Que el dinero que ahorran los ricos por no pagar impuestos no beneficia a la gente común lo demostró un diario tan poco sospechoso de izquierdismo como The Wall Street Journal.
El rotativo financiero estadounidense analizó el período de la presidencia de Bush hijo tras rebajar éste los impuestos a ricos y muy ricos. La conclusión del diario fue que esa etapa, cuando los ricos pagaron menos impuestos, fue la de menor creación de empleo de la historia reciente de EEUU.
También es falso que si se aumentaran los impuestos a los ricos en España, se irían a otro país. Difícil, porque la mayoría de países del entorno tienen impuestos superiores a los de España.
De igual modo es falso que los españolitos paguemos demasiados impuestos.
Tan falso es que la Unión Europea ha denunciado que las rebajas de impuestos en España perpetradas desde 1995 no estaban justificadas de ningún modo y, además, son causa del cuantioso déficit público español.
En realidad, España tiene una presión fiscal inferior la media de los 19 Estados de la eurozona de la que forma parte.
Presión fiscal es lo realmente recaudado en impuestos, tasas y otros tributos comparado con el PIB.
En España la presión fiscal es 30% del PIB mientras la media europea es casi del 39%. Mucha diferencia.
Precisamente por la menor recaudación de impuestos, la deuda pública española no cesa de aumentar y hoy es algo más de un billón de euros, que equivale al 100% del PIB, la riqueza creada en un año.
En España la presión fiscal es 30% del PIB mientras la media europea es casi del 39%
De lo que no hay duda es que el Reino de España es líder en fraude fiscal.
El volumen de su economía sumergida fraudulenta provoca que el Estado deje de ingresar 90.000 millones de euros anuales de impuestos, tasas y cotizaciones sociales, según GESTHA.
Para entender el estado de la fiscalidad española y global hay que recordar el papel de los llamados paraísos fiscales:
territorios donde el secreto bancario y el anonimato de los dueños de depósitos y de quienes especulan financieramente son totales y donde se pagan muy pocos impuestos o no se pagan.
Secreto, anonimato e impago de impuestos (o ridículos) convierten los paraísos fiscales en guaridas financieras que almacenan una enorme y obscena riqueza oculta.
Y coladero para no pagar los impuestos que deberían las grandes empresas, multinacionales y grandes fortunas.
Además de mafias, grupos organizados de criminales y de terroristas que también esconden su dinero en paraísos fiscales.
Ser rico sale barato en España
Un dato español sugerente de la fiscalidad española es que 34 de las 35 grandes empresas y corporaciones multinacionales españolas, que se agrupan en el índice bursátil Ibex 35, tienen casi novecientas delegaciones o filiales en paraísos fiscales.
¿Para qué si no es para evadir impuestos?
Además, en España, como en casi todo el mundo, el capital paga poco o nada en proporción a sus grandes beneficios al mismo tiempo que multinacionales comoAmazon, Google, Microsoft, Nike, Apple, eBay, McDonalds, Inditex, Facebook... y hasta tres centenares más eluden sistemáticamente, cuando no evaden lisa y llanamente, el pago de cientos de miles de millones de impuestos.
Otra falacia fiscal a desmontar es que el fraude fiscal de los autónomos es enorme. No es cierto. El impago de impuestos de autónomos, pequeñas y medianas empresas (evidentemente también ilegal) apenas suma el 8% del total del fraude fiscal en España. Quienes evaden grandes cantidades de impuestos son los ricos, las grandes fortunas y las grandes empresas que evaden tres cuartas partes del fraude fiscal del país.
El resultado final es una insuficiencia fiscal considerable y preocupante que provoca que los presupuestos generales sean cortos, además de mover al Estado a endeudarse.
Esa insuficiencia es consecuencia de la actual fiscalidad española injusta y regresiva que gasta en función de lo que se recauda y no se recauda bastante.
Pero debería ser justamente al revés: elaborar los presupuestos y recaudar para satisfacer los derechos y necesidades de la ciudadanía, con especial atención a los más desfavorecidos.
Eso significa que los Presupuestos Generales del Estado (PGE) han de ser suficientes, además de progresivos y justos.
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