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3 de agosto de 2018

Se nos viene "El Gran Evento"



Se nos viene "El Gran Evento", algo indescriptible de lo que no tenemos idea: puede suceder en cualquier momento entre 2018 y 2023 y tiene que ver con la luz del Sol Central de la galaxia, el cinturòn fotònico, la "Nube de Oort" y la apariciòn de Nèmesis, nuestro Sol gemelo y Nibiru, el gemelo de la tierra.

Con este artìculo historico avalado por nuestro regente planetario les damos una idea de algo parecido que sucediò en 1972.

Para empezar esta historia es necesario que regresemos a la época en que Toth y otros maestros iniciados ñestuvieron creando de forma sintética la red de conciencia crística en nuestro planeta, para salvarnos de lo que ha sucedido entre los marcianos y los habitantes de la Atlántida. Cuando estos maestros iniciaron la construcción de la red, hicieron un agujero en ella, a la altura de Egipto, que se conectaba con la llama de la vida en las Estancias de Amenti, y activaron su geomancia con puntos sagrados sobre todo el mundo. Los maestros calcularon que entrariamos en la cuarta dimensión en el invierno de 1998, si bien sólo unos pocos humanos lo conseguirían. No hay nada inusual en la creación sintética de una red de conciencia crística.

Aparentemente se realiza sobre un fundamento normal, es decir, elevando o reduciendo los niveles dimensionales planetarios. En el resto del universo no se presta atención a un experimento de este tipo, ya que carece de importancia.

Sin embargo, hace doscientos años los habitantes de Sirio, quienes constituyen nuestro aspecto paterno, empezaron a pensar que había muchas posibilidades de que no lo lográramos. Previeron un acontecimiento que habría de suceder en 1972, y comprendieron que para sobrevivir a él tendríamos que encontrarnos, para
entonces, en la cuarta dimensión. Por tanto, si en 1972 estábamos en ese nivel dimensional, no habría problemas; pero si no, la vida de todo el planeta quedaría extinguida. Y, a medida que iba pasando el tiempo, daba la impresión de que no lograríamos alcanzar ese necesario nivel de conciencia.

Los habitantes de Sirio no deseaban nuestro exterminio. En cierto sentido somos como sus hijos, y ellosellos si hacia nosotros una especie de amor paternal. Así que empezaron a investigar alguna forma de
solucionar el problema, pero no tuvieron éxito. No había modo alguno de que un planeta que se encontrara a nuestro nivel de conciencia pudiera soportar los cambios que se le avecinaban. Siempre que había sucedido algo parecido, el planeta había quedado destruido. No obstante, los habitantes de Sirio continuaron en sus
pesquisas y, finalmente, descubrieron que en una galaxia lejana se había concebido una idea que podía funcionar, pero que nunca se había puesto en práctica. No había una total certeza de que nosotros pudiéramos llevarla a la práctica -la conciencia cósmica puede, y de hecho lo hace, fallar-, pero los siríacos ya se habían
hecho a la idea de lo peor. Así pues, continuaron con su proyecto y prepararon todo lo necesario para llevar a buen  término la idea o el experimento que habían diseñado. Crearon un vehículo viviente que tenía una longitud de cincuenta millas, forma de cigarro puro, color negro, fabricado en una sola pieza, a base de una sustancia viva, mezcla de carbón y silicona. Todo el aparato constituía una unidad de vida consciente. 

Tenía una zona transparente en uno de los extremos, y estaba manejado por doscientos o trescientos tripulantes,
hombres y, mujeres, de la raza siríaca pertenecientes al tercer planeta. Vestían uniformes blancos concemblemas dorados. Tras dedicar al proyecto todo el tiempo necesario, los siríacos habían construido también ocho pequeños platillos volantes que no estaban tripulados. Estas naves tenían aproximadamente entre cuatro y siete metros de longitud. Prepararon este equipo de forma conjunta, comprobaron todas sus posibilidades, y se pusieron a esperar.

Mientras tanto, Drunvalo regresó a la Tierra en los primeros meses de 1972 y se dirigió inmediatamente a Canadá. Tenía que mantener una entrevista secreta con un hombre llamado David Suzuki. Suzuki es un personaje con una elevada preparación científica que trabaja a niveles muy diferentes. Realizó estudios genéticos no sólo a través del microscopio, sino también mediante cálculos astronómicos con el telescopio. Él cree en el principio de que «como es arriba es abajo». Si uno estudia las grandes cosas, se pueden ver los
movimientos con mayor claridad. Y él había estudiado el movimiento de los asteroides y aplicado sus observaciones a la genética.

