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14 de julio de 2016

Capitalismo de Estado

Capitalismo de Estado Que los bancos centrales posean ya una parte importante de la deuda pública y hayan empezado a comprar participación en empresas (por ejemplo el Banco Nacional de Suiza tiene una participación importante en Apple, p. 243) sugiere para Crespo la conformación de una situación de capitalismo de Estado. Crespo especula que las consecuencias de una intervención estatal muy fuerte en la economía en EEUU, la eurozona, el Reino Unido, Japón y por supuesto China, “no se entienden bien pero apuntan a un cambio de régimen económico y en cierto modo político” (p. 245). Crespo da como probable una etapa de capitalismo de Estado en la que “los tipos de interés negativos harán la tarea de destruir el capital que la crisis iniciada en 2007 no destruyó” (p. 314). Esto parece bastante especulativo, pero no se puede negar que Crespo parte de datos reales y atiende a fenómenos nuevos que, desde una perspectiva inmediata plantean muchos interrogantes y dudas. Uno de los aspectos más significativos de la Gran Recesión y la crisis financiera mundial asociada es la íntima compenetración del capital financiero con el poder político. La destrucción de capital es un fenómeno clave de todas las crisis económicas, pero en la Gran Recesión el salvamento de los grandes bancos evitó pérdidas sobre todo a los grandes capitales. En todas las crisis económicas se produce concentración del capital por fusión de empresas y desaparición o absorción de empresas, sobre todo pequeñas y medianas. Y la conexión entre la clase dominante, los grandes bancos y las instituciones del Estado no es ninguna novedad. Sin embargo, en el caso de la Gran Recesión las acciones concertadas de gobiernos y bancos centrales para evitar la destrucción de capital parecen haber tenido características nuevas. Por otra parte, el exceso persistente de gasto público sobre la recaudación tributaria, la asunción cada vez más frecuente de deuda por parte de hogares y empresas, y la adquisición por parte de los bancos centrales no solo de deuda pública sino de activos de empresas y derivados financieros de dudoso valor, antes en manos de la banca privada, ha producido desde que comenzó la crisis en 2008 un cambio monumental en el balance de los bancos centrales y en los niveles de deuda pública y privada. No está claro que eso pueda describirse bien con el término capitalismo de Estado, que en otros tiempos se aplicó a otras cosas, pero en principio mucho de lo que dice Crespo al discutir este fenómeno parece bien razonado, respaldado por datos y digno de consideración.

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