Se detectó la luz que liberó tan solo tres horas después de estallar, lo que ha permitido deducir qué ocurrió en la estrella antes de morir de forma tan dramática
Restos de la supernova SN1006, no estudiada en esta investigación - NASA/NRAO/MIDDLEBURY COLLEGE
Las supernovas son explosiones espectaculares que ocurren en las profundidades del espacio. Emiten tanta energía y tanta luz que, donde antes no veíamos nada a simple vista, puede aparecer de repente un nuevo punto brillante en la bóveda celeste, como si una nueva estrella hubiera nacido (de ahí el término de «nova»). Pero nada más lejos de la realidad. De hecho, se cree que las supernovas ocurren cuando las estrellas más gigantescas mueren y son engullidas por su propia gravedad. Y otras veces, cuando algún miembro de una pareja de una estrella doble le roba el gas a su «hermana». El resultado en ambos casos es distinto, pero en general se caracteriza porque se produce una potente explosión capaz de desgarrar el cuerpo de las estrellas y de producir elementos químicos pesados en su camino.
Algo así ocurrió hace 160 millones de años en una galaxia «cercana» conocida como NGC 7610. Los telescopios captaron su luz el 6 de octubre de 2013 y, tal como han concluido los científicos, en un artículo publicado en Nature Physics este lunes, esta ha sido la primera observación de las etapas más tempranas de una supernova: apenas tres horas después de su gran explosión.
«Enseguida supimos que teníamos algo realmente único entre manos», dijo para AFP Ofer Yaron, primer autor del estudio e investigador en el Instituto Weizmann de Ciencia, en Israel. «Pudimos ver este evento cuando era muy joven».
El evento en cuestión ha recibido el nombre de supernova SN 2013fs. Y su interés reside en que promete averiguar un poco más sobre las primeras etapas de las supernovas y, por lo tanto, sobre lo que ocurre en las estrellas masivas justo antes de morir de una forma tan dramática.
Las supernovas son explosiones espectaculares que ocurren en las profundidades del espacio. Emiten tanta energía y tanta luz que, donde antes no veíamos nada a simple vista, puede aparecer de repente un nuevo punto brillante en la bóveda celeste, como si una nueva estrella hubiera nacido (de ahí el término de «nova»). Pero nada más lejos de la realidad. De hecho, se cree que las supernovas ocurren cuando las estrellas más gigantescas mueren y son engullidas por su propia gravedad. Y otras veces, cuando algún miembro de una pareja de una estrella doble le roba el gas a su «hermana». El resultado en ambos casos es distinto, pero en general se caracteriza porque se produce una potente explosión capaz de desgarrar el cuerpo de las estrellas y de producir elementos químicos pesados en su camino.
Algo así ocurrió hace 160 millones de años en una galaxia «cercana» conocida como NGC 7610. Los telescopios captaron su luz el 6 de octubre de 2013 y, tal como han concluido los científicos, en un artículo publicado en Nature Physics este lunes, esta ha sido la primera observación de las etapas más tempranas de una supernova: apenas tres horas después de su gran explosión.
«Enseguida supimos que teníamos algo realmente único entre manos», dijo para AFP Ofer Yaron, primer autor del estudio e investigador en el Instituto Weizmann de Ciencia, en Israel. «Pudimos ver este evento cuando era muy joven».
El evento en cuestión ha recibido el nombre de supernova SN 2013fs. Y su interés reside en que promete averiguar un poco más sobre las primeras etapas de las supernovas y, por lo tanto, sobre lo que ocurre en las estrellas masivas justo antes de morir de una forma tan dramática.
El fin de una supergigante roja
Los datos han mostrado que la explosión de una estrella supergigante roja causó una supernova de tipo II, las más comunes de las supernovas. Según concluyeron los científicos, la estrella quedó rodeada por un disco de material un año antes de explotar. Después, en el acto final, la estrella perdió importantes cantidades de gas y de masa antes de comenzar su colapso.
El problema es que no se puede saber dónde ni cuándo se producirá una explosión de supernova, así que lo más habitual es detectarlas cuando ya han evolucionado y se han dispersado. Hasta este lunes, se consideraba como supernova reciente a aquella detectada una semana después de su explosión (eso sin contar con la antigüedad de la luz, emitida millones de años antes). Tal como dijo Yaron, lo habitual es que se pueda observar las supernovas durante cerca de un año, aunque el pico de brillo se extinga pasados unos días o semanas.
La Nebulosa del Cangrejo está formada por los restos de una supernova ya dispersada- NASA, ESA, J. Hester and A. Loll (Arizona State University)
En esta ocasión, la luz de SN 2013fs fue captada por el Observatorio Palomar en California (Estados Unidos), que barre el cielo de forma automática y constante en busca de eventos astrofísicos. Pronto, científicos de todo el mundo observaron la supernova. El Observatorio W.M Keck de Hawaii, (Estados Unidos) analizó la intensidad de su luz, y el satélite Swift, de la NASA, barrió la zona en busca de luz ultravioleta y rayos X.
Ofer Yaron y sus colegas pusieron todas las piezas juntas y reconstruyeron los últimos momentos de la estrella. Gracias a eso, pudieron averiguar que antes de morir la estrella estuvo expulsando al espacio importantes capas de material, lo que sugiere, en opinión de los autores, que este tipo de fenómenos es habitual en la explosión de estrellas masivas.
Yaron ha exlicado que, si las estrellas masivas son inestables meses antes de morir, su estructura podría ser diferente a lo que se pensaba. Y por eso este estudio podría tener implicaciones a la hora de entender estos procesos, y quizás más adelante poder predecirlos
Los datos han mostrado que la explosión de una estrella supergigante roja causó una supernova de tipo II, las más comunes de las supernovas. Según concluyeron los científicos, la estrella quedó rodeada por un disco de material un año antes de explotar. Después, en el acto final, la estrella perdió importantes cantidades de gas y de masa antes de comenzar su colapso.
El problema es que no se puede saber dónde ni cuándo se producirá una explosión de supernova, así que lo más habitual es detectarlas cuando ya han evolucionado y se han dispersado. Hasta este lunes, se consideraba como supernova reciente a aquella detectada una semana después de su explosión (eso sin contar con la antigüedad de la luz, emitida millones de años antes). Tal como dijo Yaron, lo habitual es que se pueda observar las supernovas durante cerca de un año, aunque el pico de brillo se extinga pasados unos días o semanas.
En esta ocasión, la luz de SN 2013fs fue captada por el Observatorio Palomar en California (Estados Unidos), que barre el cielo de forma automática y constante en busca de eventos astrofísicos. Pronto, científicos de todo el mundo observaron la supernova. El Observatorio W.M Keck de Hawaii, (Estados Unidos) analizó la intensidad de su luz, y el satélite Swift, de la NASA, barrió la zona en busca de luz ultravioleta y rayos X.
Ofer Yaron y sus colegas pusieron todas las piezas juntas y reconstruyeron los últimos momentos de la estrella. Gracias a eso, pudieron averiguar que antes de morir la estrella estuvo expulsando al espacio importantes capas de material, lo que sugiere, en opinión de los autores, que este tipo de fenómenos es habitual en la explosión de estrellas masivas.
Yaron ha exlicado que, si las estrellas masivas son inestables meses antes de morir, su estructura podría ser diferente a lo que se pensaba. Y por eso este estudio podría tener implicaciones a la hora de entender estos procesos, y quizás más adelante poder predecirlos
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