La tendencia a la baja
del petróleo a nivel mundial es un escenario que ya cumple un año y medio. El
barril que en julio de 2014 costaba alrededor de 110 dólares, 16 meses después
el mismo barril cotiza a 36 dólares en las
bolsas de Nueva York y Londres. Es decir, casi un 70% menos. Estados Unidos, un
país que desde hace una década viene aumentando sistemáticamente su producción
por motivo del “boom del shale”, atraviesa hoy un cuello de botella cada vez más
angosto. Tiene capacidad para seguir aumentando su producción de hidrocarburos
pero el barril entre los 30 y 40 dólares no le es rentable.
El shale oil y el shale gas se extrae
mediante una técnica no convencional llamada “fracking” que se utiliza hace una década aproximadamente. Se trata de la
extracción de hidrocarburos con pozos que pueden ser horizontales y verticales,
pero el proceso es mediante una fuerte presión de agua y químicos que fracturan
la piedra que contiene burbujas de hidrocarburos. Esto en el mercado petrolero
es tan novedoso como caro resulta producirlo ya que requiere de equipos mucho
más sofisticados que los de extracción convencional.
Según la Administración
de Información de Energía de EE.UU. (EIA), el país norteamericano se convirtió
en 2015 en el principal productor mundial de hidrocarburos (desplazando a
Arabia Saudita) y esto es porque el fracking está muy avanzado en los campos petroleros
de Dakota del Norte, Pensilvania y Texas, entre otros estados. En poco tiempo
EE.UU. redujo más del 35% sus importaciones de energía, que según analistas
internacionales esto le permitió repuntar su economía tras la crisis de 2008/9.
A partir de este “boom
del shale”, a las empresas petroleras tradicionales de EE.UU. (Exxon, Chevron, etc.) se le sumaron
distintos capitales que se dedicaban a otra actividad para producir petróleo.
Pero como fue un proceso que demandó en su inicio muchos dólares, estos
capitales llegaron a la actividad
petrolera mediante un fuerte endeudamiento para sostener la cara, sofisticada y
muy tentadora extracción del shale.
En un principio estos
capitales se vieron favorecidos y fueron los protagonistas del “boom”. Con un
barril a 110 dólares a nivel internacional el shale es muy rentable. Esto es lo
que estuvo sucediendo hasta julio de 2014. Luego el barril comenzó una fuerte
caída que continúa hasta hoy.
Según estimaciones de entidades financieras del propio
país, como Morgan Stanley, el fracking en EE.UU. necesita un valor para ser
rentable de 60 a 70 dólares. Hoy el barril esta en 37 dólares y la tendencia es
que continua así en 2016.
Excluyendo
cuestiones geopolíticas, esta baja en el precio del petróleo se da, principalmente,
por la abundancia que produjo el mismo EE.UU. que inyectó millones de barriles
al mercado y generó un fuerte aumento en la oferta. A esto hay que sumarle una
desaceleración de la demanda de China, que frenó su economía pasando de un
crecimiento de dos dígitos a preveer un crecimiento en 2016 de 6,3% según el
FMI, su peor marca en 25 años. Al mismo tiempo, los países exportadores de
petróleo agrupados en la OPEP, que bombea un tercio del
petróleo mundial, vienen manteniendo la decisión de no reducir su producción
para no perder cuota en el mercado.
Estos tres factores
(superoferta de EE.UU., desaceleración de China y Europa y misma producción de
la OPEP) impulsaron el precio del barril a la baja hasta los 35 dólares en
estos últimos días, alcanzando mínimos de 2009 en el caso del crudo tipo WTI
(West Texas Intermediate) en Nueva York y mínimos desde 2004 en el caso
del crudo tipo Brent, que es referencia para el mercado europeo.
El efecto en Estado Unidos es que varias compañías
petroleras que se endeudaron para acceder a la producción del shale están
cerrando o en crisis porque no logran afrontar sus deudas con un barril tan
barato. Los casos más resonantes son los de las empresas Pro-Stim Services y
Samson Resources, pero hay muchos más.
Se calcula que hay más
de 50 empresas como estas que no pueden afrontar sus deudas del shale con un
barril a 35 dólares. En la
lista de estas petroleras están The Williams, SandRige Energy, Swift Energy,
Energy XXI, Energy Transfer, Goodrich Petroleum, Hercules Offshore, Seventy
Seven Energy y Halcon Resourcers, entre otras.
La calificadora
Standard & Poor's calcula que tres de cada cinco compañías de EE.UU. que no logran cumplir con sus
deudas vienen del sector energético: esta es la foto del cuello de
botella en el que entró el denominado 'boom del shale' de Estados Unidos. De
este modo, sobrevivirán las empresas que tengan mayor respaldo y liquidez para afrontar
las deudas; las que no, engrosarán el número de empresas que no superaron ese
auge.
El principal problema
que tienen estas empresas es que hoy el mundo (y principalmente EE.UU.) produce
más petróleo y gas del que se necesita. La demanda mundial no da señales de que
repunte y el cuello de botella amenaza cada vez más al shale de Estados Unidos.
La incógnita que queda es cuánto mas aguantará Estados Unidos un barril barato.
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