“El Ibex tomó el mando definitivamente en 2010 a través de un cambio radical en el Gobierno de ZP”
Por Guillem Martínez
Rubén Juste (Toledo, 1985) es sociólogo. Pertenece a una generación inexplicable. Esta mañana a primera hora, por su formación y capacidad de hilvanar puntos de vista, debería de copar una universidad y unos medios, cerrados ya a varias generaciones y lecturas del mundo abiertas y sexis. Doctor en Sociología, ha formado parte de la diáspora […]
Rubén Juste (Toledo, 1985) es sociólogo. Pertenece a una generación inexplicable. Esta mañana a primera hora, por su formación y capacidad de hilvanar puntos de vista, debería de copar una universidad y unos medios, cerrados ya a varias generaciones y lecturas del mundo abiertas y sexis. Doctor en Sociología, ha formado parte de la diáspora universitaria española. Personalmente, me lo encontré de morros en CTXT, medio para el que ha dibujado análisis en los que mezcla un conocimiento inaudito del Ibex35, y con los que crea otro periodismo y otra agenda de la política española. Novedosa, sólida y, snif, pesimista en cierta manera. Fue él, en uno de sus análisis, el que dibujó el futuro político y las posibilidades de gobierno y política durante la anterior y fallida legislatura, cuya solución explicó y coincidió con la que, finalmente, se produjo. En cierta manera, Rubén Juste nos explica la política actual a través de un ulterior conflicto interno en el Ibex35.
Acaba de salir su IBEX35. Una historia herética del poder en España (Capitán Swing, Madrid, 2017). El libro es una exposición clínica del nacimiento, evolución, etapas y obra, ejem, social, del Ibex35, que viene a describir también su estado actual, en guerra entre un capitalismo financiero en cierta manera patriota, y la vorágine ultraliberal internacional actual. El libro describe un Estado dentro, al lado, o alrededor del Estado. Describe la política en un país desindustrializado y en crisis como un fenómeno opaco, que se ubica detrás de la política. Es, sin duda, uno de los libros del año, que dota la cultura local de una descripción de las dinámicas políticas de su capitalismo financiero. Es un libro singular, un objeto, por tanto, del que no disponen otras culturas. Se lee de un tirón, a pesar de las ganas de tirarlo por la ventana y pedir asilo. Y plantea un problema a la nueva política –a la vieja, me temo, no–. Éste: una vez descrito el poder en una ubicación que no es la política, ¿qué se puede hacer contra ello?
¿De dónde sale? ¿Cuál es su formación? ¿Cómo se topó con el Ibex35 en su itinerario?
Termino Sociología en la Complutense en un momento de grandes cambios. Era la época de Zapatero, pero también el momento en que la crisis azota con más fuerza. En la facultad conocí a profesores que habían estudiado la estructura de poder en España, y me empecé a interesar por ello. La crisis hizo el resto de la labor, y lo que empezó siendo una inquietud académica terminó siendo una inquietud existencial. Al Ibex llego buscando explicar qué había pasado durante esa crisis y por qué la peor parte se la llevaba la ciudadanía. Es el mismo aspecto que motivó el 15M, sólo que en mi caso lo viví desde una cierta lejanía, desde el extranjero, el único lugar donde entonces se podía encontrar algo de trabajo, y no precisamente cualificado.
¿Es posible investigar sobre el Ibex35 con el desparpajo que muestra? ¿La información es tan fácil de obtener? ¿Hay algún coste?
