
Canal: Octavia Vasile | Fuente
Amados,
La duración de tu vida, las enfermedades que padecesllevar, incluso el ritmo con el que mides tus años, son parte de una historia que la humanidad ha acordado. Es una historia tan profundamente entretejida en tu imaginación colectiva que has llegado a considerarla una ley inamovible. Así como la gravedad se mantiene mediante un acuerdo colectivo, también lo es la idea de que un cuerpo humano debe vivir setenta, ochenta o noventa años, declinar y luego pasar.
Estos límites no son absolutos. Son patrones de pensamiento que se repiten tan fielmente a lo largo de generaciones que han cristalizado en forma. Y, sin embargo, siguen siendo sólo historias.
Cada vez que declaras, “soy así de viejo,” o “mi cuerpo debe responder de esta manera,” o “mi personalidad está ligada a mi historia,” entras en esa historia más plenamente. Te sintonizas con un campo de mente y materia que ha sido moldeado por miles de millones antes que tú, y por eso tu cuerpo lo refleja.
Pero recuerda: tú no eres la historia. Eres la conciencia que lo dice. Y como conciencia, eres libre de elegir un relato diferente.
Cuando liberas el hábito de referirte a ti mismo a través de la edad, a través de los recuerdos del trauma, a través de la pesadez de la personalidad, comienzas a descubrir tu naturaleza como pura conciencia. Conciencia que fluye de muchas formas a la vez. Conciencia que no se limita en absoluto a la forma.
Cuanto más te abrazas a ti mismo de esa manera, más aflojas los cordones del condicionamiento. El cuerpo comienza a reflejar una nueva realidad, extraída no del viejo acuerdo de decadencia, sino de la corriente viva de tu propia conciencia.
No te sorprendas si al hacerlo te sientes más ligero, más fluido, más libre. La vida no tiene por qué medirse en años. Se puede medir en profundidad, en presencia, en el resplandor de ser ilimitado.
Considera esto como tu práctica: recordarte a ti mismo como conciencia primero, formar después. A medida que piensas y vives desde esta verdad, tu experiencia se extenderá mucho más allá de los límites de la historia que una vez te fue entregada.
Estás aquí no para repetir la historia de la limitación, sino para escribir una nueva.
Contigo siempre,
YO SOY Saint Germain