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12 de mayo de 2017

Cuando ser becario es ser explotado...




Pablo Trapero
Rebelión

Coincidiendo con la visibilidad pública que ha alcanzado la existencia de los becarios queremos alertar sobre los problemas contra los derechos laborales del conjunto de la ciudadanía y del sistema de Seguridad Social, tanto a nivel individual como colectivo, que a corto, medio y largo plazo trae consigo el abuso constante y fraudulento de la figura del becario.

Lo primero que vamos a hacer es distinguir entre prácticas universitarias o formativas y ser becario o becaria. Las prácticas universitarias o de ciclos formativos son aquellas que se realizan dentro del periodo formativo y que sirven para complementar la formación teórica recibida. Becario o becaria es aquella persona, como norma general, joven, recién graduada, que trabaja en una empresa o entidad pública por un salario inferior al resto de los trabajadores y trabajadoras del centro de trabajo en el que esté, bajo la excusa de “se está formando”.

Son varias las ocasiones en las que desde los sindicatos, y en particular nuestro sindicato USO, hemos hecho denuncias sobre los abusos de los empleadores hacia los becarios y becarias. En pocas ocasiones reciben esa formación que dicen los empresarios que ofrecen y son trabajadores y trabajadoras a tiempo completo en la empresa o entidad contratante, con salarios inferiores al resto de la plantilla.
En algunos sectores como prensa, administración, abogacía, etc., está más que implantada la presencia de becarios en las plantillas, llegando incluso a la normalización de ser obligatoriamente becario o becaria al acabar los estudios si quieres trabajar de lo que has estudiado, en lugar de las figuras del contrato de formación o específicos como el del MIR para los médicos.

Y es que, en todos los sectores, además de los becarios en cocinas de grandes chefs tan de moda en este momento, se utiliza la figura del becario para cubrir puestos de trabajo estructurales a coste cero o a muy bajo coste.

Esa normalización de los becarios y becarias esconde, por tanto, abaratamientos de puestos de trabajo, doble escala salarial, ausencia de derechos laborales, consecuencias en la cotización de esas personas jóvenes y lo que es más grave, la precarización laboral.

Por desgracia, el puesto de becario o becaria tiene una remuneración inferior al SMI, y menos prestaciones sociales, algo que desde el punto de vista de nuestro sindicato es ilegal, ya que ningún trabajador o trabajadora debe cobrar por debajo de ese umbral, y devengar menos derechos, aunque se disfrace de becario o persona en formación, cuando verdaderamente son “falsos becarios”.

Si una persona recibe una formación académica, unas prácticas formativas mientras duran sus estudios, ¿por qué esa necesidad de seguir prolongando el periodo de prácticas hasta la saciedad? ¿Cuándo se va a dar una oportunidad real de empleo a esas personas jóvenes? El encadenamiento de “becas” en muchas ocasiones lleva a la desesperación a los y las jóvenes y ven en ellas una manera de subsistir con unos ingresos mínimos, pero insuficientes para poder sobrevivir, tener una cotización a la seguridad social, en definitiva, para una emancipación real y una calidad de vida aceptable. Determinamos desde el comienzo de la vida laboral la figura del trabajador pobre, aquel que, aunque trabajando, tienen unos ingresos (y prestaciones) menores a las necesarias para salir de la pobreza, actual y futura.
Por eso, es necesario que la sociedad se rebela ante este despropósito y que se acepte como normal, la figura del becario. Los sindicatos también tenemos que hacer trabajar a los comités de empresa para que denuncien esas ‘prácticas’ fraudulentas.

 Pero, también hay que exigir al Gobierno a que ponga a la inspección a trabajar, y que éste y el poder legislativo modifiquen las normas en las que se ampara el fraude de ley y las prácticas laborales y formativas que tienen acomodo en la tipología de contratación laboral. Actualmente, hay un interesado olvido de los deberes de la administración, ni siquiera hay un registro público de becarios y becarias para conocer el número exacto de personas que están en esa situación, y la recurrencia que hacen diversas empresas y entidades para tener a trabajadores con una remuneración menor al trabajo que desempeñan, en inferioridad a las condiciones que tiene el resto de personas de la plantilla y menor a las normas establecidas.
No se puede consentir, que veamos como normal, la doble explotación de nuestros jóvenes, por ser jóvenes. Entre otras cosas, porque ahondan el camino de la discriminación y la desigualdad.

Pablo Trapero, Departamento de Juventud de la Unión Sindical Obrera
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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