ERC dice que
"después de haber intentado conseguir avances en el autogobierno, es más
fácil construir una República de 7,5 millones de personas que no cambiar una
Monarquía de 46 millones"
Salario mínimo de 1.000 euros o subida
de pensiones un 10%. Esas son algunas de las perlas que pone encima de la mesa Esquerra
Republicana de Catalunya (ERC) en su programa
electoral para el 20 de diciembre.
Todo ello en un supuesto contexto político como si las elecciones a las que se presenta fuesen las del Estado catalán
y dando por sentado que dispone de “estructuras
de Estado” que en Cataluña no existen. Y es que los republicanos parten de una
base programática que lo justifica todo: “El Estado español es irreformable e
inviable para acoger las aspiraciones legítimas de los ciudadanos de Cataluña
en materia social, económica y cultural. El Estado no ofrece ninguna solución a
los problemas que padecemos los ciudadanos”.
Recuerda que “ERC, después de haber
intentado conseguir avances en el autogobierno durante 2004 y 2005 por la vía
del pacto, ha aprendido que es más plausible construir de nuevo una República
de 7,5 millones de personas que no cambiar una Monarquía de 46 millones”.
Pero no solo de intenciones puede
vivir el político catalán. La independencia se tiene que vestir,
o de lo contrario se caería el programa entero. Y, en este sentido, ERC apuesta
por machacar con sus eslóganes tradicionales y expone en el programa de las
elecciones generales un anticipo de la paradisíaca República catalana. En
realidad, algunos de los puntos (que hacen referencia al contexto de la región
mediterránea, por ejemplo), son de hace cuatro años y, por si fuera poco, la
mayor parte del programa republicano se pierde en copiar extractos del
programa electoral de las elecciones autonómicas, haciendo hincapié en
la hoja de ruta específica del Gobierno catalán, algo que queda
fuera de contexto de la actividad parlamentaria del Congreso.
La última Diada en Barcelona. (EFE)
De ahí que se puedan encontrar párrafos
‘desenfocados’, como uno que dice que “la República catalana es el conjunto de
herramientas para satisfacer las necesidades actuales y de las futuras
generaciones en materia política, social, económica y cultural”. Otro dice que
“el proceso constituyente de la república catalana es, necesariamente, un
proceso ciudadano de abajo arriba, ideológicamente transversal y abierto”.
Se trata, en definitiva, de un programapoco coherente y que da la impresión de haber sido improvisado.
Hacia la República
valenciana
En la mayoría de los capítulos se limita
a alabar la República catalana sin abordar las cuestiones de qué
harán sus representantes en el Congreso o cuáles serán sus obligaciones. Por relatar, relata,
por ejemplo, el “nuevo modelo de organización territorial” del Estado… pero del
Estado catalán, claro. Esa organización territorial se expande en uno de los
capítulos a los Països Catalans, ya que habla de articular un proceso donde
tengan cabida unaRepública valenciana y la “plena soberanía de las Islas Baleares y del actual Departamento de los Pirineos Orientales, como sujetos
políticos (asimétricos, obviamente) que proponen reunificarse políticamente en
los términos que acuerden las partes”. O el partido se ha equivocado de
elecciones o se ha equivocado de territorio.
El programa republicano es una fuente de
sorpresas, porque en otro de sus puntos propone: “La negociación con los
estados español, francés y andorrano e impulsar la creación de órganos comunes
de relación transfronteriza para facilitar los intercambios culturales y la
imprescindible cooperación y especialización en ámbitos como el de las
infraestructuras (portuarias, viarias, ferroviarias y aeroportuarias)”.
Esquerra promete, asimismo, incrementar
“progresivamente la inversión en políticas sociales desde el 22,8% actual hasta
el 30% del PIB”. Lo que no queda claro es si esta medida es para el Estado español o el
Estado catalán, porque en el párrafo anterior habla de que “Cataluña se ha de
plantear un nuevo contrato social que siente las bases de un nuevo Estado del
bienestar”. Bajo el epígrafe de “el sistema educativo de la República
catalana”, afirma que “priorizaremos la inversión en las estructuras de Estado
de la educación para llegar al 6% del PIB”.
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