La lucha contra los mass media capitalistas y sus bufones
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- abril 23º, 2017
Los capitalistas llaman libertad de prensa a la libertad de compra que tienen los ricos sobre la prensa, a la libertad de servirse de la riqueza para fabricar y falsificar lo que se llama la opinión pública. Vladimir Lenin.
A estas alturas pocos negarán que los mass media son el principal instrumento de reproducción ideológica para perpetuar el sistema económico capitalista, especialmente en este periodo en el cual hay un aumento del grado de explotación y por tanto, del empeoramiento de las condiciones de vida de la clase obrera.
Unas condiciones que se pueden resumir en paro, hambre, trabajos esclavos, desahucios y pérdida progresiva de derechos básicos.
Situaciones que inevitablemente llevan a cualquier trabajador/a que las sufra a hacerse preguntas sobre el por qué.
Es ahí donde cobran especial importancia los mass media ofreciendo respuestas mientras la izquierda se olvida de hacerlo o asume las del capital, que a pesar de ser ridículas son las únicas que recibe la clase obrera.
¿Cuáles son?
Las primeras respuestas que ofreció el capital sobre la crisis fueron la corrupción, los coches oficiales, las autonomías o que habíamos vivido “por encima de nuestras posibilidades”.
Después vendría el odio a los sindicalistas o la invención del concepto de “clase política” para allanar el terreno a caudillos de esos que no se meten en política.
También se empezó a fomentar el odio a las personas mayores por vivir demasiado o por “votar mal”, o a los jóvenes por no ser suficientemente competitivos o emprendedores.
Finalmente se añadieron a la lista de culpables controladores, maestros, mineros, estibadores o cualquiera con una mínima rebeldía. Esto es, todos excepto los capitalistas.
La cruda realidad es que los medios del capital están consiguiendo eliminar cualquier rastro de oposición a la vez que inoculan pensamientos y comportamientos fascistas en la sociedad.
Han conseguido que millones de personas que se manifestaran contra la invasión de Irak vean necesarias o simplemente ignoren las guerras imperialistas en Libia o Siria borrando prácticamente del mapa lo poco que quedaba de internacionalismo.
Han logrado mostrar como una amenaza real a Corea del Norte, que a día de hoy no ha invadido ni saqueado ningún país, mientras presentan a los EEUU como los garantes de la libertad a pesar de ser especialista en arrasar pueblos y naciones.
De la misma manera, han sido capaces de mostrar el lado humano de Aznar al mismo tiempo que linchan a Willy Toledo.
¡Libertad para los cubanos! -gritan en el país que vuelve a meter en la cárcel a obreros que hacen huelga o simplemente chistes sobre dictadores fascistas.
¡Libertad de expresión! -reclaman cínicamente sus únicos dueños- cuando en algún lugar del mundo se les cuestiona o frena.
Hace unos días alertaban de las importantes pérdidas económicas por el absentismo laboral por enfermedad.
Evidentemente no mostraron ningún dato sobre las ganancias obtenidas gracias a trabajadores/as enfermos que acuden a su puesto, no sea que lleguemos a la conclusión de que somos la clase que crea la riqueza.
Puede que sea por eso que solo se preocupen por el derecho al trabajo únicamente cuando hay una jornada de huelga.
Porque la realidad es que no les importa lo más mínimo las dificultades de la clase trabajadora porque ni el paro, ni los desahucios ni el hambre son un problema para ellos.
No obstante tratan continuamente de desligar unas luchas de otras llegando al punto de poner etiquetas a la pobreza como si hubiese pobreza para pagar el recibo de la luz pero no para la lista de la compra.
Porque si entendiésemos que el problema de cualquier trabajador/a es también el nuestro, sí sería un problema para ellos.
De ahí su esfuerzo por normalizar la equidistancia ante cualquier injusticia y la equiparación entre víctima y verdugo, porque necesitan masas que ni se conmuevan, ni se instruyan ni mucho menos se organicen.
Un público que se contente con eslóganes por la igualdad entre mujeres y hombres mientras le cuelan la gestación subrogada, la penalización del aborto o la regulación de la prostitución. Espectadores/as que -como diría Malcom X- acabarán odiando al oprimido y amando al opresor.
Entonces, ¿cómo es posible que se sostenga todo este sistema en pie a pesar de tal nivel de manipulación?
En primer lugar, debemos tener en cuenta la desproporción de recursos económicos que tiene la burguesía frente a la clase obrera.
En segundo lugar, podríamos afirmar que han sido capaces de desdoblar el bipartidismo y captar la mayor parte del descontento. Un hecho apreciable con la amalgama de cadenas, emisoras y periódicos digitales asociados a su correspondiente partido, dependientes ambos del mismo patrón y siempre dentro de los límites establecidos del sistema.
Una reconfiguración que muestra una aparente variedad para ganar credibilidad y que además ha convertido la política en un espectáculo dónde se endiosa a unos cuantos políticos mediocres y en el que las masas adquieren el papel de espectadores, fans o hooligans del líder, partido o cadena de turno.
Finalmente, debemos ser conscientes de que los nuevos gurúes de la izquierda han pasado a formar parte de los shows mediáticos convirtiéndose en los nuevos bufones del capital y a su vez en sepultureros de la lucha obrera.
No debe ser casual que hayan sido aupados por los mismos medios a lo más alto de sus organizaciones en tiempo récord.
Si un dirigente de una organización obrera pasa a ser parte fundamental de tal circo no está haciendo otra cosa que legitimar los medios de manipulación y contribuyendo a sus objetivos de clase.
Si lo que dijese fuese realmente peligroso para el sistema no gozaría de tantos segundos en las pantallas.
Pero no nos equivoquemos, el principal problema no es que tengamos los peores dirigentes de nuestra historia, sino la debilidad y la involución ideológica que está aportando a la clase obrera las mismas respuestas absurdas del nuevo fascismo mediático.
Como militante comunista, pienso que si de verdad luchamos contra el capital debemos hacerlo también contra su principal arma.
Y eso pasa por reconstruir el partido, fortalecerlo ideológicamente, y recuperar la coherencia, la seriedad y la respetabilidad dentro de la clase obrera para poder desenmascarar y desprestigiar al sistema y sus medios de manipulación.
Un partido donde no tengan cabida los nuevos bufones del capital.
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