Las influencias negativas

Todo el mundo ha oído hablar alguna vez de negatividad. Este término, amplio e impreciso, puede asumir una
infinidad de significados distintos. Sea como sea, a hablar de negatividad, nos referimos siempre a efectos
nocivos.
En el campo parapsicológico y mágico, cuando se habla de negatividad, se pretende indicar normalmente una
emisión de ondas que de alguna forma pueden dañar a quien entra en contacto con este tipo de vibración. El
término clásico con el que se denominan las negatividades, cuando son de procedencia externa al individuo
que sufre su presencia, es psicobolia o mal de ojo.
La vibración negativa, aunque no es perceptible mediante los sentidos conocidos, logra no obstante transmitirse
a través de vehículos receptivos desconocidos que de alguna forma trataremos de hacer más comprensibles, a
fin de neutralizar los posibles efectos nocivos de este encuentro, tanto por lo que se refiere a nosotros mismos
como en el caso de ayudar a los demás.
Cuál es su origen
Es sabido que cada ser humano, a pesar de estar dotado de los mismos órganos sensoriales, tiene una forma
muy personal de relacionarse con la apercepción y esta puede verse influida por factores que se sitúan tanto en
la sensibilidad (cuyos grados difieren de individuo a individuo), como en el inconsciente individual (que vive en contacto con el inconsciente colectivo), en el estado mental del yo lógico o racional, en el estado físico de salud
y en factores aún desconocidos.
Todo lo que existe en la naturaleza o como realización del genio humano es por si mismo neutro; será la forma
de aplicar el conocimiento y la tecnología lo que podrá hacer a este medio positivo o negativo; en efecto
nosotros podemos utilizar un producto químico para curar, pero podemos utilizarlo también para perjudicar,;
nosotros podemos usar el amor para crear o destruir, intervenir en los nacimientos aportando mejoras al feto o
malformaciones, nosotros podemos educar abriendo la mente de los neófitos al conocimiento, pero podemos
también cerrarla, nosotros podemos utilizar la ambición para mejorarnos o para dañar a los demás, etc.
Por consiguiente también por lo que se refiere a las influencias negativas, se puede decir sin duda que estas
tienen su origen en una vibración cuya base es en si misma neutra, pero la intención de hacerla nociva puede
generar la negatividad con todos los peligros que esta transformación comporta. Pero ¿Qué puede convertir una
vibración en negativa o positiva? La respuesta es simple: el pensamiento.
Como se transmiten
Es el pensamiento el que además de transmitir, recibe, dado que con el pensamiento nosotros sospechamos
que somos objeto de negatividad y es el pensamiento lo que a nuestra vez dirigimos contra otros cuando
sentimos rencor. Y entonces será el pensamiento lo que podrá neutralizar la negatividad de las ondas destinadas
a nosotros, tanto para hacer que vuelvan al estado primitivo neutro como para transformarlas en positivas.
Es sabido que el inconsciente es la parte sumergida de nuestra mente cuyos contenidos ignoramos a menudo, a
pesar de conocer su existencia, y también es sabido que el inconsciente individual logra contactar con los demás
inconsciente, a través del inconsciente colectivo (que puede considerarse un gran archivo cósmico que en
términos esotéricos se conoce como akasha
Por lo que sabemos, el inconsciente no posee una naturaleza material, porque, aunque existe, no puede
medirse ni contenerse en nada material, del mismo modo que el pensamiento se considera energía,
En cambio, el cerebro puede medirse y contenerse y por ese motivo su origen es material y responde a las leyes
físicas terrestres, conocidas para la ciencia, por ello podemos por razones lógicas, hacer una subdivisión en los
siguientes términos:
Tomemos como ejemplo dos individuos: el primero –agente- por motivos totalmente personales decide enviar
pensamientos negativos al segundo – perceptor -; tratemos de ver que sucederá.
