Los policías españoles, los primeros en querer marchar de Cataluña

Los españoles policías, los primeros en querer marchar de Cataluña

La noticia tiene un punto de surrealista. Los primeros españoles que quieren dejar Cataluña son ... los policías nacionales. El escándalo tercermundista que se ha producido en los últimos días en el Aeropuerto del Prat, una de las trincheras principales donde está el pulso entre independentistas y dependentistas, ha puesto de relieve una realidad que no por conocida, no deja de ser bien sintomática. Vayamos por partes.

Desde el siete de abril, la Policía Nacional española, que es quien tiene la competencia del control de pasajeros que entran y salen de Cataluña por Prat, debe obedecer una disposición europea que ordena que, por motivos de seguridad, los agentes de mirar uno por uno todos los pasaportes de los viajeros. Esta medida, por sí misma, no tiene nada de especial. Pero si coinciden dos situaciones en el espacio y el tiempo, puede dar lugar a un auténtico lío, como el que ha estado ocurriendo en los últimos días en el aeropuerto. Estas dos situaciones son: la llegada o la salida de muchos vuelos -muchos de ellos transoceànics- en un espacio de tiempo breve, y sobre todo, un número totalmente insuficiente de agentes policiales encargados de supervisar los documentos correspondientes. Concretamente, dos únicos agentes, llegaron a efectuar esta tarea en algunos momentos. Lógicamente, las colas se dispararon, los nervios desataron y el escándalo monumental estaba servido. Multiplicado por el hecho que muchos de los viajeros veían como la lentitud en el control les hizo perder sus conexiones aéreas.

Enseguida, todas las miradas se han dirigido al flamante nuevo Delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, político que desde que asumió el cargo hace unos meses, no ha parado de salir por todas los medios de comunicación al alcance -que son muchos- y ha alcanzado una visibilidad enorme, como consecuencia de implementar la conocida como Operación Diálogo que, bajo la dirección de Soraya Sáenz de Santamaría, consiste básicamente en puentear el gobierno de Cataluña y dirgir directamente a la sociedad civil catalana, en su ofensiva contra el proceso independentista. Las demandas de explicación, lógicamente, no tardaron en surgir, y en este caso, el más rápido fue el Consejero Josep Rull. Después de unos días de silencio casi monacal, Millo, prometió que implementaría medidas para evitar estas situaciones. Y efectivamente, el miércoles se daba a conocer que 20 policías de la comisaría de Cornellà de Llobregrat, serán trasladados al Prat para reforzar el servicio de pasaportes.

las razones


Sin embargo, ¿cómo se explica que estos problemas sólo pasen al Prat, y no en ningún otro de los grandes aeropuertos del estado, como pueden ser los de Barajas, Palma de Mallorca y Málaga?

La respuesta es muy clara, la escasez de agentes de la Policía Nacional española en Cataluña. Y es que una gran parte del contingente policial español, formado por algo más de 3.000 agentes, están destinados de forma forzosa. Pero cuando empiezan a conseguir puntos, así que pueden, piden el traslado fuera de Cataluña, donde la relación entre el sueldo neto y el coste de la vida, es mucho más ventajoso. De manera que se puede muy bien decir, que son los primeros en irse de nuestro país. Otro elemento a tener en cuenta es que el denominado plus de territorialidad que perciben (unos 54 euros) no compensa para nada. Y hay que tener en cuenta que este plus es muy inferior a los de los agentes destinados en Madrid (200 euros) y el País Vasco (aprox. 100 euros), por lo que son pocos los que optan por permanecer en Cataluña.

Este episodio denota un ejemplo de las disfuncionalidades que produce la obsesión española para evitar que se incremente el número de independentistas en nuestro país.

Hay, sin embargo, que piensan, que el episodio no es fortuito y que es consecuencia de una operación perfectamente orquestada que dé un visión tercermundista del referente Logisitico por excelencia de Cataluña y deslegitime los ojos de los pasajeros y de sus gobiernos, la imagen de Cataluña, sobre todo ahora que se acerca el momento decisivo del referéndum.