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16 de junio de 2017
La imaginación y las creencias. II
Seth
La imaginación y las creencias. II
Reanudamos el dictado. Las creencias generan emoción. Ahora se tiende a creer que los sentimientos están por encima de los pensamientos conscientes, y que las emociones son más básicas y naturales que el razonamiento consciente. La verdad es que los dos marchan juntos, pero el pensamiento consciente determina en gran medida las emociones, y no al revés. Las creencias generan la emoción apropiada que está implicada. Un largo período de depresión interna, por ejemplo, no llega así sin más. Las emociones no os traicionan. Más bien, a lo largo de un tiempo mantenéis conscientemente unas creencias negativas que luego generan los intensos sentimientos de abatimiento.
Si se pudiera confiar en la emoción por encima del razonamiento consciente, el pensamiento consciente no tendría mucho sentido, no lo necesitaríais.
Tampoco estáis a merced de las emociones, porque éstas siguen el flujo del razonamiento. La mente está diseñada para percibir el entorno físico con claridad, y los juicios que hace sobre el entorno activan los mecanismos del cuerpo para suscitar una respuesta adecuada. Si vuestras creencias sobre la existencia son temerosas, las reacciones emocionales os conducirán a la depresión. En este caso, son vuestros juicios de valor los que debéis revisar.
La imaginación aviva las emociones, y también obedece fielmente a las creencias. Tal como pensáis, sentís, y no a la inversa.
Más adelante haremos algunos comentarios acerca del hipnotismo. Ahora quiero mencionar que os hipnotizáis constantemente con vuestros pensamientos y sugestiones conscientes. El término «hipnosis» se refiere simplemente a un estado bastante normal en el que concentráis la atención estrechando el campo de enfoque en un área en particular de pensamiento o creencia.
Os concentráis con gran energía en una idea, normalmente excluyendo otras. Es una actitud "consciente".
Como tal, también muestra la importancia de las creencias, ya que al emplear la hipnosis alimentáis a la fuerza una creencia en vosotros, o una que os da otra persona, el «hipnotizador». Pero el hecho es que concentráis toda la atención en la idea que se os presenta.
En este caso, igual que en la vida normal, las emociones y acciones obedecen a las creencias. Si creéis que estáis enfermos, a todos los efectos "estásis" enfermos. Si creéis que estáis sanos, entonces lo "estáis". Se ha escrito mucho acerca de la naturaleza de la curación, y en este libro trataremos este tema, pero también existe la «curación a la inversa», es decir, una persona que pierde su creencia sobre su salud y acepta en cambio la idea de la enfermedad personal.
En este caso la creencia misma genera las emociones negativas que acaban por producir una enfermedad física o emocional. La imaginación obedece a la creencia y presenta horrendas imágenes mentales de una enfermedad en particular. En poco tiempo los datos físicos corroborarán la creencia negativa; negativa en el sentido que es mucho menos deseable que un concepto de salud.
Menciono esto aquí simplemente porque, en el desarrollo general de una persona, una enfermedad puede también emplearse como método para alcanzar un fin constructivo. En tal caso también hay implicada una creencia: la persona cree que un estado no saludable es la mejor forma de conseguir otro propósito.
Debido a sus creencias personales, piensa que cualquier otro medio le es inaccesible; es decir, hay un vacío en su experiencia que le impide ver otro camino para alcanzar el mismo fin. Más adelante comentaremos con más detalle este punto.
Una creencia, por supuesto, puede depender de muchas otras, cada una de las cuales genera su propia emoción y realidad imaginativa. La creencia en la enfermedad misma depende, por ejemplo, de una creencia en la indignidad, la culpa y la imperfección humanas.
La mente no alberga sólo creencias activas. Contiene muchas otras en estado pasivo, que se mantienen en estado latente hasta que os concentráis en ellas y las empleáis. Cualquiera de ellas puede aflorar a la superficie cuando un pensamiento consciente actúa como estímulo.
Cuando estáis concentrados en ideas de pobreza, enfermedad o carencia, por ejemplo, la mente consciente también guarda conceptos latentes de salud, vigor y abundancia. Si desviáis los pensamientos de las ideas negativas hacia las positivas, vuestra concentración empieza a alterar el equilibrio. La vasta reserva de energía y potencial del interior es llamada a la acción bajo la dirección de la mente consciente.
Dado que razonáis como criaturas y que tenéis a vuestra disposición una gran variedad de experiencias, la facultad de razonamiento de la especie humana está diseñada para evolucionar y crecer a medida que se la emplea. La conciencia se amplía a medida que la usáis. Os hacéis «más» conscientes al ejercer esta facultad.
