Unos resultados tan complicados como los de ayer no
dejan mucha claridad para el escenario macroeconómico y tampoco para el
inversor. Por un lado, queda claro que la inmensa mayoría de los españoles ha votado por la moderación, el centro y la estabilidad. El populismo radical no suma más escaños que el segundo partido, PSOE. El ciudadano español ha valorado la recuperación y la gestión, aunque haya
castigado casos puntuales de corrupción, y apuesta por mantener una economía
abierta y libre mercado. Sin embargo, el proceso de
pactos será complejo y el riesgo de una coalición de perdedores con todos
los radicales forzando un proceso constituyente y todo tipo de cambios extremos
no es pequeño.
Para el escenario
macroeconómico el principal riesgo se encuentra fundamentalmente en el frenazo
de la inversión financiera directa y, con él, la creación de empleo.
El mejor escenario sería una coalición de estabilidad como en Alemania, pero la probabilidad es muy baja.
El mejor escenario sería una coalición de estabilidad como en Alemania, pero la probabilidad es muy baja.
El impacto de un
escenario de difícil gobernabilidad y de parón de inversiones se ha cifrado,
según varios bancos de inversión, en un
0,5-0,7% del PIB y ninguna creación de empleo si se deroga la
reforma laboral y se aumenta la rigidez del mercado laboral. Algunos análisis
van más lejos y estiman una destrucción de 300.000 empleos si se lleva a cabo un cambio completo del Estatuto de los Trabajadores y un
aumento de impuestos a las empresas como los anunciados por algunas
formaciones. El escenario más negativo llevaría a un 1% de impacto sobre el PIB potencial.
Si se confirma un proceso de ruptura del marco
constitucional de un pacto de perdedores no podemos esperar que la inversión
aumente durante meses después de tres años consecutivos de crecimiento.
Así que la principal
tarea debe ser garantizar una coalición de
estabilidad y crecimiento, porque un proceso constituyente, con cambios radicales en la
ley laboral, en la regulación y los sectores estratégicos, puede ser muy
negativo, y que esas estimaciones de impacto sean mayores a lo temido.
El riesgo no lo va a
certificar una prima de riesgo en la que la política del Banco Central Europeo
puede enmascarar el verdadero apetito del inversor. En lo que se verá es
en la cifra de inversión directa y de creación de empleo.
Analicemos, aparte, el riesgo para el ahorrador y el inversor minoritario. Prácticamente un 35%
de los beneficios del Ibex dependen del BOE y, por lo tanto, el riesgo político
siempre ha afectado a la bolsa.
El Ibex ha caído una
media del 2,3% en las últimas siete ocasiones en que se han dado elecciones
generales. Las caídas llegaron al 5% en casos de cambios percibidos como
“rupturistas” o de pactos. Por lo tanto, el 20-D no es
necesariamente lo que se llama un “catalizador” en el mercado. Un evento que genera
una reacción inversora. El problema fundamental es la configuración de pactos y
coaliciones, de una opción real de gobierno que mantenga la estabilidad y
fortaleza a las instituciones.
En las ocasiones
previas, el día después de las elecciones ha sido una combinación de caídas
moderadas o agresivas y sólo una vez, con Felipe González cuando ganó sus
terceras elecciones, subió la bolsa. Claramente lo
que el Ibex 35 necesita en media es estabilidad. Tal vez esta ocasión sea distinta, ya que llevamos meses de incertidumbre y
los inversores han estado evitando España ante las elecciones catalanas o
regionales.
Lo que importa es la
tendencia, la estabilidad y su impacto en los datos macroeconómicos y los
beneficios empresariales a medio plazo. De darse unempuje intervencionista, sufre el atractivo para el inversor tanto del país
como de sus empresas.
Pero el inversor debe
mirar, como llevamos explicando todo el año, más allá de la política y el banco
central -fiarlo todo al BCE ha sido el gran error inversor de 2015-. Ya
explicábamos en julio las oportunidades y retos de un Ibex impactado por la incertidumbre griega, brasileña y política. A pesar
de todo ello, varios valores han alcanzado máximos
históricos y se han comportado mucho mejor que sus
comparables. Los menos expuestos a ciclos agresivos.
Debemos entender que
el Ibex no se ha hecho mucho más barato. Fundamentalmente ha perdido la prima
sobre otros índices que disfrutaba. Un riesgo evidente que también viene de los
mensajes anti-todo de algunos partidos de cara a las elecciones. Dicho riesgo
ha llevado a que un índice, que cotizaba más caro por expectativas sólidas de
crecimiento, reestructuraciones bien hechas
y una política general de reducción de endeudamiento, haya perdido esa ventaja.
Lo que importa es la tendencia, la estabilidad y su
impacto en los datos macroeconómicos y los beneficios empresariales a medio
plazo
El inversor
minoritario deberá buscar valores muy específicos con la combinación de mínimo
riesgo político, retorno sobre el capital
empleado creciente y máxima identificación de objetivos entre
inversores y gestores de la compañía.
Me da la sensación de
que pasará un tiempo antes de que los inversores
tengan la confianza para invertir intensamente en un país en el que los
pactos van a ser tan importantes y donde varios partidos, que serán claves para
la gobernabilidad, han hecho tantas promesas rupturistas y con un impacto
potencial enorme en la decisión de invertir y el plazo al que se lleva a cabo.
¿Exagerar? ¿De
verdad alguno de vds invertirían a largo plazo y creando empleo con un
escenario de ruptura de reformas, cambios constitucionales e incluso ruptura de
país?
En España hemos vivido
un proceso de recuperación que ha sido alabado por la comunidad internacional y
los principales organismos. Ahora no podemos poner palos a
las ruedas pensando que los inversores se tendrán que aguantar. Simplemente irán a otro país. No es una casualidad que
los principales países inversores del mundo, EEUU, China, Japón, Gran Bretaña,
Singapur, sean a su vez países líderes en atracción de capital. Nadie regala
nada.
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