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27 de julio de 2016
Alertas rojas: señales de implosión en la economía global (1)
El capitalismo global a la deriva
Jorge Beinstein
A fines de Mayo, durante la reunión del G7 Shinzo Abe, primer ministro de Japón, anunció
la proximidad de una gran crisis global1
, el comentario más difundido por los medios de
comunicación fue que se trataba de un alarmismo exagerado reflejo de la difícil situación
de la economía japonesa. De todos modos no faltan los que admiten la existencia de
peligros pero en general los atribuyen a los desequilibrios financieros de China, a la
recesión en Brasil o a las turbulencias europeas. La situación en los Estados Unidos suele
merecer comentarios prudentes distantes de cualquier alarmismo. Sin embargo el centro
motor de la última gran crisis global (año 2008) fue la explosión de la burbuja inmobiliaria
estadounidense, ahora los expertos no perciben allí burbujas en plena expansión a punto
de estallar sino todo lo contrario: actividades financieras, industriales y comerciales
estancadas, crecimientos anémicos y otros señales al parecer tranquilizantes que alejan
la imagen de algún tipo de euforia descontrolada.
Pero es imposible ignorar la realidad. Los productos financieros derivados constituyen la
componente mayoritaria decisiva de la trama especulativa global, solo cinco bancos de los
Estados Unidos más el Deutsche Bank han acumulado esos frágiles activos por unos 320
billones (millones de millones) de dólares2
equivalentes a aproximadamente 4,2 veces el
Producto Bruto Mundial (año 2015), eso representa el 65 % de la totalidad de productos
financieros derivados del planeta registrados en diciembre de 2015 por el Banco de
Basilea. Esa hiper-concentración financiera debería ser una señal de alarma y el
panorama se agrava cuando constatamos que dicha masa financiera se está desinflando
de manera irresistible: en diciembre de 2013 los derivados globales llegaban a unos 710
billones de dólares, apenas dos años después, en diciembre de 2015 el Banco de Basilea
registraba 490 billones de dólares… en solo 24 meses se evaporaron 220 billones de
dólares, cifra equivalente a unas 2,8 veces el Producto Bruto Global de 2015.
No se trató de un accidente sino del resultado de la interacción perversa, a nivel mundial,
entre la especulación financiera y la llamada economía real. Durante un largo período esta
última pudo sostener una desaceleración gradual evitando el derrumbe, gracias a la
financierización del sistema que permitió a las grandes empresas, los estados y los
consumidores de los países ricos endeudarse y así consumir e invertir. La declinación de
la dinámica económica de los capitalismos centrales pudo ser ralentizada (aunque no
revertida) no solo con negocios financieros, la entrada de más de 200 millones de obreros
industriales chinos mal pagados al mercado mundial permitió abastecer con manufacturas
baratas a los países ricos y el derrumbe del bloque soviético brindó a Occidente un nuevo
espacio colonial: la Unión Europea se amplió hacia el Este, capitales de Europa y de los
Estados Unidos extendieron sus negocios.
1 Philippe Mesmer, “L’alarmisme de Shinzo Abe surprend le G7”, Le Monde, 26.05.2016.
2 Tyler Durden, "Is Deutsche Bank The Next Lehman?", Zero Hedge,
http://www.zerohedge.com/news/2015-06-12/deutsche-bank-next-lehman
Michael Snyder, "Financial Armageddon Approaches", INFOWARS,
http://www.infowars.com/financial-armageddon-approaches-u-s-banks-have-247-trillion-dollars-of-
exposure-to-derivatives/
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