El libro de Urantia
Cuando Jesús hablaba del «Dios viviente», se refería a una Deidad personal —el Padre que está en los cielos. El concepto de la personalidad de la Deidad facilita la comunidad; favorece la adoración inteligente; promueve la confianza refrescante. Puede haber interacciónes entre cosas no personales, pero no puede haber comunidad. La relación de comunidad entre padre e hijo, así como entre Dios y el hombre, no puede ser disfrutada a menos que ambos sean personas. Solamente las personalidades pueden comunicar entre sí, aunque esta comunión personal puede ser facilitada grandemente aun por la presencia de una entidad impersonal tal como el Ajustador del Pensamiento.
El hombre no logra la unión con Dios como una gota de agua podría encontrar unidad con el océano. El hombre alcanza la unión divina mediante una comunión espiritual progresiva y recíproca, una relación de personalidad con el Dios personal, un creciente logro de la naturaleza divina a través de una conformidad, inteligente y sincera con la voluntad divina. Dicha relación sublime sólo puede existir entre personalidades.
El concepto de la verdad podría ser abrigado tal vez aparte de la personalidad, el concepto de belleza puede existir sin personalidad, pero el concepto de bondad divina es comprensible sólo en relación con la personalidad. Tan sólo una persona puede amar y ser amada. Incluso la belleza y la verdad estarían divorciadas de la esperanza de supervivencia si no fueran atributos de un Dios personal, un Padre amante.
No podemos comprender plenamente cómo Dios puede ser primordial, inmutable, todopotente y perfecto, y al mismo tiempo estar rodeado de un universo en mutación constante y aparentemente limitado por la ley, un universo evolutivo de imperfecciones relativas. Pero podemos conocer esa verdad en nuestra propia experiencia personal puesto que todos mantenemos la identidad de la personalidad y la unidad de la voluntad a pesar del cambio constante de nosotros mismos y de nuestro medio ambiente.
La realidad última del universo no puede comprenderse por las matemáticas, la lógica o la filosofía, sólo por la experiencia personal en progresiva conformidad a la voluntad divina de un Dios personal. Ni la ciencia, ni la filosofía, ni la teología pueden validar la personalidad de Dios. Solamente la experiencia personal de los hijos de fe del Padre celestial puede efectuar la realización espiritual actual de la personalidad de Dio
Los conceptos más altos de personalidad de universo implican: identidad, autoconciencia, autovoluntad, y la posibilidad de autorrevelación. Y estas características presuponen además comunidad con otras personalidades del mismo nivel, tal como la que existe en las asociaciones de personalidad de las Deidades Paradisiacas. Y la unidad absoluta de estas asociaciones es tan perfecta que la divinidad llega a conocerse por su indivisibilidad, por su unicidad. «El Señor Dios es uno ». La indivisibilidad de la personalidad no interfiere con el hecho de que Dios otorga su espíritu para vivir en el corazón de los hombres mortales. La indivisibilidad de la personalidad de un padre humano no previene la reproducción de hijos e hijas mortales.
Este concepto de la indivisibilidad en asociación con el concepto de la unidad implica una trascendencia de tiempo y espacio por la Ultimidad de la Deidad; por tanto ni el espacio ni el tiempo pueden ser absolutos ni infinitos. La Primera Fuente y Centro es esa infinidad quien trasciende no cualificadamente toda mente, toda materia, y todo espíritu.
El hecho de la Trinidad Paradisiaca no viola en modo alguno la verdad de la unidad divina. Las tres personalidades de la Deidad Paradisiaca son una en todas las reacciones a la realidad del universo y en todas las relaciones con las criaturas. Ninguna de estas tres personas eternas viola la verdad de la indivisibilidad de la Deidad. Estoy plenamente consciente de que no dispongo de un idioma adecuado para explicar claramente a la mente mortal cómo vemos nosotros estos problemas del universo. Pero vosotros no debéis desalentaros; no todas estas cosas resultan completamente claras ni aun para las altas personalidades que pertenecen a mi grupo de seres del Paraíso. Recordad siempre que estas profundas verdades relacionadas con la Deidad se esclarecerán cada vez más, a medida que vuestra mente se espiritualice progresivamente durante las épocas sucesivas del largo ascenso mortal al Paraíso.[
Presentado por un Consejero Divino, miembro de un grupo de personalidades celestiales encargadas por los Ancianos de los Días en Uversa, sede del gobierno del séptimo superuniverso, de supervisar aquellas porciones de esta revelación inminente que tienen que ver con los asuntos allende los límites del universo local de Nebadon. He sido comisionado para patrocinar aquellos documentos que describen la naturaleza y atributos de Dios, porque represento la fuente de información más elevada de que se dispone para tal fin en cualquier mundo habitado. He servido como Consejero Divino en todos los siete superuniversos y he residido por mucho tiempo en el centro paradisiaco de todas las cosas. Muchas veces he disfrutado del placer supremo de una estancia en la presencia personal inmediata del Padre Universal. Describo la realidad y la verdad de la naturaleza y atributos del Padre con indisputable autoridad; yo sé de qué hablo.]
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