Documento 6
El Hijo Eterno motiva el nivel espiritual de la realidad cósmica; el poder espiritual del Hijo es absoluto en relación con todas las actualidades del universo. Él ejerce un perfecto control sobre la interasociación de toda la energía espiritual indiferenciada y sobre toda la realidad espiritual actualizada mediante su captación absoluta de la gravedad del espíritu. Todo el espíritu puro y no fragmentado y todos los seres y valores espirituales responden al infinito poder de atracción del Hijo original del Paraíso. Y si el futuro eterno hubiera de presenciar la aparición de un universo ilimitado, la gravedad del espíritu y el poder espiritual del Hijo Original resultarían totalmente adecuados para el control espiritual y la efectiva administración de esa creación sin límites.
6:4.2 (76.2) El Hijo es omnipotente solamente en el dominio espiritual. En la economía eterna de la administración del universo, no se encuentran jamás repeticiones derrochadoras e innecesarias de una función; las Deidades no son dadas a la duplicación inútil del ministerio universal.
La omnipresencia del Hijo Original constituye la unidad espiritual del universo de los universos. La cohesión espiritual de toda creación se basa en la presencia ubicua y activa del espíritu divino del Hijo Eterno. Al concebir la presencia espiritual del Padre, nos resulta difícil diferenciarla en nuestro pensamiento de la presencia espiritual del Hijo Eterno. El espíritu del Padre reside eternamente en el espíritu del Hijo.
El Padre debe ser espiritualmente omnipresente, pero tal omnipresencia parece ser inseparable de las actividades espirituales ubicuas del Hijo Eterno. Creemos, sin embargo, que en todas las situaciones en que ocurra la presencia de naturaleza espiritualmente dual del Padre-Hijo, el espíritu del Hijo es coordinado con el espíritu del Padre.
En su contacto con la personalidad, el Padre actúa en el circuito de la personalidad. En su contacto personal y detectable con la creación espiritual, aparece en los fragmentos de la totalidad de su Deidad, y estos fragmentos del Padre tienen una función solitaria, única y exclusiva en cualquier momento y lugar en que aparezcan en los universos. En todas las situaciones de este tipo el espíritu del Hijo se encuentra coordinado con la función espiritual de la presencia fragmentada del Padre Universal.
Espiritualmente el Hijo Eterno es omnipresente. El espíritu del Hijo Eterno está ciertamente con vosotros y en torno a vosotros, pero no dentro de vosotros ni como parte de vosotros como lo es el Monitor Misterioso. El fragmento residente del Padre ajusta la mente humana a actitudes progresivamente divinas, de modo que esa mente ascendente responde cada vez más al poder de atracción espiritual del circuito todopoderoso de gravedad-espíritu de la Segunda Fuente y Centro.
El Hijo Original es universal y espiritualmente autoconsciente. En sabiduría, el Hijo es completamente igual al Padre. En los dominios del conocimiento, de la omniciencia, no podemos distinguir entre las Fuentes Primera y Segunda; al igual que el Padre, el Hijo lo sabe todo; ningún acontecimiento universal le sorprende jamás; él comprende el fin desde el comienzo.
El Padre y el Hijo conocen realmente el número y el paradero de todos los espíritus y seres espiritualizados en el universo de los universos. No sólo el Hijo conoce todas las cosas por virtud de su propio espíritu omnipresente, sino que el Hijo, al igual que el Padre y el Actor Conjunto, es plenamente conocedor de la vasta información que proviene por la reflectividad del Ser Supremo, cuya información está en todo momento al corriente de todas las cosas que acontecen en todos los mundos de los siete superuniversos. Y hay otros modos en que el Hijo del Paraíso es omnisciente.
El Hijo Eterno, como personalidad espiritual amante, misericordiosa y ministradora, es total e infinitamente igual al Padre Universal, mientras que en todos esos contactos personales misericordiosos y amorosos con los seres ascendentes de los reinos más bajos, el Hijo Eterno es tan generoso y considerado, tan paciente y magnánimo, como lo son sus Hijos Paradisiacos en los universos locales, quienes tan frecuentemente se otorgan a los mundos evolutivos del tiempo.
Es innecesario explayarse aún más sobre los atributos del Hijo Eterno. Basta con tener en cuenta las excepciones apuntadas aquí, y estudiar los atributos espirituales de Dios el Padre para entender y evaluar correctamente los atributos de Dios el Hijo.
[Redactado por un Consejero Divino asignado a la formulación de esta declaración que describe al Hijo Eterno del Paraíso.]
[Redactado por un Consejero Divino asignado a la formulación de esta declaración que describe al Hijo Eterno del Paraíso.]
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