Suzuki también estaba interesado en la actividad solar, y tenía un equipo de trabajo que vigilaba continuamente las incidencias que ocurrían en la superficie del Sol. Estaba al tanto de que en 1950 unos investigadores habían observado un fenómeno del que no había precedentes. Una espiral de luz procedente del Sol se había desplazado a gran velocidad hacia la Tierra. No se tenía ni idea de lo que esto pudiera ser, pero era una señal de que algo extraño estaba ocurriendo.

A medida que la Tierra gira sobre su eje, este eje también se mueve creando distintos ciclos, uno de los cuales lo constituye la precesión de los equinoccios, con una duración de 25.920 años. Otro movimiento es el que se forma al inclinarse el eje, en una oscilación hacia adelante y hacia atrás, que dura 46.000 años. Hay además otros movimientos oscilatorios, de los cuales uno en particular dura catorce años. Según Suzuki, en 1950 nos encontrábamos en el punto más alejado de este movimiento. Cuando la espiral luminosa se acercó a
la Tierra, el área sometida a la oscilación empezó a ensancharse, retrasándose el movimiento del planeta. A los
investigadores les llevó catorce años de trabajo el poder determinar que estos cambios en el movimiento
oscilatorio producirían un cambio de polaridad, que como consecuencia iba a dar a la Tierra un nuevo polo norte y polo sur. En 1964 estaban casi seguiros de que se produciría el fenómeno.

Antes de tomar ninguna medida, el equipo de Suzuki estudió sus informes durante más de cuatro años. En 1968 estaban convencidos de que el cambio de polos era algo inminente. Suzuki publicó un documento que primero se le entregó al gobierno canadiense, después al de los Estados Unidos y, posteriormente, a otros
gobiernos, anunciando que se acercaba un cambio de polaridad terrestre. Informó que la espiral de luz procedente del Sol estaba llegando a la Tierra cada tres años, con regularidad cronométrica, si bien iba
haciéndose cada vez mayor. De los cálculos que había llevado a efecto durante dieciocho años se podía deducir que entre los meses de agosto y noviembre de 1972, el nivel energético sería tal que se produciría una explosión en el Sol, cuya magnitud carecía de precedentes. Predijo que todavía habría otra en 1984, y que muy poco  después de esta última se cambiaría la situación de nuestros polos.

El acontecimiento se produjo el 7 de agosto de 1972. Por nuestras observaciones -naturalmente no sabíamos que los de Sirio habían intervenido en el asunto- podemos afirmar que fue el hecho más importante
que jamás hayamos visto. Anthony R. Curtís, en su libro The Space Almanac, lo calificó como «la tormenta solar más intensa de la que se tenga memoria».

Según el Science News: «Durante los primeros días de agosto se pudo observar una gran alteración en la superficie solar, que produjo cuatro grandes explosiones
entre el 2 y el 7 de agosto... Las producidas en esos primeros días de agosto se encuentran entre las más importantes de las registradas hasta ahora... La explosión del 7 de agosto hizo saltar los sensores de rayos X...».2 El viento solar, que tenía una velocidad media de quinientos kilómetros por segundo, es decir, un millón
ochocientos mil kilómetros por hora, llegó a alcanzar en los tres días siguientes una velocidad de más de tresmtres mil de kilómetros por hora; a partir de ahí empezó a bajar a casi dos millones de kilómetros por hora,velocidad que se mantuvo durante los treinta días siguientes. Aunque esto parecía imposible, fue lo que sucedió. El acontecimiento fue comentado en todas las revistas más importantes del mundo, y en loslperiódicos de mayor tirada, pero los científicos no sabían de qué se trataba. Todo lo que hicieron fue publicar los datos de que disponían. Al cabo de seis meses, David Suzuki convocó una reunión internacional de científicos para tratar el tema. Antes de que se llevara a cabo esta reunión, es decir, desde agosto hasta noviembre de 1972, se había publicado una enorme cantidad de literatura científica sobre el acontecimiento.

Tras la reunión científica celebrada en el mes de junio o julio de 1973 se produjo un silencio absoluto en todo el mundo, como si aquel importantísimo acontecimiento jamás hubiera sucedido.

Si las gentes de Sirio no hubieran intervenido, la explosión solar hubiera acabado definitivamente con nosotros.