Si el Ibex permanece invisible es también por una cierta actitud elitista de la academia. Explorar la élite del poder es como comer en un bar de mala muerte. No tiene, o al menos no tenía valor, no estaba de moda. Pero sí tenía valor para la gente, y eso me animó a seguir investigando este tema. La verdad es que no fue fácil recopilar la información. Principalmente, porque del archivo de la CNMV no se puede extraer la información si no es imprimiéndola. La información sobre consejeros no empezó a pedirse con regularidad hasta 2003. Antes de eso hay que buscar en distintos soportes. Calculé que si hubiera tenido que imprimir simplemente los informes donde estaban esos nombres, habría gastado unos 2.000 euros. Fue un proceso al final artesanal, pero me sirvió para ver el doble mundo en el que estábamos. Allí en registro llegaban preferentistas, les mareaban mandándoles al Banco de España, y de allí les mandaban a la CNMV. También llegaban becarios de bufetes prestigiosos que depositaban información sobre las sociedades cotizadas. Y luego estaba yo, que no sabían muy bien para qué quería esos nombres. Esa sala demostraba la locura en la que había entrado el país.
¿Qué es el Ibex35? ¿Tiene consciencia de que es algo formal y, a la vez informal? ¿Sabe cuál es su función real? ¿Se intelectualiza a sí mismo?
El Ibex es formalmente un índice bursátil que concentra las 35 empresas de mayor liquidez. Sus títulos tienen más movimiento que el del resto de empresas cotizadas en Bolsa. Luego el Ibex funciona como un club, eso lo dicen ellos. Formar parte del Ibex es formar parte de la élite económica. Te da un prestigio y una influencia. Al mismo tiempo, este prestigio e influencia se entremezclan con el elitismo de la estructura económica española. Sólo Amancio Ortega y algunos que ahora han entrado en Bolsa pertenecen a un empresariado surgido más o menos de la nada. Eso hace que se conciban como una clase superior. No sólo es el puesto en el Ibex, también los apellidos a los que están asociados, que unen el Ibex con los grandes apellidos de ministros y empresarios de los últimos 150 años de historia de España. De eso son absolutamente conscientes, y por eso hay tan poca renovación en los consejos de administración de estas empresas. La media de edad es altísima, tampoco hay mujeres. Es una situación muy diferente a la que existe en los consejos de las grandes empresas de EEUU, por ejemplo.
Plantea el Ibex35 como un Estado, sino el Estado. ¿Es una singularidad planetaria? ¿Existe un paralelo, en cuanto a poder político interno, del Ibex35 en otros Estados o instancias? ¿Cuál es su originalidad española?
Yo al Ibex lo comparo con el Club de Campo de Madrid. Es un club muy restringido, al que hay que entrar por lista, que está parada desde hace décadas. Al mismo tiempo, ese club es una concesión en la que participa el Ayuntamiento de Madrid en un 50% del capital. Es decir, un club absolutamente elitista es financiado por los ciudadanos, los cuales no pueden acceder a él. Esa es la originalidad, es un ejemplo del patrimonialismo español. El Ibex se ha construido desde el Estado, desde las antiguas empresas públicas, se financia desde entes públicos como el ICO, pero no tiene pudor al rechazar socializar los beneficios con el resto de la población. Que es lo que hace al generar un entramado en paraísos fiscales y no pagar los impuestos que le corresponden. El matrimonio entre el Estado y el Ibex es un fenómeno propio de nuestra historia, que ha hecho que una élite pueda manejar los resortes de la economía y la política sin demasiada supervisión. Es un sistema que funciona en otras partes, como en Corea del Sur, con una modernización capitalista similar, y donde los altos funcionarios del Estado funcionan en la práctica como correas de transmisión de Samsung. La diferencia es que aquí hacemos carreteras, puentes, y no móviles o televisores.
¿Cómo eran el mundo financiero y la política locales antes de la formulación del Ibex, en el 92?
