La conspiración de Acuario, textos de Marilyn Ferguson y Alice A. Bailey
Una vasta y poderosa red, que carece no obstante de dirigentes, está tratando de introducir un cambio radical en el mundo. Sus miembros han roto con ciertos aspectos claves del pensamiento occidental, y pueden incluso haber quebrado hasta la misma continuidad con la historia.
Esta red es la Conspiración de Acuario. Se trata de una conspiración desprovista de doctrina política, carente de manifiesto. Está integrada por conspiradores que buscan el poder tan sólo para disgregarlo, y que se valen de estrategias pragmáticas, incluso científicas, pero con una perspectiva tan cercana a la mística, que apenas se atreven a hablar de ello.
Son activistas que plantean temas de muy diversa índole, que están desafiando a lo establecido desde su propio interior.
Más amplia que una reforma, más profunda que una revolución, esta especie benigna de conspiración en pro de un nuevo programa de actuación humana ha desencadenado el realineamiento cultural más rápido de toda la historia. El vasto, estremecedor e irrevocable movimiento que se nos está viniendo encima no es un nuevo sistema político, religioso ni filosófico. Es una nueva mentalidad, el surgimiento de una sorprendente visión del mundo, en cuyo marco hay cabida tanto para la ciencia de vanguardia como para las concepciones del más antiguo pensamiento conocido.
Los conspiradores de Acuario se encuentran a lo largo y a lo ancho de todos los niveles de renta y de educación, desde los más humildes a los más elevados. Hay maestros y oficinistas, científicos de renombre, políticos y legisladores, artistas y millonarios, taxistas y primeras figuras en el campo de la medicina, la educación, el derecho, la psicología. Algunos se manifiestan abiertamente en su defensa, y sus nombres pueden resultarnos familiares. Otros prefieren silenciar su compromiso, en la creencia de que pueden resultar más eficaces si no les atribuyen ideas que con frecuencia han sido mal comprendidas.
Hay legiones de conspiradores. Los hay en corporaciones, en universidades y en hospitales, entre el profesorado escolar, en fábricas y en consultorios médicos, en instituciones estatales, entre concejales del municipio y miembros del gobierno, en las Cámaras legislativas, en organizaciones de voluntarios, y en prácticamente todos los centros de toma de decisión en el mundo entero.
Los conspiradores, cualesquiera que sean sus niveles sociales o su grado de educación, están ligados entre sí, emparentados por sus descubrimientos y «terremotos» interiores. Cierto es que, al principio, la mayoría ni siquiera se proponía cambiar la sociedad. En ese sentido, se diría que es una especie de conspiración muy poco apropiada. Pero empezaron a darse cuenta de que ellos mismos se habían ido convirtiendo en revoluciones «vivientes». Tras haber experimentado serios cambios personales, se encontraron a sí mismos replanteándose todo, cuestionándose antiguas evidencias, viendo con nuevos ojos su trabajo y sus relaciones, la salud, el poder político, a y los «expertos» en la materia, sus objetivos y valores en general.
La mayor parte de ellos nunca se han considerado a sí mismos como partícipes de una conspiración, pero sienten que sus propias luchas y experiencias forman parte de algo más grande, de una transformación social más amplia, que resulta cada vez más visible, si se sabe mirar en la dirección apropiada. Normalmente desconocen la existencia de redes nacionales y de su influencia en puestos elevados; pueden haber encontrado una o dos personas de mentalidad similar a la suya en su lugar de trabajo, entre sus vecinos o en su círculo de amigos. No obstante, incluso en esos pequeños grupos -de dos, tres, ocho, diez- están ejerciendo una influencia.
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Sería inútil buscarles afiliación en formas tradicionales, como partidos políticos, grupos ideológicos, clubes o fraternidades. Se encuentran, por el contrario, en pequeños círculos y en redes flexibles. Hay decenas de millares de puntos por donde se puede entrar a formar parte de la conspiración. La gente, cualquiera que sea el lugar donde comparte sus experiencias, tarde o temprano termina conectándose con otros, y eventualmente con círculos más amplios. Su número crece cada día.
Hacia un Nuevo Paradigma
A lo largo de la historia, prácticamente todos los esfuerzos por remodelar la sociedad han comenzado siempre por alterar su forma y su organización exteriores. Se partía por considerar que una estructura social racional podía ser fuente de armonía, mediante un sistema de recompensas, castigos y manipulaciones del poder. Pero los sucesivos intentos periódicos de alcanzar una sociedad justa por medio de experimentos políticos parecen haber sido frustrados una y otra vez por el espíritu humano de contradicción… ¿Y ahora qué? La Conspiración de Acuario constituye el Ahora Qué.