Hubiera exterminado toda la vida del planeta, hasta los microbios y elementos unicelulares marinos habrían desaparecido. Lo que en realidad había sucedido fue que el Sol estuvo a punto de expandirse en una inmensa red de vibraciones térmicas que pudo llegar a alcanzar la órbita de Júpiter, o sus cercanías. La vibración solar habría durado unos mil años, y después el Sol volvería a su tamaño normal. Si nosotros hubiéramos estado preparados para tal suceso, es decir, conscientemente preparados por encontrarnos en el nivel de la conciencia crística o a niveles superiores, hubiéramos podido sintonizar con ese nivel, y todo se
hubiera convertido en una grata experiencia. Pero como habíamos caído en un estado de conciencia más bajo, debido a los acontecimientos de la Atlántida de hace dieciséis mil años, y no habíamos podido alcanzar la conciencia crística, el hecho cierto es que no nos encontrábamos preparados.

En la fecha en que tuvo lugar el fenómeno solar, vinieron a nuestro planeta 144.000 razas de otros niveles dimensionales, para asistir al acontecimiento. A mediados de enero de 1972 ya habían llegado unos 80.000 de ellos. Mantuvieron entre sí intensos debates sobre las consecuencias de la amenaza que se cernía sobre el planeta, y prácticamente todas las razas asistentes llegaron a la conclusión de que no había la menor esperanza de salvación para los humanos. «Vayámonos de aquí», se dijeron. Y regresaron a sus respectivos planetas, puesto que su norma era la de no intervenir en acontecimientos cósmicos. Otro centenar, más o menos, de razas -entre los que se encontraban los pleyadianos, los habitantes de Aldebarán y de Arturo,
dirigidos por los siríacos-decidieron quedarse en la Tierra y ayudar.

Los siríacos no sólo tenían aquí toda la tecnología de hardware y software, sino que también disponían de embajadores. En el momento en que la situación se consideró absolutamente desesperada, enviaron embajadores al Comando Galáctico para pedir autorización para llevar a cabo su experimento. Si, tras la
explosión solar, pudieran quedar supervivientes en la Tierra, aunque solamente fuera una sola persona, los
siríacos no hubieran recibido autorización; pero como se suponía que no habría ningún superviviente, recibieron su permiso. Lo primero que preguntó el Comando Galáctico a los de Sirio fue cuántos humanos podrían salvarse con su experimento. Esto era algo que no podían saber; no obstante respondieron que, como
mínimo dos, y tal vez diez personas podrían sobrevivir. Una de las condiciones claves que se imponían para la concesión del permiso, era que, como mínimo, habría de salvarse una persona. Pero, de hecho, puesto que se trataba de un experimento que nunca se había intentado antes, los de Sirio no sabían cuánta gente podría salvarse.

En cuanto recibieron la necesaria autorización se pusieron inmediatamente manos a la obra, y en cuestión de treinta días lo tenían todo preparado. Lanzaron la inmensa nave con forma de cigarro fuera de la membrana de conciencia que rodea la Tierra, a una distancia de más de medio millón de kilómetros, y la situaron en un
supertono más elevado, de forma que fuera invisible para nosotros. Colocaron también las ocho pequeñas aeronaves en los vértices de los ocho puntos tetraédricos, o sea, de los ocho vértices de la estrella tetraédrica que se encuentra alrededor de la Tierra. Hay una estrella tetraédrica inscrita en la Tierra, y otra mucho mayor a unos catorce mil kilómetros de la superficie terráquea. Los puntos de la estrella constituyen el sistema de chakras del planeta. Éstos se colocaron en un supertono dimensional más alto que los terrestres. Después
lanzaron, desde la nave nodriza, un chorro de rayos láser, de unas características desconocidas todavía para nosotros. Este rayo láser tenía unos dos decímetros de diámetro aproximadamente, y estaba formado por pequeños segmentos de luz digital de diferentes colores, que se movían a la velocidad de la luz. Este chorro de luz iba de un mundo dimensional a otro.

El chorro llegó al Polo Norte y dio en una de las pequeñas naves espaciales que se encontraba situada en ese vértice del tetraedro. Desde ahí, la inmensa cantidad de información contenida en el rayo láser fue trasladada a los tres rayos primarios -rojo, azul y verde- que fueron enviados, a su vez, a las tres naves siguientes. Éstas repitieron el proceso y enviaron sus rayos a las otras tres, hasta que los rayos confluyeron en el Polo Sur. Desde este punto devolvieron toda la información acumulada y dispararon otro rayo hacia el centro de la Tierra. Desde este punto, y por refracción, la información salió en miles de millones de rayos luminoso infinitamente pequeños hacia todos los puntos del planeta. De este modo, todos los seres vivos de la Tierra, humanos y animales, quedaron conectados entre sí.