➢ El yo consciente del individuo agente, con su voluntad, comunica la decisión de dañar o de infligir
sufrimientos a otro ser vivo. Esto sucede sin preámbulos y sin interponer tiempo con el propio yo consciente,
dado que el pensamiento posee velocidad absoluta en el universo, por lo que se transmite instantáneamente El
inconsciente a su vez, utilizando el inconsciente colectivo da a conocer al inconsciente del individuo perceptor,
sujeto del mal pensamiento, la voluntad del individuo agente.
El inconsciente del individuo perceptor (destinatario) falto de barreras y desconocimiento la voluntad
del individuo agente, recibe la vibración negativa, que es transmitida inmediatamente a su yo consciente, que
carente de la capacidad consciente de comunicarse con su inconsciente o de conocer su código de lenguaje, no
transmite, aparentemente ninguna información.
De todas formas, con el tiempo, si esta información ha alcanzado el objetivo se comenzarán a producir
sensaciones o incluso situaciones negativas que no hallarán respuestas lógicas observables, pero, como muchos
de ustedes ya habrán constatado, los efectos negativos serán reales e irán más allá del plano mental,
alcanzando el plano físico.

Cómo defenderse
Este sencillo mecanismo puede utilizarse en ambos sentidos para herir y para reaccionar. En efecto, el
destinatario del mal pensamiento puede defenderse rindiendo un servicio continuo a su yo inconsciente y
haciendo con el pensamiento un acto de voluntad, dirigido a comunicar entre sí las dos instancias: el yo
consciente y el yo inconsciente. Aparentemente Las dos instancias no se comunican entre sí, pero en realidad si
lo hacen. Una comunicación incesante de este tipo permite construir una onda de forma enviadas por quienes
desean procurar el mal, que no pueden cruzar el umbral del inconsciente, bien protegido por la muralla
construida por el propio yo consciente.
Pero para ser capaz de operar en este sentido es necesario reconocer que ningún ser o entidad sobre la Tierra
puede llegar a ser más fuerte que un hombre en su integridad. En efecto, el pensamiento negativo, cuando
alcanza el individuo al que está destinado, en el momento en que recibe dicha onda, es integro y por ello puede
rechazar perfectamente los ataques sin sufrir daños.
La voluntad de perjudicar, hasta producir incluso la muerte del individuo odiado, venga de donde venga, se
traduce en onda de forma que alcanza el inconsciente del individuo destinatario. El individuo destinatario
(perceptor), aunque no se da cuenta de llo, es más fuerte, en su integridad, que la onda de forma que lo ha
alcanzado, a menos que no esté en conocimiento de esta verdad, o peor, no se predisponga a sufrir este ataque
con sentido de resignación o bien, como puede ocurrir en algunos casos, no sea integro.
Esta integridad está formada por tres elementos sustanciales: cuerpo – alma – mente.
Entre todas las posibilidades de sufrir ataques efectivos que pueden alcanzar su meta, a causa de indisposición
mental, física o anímica, existe en sentido absoluto una puerta que siempre es abatida incluso por una simple
onda de forma y esta puerta tiene un nombre: miedo.
Por ello, es necesario operar para eliminar esta emoción que es la más perjudicial de todas y para hacerlo se
requieren ejercicios de desarrollo de la voluntad a revés del usos de distintas técnicas, entre ellas la
concentración y la meditación, la utilización de rituales propiciatorios y purificación del ambiente, el uso
continuo de un buen mantra (oración compuesta de palabras de fuerza, que cada uno puede crear para uso
personal) como los ejemplos de los capítulos siguientes, y la conservación de un buen estado físico, no sujeto a
drogas y similares.
Además, es necesario saber que si dirigimos nuestro pensamiento al odio y a la venganza que son proyecciones
negativas, emitimos vibraciones negativas. Si ya vivimos una situación de negatividad y de malestar, con esta
actitud mental solo podremos empeorarla: no bastará conocer los rituales defensivos y las técnicas ocultas para
salir del problema, sino que será necesario tomar las debidas distancias respecto al plano emocional negativo en
el que hemos caído