Es una forma distinta de revolución, con un nuevo tipo de revolucionarios. Lo que busca es un cambio de conciencia en un número crítico de individuos, lo suficiente como para precipitar la renovación de la sociedad entera. «No podemos esperar hasta que el mundo cambie» -ha dicho la filósofa Beatrice Bruteau- «ni hasta que vengan nuevos tiempos que nos hagan cambiar a nosotros, ni esperar que llegue la revolución y nos arrastre en su nueva carrera. El futuro somos nosotros mismos. Nosotros somos la revolución. »
Las crisis que padecemos son otras tantas formas de evidenciar la traición a la naturaleza, perpetrada por nuestras instituciones. Hemos identificado la buena vida con el consumo material; hemos deshumanizado el trabajo, convirtiéndolo innecesariamente en algo competitivo; nos sentimos inseguros acerca de nuestra capacidad de aprender y de enseñar. Nuestra medicina, sumamente costosa, apenas ha conseguido ganar algún terreno frente a las enfermedades crónicas o derivadas de accidentes, y se ha vuelto impersonal y vejatoria. Los gobiernos son cada vez más complejos e irresponsables desde su lejanía, y los sistemas de seguridad social se encuentran reiteradamente al borde de la quiebra.
La posibilidad de salvación en este tiempo de crisis no hemos de buscarla en un golpe de suerte, ni en una posible coincidencia, ni en una ponderada reflexión. Armados, como estamos hoy, de una comprensión más adecuada de los procesos de cambio, sabemos que las mismas fuerzas que nos han llevado al borde del abismo a nivel planetario, portan en su interior las semillas de la renovación. El actual desequilibrio, personal y social, prefigura una nueva especie de sociedad. Los roles, las relaciones, las instituciones, las viejas ideas… todo está siendo hoy reexaminado, reformulado y diseñado de nuevo. Por primera vez en la historia, la humanidad tiene acceso al panel de control del cambio, a la comprensión de cómo se produce la transformación. Desde ahora, estamos viviendo en la era del cambio del cambio, una época en que de forma intencionada podemos ponernos a trabajar codo a codo con la naturaleza para acelerar el proceso de nuestra propia remodelación y la de nuestras instituciones desfasadas.
El paradigma de la Conspiración de Acuario concibe a la humanidad enraizada en la naturaleza. Promueve la autonomía individual en el seno de una sociedad descentralizada. Nos considera administradores de todos nuestros recursos, internos y externos. No nos ve como víctimas ni como peones. No nos considera limitados por condiciones ni condicionamientos, sino herederos de las riquezas de la evolución, capaces de imaginación, de inventiva, y sujetos de experiencias que apenas si hemos llegado a entrever todavía. La naturaleza humana se encuentra abierta a un proceso continuo de transformación y de trascendencia. Sólo necesita descubrirse a sí misma. La nueva perspectiva respeta la ecología de cada cosa: nacimiento, muerte, aprendizaje, salud, familia, trabajo, ciencia, espiritualidad, arte, comunidad, relaciones, política.
¿Quiénes pertenecen a este grupo?
Sus miembros provienen de todas las razas, hablan todos los idiomas, abrazan todas las religiones, todas las ciencias y todas las filosofías. Sus características son: síntesis, inclusividad, intelectualidad y un excelente desarrollo mental. No profesan ningún credo, salvo el de la Hermandad, basado en la Vida Una. No reconocen autoridad alguna, excepto la de sus propias almas; ni a ningún Maestro, excepto al grupo que tratan de servir, y a la humanidad a la cual aman profundamente. No erigen barreras a su alrededor, y los rige una amplia tolerancia, una mentalidad sana y un sentido de proporción. Contemplan el mundo de los hombres con ojos bien abiertos y reconocen a quienes pueden elevar y, como lo hacen los Grandes Seres, elevan, enseñan y ayudan. Reconocen también a sus superiores y a sus iguales, y se reconocen entre sí cuando se encuentran y trabajan juntos en la tarea de ayudar al prójimo. No importa si difiere su terminología, si varía la interpretación de los símbolos y escrituras o si hablan mucho o poco. Ven a los miembros de su grupo en todos los campos: político, científico, religioso y económico. Les dan la señal de su reconocimiento, tendiéndoles la mano de hermano. Reconocen también a quienes se hallan más avanzados que ellos en la etapa de la evolución y los denominan Instructores, tratando de aprender de ellos lo que desean impartir ansiosamente.