Recordemos que los de Sirio querían protegernos de la corriente de fuego que se aproximaba a la Tierra, y éste era el método que habían decidido seguir. Pero no sólo querían protegernos, sino que también querían hacerlo de modo que nosotros ignorásemos que estábamos siendo protegidos. El saberlo hubiera cambiado
por completo la ecuación humana. Además era necesario acelerar el proceso de nuestra evolución, de forma que pudiéramos llegar a un punto en el que fuera posible detener la barrera de fuego. Así pues, establecieron
un campo holográfico en torno a la Tierra y, después crearon infinitos campos holográficos que situaron alrededor de cada ser humano y de cada animal existente en la Tierra. Hecho esto, empezaron a programar acontecimientos en estos campos holográficos. En los primeros meses no cambiaron nada, porque se limitaron a mantener el control. Después programaron nuestro cielo en un holograma, y dejaron que todo transcurriese como si no estuviera sucediendo nada anormal. Seguidamente empezaron a programar también una serie de acontecimientos en nuestras vidas, de forma que pudiéramos evolucionar lo más rápidamente posible. Al mismo tiempo, también nos estaban protegiendo de la avalancha ígnea.

Desde el verano de 1972 hasta el de 1974 estuvimos moviéndonos en una dirección totalmente nueva.

Empezamos a acelerar nuestra evolución. Después, el proceso de evolución se intensificó realmente por encima de cualquier previsión. El experimento tuvo un éxito mayor de lo que se había pensado. En vez de las diez personas que, más o menos, se suponía podrían alcanzar un nivel de conciencia superior, lo alcanzaron
más de mil quinientos millones de seres humanos. De esta manera todo el planeta quedaba protegido de la corriente de fuego procedente del Sol. De hecho y para demostrarlo, aquí seguimos. La intervención siríaca también permitió que se completara la red sintética de conciencia crística. Sin esa red, no hubiera sido posible
que nadie alcanzase el siguiente nivel de conciencia. La red quedó concluida el 4 de febrero de 1989. Por lo general, cuando un planeta alcanza la conciencia crística, sólo un pequeño grupo de personas puede,
inicialmente, sobrevivir y comprender la nueva realidad. Los demás permanecen en un nivel de conciencia más bajo, y sólo tras un periodo de tiempo muy largo, el grupo inicial de iniciados puede empujar al resto, para que todo el planeta alcance el ansiado nivel de conciencia crística. También existen diferentes planos de conciencia crística. Sus niveles en la cuarta dimensión son los supertonos décimo, undécimo y duodécimo. Por lo general, suele llevarle al planeta mucho tiempo poder evolucionar en estos planos. 

Los supertonos inferiores a la cuarta dimensión contienen el plano astral, al que vamos muchos de nosotros cuando dormimos, otro nivel al que accedemos muchos de nosotros al morir, y unlugar en el que podemos encontrar seres como hadas o espíritus arbóreos. Para alcanzar la conciencia crística es necesario llegar al décimo supertono de la cuarta dimensión. El planeta fue dirigido a uno de esos supertonos más elevados. Y, precisamente, ése es un nivel al que no pueden seguirnos los Grises. Ellos sólo tienen acceso a los niveles más bajos de la cuarta dimensión, y de hecho, suelen actuar en nuestro plano astral. En un principio, fue en ese plano astral en donde se mezclaron con nosotros.

La geometría de la red de conciencia que rodea a un planeta cambia, cuando también cambia la propia conciencia de ese planeta. Por lo general, tales cambios son muy poco frecuentes. Lo normal es que se produzcan pequeñas modificaciones a lo largo de miles de años. Sin embargo, ahora se están produciendo cambios en la red terrestre cada hora. Este fenómeno está atrayendo la atención de seres que vienen de todas partes de la galaxia para comprobarlo. Como nosotros nos encontramos inmersos en el mismo proceso, resulta difícil que nos demos cuenta de cuán rápidamente nos estamos moviendo; pero este fenómeno resulta evidente para cualquier observador de fuera. Lo que está sucediendo aquí es algo que carece de precedentes; hasta el punto que estamos siendo el centro de atención de la galaxia. Al mismo tiempo somos dirigidos en este proceso por seres superiores, pues ellos saben que lo que nos está sucediendo también les afectará a ellos. Todo el proceso vital tiene que ver en esto. Según Toth, una analogía que mostraría bien a las claras la velocidad a la que estamos desarrollándonos sería la de un bebé que se hiciera adulto en quince minutos. Se trata  de un fenómeno absolutamente singular. No hay precedentes de una cosa así en ninguna parte, ni siquiera a nivel de Melquisedec. Parece ser éste uno de los experimentos que hayan tenido más éxito de cuantos se intentaron jamás. Drunvalo sospecha que tal fenómeno pudo haber sido decidido por Dios desde el principio de los tiempos.

