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10 de octubre de 2017

Delante de la comunidad internacional, Catalunya ha pasado la patata caliente a España.

Después de un segundo de euforia, con su correspondiente decepción posterior, uno se da cuenta de que lo que ha hecho Puigdemont es una jugada maestra.


Horas antes de la comparecencia del President de la Generalitat, Donald Tusk, en nombre de la UE, le ha pedido con voz emotiva a Puigdemont que aplazara la independencia añadiendo que eso "imposibilitaría el diálogo".

Okey, el molt honorable le ha hecho caso pero metiendo una cuña: ha declarado la indepedencia y la ha suspendido.
Ahora es España la que tiene que actuar con madurez e intentar dialogar.
Puigdemont se ha ganado el derecho internacional de ser un interlocutor.
Seguramente que mañana mismo el gobierno español seguirá con su represión y llamará a los senadores para que se aplique el 155...
Es decir, ante los ojos de Europa y de todo el mundo, Rajoy no querrá dialogar y Puigdemont se verá forzado a CANCELAR la suspensión de la independencia.
Y entonces Europa ya no estará tan al lado de España como estaba.

Puigdemont le ha dado una última oportunidad a España.

Por lo tanto, después de mi artículo SÍ pero NO, hecho para que los unionistas y trolls pudieran regocijarse a gusto, escribo este otro con toda mi moral intacta.

Es una suerte que contemos con políticos tan inteligentes en Catalunya, aunque cierto es que habrá que explicar la jugada de hoy a los independentistas que se sienten engañados...

Aunque parezca mentira, quien activará el resorte de la independencia será España si no inicia el diálogo.

La teoría de los juegos...

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