Este grupo no tiene organización de especie alguna, sede, publicidad ni nombre. Es un conjunto de trabajadores obedientes y servidores, obedientes a sus propias almas y a la necesidad del grupo. Por lo tanto, los verdaderos servidores de todas partes pertenecen a este grupo, ya sea que presten servicio en el campo cultural, político, científico, religioso, filosófico, psicológico o financiero. Forman parte, lo sepan o no, del grupo interno de trabajadores para la humanidad y de místicos del mundo. Serán reconocidos por los miembros de su grupo al ponerse en contacto con ellos en forma casual en el intercambio mundial.
Este grupo da una amplia significación a la palabra “espiritual”, pues cree que significa un esfuerzo incluyente hacia el mejoramiento, la elevación y la comprensión del ser humano. Le da significado de tolerancia, comunión sintética internacional, inclusividad religiosa y de todas las corrientes de pensamientos que conciernen al desarrollo del ser humano.
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Por lo tanto, se trata de un grupo sin terminología ni biblia específica alguna; no posee credo ni formulación dogmática de la verdad. El impulso motivador de cada uno y de todos es el amor a Dios cuando se manifiesta en amor al prójimo. Conoce el verdadero significado de la hermandad, sin distinción de razas. Sus miembros llevan una vida de servicio voluntario, prestado con desinterés y sin reservas.
Los miembros de este Grupo no constituyen, por lo tanto, un grupo de místicos imprácticos. Saben exactamente lo que tratan de hacer, y sus planes están trazados de tal manera que, sin perjudicar a ninguna situación existente, descubren y reúnen a los hombres de buena voluntad en todo el mundo. Demandan en forma unida que estos hombres de buena voluntad se mantengan firmemente juntos, constituyan un grupo de personas que aumente lentamente, y se interesen por el bien de la humanidad y no por el propio o el de su medio ambiente particular. Aunque su interés por el bien general es muy amplio, no impedirá que sean buenos ciudadanos de la nación que el destino les ha deparado. Aceptarán la situación en que se encuentran, pero trabajarán (en esa situación y bajo cualquier gobierno u orden religioso) por la buena voluntad, por la eliminación de las barreras y por la paz mundial. Evitarán todo ataque a los regímenes y personalidades existentes y cumplirán las leyes del país en que viven. No cultivarán el espíritu de odio, valiéndose de toda oportunidad para acentuar la hermandad de las naciones, la unidad de la fe y la interdependencia económica. Se empeñarán en no pronunciar una palabra ni desarrollar una acción que produzca separación o genere antipatía.
Los requisitos
Quizás se pregunten: ¿qué impide a una persona ser miembro de este grupo? Sólo cuatro cosas pueden impedir su afiliación:
Primero, una personalidad no coordinada. Esto implica necesariamente una mente sin entrenamiento y un intelecto débil.
Segundo, el sentido de separatividad, de diferenciación y de superioridad respecto a sus semejantes.
Tercero, la posesión de un credo. No importa cuán bueno sea, inevitablemente produce exclusividad. Siempre excluye a alguien.
Cuarto, el orgullo y la ambición.
Primero, una personalidad no coordinada. Esto implica necesariamente una mente sin entrenamiento y un intelecto débil.
Segundo, el sentido de separatividad, de diferenciación y de superioridad respecto a sus semejantes.
Tercero, la posesión de un credo. No importa cuán bueno sea, inevitablemente produce exclusividad. Siempre excluye a alguien.
Cuarto, el orgullo y la ambición.
Cómo prepararse
También se preguntarán, ¿cómo prepararse uno mismo? Las reglas son tres y sencillas. Primero, aprendan a practicar la inofensividad; segundo, no deseen nada para el yo separado; y tercero, busquen el signo de la divinidad en todo. Tres reglas sencillas, pero muy difíciles de realizar.
Esto último es algo de mucha importancia y no es fácil lograrlo. La Jerarquía espiritual no puede trabajar con personas que critican, cuyas ideas y actitudes son separatistas y en sus creencias y comentarios son violentamente parciales. Esta es la enunciación de un hecho. Es de esperar que se entrenen para realizar correctamente dicha actividad, comenzando por sus propias vidas y su expresión personal en el mundo.
En el curso de pocos años, si el trabajo se lleva a cabo a partir de estos conceptos, la opinión pública se verá forzada a reconocer la fuerza de este movimiento orientado hacia la paz, la comprensión internacional y la mutua buena voluntad.
Textos de Marilyn Ferguson y Alice A. Bailey
“…lo que el mundo necesita hoy es una multiplicidad de organismos vivientes, libremente unidos por la colaboración, la constante comunicación y la posesión de idénticas metas y propósitos” -Alice A. Bailey.
“…lo que el mundo necesita hoy es una multiplicidad de organismos vivientes, libremente unidos por la colaboración, la constante comunicación y la posesión de idénticas metas y propósitos” -Alice A. Bailey.