Una flor no puede escribir un poema sobre sí misma. Vosotros sí podéis, y al hacerlo la conciencia gira alrededor de sí misma y se convierte literalmente en más de lo que era. Dado que la psique humana existe en un marco de posibilidades muy diversas y en un entorno muy rico, tuvo que desarrollar una mente consciente que pudiera efectuar juicios y estimaciones bastante concisos y exactos a cada momento. A medida que crecía la mente consciente, también lo hacía el alcance de la imaginación. La mente consciente es un vehículo de la imaginación en muchos aspectos. Cuanto mayor sea su conocimiento, mayor será el alcance de la imaginación. A la vez, la imaginación enriquece la razón consciente y la experiencia emocional.
Como no habéis aprendido a emplear la conciencia adecuada o plenamente, parece que la imaginación, las emociones y la razón son facultades separadas, o que a veces se contradicen. La mente consciente madura, repito, acepta la información tanto del mundo exterior como del interior. Sólo cuando creéis que la conciencia debe sintonizarse exclusivamente con las condiciones externas, la obligáis a aislarse del conocimiento interno, de las «voces» intuitivas, y de las profundidades desde las cuales surge.
Seth habló a través de Jane cinco veces la semana pasada. Las noches del lunes y miércoles nos dio material para este libro, más otras informaciones de carácter personal para nosotros; habló largo y tendido la noche del martes durante la clase de percepción extrasensorial; habló brevemente el viernes por la tarde para un editor invitado de la revista Time, sobre la psicología freudiana; y el sábado por la noche habló coloquialmente con un grupo de amigos nuestros sobre la vida cotidiana en Italia durante la época en que había sido un papa menor del siglo iv. (Acerca de esta reencarnación, Seth mencionó por primera vez su experiencia papal en una sesión de la clase de percepción extrasensorial, en mayo de 1971. Véase el capítulo 11 de Habla Seth II.) (1)
Tomé sólo unas breves notas sobre el material del sábado después de que se fueron nuestros invitados. Habíamos estado hablando sobre los problemas actuales de población, cuando Seth intervino para decirnos que en el siglo IV el infanticidio -al menos por lo que él sabía- había sido bastante común. Antes de bautizarlos, los niños eran propiedad de los padres, quienes podían hacer con ellos lo que desearan, sin que ello significara deshonra alguna.
Los niños que «sobraban» porque habrían supuesto una «carga imposible» para la economía de esa época, la vivienda, el suministro de alimentos, etc. simplemente se mataban antes del bautismo. Una vez que el niño era bautizado, no obstante, se convertía en algo sagrado, al poseer una alma y el derecho de vivir...
Buenas noches.
No estoy minimizando la importancia del ser interior. Todos sus recursos infinitos están a "disposición" de la mente consciente, para vuestros propósitos conscientes.
Ha habido una dependencia excesiva de la mente consciente -a pesar de que se entendían mal sus características y mecanismos- de modo que los defensores de las teorías que dan preeminencia a la «mente racional consciente» abogan por un usar el intelecto y las facultades de la razón, mientras que no reconocen su origen en el ser interior.
(1) Ediciones Luciérnaga, Barcelona 1999, pág. 223
Se esperaba, pues, que la mente consciente actuara sola, por decirlo así, haciendo caso omiso de la información interna altamente intuitiva que también "está" a su disposición. Se suponía que no era posible ser consciente de dicha información. Pero cualquier persona sabe muy bien que a menudo afloran a la conciencia impresiones intuitivas, inspiraciones, información precognitiva o material clarividente. Normalmente no se le presta atención o se desdeña, porque os han enseñado que la mente consciente no debe albergar semejantes «tonterías». De modo que se os ha inculcado que confiéis en la mente consciente, mientras que al mismo tiempo se os indujo a creer que ésta sólo podía ser consciente de estímulos que llegaban del mundo físico exterior.
Por otro lado hay quienes recalcan el gran valor del ser interior, el ser emocional, a "expensas" de la mente consciente. Estas teorías sostienen que el intelecto y la conciencia habitual están muy por debajo de las zonas «inconscientes» del ser interior, y que todas las respuestas están ocultas a simple vista. Los seguidores de esta creencia califican a la mente consciente con términos tan peyorativos que casi parece ser un cáncer que irrumpió como un tumor en la psique del hombre, y que representa un obstáculo en vez de contribuir a su progreso y comprensión.
Ambos grupos ignoran la milagrosa unidad de la psique, los sutiles lazos naturales que existen entre las que se dan en llamar mente consciente e inconsciente, la interacción increíblemente rica en que cada una aporta y toma.
