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15 de julio de 2016

Ahorro mundial y los tipos de interés, augue y caida de la economia

Facilitación cuantitativa, tipos de interés y ahorro mundial Crespo dedica muchas páginas y gráficos del libro al quantitative easing, que se suele abreviar QE y que podría traducirse (aunque Crespo no lo traduce) como facilitación cuantitativa. Es la política que la Reserva Federal de EEUU y otros bancos centrales han aplicado en años recientes. Se trata de comprar a bancos privados bonos del tesoro u otros activos financieros pagando “en metálico”. Eso “facilitaría” que los bancos prestaran más a otras empresas o a personas privadas, lo que a su vez estimularía la actividad económica. Sucesivas rondas de esta política han sido numeradas, siendo la ronda más reciente QE3 la iniciada por la Reserva Federal de EEUU en 2012. Según Crespo, el oportuno lanzamiento, en septiembre de 2012, de esa tercera ronda de facilitación cuantitativa QE3 “seguramente ayudó a la economía de EEUU a superar el bache en el que ya se había metido por esas fechas” (p. 30). Pero en otro sitio Crespo cuestiona la eficacia de esa forma de política monetaria afirmando que la QE3 de 2012 sobraba y probablemente también sobraba la QE del Banco Central Europeo de 2015 (p. 69). ¿En qué quedamos? Crespo parece contradecirse, pero aclara que es imposible saber qué hubiera pasado si esas políticas no se hubieran puesto en marcha (p. 69). Para Crespo la facilitación cuantitativa es el último recurso de los bancos centrales cuando los tipos de interés ya están cerca de cero, en cero, o son negativos incluso. En esas circunstancias, dice Crespo, lo único que les queda a los bancos centrales es la compra de activos financieros públicos y privados. “Y puede que también acaben comprando inmuebles o materias primas” lo que llevaría a una especie de resurrección del INI en un modelo económico al que se podría aplicar el calificativo de capitalismo de Estado (p. 73). El INI, el Instituto Nacional de Industria, agrupaba empresas importantes de sectores industriales considerados clave (energía, transporte, minería) en la época del nacional-catolicismo del General Franco. Eran tiempos en los que España se guiaba por modelos económicos corporativos que habían estado en boga en Alemania e Italia en los años treinta y cuarenta. Luego ya vinieron los vientos del otro lado del Atlántico y las mentes biempensantes comprendieron que el Estado no debía ser dueño de empresa alguna que pudiera dar ganancias al capital privado. Lo que Crespo dice sobre la facilitación cuantitativa proporciona datos muy valiosos y refleja también las muchas dudas que hoy existen sobre dos temas: en primer lugar, en qué medida tales políticas están teniendo un efecto sobre la economía real de los países donde se aplican; y en segundo lugar, cómo podrá evolucionar en los próximos años la política de los bancos centrales, que como consecuencia de las medidas tomadas en años recientes en relación a la Gran Recesión cuentan hoy en sus balances con una enorme cantidad de activos financieros, de los que una parte difícil de estimar tiene un valor dudoso. Si los tipos de interés tienen o no influencia sobre la economía real es un tema sobre el que tienen opiniones diversas quienes se interesan en lo económico. Crespo parece creer como creen en general los economistas académicos que los bajos tipos de interés estimulan la inversión, el crédito, el gasto, la inflación y la actividad económica en general, mientras que los tipos altos estimulan el ahorro e inhiben el gasto y la inflación. Así dice Crespo que desde 1982 los tipos de interés han estado bajando, lo que dio origen en el mundo “a un periodo de prosperidad sin precedentes,” aunque a la vez hizo aumentar rápidamente el volumen de deuda (p. 202). En la economía estadounidense, que es la que ofrece más disponibilidad de datos para la investigación, no parece que el cambio de los tipos de interés tenga influencia significativa en la inversión durante el mismo año o los dos o tres años siguientes. Y la inversión, la acumulación de capital, es una variable clave que determina si la economía está o no en recesión. Las estadísticas muestran que el aumento de tipos de interés a menudo predice una recesión en uno o dos años, así los tipos de interés en EEUU (estimados según el descuento en mercados secundarios de bonos del Tesoro a tres meses, que se correlaciona muy estrechamente con el tipo de descuento de la Reserva Federal) aumentaron en 1969, 1974, 1979, 1989, 2000 y 2006 en cada caso anunciando las recesiones respectivas de 1970, 1975, comienzos de los ochenta, 1991, 2001 y 2008. Podría interpretarse que los tipos de interés altos estrangulan la actividad económica, pero otra posibilidad es que el aumento de actividad económica en las últimas fases de la expansión haga que haya más demanda de crédito, sobrecalentamiento y, consiguientemente, decisión de la autoridad monetaria de elevar los tipos. Ello ocurriría entonces cuando la expansión está ya “madura” para venirse abajo. No es que el aumento de los tipos induzca la recesión sino que los tipos aumentan por decisión de la autoridad monetaria cuando la expansión está a punto de dar paso a la crisis. Crespo explica que los tipos de interés bajos implican problemas graves para las compañías de seguros y para los bancos, que con bajos márgenes de intermediación tienen cada vez más problemas de rentabilidad, lo que intentan compensar con “un empeño cada vez mayor en cobrar comisiones” (p. 160), cosa que es muy cierta. A partir de 2008 los bancos centrales han comprado deuda pública y otros activos financieros por valor de 15 billones de dólares (p. 203) y eso se añade a la enorme masa de ahorro mundial que ya existía antes de 2008. Para Crespo eso indicaría que aumentó la oferta de deuda, pero a la vez que hubo un aumento incluso mayor de la demanda (p. 203). En todo esto falta contexto, no se hace referencia a la inversión, que es la salida habitual del ahorro, y que ha estado cayendo en la economía mundial. Según datos del Banco Mundial la formación bruta de capital ha tenido una tendencia claramente descendente desde los años setenta, cuando osciló entre 24% y 26% del PIB mundial anual, para luego bajar a niveles alrededor del 21,5% en los años 2000-2007 y caer a 19% del PIB mundial en 2009. Crespo reconoce que hay una enorme masa de ahorro mundial que encuentra desde hace varios años grandes dificultades para obtener rentabilidad. La consecuencia es el fenómeno que describe, el aumento de la demanda de deuda acoplado al aumento de la oferta de deuda generado por la reciente necesidad de los gobiernos de sostener al sector financiero y el gasto público compensatorio de la falta de inversión privada. Crespo no parece conectar ese exceso de ahorro, ese lastre de deuda y de inversión no realizada con las condiciones de crisis de la Gran Recesión y con el crecimiento a tasas ínfimas que desde hace varios años mantiene la economía mundial casi en condiciones de crisis abierta. La enorme masa de deuda pública y privada, los muchos “agujeros” (deudas incobrables como por ejemplo la de Grecia) que tiene hoy el sistema financiero mundial, y las tasas de desempleo todavía muy elevadas en muchos países sugieren que la próxima recesión podría ser particularmente dura.

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