Con el título no me refiero a que la Unión Europea desaparecerá (que también) sino que, a partir de ahora, veremos muchos puentes colapsar. La mayoría de ingenieros dicen que todas las infraestructuras que se hicieron de hormigón entre los años 60 y 70 solo tienen asegurados 50 años de vida (el puente Morandi se construyó entre el 1963 y el 1967).
Pero la vieja Europa no tiene ni un céntimo para renovar todos esos viaductos en peligro de derrumbe.
Es más, el presupuesto para infraestructuras ha ido cayendo, tal como ha ocurrido en España:
Desde que se inició el siglo XXI, España ha levantado infraestructuras sin retorno, o sea, ni siquiera dan dinero para su mantenimiento.
Con el precio de los billetes del AVE no se llega ni a pagar la gestión del mismo, su conservación debe salir de una partida de los presupuestos del Estado; igual que el de las autovías, miles de kilómetros que no dan ningún beneficio al ser gratuitas (una viñeta serviría para eso).
Lo mismo ocurre con los aeropuertos, realmente solo es rentable el de Barcelona, cuyo última ampliación casi ya está amortizada, no así el de Barajas que necesitará de unos 50 años para serlo.
Ya ven, obras muy caras con fondos públicos que solo comportan gastos. Y, si lo nuevo necesita de partidas millonarias, ¿qué ocurre con lo viejo?
Pues lo viejo cae y caerá...
España forma parte de esa Europa que pide prestado 20.000 millones de euros al año para pagar las pensiones. Unas pensiones que podrían rebajarse si el precio de los servicios básicos estuviera regulado por el Estado.
Lo de ayer de Génova es la prueba del fracaso europeo y de que los gobiernos hacen exactamente las cosas al revés de cómo deberían hacerlas: lo que tendría que ser público es privado y al revés.
Directos hacia el caos.
¡A POR ELLOS!
Pero la vieja Europa no tiene ni un céntimo para renovar todos esos viaductos en peligro de derrumbe.
Es más, el presupuesto para infraestructuras ha ido cayendo, tal como ha ocurrido en España:
Desde que se inició el siglo XXI, España ha levantado infraestructuras sin retorno, o sea, ni siquiera dan dinero para su mantenimiento.
Con el precio de los billetes del AVE no se llega ni a pagar la gestión del mismo, su conservación debe salir de una partida de los presupuestos del Estado; igual que el de las autovías, miles de kilómetros que no dan ningún beneficio al ser gratuitas (una viñeta serviría para eso).
Lo mismo ocurre con los aeropuertos, realmente solo es rentable el de Barcelona, cuyo última ampliación casi ya está amortizada, no así el de Barajas que necesitará de unos 50 años para serlo.
Ya ven, obras muy caras con fondos públicos que solo comportan gastos. Y, si lo nuevo necesita de partidas millonarias, ¿qué ocurre con lo viejo?
Pues lo viejo cae y caerá...
España forma parte de esa Europa que pide prestado 20.000 millones de euros al año para pagar las pensiones. Unas pensiones que podrían rebajarse si el precio de los servicios básicos estuviera regulado por el Estado.
Lo de ayer de Génova es la prueba del fracaso europeo y de que los gobiernos hacen exactamente las cosas al revés de cómo deberían hacerlas: lo que tendría que ser público es privado y al revés.
Directos hacia el caos.
¡A POR ELLOS!
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