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27 de julio de 2016

Cuando la paciencia se acaba se puede...


Encender la mecha
La revuelta empezó con los afroestadounidenses y se extiende entre los latinoamericanos y, más allá, entre los trabajadores blancos cuyas condiciones de vida son cada vez peores. El creciente levantamiento de los trabajadores blancos contra la cleptócrata dinastía Clinton se ha ampliado para abarcar la rebelión popular contra ‘la quema’ del renegado seudosocialista Bernie y el resto de multimillonarios dueños del sistema político. La rebelión política está atravesando todo el centro de Estados Unidos.
Una mayoría de estadounidenses se ha polarizado porque se le ha negado la estabilidad esencial en la vida cotidiana. Echa de menos su perdido nivel de vida y ve ante ella un sombrío e inaceptable futuro, especialmente para sus jóvenes y niños.
La rebelión en Estados Unidos tiene varios desencadenantes: la economía plutocrática, el cleptocrático sistema electoral y el deshumanizante estado policial
El sistema electoral basado en el robo ha traído consigo el mayor número de voces hostiles que atraviesan las diferencias raciales y penetra profundamente en la división de clases.
La polarización propiciada por la militarización policial es más inmediata y explosiva. Es la que más probablemente acabe en acción directa.
La clase trabajadora blanca –en franca caída económica– es el mayor grupo rebelde pero ha sido el más lento en el desarrollo de una conciencia de clase y una organización. Aun así, es el sector social con el mayor potencial de hacer caer el sistema.
Los desencantados rebeldes electorales (los seguidores de Bernie) son muchos y rápidos para actuar, pero también son los más fáciles de engañar por los políticos charlatanes y los timadores.
Conclusión
La confluencia de militantes negros, activistas contra la abstención y trabajadores blancos empobrecidos no es más que el comienzo del gran alzamiento. Aun así, ellos ‘no se reconocen’ en la vida cotidiana, el trabajo, el barrio ni el lenguaje, incluso aunque compartan una profunda hostilidad contra el Estado policial cuya misión es proteger a la elite político-económica.
¿En qué circunstancias podrían unirse? En estos momentos no existe una organización capaz de unificar esas fuerzas, con todo su dinamismo y capacidad crítica.
Las organizaciones basadas en la comunidad tienen limitada visión estratégica y no trascienden su localismo.
Algunos partidos políticos alternativos y algunas personalidades han prometido sumarse sin embargo están trabajando en políticas electoralistas divorciadas de la acción directa, aunque tengan que ver con la policía, los tribunales o el sistema económico.
Podría surgir algún ‘líder carismático’ y tender puentes entre los distintos sectores; en cierto momento, algunos trabajadores blancos empobrecidos o militantes negros o activistas sin representación podrían fusionarse alrededor de semejante líder. Pero, a menos que ese líder se enganche a una organización potente y dirigida por activistas de las comunidades, la amenaza de una traición sigue siendo una posibilidad real.
Vivimos un tiempo en el que el sistema existente está podrido y cayéndose y en el que crece la desafección de las masas. No obstante, también es un tiempo en el que las ‘alternativas’ parecen lejanas y etéreas. Lo que está perfectamente claro es que el mero deterioro y derrumbe no son suficientes para provocar una rebelión popular masiva y para construir una sociedad justa.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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