Lo «inconsciente» contiene sencillamente grandes fragmentos de vuestra experiencia en los que no creéis porque así se os ha enseñado. Repito que la mente consciente está diseñada para observar tanto el mundo exterior como el interior. La mente consciente es un vehículo para que el alma se exprese de un modo corpóreo.
Su función es evaluar la experiencia temporal según las creencias que sostiene acerca de la naturaleza de la realidad, y automáticamente hace que el cuerpo reaccione de cierta forma. No me cansaré de decirlo: vuestras creencias forman vuestra realidad, vuestro cuerpo y su estado, vuestras relaciones personales, vuestro entorno y, en conjunto, vuestra civilización y vuestro mundo.
Las creencias atraen automáticamente las emociones apropiadas, y se refuerzan a través de la imaginación. Una vez más lo repito, porque es de gran importancia: la imaginación y el sentimiento siguen a las creencias, y no a la inversa.
Veamos ahora un breve ejemplo. Si os encontráis a menudo con una persona que os disgusta, y pensáis: «Este tipo me revuelve el estómago», no será por casualidad que al cabo tengáis molestias de estómago cada vez que lo veáis. Se trata de una sugestión "consciente" vosotros mismos os hacéis y que se lleva a la práctica, no simbólicamente, sino de una forma práctica, literal. En otras palabras, la mente consciente da sus órdenes y el ser interior las lleva a cabo.
En esta existencia estáis orientados hacia lo físico. Así pues, esta mente consciente orientada hacia lo físico tiene que poder hacer deducciones sobre la naturaleza de la realidad física. De lo contrario no tendríais libre albedrío.
A partir de la Revolución Industrial, en la cultura occidental cobró fuerza la idea de que había muy poca relación entre los objetos del mundo y el individuo. Como éste no es un libro de historia no me adentraré en las razones que hay detrás de esa idea, sino que sólo mencionaré que fue una reacción exagerada frente a los conceptos religiosos imperantes.
Antes de esa época el hombre creía que podía afectar la materia y el entorno mediante sus pensamientos. Con la Revolución Industrial, sin embargo, incluso los elementos de la naturaleza perdieron su cualidad "viva" a los ojos del hombre. Se convirtieron en objetos susceptibles de clasificarse, nombrarse, despedazarse y examinarse.
Nadie disecciona a un gato o un perro que sea su mascota; de modo que, cuando el hombre empezó a diseccionar el universo de esta forma, ya había perdido su sentido de amor hacia él. El mundo se convirtió para él en un ente sin alma. Sólo así podía examinarlo sin escrúpulos "y sin ser consciente de la voz viva que protestaba." así, en su gran fascinación por conocer lo que hacía funcionar las cosas, en su gran curiosidad por comprender, por ejemplo, la herencia de una flor, olvidó todo lo que [también] podía aprender sólo con oler una flor, observarla, verla ser ella misma.
De modo que examinó la «naturaleza muerta». A menudo tuvo que "matar" vida con el fin -creía- de descubrir su realidad.
No se puede comprender lo que hace vivir a las cosas si para ello se les roba primero la vida. Y así, cuando el hombre aprendió a clasificar, calcular y diseccionar la naturaleza, se volvió insensible hacia la cualidad vital de ésta y ya no se sintió parte de ella. En gran medida el hombre renegó de su herencia, ya que el espíritu nace en la naturaleza y el alma, y por un tiempo reside en carne.
Los pensamientos del hombre ya no parecían tener ningún efecto sobre la naturaleza porque en su mente se veía separado de ella. Así que, paradójicamente, aunque se concentró muy conscientemente, en los aspectos exteriores de la naturaleza, acabó negando los poderes conscientes de su propia mente. Se volvió ciego ante la conexión existente entre sus pensamientos y su entorno y experiencia físicos.
La naturaleza se convirtió entonces en un adversario que debía controlar. Pero, en el fondo, sentía que estaba a merced de la naturaleza, porque al aislarse de ella también se negó la posibilidad de usar muchas de sus propias facultades.
Fue en este momento cuando el hombre interpretó tan mal la propia naturaleza de la mente consciente, y las posteriores escuelas de psicología atribuyeron a las partes inconscientes del ser esos poderes no reconocidos o rechazados. Ciertas funciones muy naturales de la mente consciente, por tanto, se «enterraron» y se impidió su uso normal.
Ahora bien, como la mente consciente ha sufrido muchas tensiones (y se la ha despojado de muchas de sus características), actualmente hay una reacción exagerada que rebaja el valor de la conciencia normal, por decirlo así.