No obstante, los grandes maestros no saben cuáles podrán ser los resultados de todo esto. Toth quiso que Drunvalo se manifestase muy claramente sobre ese punto. En principio, todo parece mostrar que fue un experimento de gran éxito, pero los maestros siguen trabajando en una larga serie de proyectos, que se vuelven obsoletos antes siquiera de ponerse en práctica. Originariamente Toth y otros maestros pensaron que el planeta alcanzaría un punto de masa crítica en la última semana de agosto o en la primera de septiembre de 1990, y que en la primavera de 1991 alcanzaríamos otro nivel dimensional. En ese momento, los maestros se reunirían, abandonarían la Tierra en una esfera de luz, y entrarían en otro nivel de conciencia. Tal hecho constit el disparador para que todos eleváramos el nivel de nuestra conciencia.

En lugar de esto, lo que sucedió en agosto de 1990 fue la invasión de Kuwait por Irak. Las naciones más importantes de la Tierra se unieron, preparándose para una guerra contra Irak. Debido a esta situación los maestros  retrasaron su decisión. Conseguimos establecer una suerte de unidad planetaria, alineándonos todos
contra un país y su líder militar. Esto era insólito en nuestra historia, porque nunca antes se había puesto de acuerdo todo el planeta para luchar contra un hombre. Incluso las guerras mundiales tuvieron características muy distintas a ésta. Debido a la guerra iraquí, los maestros establecieron un nuevo plan, por el que treinta y dos de ellos partirían juntos en un merkaba grupal. Así fue cómo Toth abandonó el planeta el 4 de mayo de 1991. De esta forma podríamos elevarnos poco a poco, en lugar de hacerlo de golpe. Cada vez que se lleva a cabo una de estas partidas, se produce en nosotros una nueva expansión de conciencia. Actualmente, los maestros están regulando todos estos hechos.

Antes de que Toth partiese le dijo a Drunvalo que tenía la sospecha de que no se habría de producir un cambio súbito y violento de los polos, fenómeno que suele acompañar al cambio de conciencia planetaria. Más bien, lo que pasaría sería una sucesión de pasos que nos permitirían ser cada vez más conscientes, pero de forma armónica. Los maestros están intentando controlar nuestro cambio de conciencia.

Drunvalo cree que todas las predicciones que se han hecho sobre el futuro de la Tierra carecen de validez.

El experimento de los siríacos en 1972 lo cambió todo. Las profecías de Nostradamus fueron muy exactas hasta 1972, pero ya no lo son a partir de esa fecha. Suzuki predijo un cambio de polaridad en 1984; estaba seguro de ello. Según él, cuando llegase 1984, nos encontraríamos en un lugar completamente distinto. Toth cree que vamos a vivir una experiencia como jamás la hubo. Antes de que concluya el siglo, todo el mundo en este planeta habrá ascendido a un nivel dimensional más alto.

Por supuesto que, mientras tanto, la gente irá muriendo. Aquellos que hayan obrado bien en vida entrarán en la conciencia crística, gracias a la resurrección. Iremos cambiando la conciencia de este planeta, y alcanzaremos los niveles que teníamos hace más de un millón de años. Muchos de los seres elevados del universo están deseando venir a la Tierra, ya sea mediante el nacimiento o introduciéndose en seres humanos, para  poder contemplar de forma directa el insólito fenómeno que se está dando en la Tierra. Parece que estamos avanzando tan aprisa que no solamente alcanzaremos los supertonos más elevados de la cuarta
dimensión, lo que constituiría un primer paso, sino que iremos más allá. En un determinado momento, muy
probablemente en el 2012, habremos saltado a las octavas universales, un acontecimiento del que no hay
precedentes en toda la historia del universo. Adonde llegaremos entonces, nadie lo sabe.

Notas

Anthony R. Curtís, The Space Almanac (Woodshire, MD; Arcsoft Publishers, 1990) p. 607.

«Science News», Washington DC; Science Service, Inc.Vol. 102, n" 8, 19 de agosto de 1972, p. 119.

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