El mundo financiero funcionaba por clanes. Estaban vinculados por proximidad geográfica, por parentesco, vinculados a los grandes bancos, al Banesto, al Central, al Hispano, al Urquijo. En los 80 se vive la fiebre de la Bolsa, y ahí se ponen en guardia ante un mundo que desconocían. Los chicos del PSOE, particularmente Solchaga, Boyer y los Ordóñez, fueron una bendición para este grupo. Organizaron la desindustrialización y concentraron el sector bancario, al mismo tiempo que colocaban sus propios peones en el sector. Fueron los años de grandes pelotazos en Bolsa, pero sobre todo de enormes movimientos en el sector empresarial, gracias a la venta de empresas del Estado. El PSOE puso en forma a las grandes familias del franquismo. Al mismo tiempo creó una red paralela, que no participaba ni era consciente de esos manejos, y que era la mayor parte del partido en comunidades, municipios. La política se vivía en dos niveles, los que apuntaban a la globalización y los que creían en la democratización del país y salir del franquismo. Eran dos grupos casi antagónicos.
Su libro dibuja otra historia reciente y otras agendas periodísticas que no se han producido. Incluso otra teoría del evento, esa cosa básica en el periodismo y la cultura españoles. Propone, por ejemplo, otra percepción de los JJ.OO. de Barcelona.
Lo bueno que tiene esta crisis económica es que ha desatado el nudo del pañuelo que nos tapaba los ojos y ahora es más fácil hablar de grandes eventos en la historia de España sin por ello tener que pedir perdón por ser antipatriota, o tener miedo por sacar fantasmas del pasado. Es síntoma de una nueva cultura democrática que no pueden controlar los partidos tradicionales, y tampoco los nuevos. Vamos hacia un momento de intensa relectura del pasado, y eso es cierto que da un poco de respeto. Cualquier evento es bueno para analizar y los juegos aún más. Era el gran evento para probar las alianzas entre la vieja élite económica y la nueva élite socialista.
Repasemos los jalones Ibex de su libro. Corríjame mi lectura. ¿El Ibex35 es una reflexión de un Estado invitado a desindustrializarse?
Va mucho más allá. Es una forma institucional de las élites salidas del franquismo para reinventarse el Estado. Para reinventar la desindustrialización o el franquismo. Es una fórmula estable de poder porque carece de elecciones.
Plantea que Aznar planteó, a través del Ibex35, una idea de globalización española. ¿Qué queda de eso?
Queda el espejismo de la política de la Restauración. Creer que no se ha perdido todo, pero en realidad España ha vuelto a ser más semiperiferia que nunca, aunque una periferia privilegiada, eso sí. España es muy dependiente de las decisiones de Bruselas en materia económica, y sobre todo financiera, que es el gran pulmón para que se expandan estas multinacionales. Las grandes multinacionales españolas dejarán de tener bandera nacional en un periodo no muy largo, aunque no podemos descartar que vuelva Aznar para rescatarlas.
Plantea que el Ibex35 también es una respuesta a las tensiones territoriales con Euskadi y Catalunya.
El Ibex era la garantía de un reparto clásico con la burguesía vasca y catalana, bajo la protección del Estado central. Las empresas públicas se repartieron entre La Caixa y el BBVA, eso calmaba las aspiraciones de estas burguesías, que por otro lado nunca ambicionaron separarse. Ahora el Ibex no está tan cohesionado como antes, gracias en parte a la voladura de las cajas de ahorros. Era lo que permitía al PSOE y al PP plantar cara a las ambiciones de estos grandes empresarios y seducirlos con financiación.
Plantea que, con ZP, el Ibex35 adquiere un carácter ecuménico, pactado entre las élites políticas y financieras y no excluyente entre ellas. ¿Con ZP, el Ibex es, definitivamente, el Régimen?
