Una de las cosas más importantes que he aprendido a lo largo de este camino llamado vida, es que el amor más importante de todos, es el amor propio. Y que una vez que lo comprendes, no aceptas en tu vida un amor menos intenso que ese.
Pero amarse a uno mismo, no siempre es un camino sencillo, ya que ante todo, es aceptarnos incondicional y completamente en todos nuestros aspectos. Tanto nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra alma. Porque de no ser así, sin este amor, nos volvemos personas vacías con la necesidad de la aprobación y reafirmación constante de los demás. Y en base a esa aprobación o rechazo es que medimos nuestra valía, lo cual nos lleva a involucrarnos, regularmente, en relaciones tóxicas, destructivas, porque no somos capaces de exigir ser tratadas con el respeto y el amor que merecemos.
Cuando no nos tenemos el amor suficiente, vivimos buscando medias naranjas o almas gemelas que nos completen, nos den seguridad, que nos quiten la soledad de encima, que nos hagan felices, alguien que coloque sobre sus hombros el control de nuestra vida, una vida que sólo es responsabilidad nuestra. Y estas situaciones, con el tiempo, nos llenan todavía más de frustración y desequilibrio en nuestra vida. Pero lamentablemente comprendemos a base de golpes o malas experiencias que nada ni nadie podrá llenar nuestras carencias, sino solo uno mismo.
Amarse a uno mismo es todo un arte, un reto y una gran lección, pero una vez que lo dominas y te aceptas tal como eres, con tus imperfecciones y tus cualidades, con tus debilidades y fortalezas, te vuelves más fuerte, más segura de ti misma, más grande y brillante, más verdadera, por lo que no permites que nadie que no lo valore, opaque tu vida. Te amas tan fuerte que exiges la misma intensidad.
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Una mujer que se ama a sí misma, sabe que es única y tiene mucho que ofrecer. Que no vino a este mundo a ser la opción de nadie, por lo que no quiere ni permite un amor a medias, inseguro, lleno de dudas, y mucho menos, ser la sombra de nadie. Las migajas son para los conformistas, personas que no aspiran a más porque no creen merecerlo y ella, como la mujer valiosa que es, merece que la amen, le den atención, tiempo y lo más importante, respeto.
Mujer, anda, quiérete, valórate, aprende a darte un beso todos los días, abraza eso que eres; porque al final, la relación más importante de todas, es aquella que tienes contigo mismo. Y si después de eso, puedes encontrar a alguien que te quiera de la misma forma que tú te quieres… será simplemente fabuloso.