de que la población trabajadora de este país esté pasando tantas dificultades es muy significativo. En los últimos años, en el Reino Unido se ha producido una fuerte caída de los índices salariales reales de los trabajadores 
No tiene nada de extraño, pues, que el descontento con la globalización esté cada vez más extendido entre los trabajadores de las economías metropolitanas, y dado que la izquierda no ha tenido hasta ahora un conocimiento adecuado de ello, el descontento está siendo explotado por la derecha. 
Fenómenos como el voto en el Brexit y la emergencia de Donald Trump se explican desde este punto de vista.
Lo que resulta inexplicable en el marco del debate que estamos teniendo hasta aquí, sin embargo, es el hecho de que la situación de los trabajadores ha empeorado incluso en una gran franja de los países del tercer mundo con los salarios bajos, entre los cuales la India es un buen ejemplo. 
Las pruebas más concluyentes en este sentido las proporcionan los datos sobre el consumo de alimentos básicos. 
Partiendo de los estudios realizados por el NSS en los períodos 1993-1994 y 2009-2010 , que corresponden en líneas generales al período de políticas neoliberales asociadas con la globalización, los porcentajes de la población rural total con una ingesta calórica de menos de 2200 calorías por persona y día (el “parámetro” que define la pobreza rural) de estos dos períodos anuales fue de un 58,6 y un 76 por ciento respectivamente. 
Los porcentajes de población urbana por debajo de las 2100 calorías por persona y día (el “parámetro” para definir la pobreza urbana) en estas dos fechas fueron de un 57 y un 73 por ciento respectivamente.
Tan sorprendente fue este incremento, especialmente durante un período en el que se suponía que la India estaba experimentando un crecimiento sin precedentes de su PIB, que el gobierno encargó un nuevo estudio al NSS para el período 2011-2012, durante el cual había habido una cosecha extraordinaria, con la idea de que las cifras de la ingesta calórica en el período 2009-2010, un año con una cosecha pobre, habían sido excepcionalmente bajas debido precisamente a esta escasez en la cosecha. 
Una vez completado el estudio, las cifras que arrojaba, aunque sin duda eran mejores que las del período 2009-2010, todavía mostraban un notable incremento en los porcentajes de población que estaban por debajo de este umbral de ingesta calórica durante el período de la globalización: en el caso de la población rural, el porcentaje era del 68 por ciento (comparado con el 58,5 por ciento de 1993-1994) y en el de la población urbana era de un 65 por ciento (comparado con el 57 por ciento de 1993-1994). 
Tanto la ingesta de calorías como la de proteínas per cápita en la población había sufrido un descenso durante el período estudiado.
Este incremento del déficit alimenticio se trató de explicar de diferentes formas, incluida la sugerencia de que tal vez era un indicio de que la gente estaba aprendiendo a diversificar su consumo, reduciendo el de comida en beneficio de otras cosas como la educación y la salud. 
Pero esta explicación era a todas luces falaz: en cualquier parte del mundo, a medida que los ingresos reales aumentan, la gente consume una mayor cantidad de cereales tanto directa como indirectamente (en forma de alimentos procesados y de productos animales en cuya elaboración entran los cereales como forraje). 
Así pues, el descubrimiento de que en la India se había producido un descenso real en el consumo de cereales en todos sus usos, y en consecuencia un descenso en la ingesta de calorías y proteínas durante el período de la globalización, indicaba claramente que los ingresos per cápita reales de los trabajadores, después de calcular la incidencia de la inflación, especialmente la subida de precios que acompaña a la privatización de servicios esenciales como la educación y la salud, estaban por término medio disminuyendo en vez de aumentar. 
Dicho de otro modo, un fenómeno similar al que se producía en los países capitalistas avanzados estaba teniendo también lugar en la India y en otros países del tercer mundo, lo que contradice el argumento presentado más arriba, hasta el punto de que son muy pocos ya los que creen que este sea un argumento correcto. 
¿Cómo podemos explicar esta contradicción?
LA PRESIÓN SOBRE LA PEQUEÑA PRODUCCIÓN
El argumento presentado más arriba suponía básicamente que la esencia de la globalización consiste en la transferencia de actividades económicas desde los países avanzados a las economías del tercer mundo, y que esta transferencia reduciría drásticamente las reservas de mano de obra del tercer mundo y provocaría una subida de salarios. 
Lo que no se decía es que la globalización también tiene otros efectos, incluido sobre todo una restricción de la pequeña producción por parte del sector capitalista. 
El resultado es que varios pequeños productores dejan sus ocupaciones tradicionales para emigrar a las ciudades en busca de empleo, lo que incrementa el ejército total de mano de obra a disposición del capitalismo. 
Esta migración, junto con el incremento natural de la población activa, no puede ser totalmente absorbida por el ejército laboral activo debido a que las políticas neoliberales asociadas a la globalización también llevan a la eliminación de todas las restricciones relativas al ritmo del cambio estructural y tecnológico, lo que aumenta el ritmo de crecimiento de la productividad del trabajo a expensas del crecimiento del empleo.
