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4 de julio de 2018

La política catalana debe hacerse en Catalunya








La arrogancia españolista (¿o hay que decir directamente franquista?) de esta peña del PSOE es alucinante. Vende como una concesión graciosa estar dispuesta a "dialogar sin cortapisas". Es más, la vicepresidenta Calvo, tan ayuna de sensibilidad como sobrada de impertinencia, señala por adelantado que Sánchez no aceptará la petición de referéndum que le hará Torra. No deja así en buen lugar al líder del PSOE, pero eso es lo de menos; está acostumbrado. Lo gracioso es la posición oficial del gobierno español: dialogaré sin cortapisas y tambièn sin escuchar. Es la gran novedad que Sánchez ofrece para Catalunya, cuando afeaba a M. Rajoy (a) "el sobresueldos" que fuera por lo judicial sin entender que se trata de un problema político que requiere diálogo. ¿Qué diálogo? Uno sin cortapisas en que no se escucha a la otra parte porque no hace falta. En cuanto le digas que habrá diálogo sin cortapisas, esa otra parte se derrite y te da lo que pidas.


La verdad, no sé cómo explicar esta actitud salvo tildándola de servil. Los indepes catalanes que, en un ejercicio de buena fe y ánimo conciliador, votaron la moción de censura y posibilitaron que Sánchez fuera presidente del gobierno se encontraron con que ese nuevo gobierno se constituía con los elementos más furibundamente catalanófobos (Borrell, Robles, Ábalos) y actuaba en menoscabo directo de Catalunya. Tanto que decidieron no votar ninguna medida más suya y, así, precipitar su caída.


Eso es lo único digno que puede hacerse, salvo que ese gobierno cambie 180º de actitud, derogue la ley mordaza y se la aplique en exclusiva a su matón Borrell.


Pero no. Resulta que basta con que estos señoritos, que gobiernan gracias a los indepes catalanes, se dignen autorizarlos a hablar recordando que no van a hacerles ni puñetero caso para que los de ERC se ablanden como melocotones y voten a favor de la última chapuza que hayan hecho los españoles en la TVE y, como siempre, sin duda, anticatalana.


Mientras la política catalana, no se haga en Catalunya y, en caso de terciarse, se lleve ya hecha a España, seguiremos dándole vueltas la noria como los burros, sin librarnos de esta maldición. En un parlamento con un 80% de nacionalistas españoles (todos: PP, PSOE, C's y dos tercios de Podemos) no hay nada, absolutamente nada que esperar de bueno para Catalunya. Al contrario, todo será mentira, abuso y represión.


Ahora han intentado vender como otro gesto comprensión el acercamiento de los presos políticos siendo así que: a) son inocentes y no debieran acercarlos sino ponerlos en libertad sin cargos y procesar a quienes han cometido los desafueros con ellos. Lo veremos; b) no es un favor, sino el cumplimiento de una obligación jurídica. Una razón más para querellarse contra los responsables de haber mantenido a inocentes en prisión por medios torticeros.


No hay nada que negociar con Madrid mientras nuestros dirigentes democráticamente elegidos estén injustamente en prisión y en el exilio y el gobierno de turno se niegue incluso a hablar de lo único que puede desencallar este problema y restablecer un mínimo de equilibrio y rechace la única vía posible para resolverlo de todo: el referéndum de autodeterminación pactado, vinculante y bajo vigilancia exterior. Eso de lo que los políticos españoles no quieren ni oír hablar.


Ramón Cotarelo

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