El libro de
Urantia
Documento 132
6. El Ministerio Social
Aquí en Roma fue donde también
ocurrió ese conmovedor evento en el cual el Creador de un universo pasó varias
horas en devolver un niño perdido a su ansiosa madre. Este niño se había
alejado de su casa, y Jesús lo encontró llorando desconsoladamente. El y Ganid
iban camino a las bibliotecas, pero se ocuparon de llevar al niño a su casa.
Ganid nunca olvidó el comentario de Jesús: «Sabes,
Ganid, que la mayoría de los seres humanos son como este niño perdido. Lloran
de temor y sufren de pena la mayor parte del tiempo, sin ver que en verdad no
están sino a corta distancia de la seguridad y del salvamento, así como este
niño estaba en realidad muy cerca de su casa. Los que conocen el camino de la
verdad y disfrutan la seguridad de conocer a Dios deberían considerar que es un
privilegio para ellos y no un deber, ofrecer orientación a sus semejantes en
sus esfuerzos por encontrar las satisfacciones de la vida. ¿Acaso no fue para
nosotros una satisfacción sublime ayudar a este niño a volver donde su madre?
Del mismo modo, los que conducen a los hombres a Dios experimentan la
satisfacción suprema del servicio humano». A partir de ese momento
y por el resto de su vida, Ganid estuvo siempre atento por si
Había una viuda con cinco hijos, cuyo marido había muerto
accidentalmente. Jesús le contó a Ganid cómo había perdido a su padre en un
accidente, y muchas veces fueron ambos a llevar consuelo a esta madre y a sus
hijos, mientras que Ganid le pidió dinero a su padre para proveerles alimento y
ropa. No cesaron en sus esfuerzos hasta conseguir trabajo para el hijo mayor
para que de este modo pudiera ayudar a mantener a la familia.
Esa noche, al escuchar Gonod la
crónica de estas experiencias, le dijo a Jesús, de muy buen talante: «Me
propongo hacer de mi hijo un erudito o un hombre de negocios, y vienes tú y lo
conviertes en filósofo y filántropo». Y Jesús sonriendo replicó: «Quizás consigñamos las cuatro cosas; así, tendrá pues una
satisfacción cuádruple en la vida, porque cuando su oído reconozca la melodía
humana, podrá apreciar cuatro tonos en vez de uno». Y Gonod le
respondió: «Me doy cuenta de que eres realmente un filósofo. Debes escribir un
libro para las generaciones futuras». Jesús le replicó: «No un libro — mi misión es vivir una vida en esta generación y
para todas las generaciones. Yo...», pero interrumpió diciéndole a
Ganid: «Hijo mío, es hora de ir a dormir».
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