Se produce de este modo un círculo vicioso. 
En la medida en que aumenta la reserva de mano de obra respecto a la población activa, esto lleva a un estancamiento o incluso a una disminución en la media de salarios reales (y ciertamente a una disminución de los ingresos reales de los trabajadores, que es igual al índice salarial diario multiplicado por el número de días de empleo). 
El estancamiento o la disminución del salario real en una situación de mayor productividad laboral tienen como consecuencia un incremento en la tasa de excedentes en la producción. 
Dado que el superávit, incluso si suponemos que se realiza completamente (es decir, que no hay problemas de insuficiencia de demanda agregada) se gasta normalmente en artículos de consumo que generan menos empleo a nivel nacional que en artículos que se compran con los ingresos salariales, esta transferencia de los salarios a los excedentes tiene también el efecto de producir una contracción en el empleo y en consecuencia contribuye todavía más al incremento del tamaño relativo en las reservas de mano de obra, a una nueva transferencia de salarios a excedentes, y así sucesivamente.
Este círculo vicioso, que se intensifica todavía más cuando se produce una crisis (debido a que las reservas de mano de obra respecto a la población activa crecen todavía más) implica que el efecto de la globalización de agudizar la pobreza absoluta afecta también a los trabajadores de los países del tercer mundo y no se limita solo a los trabajadores metropolitanos, como pretenden los economistas liberales como Samuelson.
Afirmar esto no equivale a sugerir que todos los segmentos de la población activa se ven igual de adversamente afectados por la globalización. 
Obviamente, el segmento que disfruta de mayores oportunidades de empleo debido a la transferencia de actividades experimenta un incremento en su nivel de vida, y en la India este segmento consiste habitualmente en trabajadores cualificados del sector servicios, como los relacionados con las tecnologías de la información. 
Este incremento en el nivel de vida de un sector tiene a su vez efectos multiplicadores en el nivel de empleo de otros sectores, y así sucesivamente. 
Así, un segmento normalmente clasificado como de clase media y cuyo tamaño absoluto es bastante grande (pese a ser pequeño respecto al conjunto de la población activa), se vuelve partidario incondicional de la globalización. 
Dado que este segmento suele estar bien articulado y tiene un peso desproporcionadamente grande en los medios de comunicación y de creación de opinión pública, resulta un instrumento útil en manos de la oligarquía empresarial y financiera integrada en el proceso de la globalización para propagar sus efectos beneficiosos.
La mejora en las condiciones de un segmento de la clase media de la población activa, y su consiguiente apoyo a la globalización, se utiliza para crear la falsa impresión de que la globalización ha sido positiva para el pueblo indio en su conjunto. 
Un uso similar es el que hacen segmentos de la clase media en otros lugares del mundo que se han beneficiado entre otras cosas de la enorme “financiarización” que ha acompañado a la globalización. 
Todo esto ha generado un ruido que nos impide reconocer que la globalización ha tenido realmente como consecuencia un empeoramiento general de las condiciones de los trabajadores, tanto en los países avanzados como en los países en vías de desarrollo.
Prabhat Patnaik
* Traducción de Josep Sarret para El Viejo Topo

El 10 de marzo de 1952 pudo cambiar el rumbo de la Historia

Cuando Stalin propuso la reunificación de Alemania

El 10 de marzo de 1952 pudo cambiar el rumbo de la Historia si hubiera prosperado una atrevida propuesta para la reunificación alemana.
Alemania (entonces dividida en dos bloques, uno proocidental, la RFA, y otro prosoviético, la RDA) se convertiría en un único estado donde estuvieran garantizados “los derechos del Hombre y las libertades básicas, incluidas las de expresión, prensa, religión, ideas política y reunión”, admitiendo además la libre actividad de partidos y otras organizaciones democráticas, así como la formación de un ejército.
Lo que sorprenderá a más de uno es que el autor de dicha proposición fue nada más y nada menos que Iósif Stalin.
En efecto, los representantes de los gobiernos de Reino Unido, Francia y Estados Unidos recibieron un documento de manos de Andrei Gromyko , conocido desde entonces como Nota de Marzo o Nota de Stalin, donde el líder soviético ofrecía esa posibilidad casi sin condiciones, aunque en un contexto muy obvio: en esos momentos las potencias occidentales estaban preparando la fundación de lo que luego sería la OTAN y negociando con la República Federal de Alemania (creada en mayo de 1949, cuatro meses antes que la República Democrática Alemana) su ingreso en esa alianza militar, de ahí que la nota ofreciera una nueva Alemania libre, sí, pero neutral y desmilitarizada (o, al menos, sin integrarse en ninguna alianza estratégica).
