Nuevo Orden Secular”. de los Illuminati.
Sonn las pequeñas ventajas que proporciona el hecho de estar en varios sitios a la vez.
La logia B'naï B'rith constituye el núcleo central de una vasta red de sociedades afines que se mueven en su órbita y que confluyen en ella. Entre las más relevantes figuran el American Jewish Committee, el American Jewish Congress y la Conference of Presidents of Mayor American Jewish, que agrupa, a su vez, a unas cuarenta asociaciones judío-americanas. Mención aparte merecen el World Jewish Congress y el American Israel Public Affairs Committee, sin duda las más poderosos e influyentes sociedades de toda esa red.
El World Jewish Congress, o Congreso Judío Mundial, tiene su sede central en Nueva York, y cuenta con delegaciones en setenta países del mundo. Solamente en Estados Unidos su red organizativa aglutina a treinta y dos organizaciones anexas y publica siete diarios. Esta poderosa entidad está presidida en el presente por Edgar Bronfman, magnate del sector vitivinícola y de la industria cinematográfica.
El trust Bronfman posee el 15% de la Time Warner y es accionista mayoritario de la MCA-Universal, la más importante productora cinematográfica y televisiva estadounidense del momento. Por otro lado, el consejero especial de Edgar Bronfman en la MCA es Michel Ovitz, miembro también del Congreso Judío Mundial y director de la Creative Artist Agency, primera agencia de contratación artística de Hollywood.
En cuanto al American Israel Public Affairs Committee, se trata de uno de los grupos de presión más poderosos y discretos de los Estados Unidos.
Así lo reflejaba sin ambages en su número 407 (junio 1991) la revista L'Arche, órgano oficial del Frente Nacional Judío Unificado:
"El American Israel Public Affairs Committee es un lobby extraordinariamente potente, literalmente capaz de destruir la carrera pública de cualquier político anti-israelí".
Conviene decir que este tipo de lenguaje directo y explícito sobre el tema tabú que ahora nos ocupa es prácticamente privativo de las publicaciones judías.
Estos son, a grandes rasgos, los más descollantes engranajes de una poderosa maquinaria cuya presencia en las altas esferas políticas estadounidenses veremos a continuación. Y una vez más, ante la imposibilidad material de efectuar un recorrido exhaustivo en el tiempo, lo más apropiado será ceñirse al momento presente.
Centrándonos, pues, en la actual Administración Clinton, he aquí un breve resumen de dicha presencia.
De los doce integrantes del Consejo Nacional de Seguridad, organismo sobre cuya importancia no será preciso extenderse, seis proceden de la oligarquía judía estadounidense:
Samuel Berger, vicepresidente del Consejo
Martin Indik, responsable del área de Oriente Medio
Don Steinberg, director del área africana
Richard Feinbert, al frente del departamento de Hispanoamérica
Stanley Ross, jefe del departamento de Asia
Dan Schifte, director del departamento de Europa Occidental
En los servicios de asistencia y asesoramiento a la Presidencia del gobierno figuran:
Abner Mikve, en calidad de Attorney (Fiscal) General
Ricky Seidman, como responsable de la agenda presidencial
Phil Leida, jefe adjunto del Estado Mayor
Robert Rubin, consejero de Economía
David Heiser, director del servicio de Prensa
En el Departamento de Estado la lista es numerosísima, pudiendo subrayarse los nombres de:
Peter Tarnoff, subsecretario de Estado
Lawrence Summers
Mans Kurtzer
Dennis Ross
Jehuda Mirski
Tom Miller
Otros altos cargos dignos de mención son:
Rehm Emmanuel, consejero personal y eminencia gris de Clinton
Miky Kantor, ministro de Comercio
Robert Reich, ministro de Trabajo
Cotie Stuart Eizenstat, embajador ante la CEE
Louis French, director del FBI
Madeleine Albright, embajadora en la ONU
Laura Tyson, al frente del Consejo Económico
A la vista de esta realidad, y en su calidad de buen conocedor de los entresijos de la política estadounidense, éstos eran los comentarios vertidos sobre el particular por un destacado analista político en cierto medio informativo:
"Hace algunas semanas, el rabino de la sinagoga Adath Yisraël, de Washington, pronunciaba un sermón en el Centro Cultural y Político judío en el curso del cual celebró el hecho de que los judíos norteamericanos tomen parte en las decisiones políticas a todos los niveles de la Administración Clinton, señalando textualmente que los Estados Unidos no son un Gobierno de goyim (no-judíos), sino una Administración donde los judíos participan enteramente en las decisiones políticas a todos los niveles".
Tras pasar revista al panorama político estadounidense y subrayar explícitamente la influencia en el mismo del lobby judío, el citado analista añadía:
"La influencia sionista no sólo se manifiesta en el ámbito político. También es considerable en los medios de comunicación, donde un gran número de responsables de programas televisivos, así como la mayor parte de los redactores jefes, corresponsales y comentaristas son judíos.... La misma preeminencia se encuentra en las instituciones universitarias, en los centros de investigación, en los servicios de seguridad, en la industria cinematográfica y en los medios artísticos y literarios".
Naturalmente, todos estos comentarios no pueden ser más que infundíos malintencionados de algún elemento fascistoide y antijudaico, como diría cualquier "bien-pensante" de pesebre al uso.
En efecto, el autor de los mismos fue el analista hebreo Bar Yosef, colaborador del rotativo israelí Maariv, en cuyo número del 2-9-1994 apareció su artículo.
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