Durante la etapa de Zapatero se crea una idea de Ibex como el gran protector del territorio patrio. El hecho de que una constructora se hiciera con una eléctrica no se veía mal si era además española. El que se endeudara hasta niveles inasumibles no era problema, tampoco el que fueran las cajas de ahorro las prestamistas. Fue una época de sueño entre las políticas sociales de Zapatero y el Ibex, que vivía sin muchos condicionantes. Todo eso hasta que la burbuja estalló y el Ibex ya puso firme al Gobierno. 2010 fue la fecha clave de divorcio: se produjo la subida de edad de jubilación y la reforma laboral, con un nivel de paro del 20% mientras el Ibex aumentaba sus beneficios un 24%. Los empresarios del Ibex hicieron mucha presión para que se tomaran esas medidas, y Zapatero vio que ya no era posible llevar a cabo sus políticas. Fue el año en el que el Ibex definitivamente tomó el mando a través de un cambio radical en el gabinete de Zapatero y la entrada de la vieja guardia, la misma que entró al mismo tiempo en los consejos de administración del Ibex, la liderada por González.
Plantea, con la crisis, una guerra en el seno del Ibex, entre un acceso patriótico y otro internacional. ¿Es nacionalista el Ibex?
El Ibex es un medio de supervivencia de las grandes familias de empresarios de España. Muchos son dueños de esas empresas, otros participan en sus consejos. Ninguno de ellos quiere perder ese poder. Por eso les interesa que los dos partidos se entiendan, necesitan volver a organizarse para retomar el poder económico, que lo han perdido frente a Europa y a los grandes fondos extranjeros. El hecho de que hiciera una quita del 70% de la deuda que tenía el Estado con Abengoa muestra este intento del Estado por restaurar este poder. También es cierto que ser representantes de los fondos extranjeros también supone generosas plusvalías. Por ello, no auguro mucho futuro al polo patriótico. Si tiene que vender lo que queda de soberanía económica del país, lo hará.
¿Cuál es el actual momento político y el actual momento Ibex?
Es un momento de expectación ante la ola de nacionalismos en el mundo. El Brexit puede ser terrible para las empresas del Ibex, pero al mismo tiempo esperan que Trump les facilite una nueva fase de expansión. La gran coalición tiene cierta solidez política, pero cojea en su poder económico. No pueden hacer grandes cambios ni en empleo público, ni en el sector eléctrico. Por tanto es un periodo de parálisis y también de defensa. Los intereses entre el PP y el Ibex se han mimetizado tanto que les cuesta distinguirlos, y eso puede ser un problema a la hora de proponer una agenda medianamente social o de enfrentar los nuevos desafíos en Europa. Tienen que consultarlo todo. Pero su capacidad de veto en el Parlamento va a funcionar como un cortafuegos y eso al menos tranquiliza a las élites.
Dígame algo del futuro, a través de la disciplina que se ha inventado, que no sepamos.
Difícil, aunque estamos en tiempos en que Diego de Torres y Villarroel –famoso por sus almanaques de predicciones, en el siglo XVIII– se haría millonario. Sus almanaques se hicieron muy populares en la época. Ahora que las encuestas fallan, me atrevo a alentar a cambiar de método. Creo que para saber quién va a gobernar es más útil mirar quién compone un consejo de administración de una gran empresa que ser muy escrupuloso en el diseño muestral de una encuesta. No falla.
Ubica un poder político que nunca antes había sido verbalizado en su desmesura. ¿Qué puede hacer la política contra él?
Mi tesis, planteada en CTXT, es que si el IBEX tiene su segunda cara en el Estado, por protección o subvención, es la reforma del Estado la que puede revertir su poder. A través de la reforma del Estado. Creo que en Catalunya se han planteado el problema de un nuevo orden constitucional, para reformular la estructura del poder vigente, controlada por el Estado central. Ese debate, una reformulación de la Constitución, se tendría que afrontar a través de un proceso constituyente en todo el territorio. Un proceso constituyente que reformulara sólo la jefatura del Estado, por ejemplo, reformularía determinados canales de comunicación privilegiados con el Ibex, a favor de una democratización de la economía.
¿Qué recepción está teniendo su libro entre, glups, sus protagonistas?
Imagino que lo que viene en el libro no va a gustar, pero los datos son los que son. De momento no he recibido grandes críticas, pero imagino que se darán. Es parte del trabajo de estudiar este campo y sobre todo de darle difusión.
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