Las 4 zonas de ocupación de Alemania/Imagen: CC BY-SA 3.0 en Wikimedia Commons
Por eso y porque se estimó que la Nota de Stalin era una trampa, pues aún cuando fuera sincera se daba por hecho que los soviéticos contaban con que el país germano reunificado podría ser inducido al modelo comunista, occidente rechazó la oferta y contaatacó con su propia versión, diciendo que a Alemania debía dejársele elegir libremente su incorporación a la OTAN y concederle el derecho a un ejército si tal era su deseo.
Por supuesto, se sabía que esa alternativa resultaba imposible de aceptar por la URSS, que aún tenía sangrantes la ominosa invasión de su territorio por las tropas teutonas durante la reciente Segunda Guerra Mundial. 
Aquel intercambio de ofertas y contraofertas es lo que se ha dado en llamar la Batalla de las Notas, que constituyó un buen ejemplo de lo que sería la Guerra Fría (una realidad ya con el conflicto de Corea en marcha desde 1950).
El primero y más decidido en decir no a Stalin fue Konrad Adenauer, el canciller alemán, al que no bastaron las promesas soviéticas sobre retirar las tropas de ocupación, devolver las fronteras a las pactadas en la Conferencia de Postdam y facilitar la reincorporación del país a los mercados mundiales, así como suspender el proceso de desnazificación para exmilitares e incluso miembros del Partido Nazi con la excepción de los que fueran considerados criminales de guerra.
Esa actitud negativa del canciller, al que algunos críticos extremos acusaron de querer mantener separada a la mayoría católica del Oeste de la protestante del Este (que además era el tradicional feudo socialdemócrata), se explicaba más bien por ligar a Alemania al bloque capitalista y le pasaría factura tiempo después, cuando algunos políticos de su propio país plantearon que quizá había dejado pasar una oportunidad única, aunque él siempre opinó que la reunificación sólo podía desarrollarse tras un tiempo de coexistencia entre ambas repúblicas durante el cual, de forma paralela y complementaria, se fuera produciendo una adaptación de la RDA al sistema capitalista para evitar que ocurriera al contrario.
Stalin / Foto: dominio público en Wikimedia Commons
Otros, en cambio, eran más posibilistas y sugerían que Alemania podía ejercer un importante papel de mediadora entre Este y Oeste, y si se garantizaban elecciones libres y las fronteras de Postdam se podía y se debía negociar con Stalin con su nota como punto de partida.
Fue el caso del titular de Interior, Jakob Kaiser, y de algunos ministros más que, junto a varios miembros del FDP (Partido Democrático Libre, el que gobernaba), declararon dos días después que no se perdía nada con intentarlo y si resultaba ser una trampa, los mismos soviéticos quedarían en evidencia.
Pero Adenauer impuso su decisión temiendo que Stalin impusiera la presencia de la RDA en las negociaciones -consiguiendo hábilmente que fuera reconocida de facto– y aduciendo que una Alemania neutral carecería de capacidad defensiva ante una absorción por el bloque del Este. 
La mayoría del parlamento le apoyó, incluyendo la oposición socialdemócrata.
En la RDA la propuesta de la URSS fue recibida con entusiasmo, pues aunque ya se había organizado una fuerza paramilitar denominada Kasernierte Volkspolizei, en septiembre de 1951 también había hecho ofertas a la RFA para organizar elecciones conjuntas si antes se firmaba un tratado de paz.
Sin embargo no tardaron en volver a la realidad cuando el 25 de marzo, quince días después de la nota de Stalin, Reino Unido, Francia y EEUU enviaban la suya a Moscú condicionando la firma de ese tratado a la celebración de elecciones libres comprobadas por la ONU, a reconocer el derecho de Alemania a aliarse con quien quisiera y a rechazar las fronteras habladas en Postdam (dado que sólo eran válidas hasta firmar un tratado).
Konrad Adenauer/Foto: Bundesarchiv, B 145 Bild-F078072-0004 en Wikimedia Commons
El 9 de abril Stalin presentó una segunda nota ratificando su documento pero proponiendo un cambio: que las elecciones fueran supervisadas pero no por la ONU sino por las cuatro potencias ocupantes, que seguirían activas mientras se negociaba el citado tratado de paz.
La respuesta de occidente se produjo el día 13 aceptando en parte la idea si bien con la condición de que los supervisores no fueran funcionarios del gobierno sino observadores imparciales. El líder soviético mandó unatercera nota el 24 de mayo, cuando acababa de hacerse pública la fundación de la EDC (Comunidad Europea de Defensa), criticando a esta nueva organización porque suponía un obstáculo para el ansiado tratado.
El 23 de agosto todavía vería la luz una cuarta y última nota que era más de lo mismo; dado que occidente también estaba en en esa línea de cerrarse a lo que dijera el otro, la cuestión fue disolviéndose poco a poco y un muro de hormigón terminó poniéndole la puntilla a partir de 1961.

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