La emoción y la imaginación se consideran algo muy superior. Los poderes desplazados de la conciencia aún se siguen atribuyendo al inconsciente, y se realizan grandes esfuerzos para alcanzar lo que parecen ser áreas de conciencia normalmente inaccesibles. Con este fin se recurre a las drogas, se crean sectas, y se cuenta con una gran variedad de métodos y manuales de formación. Sin embargo, no hay nada básicamente inaccesible con relación a ese «conocimiento o experiencia internos». Todo puede ser consciente, y emplearse para enriquecer la realidad que conocéis. La mente consciente no es un hijo pródigo o un pariente pobre del ser. Puede enfocarse con total libertad en la realidad interna cuando comprendéis que puede hacerlo. Repito que "poseéis" una mente consciente, y podéis cambiar el enfoque de vuestra propia conciencia.
Entre las muchas arbitrariedades impuestas por la raza del hombre sobre sí misma, una de las principales es la idea de que la mente consciente no guarda ningún contacto con las fuentes de su propio ser, que está separada de la naturaleza, y que el individuo se halla por tanto a merced de impulsos inconscientes, sobre los cuales no tiene control.
Así pues, el hombre se siente indefenso. Si el propósito de la civilización es permitir al individuo vivir en paz, dicha, seguridad y abundancia, entonces esa idea le ha servido de bien poco.
Cuando una persona siente que no hay relación entre su realidad y experiencia personales y el entorno de su mundo, pierde incluso el sentido animal de pura adecuación y pertenencia. Repito que las creencias forman la realidad, pues moldean la vida y todas sus condiciones.
Todos los poderes del ser interior se activan como resultado de las creencias conscientes. Ya no os sentís "responsables" de vuestro pensamiento consciente porque se os ha enseñado que no es él el que da forma a vuestra vida. Os han dicho que, sean cuales sean vuestras creencias, estáis sometidos a condicionamientos inconscientes.
(La siguiente frase debe subrayarse entera:) "Y. mientras alberguéis esa creencia consciente, la experimentaréis como realidad."
Algunas de vuestras creencias se originaron en la niñez, pero no estáis a su merced a menos que "creáis" que lo estáis. Puesto que la imaginación sigue a los pensamientos, podéis hallaros en un círculo vicioso ya que constantemente creáis imágenes en la mente que refuerzan los aspectos «negativos» de vuestra vida.
Los sucesos imaginarios generan las correspondientes emociones, que automáticamente provocan cambios hormonales(2) en el cuerpo o afectan vuestra conducta con otras personas, u os hacen interpretar
(2) Las hormonas son secreciones de distintas glándulas del sistema endocrino (suprarrenales, tiroides, páncreas, etc.). Los fluidos corporales transportan estas sustancias a otros órganos o tejidos, donde tienen ciertos efectos. Aquí, como siempre, Seth afirma que no estamos a merced de semejantes procesos involuntarios.
Los sucesos siempre a la luz de vuestras creencias. Y de este modo la experiencia diaria parece justificar lo que cada vez creéis con mayor convicción.
La única salida es ser consciente de las propias creencias, del pensamiento consciente, y cambiar las creencias para que armonicen más con la clase de realidad que se quiere experimentar. La imaginación y la emoción entrarán entonces automáticamente en funcionamiento para reforzar las nuevas creencias.
Tal como mencioné (en la sesión 614), el primer paso importante es darse cuenta de que las creencias sobre la realidad son sólo eso —creencias "sobre" la realidad- y no necesariamente atributos de la realidad. Debéis trazar una clara distinción entre vosotros y vuestras creencias. Luego debéis comprender que vuestras creencias están materializadas físicamente: lo que creéis que es verdad en vuestra experiencia es verdad. Para cambiar el efecto físico tenéis que cambiar la creencia original, aunque seáis conscientes de que las materializaciones físicas de las creencias antiguas pueden perdurar durante un tiempo.
Si comprendéis completamente lo que estoy diciendo, vuestras nuevas creencias empezarán a manifestarse en vuestra experiencia a no mucho tardar. Pero no debéis preocuparos por su aparición, ya que "esto" os despertaría el temor de que las nuevas ideas no se materialicen, con lo que negaríais vuestro propósito.
SESIÓN 62O, II DE OCTUBRE DE 1972 22.OO MIÉRCOLES
SESIÓN 621, 16 DE OCTUBRE DE I972 2I.4O LUNES
Extracto de Habla Seth III
A través de Jane Roberts
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